Universo

La historia del universo se ve con diferentes ojos. Para nosotros, los humanos, comienza cuando conquistamos el espacio, primero colonizando los planetas que conforman nuestro sistema solar, y posteriormente, cuando superamos la barrera de la luz y fuimos capaces de abandonar nuestro ancestral hogar.

    Fue entonces cuando vimos que más de una raza puede escribir la historia del universo.

Pero esta historia, como todas, tiene un comienzo. La Tierra había alcanzado el cenit de la civilización hacía ya varias décadas, cuando sus gentes decidieron utilizar las maravillas de la ciencia en destruirse los unos a los otros. Pero a pesar de los denodados esfuerzos por destruirnos, sobrevivimos. Y reconstruimos la Tierra. Mucha gente se perdió en el camino, y aunque eramos pocos, por primera vez se vio como necesaria la vieja idea de abandonar nuestro ancestral hogar.

Primero colonizamos el espacio cercano, la Luna y después Marte. Tras esto vinieron el resto del Sistema Solar. Pero no era suficiente. Quizás fuese a causa de la vieja guerra, quien sabe, pero ahora el hombre no se acomodaba al finito espacio conocido, necesitaba más.

    Los científicos se aprestaron a la tarea de buscar soluciones a esta fiebre exploradora; se lanzaron sondas con diversos sistemas experimentales de propulsión, e incluso los más audaces se presentaron voluntarios para las naves arca, naves gigantescas con miles de personas en suspensión criogénica. Y entonces aparecieron.

    Una gran nave, de una tecnología sin parangón, apareció de repente en el sistema solar. Una nave alienigena.

Los temores se desataron, pero aparentemente los tripulantes de la nave buscaban una relación pacífica con esta nueva civilización que habían descubierto. La humanidad.

    La nave pertenecía a la Federación Lagireth, un colectivo de planetas y colonias dedicadas principalmente al comercio, y fue precisamente en la búsqueda de nuevas fuentes de materias primas cuando nos encontraron. El encuentro fue cordial, y supuso toda una revelación a la humanidad, pues con ellos descubrimos que el universo estaba mucho más poblado de lo que podríamos imaginar. Y con ellos conocimos al Imperio Sinurrh.

El Imperio Sinurrh. El mayor colectivo galáctico. El gobierno que dirigía con mano de hierro los destinos de los billones de planetas conocidos. El Imperio había traído estabilidad a un universo caótico, había traído prosperidad donde antes había hambre, había levantado a civilizaciones de sus lechos de barro. Todo eso lo había hecho el Imperio. Y era odiado por todo ello.

    El Imperio buscaba crear la sociedad perfecta, aunque no le importase si a sus ciudadanos les interesase o no los cambios necesarios. El emperador sabía que debía hacerlo, era su sagrado deber, y por tanto no debía detenerse por insignificancias. Así que cuando la humanidad fue descubierta, no fue motivo de discusión si deseabamos ser o no ciudadanos del Imperio. Fuimos incluidos, o más bien, asimilados.

Nosotros fuimos invitados a unirnos al imperio, y aceptamos, pues la otra alternativa, la rebelión, nos conduciría al exterminio. Así nos convertimos en parte integrante del Imperio, al cual serviríamos fielmente durante dos siglos. 

    De hecho