ÁNGEL GUARDIÁN  DE LA MISERICORDIA






REINO ANGÉLICO: Ángel del Cielo de la Creación.


FUNCIÓN CELESTIAL: Traer la misericordia a nuestras vidas.


DONES PARA LA TIERRA: Puede ayudarnos a comprender el amor de Dios por la humanidad; a volvernos conscientes de que somos protegidos y guiados; a considerar la gratitud por las bendiciones que recibimos en nuestras vidas.



EL Ángel de la Misericordia nos ofrece el amor de Dios como una realidad viviente. Cuando nos enfrentamos a una situación insoportable y de repente hay un cambio de energía o de circunstancias, estamos siendo bendecidos por el Ángel de la Misericordia. Somos ayudados constantemente para darle la vuelta a nuestros pensamientos y actitudes a través de la ayuda de la misericordia Divina.

Puede ser con maneras pequeñas y sutiles como experimentemos la misericordia. Puede venir bajo la forma de una llamada amistosa cuando sentimos desesperación, o de un delicado empujón a nuestra confianza en circunstancias en las que nos sentimos inseguros de nosotros mismos. Podría mostrarse en multitud de situaciones que no controlamos, o cuando somos afectados por nuestras mentes conscientes. Por ejemplo, podríamos encontrar una persona que cambia nuestra vida, o podríamos ser aceptados o rechazados para un trabajo o unos estudios. Al reflexionar empezamos a comprender las asombrosas consecuencias que este punto de inflexión tuvo en nuestras vidas. En el mundo racional, a esto se le podría llamar mera coincidencia. Yo, sin embargo, prefiero aceptarlo como el don del Ángel de la Misericordia, que trabaja porque se realicen nuestras vidas.

Lo que esta consciencia de guía e intervención nos trae es una comprensión del no-hacer. Esto significa que no hemos de esforzarnos y apremiarnos, o ser severos o punitivos con nosotros mismos, porque las cosas no funcionen como quisiéramos. Confiar en la Misericordia Divina como un don proveniente de los ángeles, nos permite participar plenamente en el proceso de nuestras vidas.

Podemos orar al Ángel de la Misericordia para que sea activo en nuestras vidas. Sin tratar de controlar nuestras circunstancias, podemos aceptar que la misericordia está siéndonos dada constantemente, y que podemos someternos a la fuente. Podemos aceptar el don de la misericordia siendo tiernos y afectuosos con nosotros mismos y con los demás. Cuando olvidamos la misericordia, nos volvemos dominantes y controladores, pisoteando a todos, viviendo desde nuestro ego, y abriéndonos a elevados niveles de conflictividad. El sendero de la aceptación nos ofrece la misericordia como un don del amor incondicional. La misericordia nos transporta en los tiempos difíciles de nuestras vidas hasta nuevos niveles de consciencia en los que vivimos más plenamente a la luz del amor Divino.