Compresión:
Hace que se aproximen las diferentes partículas de un material, tendiendo a producir acortamientos o aplastamientos. Cuando nos sentamos en una silla, sometemos a las patas a un esfuerzo de compresión, con lo que tiende a disminuir su altura.
Cuando un peso se sitúa sobre el suelo se genera una fuerza contraria y de igual magnitud que se llama normal. La normal produce el equilibrio en contraposición a la fuerza que ejercemos sobre el suelo.
Tracción:
Hace que se separen entre sí las distintas partículas que componen una pieza, tendiendo a alargarla. Por ejemplo, cuando se cuelga de una cadena una lámpara, la cadena queda sometida a un esfuerzo de tracción, tendiendo a aumentar su longitud.
Cortante:
Se produce cuando se aplican fuerzas perpendiculares a la pieza, haciendo que las partículas del material tiendan a resbalar o desplazarse las unas sobre las otras. Al cortar con unas tijeras un papel estamos provocando que unas partículas tiendan a deslizarse sobre otras. Los puntos sobre los que apoyan las vigas están sometidos a un esfuerzo cortante.
Momento flector:
Es el esfuerzo contrario para que un elemento no gire. Es una combinación de compresión y de tracción. Mientras que las fibras superiores de la pieza sometida a un esfuerzo de flexión se alargan, las inferiores se acortan, o viceversa. Al saltar en la tabla del trampolín de una piscina, la tabla se flexiona.
Momento torsor:
Es el esfuerzo contrario para que un elemento no se deforme. Las fuerzas de torsión son las que hacen que una pieza tienda a retorcerse sobre su eje central.