Libros

Introducción

El libro, como lo conocemos hoy, es producto de milenios de innovaciones tecnológicas. Previo a encontrarse como se nos presenta en la actualidad, en papel y tinta, entre dos tapas, la palabra escrita ocupó diversos arcaísmos: la soportaron, entre otras, la madera, la piedra, el metal y la arcilla, antes de quedar fijada en pergamino y papiro, materiales más convenientes para su manejo. Su forma progresó a la del rollo, aunque no es hasta que alcanza el códice que adquiere su aspecto familiar. El pergamino y finalmente el papel, bajo la égida de las tapas, conformarían la estructura esencial del libro actual (Boorstin, 1983).

Después del arte pictórico y otros hallazgos arqueológicos, la palabra escrita representa el testimonio más antiguo que tenemos del mundo. La Historia misma comienza con la escritura. Como modo de registro, el libro nunca puede estar sobrevalorado. De manera que la preservación en cualquiera de sus manifestaciones, y la preservación de libros, es en el fondo la preservación de la historia, de la memoria del mundo.

Esta breve guía quiere servir como orientación básica al libro, los daños que puede sufrir, y los métodos que se pueden tomar para prevenir o subsanarlos.

AutorSección preparada por Carlos R. González-Rovira, estudiante del programa de maestría de Ciencias de la Información, de la Escuela Graduada de Ciencias y Tecnologías de Ia Información, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

Soportes y medios

Soportes:

  • Papel
  • Encuadernación:

En cuanto a las técnicas de encuadernación, estas pueden dividirse en dos categorías generales: aquellas que usan pegamento y aquellas que usan la costura.

      • En la encuadernación adhesiva se utiliza un adhesivo caliente para fijar las páginas al lomo.
      • La encuadernación en abanico doble usa un adhesivo de acetato de polivinilo y, como indica su nombre, recibe una doble capa de pegamento que permite que las páginas tengan un mejor movimiento.
      • Con las encuadernaciones cosidas, se consigue un libro más resistente (Preservation Self-Assesment Program, s.f.).

Medios:

  • Tintas

Composición

Papel:

  • Es de origen vegetal; está hecho de celulosa, enlaces de moléculas de glucosa, que se degradan cuando entran en contacto con ácidos. Esto a su vez produce una reacción de hidrólisis de ácido, lo que alienta la degradación (Library of Congress, s.f.).
  • Del siglo XIV hasta el siglo XIX, en Europa y luego América del Norte predominó el papel hecho de hilachas o jirones de algodón o lino descartados (rags).
  • A partir del siglo XIX, se empieza a frecuentar el uso de pulpa de madera. La pulpa de madera contiene lignina, una proteína que vuelve ácido el papel, y acelera su deterioro; se encuentra especialmente en el papel de libros producidos entre 1800-1980 (entonces empiezan a implementar estándares de producción que lo mitigan): sin embargo, hoy sigue encontrándose presente en papel de periódico y libros de bajo costo.
  • El papel libre de ácido se puede crear usando algodón o pasando la pulpa de madera por un proceso de alcalinización, para alcanzar un pH neutral o alcalino. Aunque el ser libre de ácido puede ayudar a que el papel dure más, particularmente si se alcanzan los altos estándares del papel permanente, diseñado para durar cientos de años, no lo exime necesariamente de la degradación ácida (Preservation Self-Assesment Program, s.f.).

Materiales de encuadernación comunes:

  • Tapas de papel: común desde finales del siglo XVI. Hechas de papel desechado, algodón
  • Tela: Se populariza a principios del siglo XIX. Hechas de algodón, lino.
  • Piel: de becerro, cabra, cerdo, oveja, curtida. Más común entre los siglos XVI-XIX. (Preservation Self-Assesment Program, s.f.)

Tintas:

  • Tinta negra de carbón: hecha de carbón, luego hollín. Usada para texto, litografías, impresión offset.
  • Tinta de pigmento: hecha de partículas de pigmento. Usada en impresiones comerciales.
  • Tinta de hierro ferrogálico: hecha de ácidos tánicos, vitriolo. Actualmente en desuso.
  • Tinta de colorante: se crea sintéticamente durante el siglo XIX. Utilizada en bolígrafos, marcadores, impresoras de inyección. (Preservation Self-Assesment Program, s.f.)

Deterioro

En el Archives Damage Atlas se identifican cinco categorías básicas de daños a los que los libros son vulnerables. Estas son:

1) Daños a la encuadernación y al papel:

Consecuencia tanto del manejo de los libros como de su construcción. Algunos ejemplos son: combas en la estructura, páginas sueltas por haberse descosido, lomos desgarrados o rotos, desprendimiento de trozos de papel o la encuadernación, rasguños en la cubierta y desgaste general.

2) Daños químicos:

      • Fuego: además de destruir, el fuego puede descolorar el papel y hacerlo quebradizo. Puede dotar al papel de propiedades cancerígenas.
      • Foxing: manchas de color marrón rojizo que aparecen en el papel.
      • Corrosión de la tinta: las tintas de hierro pueden degradarse, afectando la legibilidad del texto y traspasando el papel. Puede darse a causa de la humedad y oxidación.
      • Cinta adhesiva: su residuo, más aún cuando es ácido, afectará el texto y el papel. Tratar de removerla podría dañar el recurso.
      • Oxidación: partículas de hierro de presillas u otros objetos de metal dejados en libros pueden descolorarse y transferirse al papel. Pueden corromper el papel.
      • Acidificación: Desbalances en el pH provocados por condiciones de almacenaje inadecuadas (presencia de humedad, cambios en temperatura) pueden causar que el papel se torne amarillento y quebradizo, hasta destrozarse al ser manejado.

3) Daños mecánicos:

Aquellos que resultan del uso impropio o descuidado, como hacer dobleces y halar páginas, almacenarlo de forma incorrecta, de manera que se afecte la estructura (formación de combas, papel raído), y aun el vandalismo. Si se mellan los bordes de las páginas, pueden terminar pegándose.

4) Daños por infestación de plagas:

        • Insectos: entre ellos, oniscídeos, cucarachas, polillas, pececillos de plata, carcomas, termitas. Estos insectos proliferan en condiciones donde hay una alta humedad relativa y calor. Pueden dejar heces, comer papel y aun las encuadernaciones.
        • Roedores: especialmente el ratón casero, la rata negra y la rata marrón. Como los insectos, buscan el calor, y algunas especies prefieren ámbitos húmedos. Pueden roer y dañar los libros.

5) Daños causados por el agua:

Si los niveles de humedad aumentan más de 60% (por ejemplo, por hallarse almacenado en condiciones no ideales), el libro puede deteriorarse. Algunos de los daños son:

        • Manchado y descoloración
        • Fieltramiento: cuando hay una gran presencia de humedad en el papel o se moja, se deteriora y torna suave como el fieltro. En exceso, puede causar que el papel se rompa al manejarse. Además, adhesivos solventes en agua pueden disiparse.
        • Aparición de hongos: altos niveles de humedad relativa contribuyen a su proliferación. Pueden nutrirse de la celulosa presente en el papel, y prefieren materiales más ácidos. Suponen asimismo un riesgo a la salud.
        • Adhesión de las páginas: en el peor de los casos, la presencia de agua en las páginas de los libros hará que se peguen y se tornen difíciles de separar, una vez se sequen. Intentar de hacerlo por la fuerza podría ser dañino (podrían rasgarse o romperse), en especial cuando se trata de papel satinado, encolado u estucado, como el utilizado para la impresión de imágenes en libros o en las revistas (Van der Doe, 2010).


Recomendaciones

  • Las temperaturas deben rondar entre los 35°-65° (por debajo de 50° es considerado preferible), y la humedad relativa debe encontrarse entre 35%-50%. Esto prevendrá que la humedad y el calor deterioren los libros y que se desarrollen brotes de hongos y otras plagas.
  • Una limpieza adecuada también cumple parte de este esfuerzo: la acumulación de polvo atrae la humedad, y puede manchar los libros.
  • Proteger a los recursos de la luz, y dejar el área que alberga la colección oscura cuando no esté en uso (Preservation Self-Assesment Program, s.f.). La luz puede desvanecer la tinta, manchar y hacer quebradizos los bordes expuestos de las páginas, en especial en papel de baja calidad. El daño causado por exposición a la luz es acumulativo e irreversible (Library of Congress, s.f.).
  • Ejercer cuidado al manejar los libros, en especial con aquellos que ya sufren algún daño, contribuirá a que no se extienda el deterioro: deben ser dispuestos verticalmente en anaqueles de metal, idealmente entre libros de tamaño similar, sin inclinarse o torcerse hacia un lado. Al sacarse del anaquel, deben ser agarrados por el la parte central del lomo, no por el tope, evitando desviaciones que puedan lastimar la encuadernación (Library of Congress, s.f.).
  • Libros raros o frágiles, así como aquellos hechos con pergamino, deben ser guardados en cajas libres de ácido. Si estos se usan, deben colocarse sobre un soporte adecuado, que los mantengan abiertos en ángulos que no excedan los 45°.
  • En exhibiciones, no es aconsejable que el recurso se exponga por un periodo que sobrepase los seis meses. Las páginas deben ser pasadas periódicamente para que no sean afectadas por la luz. Además, se debe procurar que los niveles de luz sean bajos (menos de 50 lux) y haya filtros de rayos ultravioletas para asegurar su protección (Preservation Self-Assesment Program, s.f.).


Inundaciones/filtraciones de agua:

  • Los libros afectados deben ser atendidos pronto para protegerlos: se debe tratar de detener el flujo de agua y tratar de reestablecer las temperaturas y niveles de humedad relativa adecuados.
  • Colocar libros mojados sobre toallas en forma de abanico, en un área provista de ventiladores, para estimular la circulación del aire (sin apuntarlos directo a los libros). Podrían terminar de secarse dentro de dos días, depende de su grado de humedad.
  • Otra estrategia, si el libro está de pie, es poner papel secante sin impresiones entre las páginas (no más de un 20% del objeto, para evitar que se distorsione) y cambiarlo cuando se humedezca o haya absorbido agua.
  • Si el libro se encuentra en un estado frágil o es de gran tamaño, sin embargo, se puede colocar horizontalmente y ejercer presión sobre la encuadernación para propiciar que el papel secante absorba la humedad. Si se encuentra muy húmedo, se tiene que cambiar el papel secante con frecuencia.
  • Libros raros, de piel, de papel cuché y de pergamino deberían ser congelados para garantizar un secado más apropiado, cuando se disponga de tiempo más adelante (Library of Congress, s.f.).


Dónde buscar más información

Videos:

  • Guía para manejar libros raros y frágiles de la Shakespeare Folger Library

https://www.youtube.com/watch?v=5NWyruNYILw


  • Preservación del Patrimonio Nacional en la Biblioteca del Congreso:

https://youtu.be/eBZNdYs3CIM


  • Inundación de la Hamilton Library en la Universidad de Hawai:

https://www.youtube.com/watch?v=KM3oAw-ECt8


Recursos en línea:

  • Guía de respuesta de desastres de los National Archives:

https://www.archives.gov/preservation/disaster-response


Referencias:

Boorstin, D. J. (1983). The discoverers: A history of man’s search to know his world and himself. New York, NY: Random House. 524-527.

Library of Congress. (s.f.a). “Limiting light damage from display/exhibition.” Recuperado de http://www.loc.gov/preservation/care/light.html

Library of Congress. (s.f.b) “The deterioration and preservation of paper: some essential facts.” Recuperado de http://www.loc.gov/preservation/care/deterioratebrochure.html

Library of Congress. (s.f.c) “What to do when collections get wet”. Recuperado de http://www.loc.gov/preservation/emergprep/dry.html

Northeast Document Conservation Center. (s.f.). Inherent vice: materials. Recuperado de https://www.nedcc.org/preservation101/session-4/2inherent-vice-materials

Presservation Self-Assesment Program. (s.f.). Paper & Book. Recuperado de https://psap.library.illinois.edu/collection-id-guide#paper_book\

Van der Doe, E. (Ed.). (2010). Archives damage atlas: A tool for assessing damage. Recuperado de https://www.metamorfoze.nl/sites/metamorfoze.nl/files/publicatie_documenten/schadeatlas-2010%20engels.pdf