Sociedad de Andaria

Las cosas son inmensamente distintas a como eran antes del apocalipsis; el mundo ha cambiado formando nuevos estados soberanos donde antes existían muchos pequeños estados monárquicos, la economía ha cambiado, dejando de ser la agricultura la principal fuente de riqueza para cederle ese lugar a la industria, ahora ya consolidada tras siglos de evolución.

    Las personas ya no viven desperdigada por el campo trabajando la tierra, sino que las condiciones del nuevo mundo las obligaron a emigrar a las grandes ciudades, que no estaban preparados para recibirlos (eran poco mas que ciudades medievales, sin drenajes, calles apropiadas ni servicios públicos), en donde se apiñaron como pudieron. Los trabajadores (hombres, mujeres de todas las edades y aún embarazadas y niños desde los 5 o 6 años) que vivían estas situaciones eran presa fácil de los gobernantes o los comerciantes sin escrúpulos, que los explotan de sol a sol.

Las personas que viven hoy en Andaria son sin duda personajes muy particulares, siendo su característica más interesante su “doble moral", consistente en el mantenimiento de una fachada de sobriedad, religiosidad, conservadurismo y moralidad ante el resto de la sociedad mientras que se cometen las acciones mas atroces e inmorales en el ámbito privado.

    En mayor o menor grado todos los individuos (especialmente los de la alta sociedad) se manejan de esta manera; pudiendo sus pecados ir desde negocios no muy legales o affaire con el servicio doméstico hasta asesinatos brutales. Esta doble moral se da porque las conciencias individuales de las personas no han evolucionado, muchos siguen siendo igual de ruines a como lo fueron sus antepasados, pero la sociedad como un todo debe ser mejor que sus predecesores, pues por esa misma razón esta había casi desaparecido, por eso es necesario el mantenimiento de esta “máscara”.

    Se cree en el trabajo y el progreso personal, creyéndose que quien es pobre, lo es porque es haragán o incapaz, sin pensarse en las oportunidades de salir de ese estado que ofrece la sociedad.

Las clases altas

Nobleza y burguesía

El apocalipsis originó el declive de la Nobleza, clase que vivía de las rentas y los productos que producían sus feudos, siendo sustituida en gran medida por la burguesía, una clase formada antiguamente por artesanos y pequeños comerciantes, pero que acumulaba cada vez mayor poder económico, y con ello mayores deseos de poder.

    Son frecuentes pues los conflictos entre ambas clases, aunque raramente pasen de duelos dialécticos. Muchos de los nobles apenas tienen nada más que su apellido o quizás una vieja casona, ya pesar del desprecio que sienten por los burgueses, los necesitan pues son quienes tienen el dinero en Andaria. Es frecuente que los nobles empobrecidos ofrezcan pertenecer a un linaje noble mediante matrimonio a cambio de un saneamiento de sus cuentas.

    A pesar de las diferencias existentes entre ellos, los nobles y los burgueses se alían cuando creen que su posición privilegiada está en peligro por portestas o acciones de las clases mas bajas.

    Los varones de las clases privilegiadas se consideran así mismos “caballeros”, personas de buen gusto, modales refinados e intachable conducta (al menos en público). Su tiempo libre lo dedican en gran medida en frecuentar los “clubes de caballeros”.

    Su apariencia es de máxima importancia, pues quienes no conseguían un aspecto adecuado a su posición son ferozmente criticados y ridiculizados.

Mujeres

Las mujeres en la Era Victoriana han sido relegadas a un segundo plano, aunque es cada vez más evidente que su inferioridad con respecto a los hombres no es tan amplia como se pensaba (la eficiencia de la propia Reina Victoria es evidencia de esto). Aquellas que pertenecían a las clases altas llevaban una existencia que a simple vista podría parecer medieval, aunque existían numerosas diferencias. En la mayor parte de los casos se casaban de bastante jóvenes con caballeros que sus padres y hermanos elegían de entre sus pretendientes por su condición económica y social. Una hija mujer era vista como poco menos que un castigo por un padre (algo que debería notarse en un personaje de sexo femenino) y era casada tan pronto como era posible.

    Como ya se dijo, recibían un trato cuasi-medieval, enseñándoseles desde la infancia las labores de una dama, el protocolo para toda ocasión social, la doctrina religiosa, determinadas artes y algunos idiomas. Un matrimonio arreglado naturalmente carecía de amor y el sentimiento que más comúnmente compartían los esposos era algo a mitad de camino entre conveniencia y compañerismo aunque, paradójicamente, idealizaban al amor y soñaban con alcanzarlo.

    Las damas victorianas eran quienes mantenían activa gran parte de la vida social de la época, organizando en sus lujosas viviendas bailes, tés, ágapes y tertulias a los que solo eran invitadas las personas que por su riqueza, fama, prestigio o carisma eran consideradas dignas, determinando de esta forma quién y qué esta de moda y quién y qué no lo está. Estos eventos eran de enorme importancia, además, porque en ellos se conocían personas de condiciones similares a las propias y se presentaba en sociedad a hijos e hijas en la edad apropiada. Las damas más influyentes, organizadoras de las reuniones más prestigiosas eran poseedoras de invaluables influencias, ya que les era muy sencillo decir una palabra apropiada a un invitado de alto nivel para cambiar el rumbo de la política.

Las clases bajas

A las clases bajas les tocó llevarse la peor parte de la edad victoriana; trabajaban en jornadas de hasta 16 horas diarias, todos los días sin importar su sexo o edad y sin ningún tipo de beneficio social, sin apenas descanso y por un salario que a duras penas les permitía sobrevivir; subsistían en condiciones infrahumanas, hacinados y sin las comodidades mínimas, lo que fomentaba la aparición de plagas y enfermedades.

    La mayor parte de los trabajadores eran campesinos que se habían visto obligados a migrar hacia las ciudades por la necesidad de mano de obra de éstas y las condiciones de vida cada vez más adversas que presentaba el campo. Debido a su origen, los obreros sufrían especialmente el trabajo fabril, ya que se habían criado trabajando a cielo abierto y siguiendo los horarios que imponía el sol y ahora se veían obligados a trabajar en oscuras fábricas, iluminados por lámparas de aceito o gas y a un ritmo que les era impuesto por el capataz alterando la velocidad de funcionamiento de las máquinas. Muchos patrones optaban por emplear mujeres y niños pequeños, puesto que cobraban menos que los hombres, eran menos propensos a las protestas y podían ser fácilmente dominados físicamente por los capataces; además de que los niños pequeños podían, por su tamaño, limpiar y reparar los rincones más inaccesibles de las máquinas.

    Lo bajo de los salarios obligaba a ambos padres a trabajar, dejando a los niños criarse en las calles junto a otros en igual situación, lo que generaba pandillas de rateros y criminales menores, con los que la policía no mostraba compasión alguna. Las condiciones sociales eran bastante similares para hombres y mujeres pertenecientes a las clases bajas.

Sirvientes

Los caballeros y damas consideraban a sus sirvientes como seres inferiores cuyo único afán era complacerles y servirles. Normalmente los miembros de las clases altas ni siquiera restan atención a la presencia o no de sus sirvientes mientras hablan, lo que los convierte en espías ideales o incluso como alimento. Sin embargo, entre sirvientes existe un sentido de clase bastante desarrollado y si uno de ellos está actuando en forma extraña los demás sin duda lo notarán. Es sabido que entre sirvientes se da un nutrido intercambio de chismes y secretos de sus amos, lo que los convierte en un interesante objetivo de interrogatorios.

El Clero

El clero es una de las clases sociales más privilegiadas, ya que ejerce una gran influencia en Andaria. Suyo es el deber de vigilar al resto de los mortales para que no abandonen la senda de la religión. Esta es en si misma una tarea tarea compleja ya que el avance tecnológico que contribuyo a la oleada de escepticismo que desembocó en el apocalipsis, es ahora necesario para mantener con vida a la gente de Andaria. Así que es necesario en todo momento mantener un equilibrio entre la sed de conocimiento y la fe de los ciudadanos.

Su influencia es principalmente político, ya que sus palabras tienen gran acogida entre la mayor parte de la población (generalmente las clases medias y bajas), lo que les otorga un puesto privilegiado, hasta el punto de "aconsejar" en asuntos de estado y estar eximes de pagar impuestos, aunque hacen donativos a la corona.

    En el clero hay dos categorias: el alto y el bajo clero. El primero, reclutado en la nobleza, cobra grandes rentas y administra importantes propiedades, el bajo clero posee escasos recursos y lleva una vida miserable, dependiendo de sus diócesis.

Habitando Andaria

Vivir en una ciudad

Los hogares de la gente de la edad Victoriana varían enormemente. La idea de vivir fuera de la ciudad y desplazarse a ella a trabajar comienza en esta época; cerca de 50,000 trabajadores de Londres residen fuera de ella, trasladándose para trabajar mediante botes de vapor, ómnibus o tren (ver transportes, más adelante). Poco apoco, la gente empieza a vivir en apartamentos en el centro de Londres; en muchos casos se considera dividir grandes casas en apartamentos una innovación solo adecuada para gente joven (primeros apartamentos en aparecer fueron en Westminster, en los años 50).

    Si una persona es acomodada (unos ingresos anuales de £10,000+), se podrá permitir una pequeña casa de campo en alguna de las mejores zonas de Londres (Belgravia, Marylebone, Mayfair, St. Pancras - o Kensington). La burguesía de nivel adquisitivo medio (ingresos de £5,000+) vive en casas adosadas con un pequeño número de sirvientes; aquellos con menor nivel posiblemente solo tengan a una doncella. La gente trabajadora (excepto por los bien pagados trabajadores especializados) viven en estrechos adosados de ladrillo de dos o tres pisos, en los que se apiñan más de una familia.

    Los realmente pobres viven en cualquier lugar que los cobija, generalmente un lugar especialmente lúgubre. Las casas de “habitaciones de alquiler” de los lugares más pobres de Londres son hervideros de piojos, ratas, cólera, tifus, y los más desesperados de la sociedad, dispuestos a todo con tal de sobrevivir. Un escrito contemporáneo describe tales casas como ocupadas por los “de mentalidad infantil, los decrépitos, desempleados, vagabundos, y criminales”. De hecho, es bastante habitual que las secciones de crímenes de los periódicos incluyan alguna descripción de una de esas “guaridas” como escenario de algún crimen, o refugio de los delincuentes. En algunas ciudades, es increíble el porcentaje de la población que viven en tales condiciones: al menos un tercio de la de Glasgow, y la mitad en el caso de Dublín, por ejemplo. En una encuesta sobre un barrio de Dublín, se descubrió que 11,200 habitaciones alojaban a aproximadamente 40,000 personas.

Vivir en el campo

Un caballero que resida en el campo, con unos ingresos de £10,000+ anuales puede permitirse mantener una gran casa con al menos media docena de sirvientes, un carruaje, y un par de caballos (además de otro para la caza). Entre estos caballeros y los grandes terratenientes, existe una clase intermedia de burguesía: miembros del clero y profesionales de algún campo especifico, que viven en una casa moderadamente espaciosa con quizás dos o tres sirvientes.

    Por debajo de los anteriores, el pequeño granjero típico posee alrededor de 200 acres (80 hectáreas) de tierra arrendada a un terrateniente, y vive en una cabaña que probablemente no se le caiga encima. Aunque no tiene sirvientes, podría alquilar uno o dos ayudantes para la granja. Su hogar puede ser confortable, pero tendrá que trabajar innumerables horas para mantenerlo.

    Los trabajadores de las granjas vivirán en una pequeña cabaña, aunque seguramente la palabra cobertizo les quede grande. Seguramente el mobiliario sea inexistente, posiblemente incluso sin camas para dormir. En algunas zonas de Irlanda, los trabajadores de las granjas tendrán que conformarse con chozas de barro y dormir con sus ropas sobre el suelo de tierra.