El arte callejero o también llamado arte urbano es definido como el conjunto heterogéneo de actividades que realizan los artistas que desarrollan un modo de expresión en las calles, normalmente las más transitadas de la ciudad, en vez de en un teatro, galería, etc. Este tipo de arte engloba varias disciplinas, entre ellas: música, pintura, baile, teatro, mímica, magia, acrobacia y grafiti. En este trabajo se estudiarán las presentes en la Plaza Mayor, principalmente, la pintura, los actores que interpretan personajes a través de un disfraz (“acting art”) y espectáculos (en concreto la magia y acrobacia).
Normalmente los espectáculos y el “acting art” se dividen en 3 etapas: en la primera, el artista realiza alguna sugestión de que va a entrar en escena para atraer la atención del público. En la segunda, el artista realiza el espectáculo. Finalmente, termina su show y procede a pedir una contribución por parte de los espectadores. Tiene igual importancia el propio artista como su público, quién numerosas veces se involucra en la propia obra de arte contribuyendo a enriquecer la práctica artística. Los artistas callejeros crean nuevas formas de socializar y construyen espacios más cálidos y humanos. Realizan una invitación a hacer una pausa e interactuar con sus diversas rutinas. Debido a esto, las plazas se llenan de observadores (Montenegro, 2014).
Otra manera de clasificar el arte callejero es teniendo en cuenta la modalidad de servicios ofrecidos. En este caso, se diferenciaría entre los que llevan a cabo una transacción comercial tasada y pactada con antelación por el artista y el cliente, y aquellos en los que el público puede decidir si convertirse en cliente o no, ya que el producto no se realiza bajo su demanda (pedido). Según Picún (2013) “la audición de la música o contemplación de espectáculos en la vía pública no está supeditada al intercambio económico”. Las autoridades han atendido a esta diferenciación para establecer el criterio con el que imponer las tasas municipales y la fiscalidad. Así, por ejemplo, tenemos que artistas como pintores que ofrecen sus servicios por un precio pactado con el cliente tienen que pagar cuotas al ayuntamiento por establecer su punto de trabajo.
El origen de este oficio se produjo en Grecia y Roma, pero en aquel entonces eran tratados como bufones y farsantes, sin embargo, este concepto poco a poco ha ido cambiando. En el mundo contemporáneo el arte callejero se creó en Francia e Italia representado por los mimos. Tiempo después fueron apareciendo los pintores que hacían retratos en las calles de personas por unas cuantas monedas, pero en tiempos pasados no eran vistos con buenos ojos.
Es una actividad digna y tan antigua como otros oficios históricos. Está destinada a todo el mundo. Los artistas plásticos contemporáneos, muestran sus obras en galerías y museos, en espacios cerrados y para una cierta clase de público muy elitista. Por el contrario, el trabajo que realizan los artistas en espacios públicos contribuye a la creación de un público de corte popular, juvenil y sin privilegios (Soazo, 2007). El arte callejero amplía los horizontes comunicativos, educativos y culturales. Asimismo, genera una conexión que une a distintos colectivos del mundo en un arte en común. El intercambio cultural ha traído nuevos tipos de actividades y rutinas (Martínez, 2015).
Si bien es cierto, que las actividades artísticas son vocacionales, en la actualidad el número de personas dedicadas a las artes urbanas se ve incrementado por situaciones de dificultad económica como la actual crisis. Esto causa que las empresas no tengan ganancias suficientes para contratar artistas por lo que deben buscar alternativas para ganarse la vida, como trabajar en el exterior. Otra opción puede darse en gente que tenga una formación no vinculada al arte pero que, al no encontrar trabajo en su campo, han contemplado otras opciones como el trabajo en la calle como actor, animador, etc. Hay quienes ven el arte callejero no únicamente como un recurso para sobrevivir, sino como un modo de vida, como una forma de esparcir alegría en la sociedad y de difundir este tipo de arte, haciendo que la gente disfrute del espectáculo o la obra a cambio de unos donativos. Esta idea es recogida por Montenegro (2014).
Según Montenegro (2014 tomo 1 pág. 29), “el arte callejero es una forma de expresión juzgada como mendicidad”; no es valorado todo el trabajo que está detrás de cada uno de esos actos. “Es necesario diferenciar al artista callejero de la figura del mendigo debido a que el mendigo no ofrece servicio o producto alguno”. El artista de la calle no considera su labor como mendicidad, sino como un arte en sí, y lo que desea es que la sociedad y el público puedan verlo de esta misma manera, pues lo único que realmente les desagrada es el irrespeto de la gente. Actualmente, existen nuevos movimientos en diversas disciplinas que luchan por la popularidad y la aceptación en la sociedad, un esfuerzo por conseguir el perfil de profesional y evitar enfrentamientos con la ley.
El arte callejero es una actividad alegal en Madrid, lo que significa que no hay una normativa que lo prohíba ni lo regule; situación que no es fácil en una sociedad que se rige por normas. Esto supone una gran inestabilidad para los artistas callejeros, cuyas actividades pueden ser cesadas en cualquier momento si es requerido por la autoridad legal. Ocupar la calle sin autorización obstaculizando el espacio y reproducir o tocar en horas que molestan al vecindario son algunas de las diversas complicaciones que surgen a la hora de trabajar en la calle como artista (Martínez, 2015).
El conflicto por el uso o apropiación del espacio público se ha relacionado al artista callejero, como consecuencia de los procesos de regulación en las ciudades. Los problemas por el uso del espacio público no son nuevos. La confrontación con la guardia municipal, las quejas de los vecinos por el ruido o las expresiones de apoyo por parte de los espectadores se constituyen en parte de una dinámica relacional histórica. Ha habido casos en los que, debido a las quejas por el ruido musical, la autoridad ejerció violencia hacia los artistas mediante el retiro de acreditaciones, amplificadores e instrumentos musicales y multando a los intérpretes ante el menor indicio de incumplimiento de la normativa (Picún, 2013).
La negociación que lleva a cabo el artista con la autoridad tiene como fin el acceso y la permanencia en el espacio público, ante lo reglamentado o no permitido. Es importante señalar que esta posibilidad de negociar no es una opción en todo momento, pues existen periodos de tensión entre la administración local y los artistas, en los que la negociación cotidiana se ve afectada (Picún, 2013).
Los artistas callejeros muchas veces son vistos como aquellas personas que divierten, que hacen arte (Montenegro, 2014), pero muchas otras veces son vistos como personas que obstaculizan el espacio público y generan ruidos intensos. Por eso muchas veces reciben denuncias y son perseguidos. El trabajo de estas personas no es sencillo y muchas veces no es valorado. Pese a esto, ellos están ahí muchas veces para alegrarnos así sea por cinco minutos, para hacernos reír y olvidar por unos segundos de las preocupaciones diarias.