Mi vida y mi idioma

Guillermo Bermúdez - Schell

Introducción

Nací el 15 de agosto del 2005, en el hospital Ashford detrás de Chili 's. El primer idioma que hablé fue el español por un tiempo  hasta que vi televisión estadounidense, en inglés. Desde ese día mi español sufrió cierta deformación. Cuando me fui de Robinson, entendía y hablaba el inglés mejor que el español. Durante mis 10 a 11 años en la escuela, el español se salvó un poquito. Podía entenderlo, pero no podía hablarlo correctamente porque, en ese momento, no tenía las palabras correctas para expresarme. Cuando llegué a la escuela secundaria, podía hablarlo en una conversación breve solo en algunas oraciones cortas. Además, era un “struggle”  expresar lo que quería decir por la naturaleza del lenguaje. No me sentía tan libre como con  el inglés, y esa sustitución que yo hice cuando niño, deformó mi entendimiento de la lengua de Cervantes con la que  yo crecí. ¿Cuando pude superar esa situación o estar consciente?

Superando los retos

Corría el año 2017 y mi familia estaba considerando la posibilidad de tener un perro. En ese momento, tenía un trastorno de estrés postraumático grave de perros debido al hecho de que el perro de mi primo era un psicópata y me mordió cuando estaba tratando de ser amable con él. A partir de ese día me mantuve alejado de cualquier perro que veía  en las calles o en una casa. Todo esto comenzó cuando tenía 4 años, asustado. Sin embargo, a los 12, superé mi miedo de aceptar que mi familia tuviera un perro, un Bichon-Frise pequeño, blanco como la nube, a quien llamamos "Molly", que es un nombre generacional que mi madre tenía para su perro y la madre de mi madre por el de ella.

Durante los años previos a la pandemia, mi PTSD de perros se desvaneció como una era pasada. Molly hizo que el viaje fuera mucho más fácil ya que se encariño conmigo tan pronto como me vio. A partir de ese día la dejé dormir conmigo por la noche, bajar conmigo al primer piso donde yo trabajaba y, lo más importante, sacarla a caminar cada vez que quería tomar aire fresco. En este momento tiene 6 años (42 en años caninos) y es mucho más tranquila que cuando tenía 1 o 2 años. Todavía tiene sus momentos peleando con mi madre cada vez que estoy en la habitación y, en ocasiones, siguiéndome por la casa a donde sea que vaya. Con mi perra aprendí que los perros hablan un idioma que los hombres aún no dominan, el lenguaje de la fidelidad y el amor.

Desarrollo del Español

Todavía lo recuerdo como si fuera el año pasado, la lucha por aclimatarme a hablar español comenzó durante la segunda mitad de 2018.  Comenzaba mi séptimo grado. Como han dicho casi todos los sabios en la historia: “Las cosas empeoran antes de mejorar”. Al principio, podía leer y escribir en español, pero al hablar me sentía como si fuera un disco rayado tratando de tocar música. Es por eso que durante este año mi participación sólo sucedió cuando tuve las palabras para decir lo que tenía en mente para contribuir a la clase. Sin embargo, esto significaba que si no tenía las palabras correctas, tenía que usar una mezcla de inglés y español, solo usar inglés o no hablar y decir que no sabía nada. Con el tiempo, mejoró y me fue yendo bien en la clase, ya que se me permitía hacer preguntas sobre palabras que no sabía cómo decir,  cada vez que tenía que escribir un ensayo solo con el español que sabía.

Afortunadamente, la mayoría de estas tareas similares a ensayos no fueron más largas que las escrituras rápidas normales a las que estoy acostumbrado a escribir ahora.

Conclusión

El año en el que tuve más control sobre mi conocimiento del español fue durante  la mitad de la pandemia. A fines del año 2020 cuando tomaba español de noveno grado   me transfirieron a otra clase de historia luego que   alguien que conocía hiciera arreglos para cambiarme  de profesor de historia, ya que con el que había comenzado no era  como esperaba. Sin embargo, fue durante ese año que  tuve clases con la Prof. Sandra Acevedo, la profesora de español que me conoció un poco mejor y tuvo una idea de lo que estaba mal con mi español. Ella me permitió usar el inglés para participar.  Pude corregirlo más tarde usando el español que sabía. La ayuda fue muy apreciada y pasé esa clase mejor que mis cursos de español anteriores. Las cosas mejoraron al año siguiente cuando ella volvió a ser mi profesora de español, mi calificación en su clase nunca bajó de una C pero  participaba un 60% más que durante los otros años anteriores. Con ella aprendí: “No opongas mucha resistencia a las personas que intentan ayudarte.”  Eso es lo que me acuerdo de esa reunión que tuve con ella, mi papá y mi mamá.

Este año soy un estudiante de tercer año de escuela secundaria y estoy tomando una clase electiva llamada Spanglish. He aprendido palabras que se usan en Puerto Rico específicamente como spanglish, que es una mezcla del Inglés y el Español. En  cada presentación que yo hice para  la clase escribí oraciones originales.. Recuerdo, cuando trabajé con alguien en una presentación por segunda vez, mis oraciones eran reemplazadas por otras que no tenían mi energía creativa. Esas oraciones también no tenían sustancia, eran “genéricas” y esa presentación no me gustó pero tenía que bregar con esos cambios durante la presentación. Lo bueno que vino después de esto fue que pude hacer todo solo después .Y cuando yo hice una presentación mi receta fue  incluir mi personalidad en mis oraciones. Con eso, no tenía que bregar (jerga boricua) con alguien. Mi Spanglish es mi realidad actual y esto me identifica como boricua.