Ser apasionado y dedicado
Año tras año el educador se enfrenta a nuevos retos con nuevos alumnos. Por tal razón, a un educador le tiene que apasionar la enseñanza y tiene hacerlo con el corazón, poniendo todo su esfuerzo y empeño para brindar una educación de excelencia.
Al igual que los adultos, cada niño tiene que lidiar con sus necesidades particulares. Un educador tiene que tener la capacidad de poder identificar dichas necesidades y tiene el deber de actuar de forma empática y solidaria con cada uno de sus estudiantes.
Es a una edad muy temprana en la que comienza la interacción entre los estudiantes y el educador. Es de suma importancia la primera impresión de estos estudiantes en relación a lo que es un ambiente de aprendizaje. Un buen educador tiene como responsabilidad cambiar percepciones y hábitos negativos que pueden empañar el futuro académico a largo y corto plazo de sus estudiantes. Un buen educador tendrá siempre como meta y prioridad impactar positivamente la vida de sus estudiantes.
intercambiar conocimiento
La motivación de un educador nunca será el demostrar a sus estudiantes la amplitud de su conocimiento. Por el contrario, la motivación y satisfacción de todo buen educador debe ser el saber transmitir sus conocimientos a sus estudiantes de un modo efectivo. La enseñanza, además, debe ser recíproca. Un educador no solo transmite su conocimiento, sino que también debe tener la capacidad y la sencillez para aprender de sus estudiantes.
apoyar y promover el aprendizaje
Los estudiantes tienen un amplio mundo de oportunidades por delante. Así mismo, tienen un sin fin de literatura por descubrir. Un educador tiene la responsabilidad de estimular a sus estudiantes y no limitar su aprendizaje. El educador orienta y alienta a sus estudiantes sobre la importancia de aprender, descubrir cosas nuevas y ampliar sus horizontes.