¿Qué convierte al hombre en un ser elevado, voluntarioso, virtuoso, vicioso, mal intencionado, bien intencionado, querible, no querible, etc.? La respuesta es: LAS IMPRESIONES DE LA MENTE.
Según el tipo de impresiones que la mente contenga, así será la dirección de la conducta del individuo. La Mente Subconsciente sería pues una especie de imán receptor, que atraería hacia sí los elementos y las circunstancias con que el hombre entra en contacto. Los Patrones Mentales son los datos dados desde lo externo, están en contacto con los cinco sentidos, en continua relación con el mundo, los que implican Cambios, Movimientos, Características contrarias a la Mente Supraconsciente, que es Quietud, Armonía, Silencio Vivo.
A través de sus sentidos no sólo captará objetos inocentes - árboles, calles, mesa, etc. - sino otros objetos o circunstancias que al entrar en relación con su mente subconsciente lo perturban, lo molestan, lo desequilibran. Todo el desplegado mundo de los deseos, desde lo más grosero hasta lo más refinado se abrirá a sus ojos en miles de formas que irán a hablar a su mente subconsciente, siendo de ese modo el mundo externo el imán que arrastra como su juguete, no pudiendo el hombre ser el jugador de su propio juego.
El mundo externo entrará a través de los sentidos, por donde el hombre se derrama hacia la gran ilusión, que se torna miserable. Cada cosa o situación imprimirá un patrón mental en su mente, de la mano de los sentidos.
Es absolutamente imposible abolir este diálogo “YO/MUNDO” tan solo con teorías. Es, repito, absolutamente imposible cambiar internamente por la sola razón de haber dado con un libro, un maestro e inclusive una escuela que sólo sean teorizadores de la mecánica del pensamiento. El único sendero posible es la PRÁCTICA CONSCIENTE.
Tenemos millones de Patrones Mentales, que degeneraron en complejos, afianzamientos, apegos mil, Patrones Mentales que nos hacen VER la VERDAD DEL HOMBRE, la VERDAD DE DIOS, la VERDAD DEL MUNDO, la VERDAD DE NUESTRA CULTURA o la VERDAD DE NUESTRO SIGLO.
Estamos como YO REAL libres, totalmente cubierto de pseudo-verdades, de justificaciones, de deformaciones, de ilusiones, que nos llevan a la estupidez de vivir como animales en vez de ser lo que en realidad somos: SERES HUMANOS.
Cuando una gran verdad se asoma a nuestra vida, la misma tiene que pasar a través de una jungla de patrones mentales que llena de trabas la Nueva Comprensión, la que generalmente no llega, cubriéndola y justificándola con una serie de justificaciones e intelectualizaciones, haciendo nulo nuestro avance hacia la MADUREZ REAL.
Aún el hombre “superior” que hace ciencia, filosofía o arte, suele permanecer encajonado en determinados tipos de ideas que va alimentando durante años y años. Al perderse la frescura necesaria para los nuevos conceptos, si una nueva verdad diferente a las que se fueron desarrollando en sus patrones mentales se asoma a su existencia, es violentamente rechazada, nadie quiere perder pie en lo que cree.
Su personalidad toda tiene sus raíces en los patrones mentales. Cuanto más se aferra a ellos, menor es la capacidad de ver claro. Su cerebro está ahogado por sus creencias. Como el águila sujeta entre sus garras la presa con arduo trabajo conseguida, así el hombre se aferra a lo suyo, que llama “principios” o “ideas”. Todo hombre por esta causa, cree ser completamente distinto a su vecino. Como vemos, lo que es distinto es su mente subconsciente, no así la Naturaleza Real o YO SOY.
El hombre es un príncipe todopoderoso (YO REAL) que ha perdido la memoria y deambula por la calle disfrazado de mendigo (yo subconsciente).
Este príncipe, perdida la visión de su verdadera naturaleza, adquirió los patrones mentales del mendigo y se identificó con él. Todas sus impresiones le recuerdan su naturaleza miserable. Si alguien viniera a decirle: “Tú eres noble y todopoderoso”, recibiría un castigo, opinaría que hace burla de él. Él, que no pudo aceptar la realidad de su nobleza (Yo Real), va a sentirse y a justificarse, con que es feliz como mendigo, realidad ilusoria, pues tarde o temprano va a sentirse mal consigo mismo, manifestando neurosis, somatizaciones, depresiones y toda la variedad de desarmonías que el hombre pueda manifestar.
Ningún hombre, por elevado que sea, puede salir de esa ilusión, hasta tanto no descarte uno a uno los patrones mentales que lo identifican como mendigo y reconozca su Yo Real o condición divina o evolutiva.
Para cambiar los patrones mentales es necesario detener la mente de su labor hacia fuera, lo cual implica la muerte del mando de la Mente Subconsciente y la toma del mando de la Mente Supraconsciente. En síntesis, se busca la Quietud Interior. La quietud interior de la que hablo, sólo se logra con la práctica de transmutación del subconsciente y la toma de conciencia de la real naturaleza YO SOY.
La mente subconsciente es excesivamente dinámica e imposible de controlar si su afán de movimiento permanece sobreexcitado por la visión del mundo. Tampoco se logra nada positivo con estudios sobre la mecánica del pensamiento, si bien no podemos desconocer la ayuda a entender qué es lo que estamos haciendo.
Los ejercicios transmutadores aquietan la mente, la extraen de su constante comercio con lo externo; no obstante, para hacer estos trabajos hay que estar más adentro que afuera, más en uno que en el mundo, más en lo esencial de las cosas que en el cambiante ser de las cosas del mundo. Estar dentro de uno es tener la certeza de mi Yo Real o identidad y que la clave de la vida debo buscarla allí y no fuera de mí mismo.
El aislamiento y la práctica son necesarios para cambiar los patrones mentales de mendigo, por los nuevos evolutivos. Asimismo, es cierto que estos nuevos patrones mentales evolutivos o de conocimiento de la existencia de un Yo Real, no podrán ser admitidos por la mente de buenas a primeras. El cambio mental se operará en la medida de la PRÁCTICA y la propia AUTODISCIPLINA en la búsqueda de la transmutación.
Difícil es entender de entrada, pero el hombre, al darle el mando al subconsciente, se identifica con REALMENTE NADA. Reubicarnos con nuestra Real Identidad y remover la mente subconsciente es la clave, y no es tan difícil como el hombre “quiere” creer. Todo patrón mental, desde que se origina, ya es muerte. Hagamos un paciente trabajo de cambio de esos patrones mentales, esas impresiones que forman y deforman nuestro Ser y tras ellos surgirá el resplandor de nuestra Aurora Interior.
Quedaría la pregunta: ¿Cómo darnos cuenta si en el cambio que uno intenta, se marcha por el buen camino de la Impersonalidad?
Muy sencillo, el que verdaderamente está abocado en el cambio de sus patrones mentales y efectúa un trabajo correcto, se torna en un Ser todo más puro, pierde su agresividad, pierde el sentido de la posesión, “el mío”, en todo ve posibilidades de crecimiento y perfeccionamiento, no ofende si lo agraden, no se inmuta si lo alaban, va comprendiendo su Universo Interno, habla menos, dice más.
Si todo esto comienza a darse mínimamente en la realización del ser, significa que va por el buen camino, de lo contrario, significa que se está manejando mal, ya sea la comprensión del trabajo o no hay trabajo.