Introducción:
Los archivos, centros de recolección, conservación y divulgación de la memoria colectiva de una institución, una región, un país o una nación, han diversificado a través de los siglos el contenido y los formatos de las colecciones documentales que custodia. La gama de materiales, soportes y formatos que albergan en sus facilidades ha variado considerablemente a través del tiempo. Esta diversificación ha respondido al avance de los medios de captación, retención y divulgación de todo el quehacer humano desde que comenzó a documentar su existencia.
Dentro del universo de materiales y documentación que encontramos en ellos, los negativos forman parte de los últimos en ser incorporados.[1] Resultado natural del desarrollo de la fotografía desde la primera mitad del siglo XIX, han representado una adición importante tanto por la información que conservan, como por su naturaleza altamente técnica en cuanto a su conservación. Esta característica representa un reto particular al momento de asignar recursos, tanto técnicos como económicos, para la consecución del apropiado mantenimiento, manejo y permanecía de los mismo.
Soportes y Medios:
Los negativos están formados por un soporte transparente de acetato de celulosa y sobre éste hay dispuesta una suspensión de bromuro de plata en gelatina comúnmente llamada emulsión fotográfica (pese a que se trate de una suspensión, no de una emulsión). El bromuro de plata es la sustancia sensible a la luz, la que reacciona ante el impacto de los fotones que atraviesan las lentes de la cámara (García, 2014).[2]
Composición:
Principales tipos de negativos:
Papel:
Placas de vidrio:
Soportes plásticos:
Principales tamaños de negativos:
Agentes de deterioro y tipo de daño sobre los soportes y medios:
Recomendaciones:
Dónde buscar más información:
Referencias:
Videos: