Ser educador es como una aventura de aprendizaje, comienza desde pequeño cuando le enseñas a tus juguetes y hasta a tu mascota. Luego prosigue en tu vida escolar y universitaria y llega a la cúspide cuando comienzas a ejercer como educador. Esta aventura nunca termina porque un educador es sinónimo de aprendizaje constante. Por esto, ser educador es una facultad excepcional que se desarrolla en algunas personas y es enriquecida con las experiencias obtenidas a través de la práctica. Además, un buen educador tiene que tener cualidades excepcionales como ser: comprensivo, sensible, tolerante, facilitador, orientador entre muchas otras. Se es educador cuando se orienta, cuando se conduce y con amor se acompaña, cuando se comprende al estudiante y se ayuda a que este entre en el camino correcto para alcanzar el éxito. No es educador, aquel quien queda contento porque sus estudiantes le digan al pie de la letra la lección, la tarea, o hasta el examen. Es educador, el que logra que sus estudiantes comprendan sus ideas, las hagan suyas, y las modifiquen de acuerdo a sus propios pensamientos y sensaciones. Así el educador se asegura de que sean capaces de llegar por si mismos a la meta anhelada. Quien es educador, cree que el salón, la clase, y el tiempo de relación con los estudiantes, no tiene como fin tratar el tema que planificó y que el programa manda a tratar. Este cree firmemente que ese espacio y ese momento son necesarios para que sus estudiantes puedan salir a resolver problemas cotidianos que la vida presenta todos los días. Si ello no ocurre, el trabajo no tendrá verdadero sentido, ya que el fin de la educación es aprender a desenvolverse eficientemente en la vida, a partir de un sinnúmero de herramientas conseguidas en la escuela.
El aula es sin duda, el espacio fundamental donde el docente despliega sus recursos personales y didácticos para cumplir con su labor. Y como toda relación humana, posee unas características implícitas y explícitas que le imprimen un sello y dinámica particular. Por esto, el educador es pieza clave en el desarrollo, emocional, social, educativo y cultural de los estudiantes. Así también, un buen maestro puede cambiar la vida de un estudiante ya sea para bien o para mal. Un educador es el espejo donde el estudiante se refleja. El mismo crea una imagen del presente, y a su vez, del futuro del estudiante. Sus actos serán percibidos como ejemplo a seguir, y serán vistos y rememorados por sus estudiantes como el marco por el cual un maestro debe desempeñarse. Cada acción, por más pequeña que sea, tendrá un efecto mayor, plasmado en el futuro del mundo. Por lo tanto, la integridad del maestro debe emular una conducta ética y profesional, para que, de este modo, se pueda ser ejemplo positivo que el estudiantado pueda seguir tanto a nivel académico, como social, político y cultural en el desarrollo de una sociedad para el bienestar común.