El miércoles 20 de julio se hizo la primera visita a la Plaza Mayor. La visita fue de 10 a 12 de la mañana aproximadamente. Una vez allí, se encontró una Plaza Mayor sin apenas gente. Solo había guías turísticos y grupos reducidos de turistas. Los bares y restaurantes de la zona tampoco contaban con muchos clientes.
Tras esperar un buen rato y tomar alguna foto de la plaza, apareció el primer y único artista con el que se consiguió contactar ese día: Florín. Al principio el hombre estaba distante pero una vez explicada la finalidad del proyecto, decidió participar. Se estuvo hablando un buen rato con Florín, quien además de orientar, abrió paso al planteamiento de nuevas cuestiones como una posible relación entre la nacionalidad, el género, la edad o la formación profesional de los artistas. También advirtió de la gran desigualdad existente respecto a las ganancias, porque lo que unos ganan en una semana, otros lo pueden ganar en un día. Otra información que aportó fue que la relación entre los artistas es distante: se conocen pero, para evitar ser engañados, prefieren trabajar individualmente. Los artistas que tienen más experiencia saben qué busca la gente y adaptan su producto en torno a esto. En el caso de Florín, quería invertir dinero en un espectáculo de magia.
Como no llegaban más artistas a pesar de estar esperando durante un periodo de tiempo considerable, se decidió ir a la Puerta del Sol y a la Calle Arenal, comprobando que, pese a haber más gente que en la Plaza Mayor, tampoco había un gran número de artistas.
Tras volver a la Plaza Mayor, la conversación con una vigilante de seguridad del Ayuntamiento de Madrid resultó crucial para comprender la ausencia de artistas: informó de que una de las posibles razones era la situación de alerta 4 en la que se encontraba Madrid como consecuencia de los recientes atentados de Francia.
El diálogo con un policía confirmó que en los días previos a la visita se había realizado un control en el que retiraron a algunos artistas sus materiales. Debido a los atentados, no querían a nadie tapado, ni materiales que pudiesen esconder bombas. También confirmó el carácter alegal del arte callejero, por lo que no pueden detener su actividad a no ser que haya quejas o denuncias.
Los resultados de la visita no fueron los esperados: era día de diario por la mañana, verano, el tiempo no favorecía (nublado, un poco de lluvia y bochorno) y los recientes atentados que implicaron mayor seguridad y control. Aun así, se obtuvo información muy valiosa para el desarrollo de la investigación.