En la Plaza Mayor de Madrid hay gran variedad de artistas callejeros. Esto se debe a la gran afluencia turística en esta zona (una de las más emblemáticas de Madrid). Estas personas desarrollan una serie de actividades (espectáculos, música, pintura de cuadros, caricaturas…) a cambio de la voluntad o de un dinero previamente pactado con el cliente. Se dan varios casos: en el que el artista compagina este oficio con otro puesto de trabajo, y el caso en el que el arte callejero es su única fuente de ingresos. Mayormente, los artistas suelen subsistir de estas actividades.
Existe cierta independencia en el desarrollo de sus actividades. Son libres de decidir los días y horas de trabajo y su posicionamiento (pueden quedarse en un sitio fijo o bien ir variando la posición por todo Madrid). Esto discierne en el caso de los pintores y los músicos debido a la existencia de unas normativas que regulan estas actividades:
Los músicos tienen que pasar un casting que valora si cuenta con las aptitudes musicales necesarias. Toda actuación musical callejera debe de estar subordinada a autorización local. Tienen que respetar un determinado horario (de 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde y de las 5 a las 10 de la noche) para poder realizar las actuaciones, sin serles permitido superar cierto nivel de decibelios.
Los pintores deben tener un permiso, denominado el DNI el pintor, por el que pagan una tasa que les permite comercializar sus obras; además les asegura un puesto fijo de trabajo (a cada uno le corresponde una posición). Dicha licencia se creó con la finalidad de evitar fraudes y mafias ya que algunos de los pintores vendían láminas hechas industrialmente o procedentes de galerías de arte.
Independientemente a la autonomía y libertad que tienen el resto de artistas, preferirían pagar una autorización que les asegure un puesto de trabajo fijo. Este conjunto está sometido a gran arbitrariedad pues al no haber reglas que respalden su actividad, si la autoridad lo dicta, pueden ser retirados de su oficio de un momento a otro.
Suelen trabajar independientemente, aunque existe cierta comunicación y coordinación entre los diferentes artistas callejeros; respetan los turnos y la distancia para evitar conflictos.
La relación de los artistas callejeros con los comercios de los alrededores de la Plaza Mayor es buena desde el punto de vista de que cada oficio es independiente y no suele existir un vínculo entre ellos. Pese a que los distintos comercios no pueden verla, existe una influencia del arte callejero sobre estos. Dependiendo del tipo de comercio la influencia es mayor o menor. En general, cuantos más artistas callejeros, más entretenimiento, por lo tanto, más gente y a su vez un aumento en las posibilidades de venta (más clientes potenciales). Esta idea es respaldada por Soazo (2007 pág.: 7)
“Los artistas callejeros crean nuevas formas de sociabilizar y construyen espacios más cálidos y humanos. Las plazas se llenan de observadores, los cuáles se detienen un instante, hacen una pausa y miran a los pintores que realizan su actividad al aire libre; muchachos y muchachas de diferentes edades, bailan, cantan, hacen malabares, mientras familias enteras caminan con sus niños y observan las distintas rutinas que ellos realizan. […] Actores callejeros, titiriteros, batucadas, malabaristas, realizan una invitación a hacer una pausa e interactuar con sus diversas rutinas”.
Los espectáculos atraen a mucha gente. Pero, cuando estos acaban, ya es decisión de esta, irse o quedarse por la plaza. Esta influencia no quita que el principal motivo por el que los artistas visitan la Plaza Mayor es por tratarse de un de los lugares más emblemáticos de Madrid.
Finalmente, es importante destacar que la relación de los artistas callejeros con los turistas y ciudadanos es buena. Las personas, en general, tienden a ver a los artistas callejeros como personajes con pocos recursos que quieren ganarse la vida mediante estas actividades por gusto. Una buena parte de los espectadores no colaboran en la contribución de dinero; diariamente el sueldo del artista depende de estos. El arte callejero está infravalorado; esto no quiere decir que no se valore, pues hay cierto grado de respeto hacia estas personas y su labor, pero no se trata de lo que se ve, si no de lo que está detrás y todo el esfuerzo que conlleva (preparar materiales, transportarlos, organizarlos…).