Hedy Lamarr
Hedy Lamarr
Hedy Lamarr, nacida como Hedwig Eva Maria Kiesler en Viena el 9 de noviembre de 1914, fue la única hija de un banquero y una pianista judía. Destacó intelectualmente desde joven, pero abandonó sus estudios de ingeniería para ser actriz. En el colegio, destacó por su brillantez intelectual siendo considerada por sus profesores como superdotada. Abandonó los estudios de ingeniería, decidida a cumplir el sueño de ser actriz. Max Reinhardt fue quien la descubrió y la llevó a Berlín para que se formara en interpretación, se trasladó a Berlín y alcanzó la fama en 1932 con una película escandalosa por mostrar un desnudo. Los padres no estuvieron de acuerdo con lo que hacía su hija, pero por otro lado , Fritz Mandl, magnate de la empresa armamentística, quedó embelesado y solicitó permiso a su padre para cortejarla. Sus padres avergonzados por el comportamiento de su hija, aceptaron y, más tarde, su petición de mano, aceptaron creyendo que su hija se enderezaría y dejaría la actuación y los desnudos. Ignoraron la voluntad de la muchacha, que deseaba seguir adelante con su carrera artística. La obligaron a casarse con Firtz condenando una temporada en el infierno. Firtz era extremadamente celoso y trató de deshacerse de todas las copias de la película. Sólo le permitía desnudarse o bañarse si él estaba presente y la obligaba a acompañarle a todos los actos sociales y cenas de negocios para no perderla de vista. Ella se vio forzada a transformarse en el trofeo de exhibición, algo que detestaba y cansada del vacío en su vida retomó la carrera de ingeniería. En las reuniones de trabajo de su marido a las que se la forzó a asistir, aprovechó para aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística nazi. Su marido era uno de los hombres más influyentes de Europa y, antes de la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a surtir el arsenal de Hitler y Mussolini.
La vigilancia continua llegó a resultar tan insoportable que decidió huir. Estando su marido en un viaje de negocios, escapó por la ventana en un restaurante y huyó en auto hacia París (no llevó más ropa que la puesta y sólo tomó las joyas para conseguir el dinero). Los guardaespaldas de su marido la persiguieron durante días, pero logró llegar a embarcarse con destino a Estados Unidos. Allí coincidió con un viajero, llamado Louis B.Mayer , un productor de películas que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto, su única petición era que se cambiase el nombre para que no se la relacionará con la película que había realizado .
En 1941, en plena guerra mundial, Hedy Lamarr, actriz y con madre judía, sentía un fuerte rencor hacia los nazis. Deseando contribuir al esfuerzo bélico aliado, ofreció sus habilidades como ingeniera al National Inventors Council, pero fue rechazada por las autoridades, que le aconsejaron que basará su participación en su físico y en su éxito como actriz, promoviendo la venta de bonos de guerra, lejos de desanimarse u ofenderse En lugar de desanimarse, ideó una campaña para vender bonos de guerra, ofreciendo un beso a quienes compraran bonos por valor de 25,000 dólares, logrando recaudar 7 millones en una noche.
Lamarr, junto con George Antheil, patentó un sistema de comunicación por espectro ensanchado en 1941, diseñado para mejorar el control de torpedos guiados mediante el salto de frecuencias, dificultando la interceptación enemiga. Aunque su invento fue desestimado por la Armada de los Estados Unidos, la tecnología se utilizó más tarde en drones, sonoboyas y satélites, y es la base de tecnologías modernas como el Wi-Fi y Bluetooth.
Cuando Hedy patentó su tecnología, entregó la patente a la armada de los Estados Unidos de América, pero no la tomaron en serio. Dijeron que la invención era demasiado aparatosa y que no era una tecnología militar útil. Lo que realmente quisieron decir fue que les resultaba improbable que una actriz y artista musical hubiera inventado una tecnología que les pudiera servir. De hecho, era una tecnología de vanguardia y hay quienes afirman que podría haber acortado la Guerra un año o más, y tenía el tamaño de la esfera de un reloj.
Hay pruebas de que la patente de Hedy y George fue cedida a contratistas militares en la década de 1950 y que la tecnología fue utilizada en drones y sonoboyas militares. Nos consta que fue utilizada en satélites Milstar y a partir de allí migró a los sistemas de GPS, Bluetooth y WiFi que utilizamos en la actualidad. Hedy obtuvo cierto reconocimiento y fue premiada en la década de 1990, en el momento en que la telefonía móvil comenzó a tener éxito. También recibió un premio de Milstar, el sistema encargado del funcionamiento de los satélites de comunicaciones militares que proporcionan comunicaciones seguras a las Fuerzas Armadas y al Presidente de los Estados Unidos de América. Ese fue un gran logro para ella. Sin embargo, la importancia de la historia de Hedy trasciende su invención. Fue una mujer de un gran talento natural: belleza, inteligencia (evidentemente) y valor, lo tenía todo. Sin embargo, no logró verdadero reconocimiento o respeto por sus logros en sus últimos años de vida. Hedy Lamarr recibió varios reconocimientos a lo largo de su vida, aunque muchos de ellos llegaron tarde.
En 1997, fue galardonada con el “Premio de Innovación de la Sociedad de Ingenieros de Radio”. También recibió un premio por su contribución a las telecomunicaciones por parte de los militares estadounidenses.
En cuanto a su historia, hay una película titulada "Bombshell: The Hedy Lamarr Story" (2017) (que se encuentra disponible en Prime video), que es un documental que explora su vida, su carrera como actriz y sus contribuciones a la tecnología. La película destaca tanto su legado como inventora como los desafíos que enfrentó como mujer en una industria dominada por hombres.