Mi nombre es Angelí Marie Torres Encarnación y soy de Carolina, Puerto Rico. Me considero una persona creativa y carismática que le encanta el arte y la música. Vivo con mis padres y tengo una hermana mayor. Actualmente, estoy haciendo un bachillerato en Educación K-3 y espero poder hacer una segunda concentración en Educación en arte y en Educación en Inglés Elemental.
Siempre me ha gustado mucho el arte y las manualidades. Cuando pequeña estuve en la Liga de Arte de San Juan en el programa de pintura y durante mis años escolares, siempre estuve en clubes de arte. También me gusta mucho la música y, además de cantar, toco varios instrumentos como piano, violonchelo, guitarra y ukulele. Mi instrumento preferido es el piano, ya que empecé a practicarlo desde muy temprana edad y es el que más domino.
Mis experiencias de aprendizaje comenzaron en mi hogar, cuando mi mamá me enseñaba las vocales, los números, las figuras geométricas. A la edad de tres años, ya podía leer y escribir. Por esto, cuando comenzaron mis años preescolares en Carvin School Inc, donde estudié desde Pre-Kinder hasta Cuarto grado, ya tenía las destrezas básicas de escritura de palabras bisílabas y de los números del uno al veinte. También podía identificar las letras, los colores, las figuras geométricas, los animales y sus respectivos sonidos.
Durante los años de escuela elemental, tuve la oportunidad de dar una clase a mis compañeros en el Día del Estudiante. Esta actividad consistía en que los maestros de cada clase escogían un estudiante del grupo para que se prepararan sobre algún tema que se hubiera discutido y ese día fueran ellos quienes dieran la clase. Fui escogida en tres ocasiones y di clase de inglés, español y matemáticas. Disfruté cada minuto de esas clases y definitivamente que esta experiencia contribuyó en mi decisión de ser maestra.
2008: Clase de Inglés
2010: Clase de Matemáticas
2011: Clase de Español
En escuela elemental también tuve maestros excepcionales a los cuales quisiera emular en mi futuro como maestra. Siempre recuerdo mis maestras de inglés en primer y segundo grado porque eran personas que verdaderamente amaba lo que hacían. Me identifico mucho con ellas porque eran muy activas y creativas y les encantaba cantar y hacer juegos con los estudiantes. Además eran las encargadas de los clubes de inglés donde se hacían muchas manualidades y todos los años tuve la oportunidad de formar parte de ellos. Mis años de escuela intermedia los cursé en Saint Francis School donde, lamentablemente, no tuve maestros que impactaran de forma entusiasta mi deseo de estudiar educación.
Finalmente, cursé mis años de escuela superior en Wesleyan Academy. Como parte de los requisitos de graduación, tuve que cumplir con cierta cantidad de horas comunitarias. Por esta razón, en el verano del año 2016 participé como voluntaria en un campamento auspiciado por la Iglesia Wesleyana de Guaynabo. Allí estuve a cargo de un grupo de niños entre las edades de cinco y seis años. Hicimos manualidades, juegos y otros tipos de actividades. Fue una experiencia inolvidable que me permitió fortalecer mi deseo de ser maestra de niños de edad preescolar y escuela elemental.
También, como parte de los requisitos de graduación, tuve que cumplir con lo que se conoce como Career Week (Semana de la Profesión). Durante cada día de esa semana, cada estudiante de undécimo grado tuvo la oportunidad de visitar una institución u oficina relacionada a la profesión que aspiraban en el futuro. El propósito de esto era que los estudiantes evaluaran su interés por la profesión a la que aspiraban llegar. En mi caso, pude estar esa semana en el Colegio Limari en Carolina. Ahí pude observar cómo se impartían las clases a grupos de Pre-Kinder hasta tercer grado. En mi primer día estuve observando solamente Pre-Kinder y me pude percatar de que las dinámicas de un salón de clases eran muy diferentes a las que se realizaban en el campamento. En ese momento descubrí también que no era de mi agrado trabajar con niños de grado preescolar. Sin embargo, cuando estuve ayudando en el salón de un multigrado que agrupaba niños de primer y segundo grado, quedé encantada con lo que observé. Esta experiencia me hizo tomar la decisión de hacer el bachillerato en K-3 y no en preescolar.
En cuanto a mi pasión por la integración de las artes, puedo decir que parte de lo que influyó en esto fue mi experiencia en escuela superior. En mis últimos dos años tomé una electiva en arte y quedé fascinada con la dinámica de mi maestra. Ella nos mantenía haciendo manualidades y actividades todo el tiempo y buscaba siempre la manera de hacer la historia del arte divertida. Tanto impactó esta clase mi vida, que en la graduación obtuve el premio de Excelencia en las Artes Plásticas.
Realmente, creo que toda mi vida he querido ser maestra. Nunca he considerado otra profesión. Desde aquellos Día del Estudiante supe que esta era la profesión para mí. Mis años escolares, pero especialmente los de la escuela elemental, fueron muy determinantes para la toma de esta decisión. Estoy más que agradecida por cada uno de los maestros que durante la trayectoria de mis años escolares me ayudaron a desarrollar el amor por la educación.
Como parte de mis metas profesionales, aspiro a graduarme con un bachillerato en Educación de Kinder a Tercer grado y poder obtener un trabajo que me permita tener un espacio donde mis estudiantes se sientan seguros y motivados para aprender. Quiero cambiar la percepción que tienen los estudiantes de que “aprender es aburrido” y poder enseñarles el lado positivo y divertido del aprendizaje. Así como varios maestros me ayudaron a ver de un modo diferente lo que era la educación, al punto de convertirse en un estímulo para decidir estudiar esta profesión; me gustaría a mí poder impactar positivamente en la vida de mis futuros estudiantes, al punto de que yo pueda quedar en sus recuerdos como muchos de mis maestros han quedado en los míos.