No es fácil la tarea de un maestro. No tan solo en enseñarle al niño o llevar a cabo ciertas estrategias, sino que también incluye ese proceso de investigación simultáneo a la educación. Realizando mi práctica he aprendido muchas cosas pero muchas de ellas las he logrado aprender a través de la observación. Observando mi alrededor, en cómo está organizado el salón, en cómo están organizadas las mesas. He estado observando el comportamiento de mis estudiantes, observando sus intereses, observando sus tiempos de enfoque. Estas observaciones que realicé esas primeras semanas me ayudaron a crear una conexión con el espacio y con los niños. De esta manera logré una armonía que permite un buen proceso de aprendizaje.
En el transcurso, mientras veo a mis estudiantes trabajar por su cuenta, hago mis notas sobre cómo puedo lograr un mejor resultado en ellos. Luego de cada clase busco diferentes herramientas para esos estudiantes en los que vi con más dificultad en algún tema específico. Me mantengo en una constante investigación en la internet y en libros sobre diferentes actividades que me ayuden a crear un espacio seguro en mi salón donde todos mis estudiantes participen. Investigo sobre estrategias para mejorar comportamientos y lograr que todos puedan aprender. Investigar es un proceso donde todos salimos beneficiados, tanto yo como maestra porque puedo aprender diariamente y los estudiantes ya que podré enseñarles de manera segura y acertada.