Selección de textos de la "Embajada a Tamorlán"

Estancia en Trapisonda:

Y los dichos Embajadores estuvieron en esta ciudad de Trapisonda desde el dicho día viernes que llegaron, y fueron once días de Abril, hasta sábado veinte y seis días del dicho mes, guarneciéndose de caballos, y de las cosas que les era menester, para andar su camino por tierra. Y domingo, que fueron veinte y siete días del dicho mes de Abril, los dichos Embajadores partieron de aquí, y con ellos una guarda que les mandó dar el Emperador, para que los guiase por su tierra: y este día fueron dormir cerca de un río que ha nombre Pexic, en una Iglesia yerma que ende estaba, y el camino que este día llevaron, fue por unas sierras altas pobladas, en que había asaz labranzas de pan, y muchas aguas que descendían de aquellas sierras

Y otro día lunes partieron de aquí, y la guarda que el Emperador les dio, tornóse de allí, y dijo, que no osaba ir adelante por recelo de enemigos del Emperador, y los dichos Embajadores fueron su vía: y a hora de vísperas fueron en par de un castillo del Emperador, que ha nombre Pilomazuca, el cual estaba en una roca muy alta, y la entrada de él es por una escalera, y ayuso de él en la peña estaban unas pocas de casas, y el camino de este día fue por unas montañas bien hermosas, y buen camino de andar, y este día hallaron, que se había caído un pedazo de una sierra, que cegó el camino y un río, de manera que los dichos Embajadores no pudieron pasar salvo con gran trabajo, y este día anduvieron bien poco por esta ocasión, y fueron dormir en el campo

Entrega de presentes:

Y este dicho día lunes, ocho días del mes de Septiembre, los dichos Embajadores partieron de esta huerta y casa donde estaban, y fueron por la ciudad de Samarcante: y de allí hasta a ciudad era un llano de huertas y casas y plazas, donde vendían muchas cosas: y a hora de Tercia llegaron a una gran huerta y casa, donde el Señor estaba, que era fuera de la ciudad; y de que allí llegaron hiciéronlos descender en unas casas que estaban de fuera, y vinieron a ellos dos Caballeros que les dijeron, que aquellas cosas y presente que al Señor traían, que las diesen, y las ordenarían y darían a hombres que las llevasen ante el Señor, y así lo mandaban los Mirassaes privados del Señor: y hubiéronlas de dar a aquellos dos Caballeros. Y los Embajadores pusieron aquellas cosas que llevaban en brazos de hombres que las llevasen ante el Señor ordenadamente; y de que las hubieron dado, fuéronse con ellas: y eso mismo hicieron saber al Embajador del Sultán, del presente que llevaba. Y de que las cosas fueron llevadas, tomaron a los

Embajadores por los brazos y lleváronlos.

Recepción por el Gran Tamerlan:

Y el Señor estaba en uno como portal, que estaba ante la puerta de la entrada de unas hermosas casas que allí estaban, y estaba en un estrado llano en el suelo; y ante él estaba una fuente que lanzaba el agua alta hacia arriba, y en la fuente estaban unas manzanas coloradas: y el Señor estaba sentado en unos como almadraques pequeños de paños de seda bordados, y estaba sentado de codo sobre unas almohadas redondas, y tenía vestido una ropa de un paño de seda raso sin labores, y en la cabeza tenía un sombrero blanco alto con un balaje encima, y con aljófar y piedras. Y de que los dichos Embajadores vieron al Señor, hiciéronle una reverencia, llegando el hinojo derecho al suelo, y poniendo las manos en cruz ante los pechos: y de sí fueron adelante e hiciéronle otra reverencia, y de sí hiciéronle otra, y estuvieron quedos los hinojos en el suelo. Y el Señor mandóles levantar, y que llevasen adelante: y los Caballeros que los tenían por los brazos, dejáronlos, que no osaron llegar adelante: y tres Mirassaes que ante el Señor estaban en pie, que eran los más privados que él había, que llamaban al uno XamelacMirassa, y al otro BorundoMirassa, y al otro NoradinMirassa, vinieron y tomaron a los dichos Embajadores por los brazos, y lleváronlos hasta que estuviesen todos juntos ante el Señor, e hiciéronles hincar los hinojos. Y el Señor diciendo que llegasen adelante, y esto cuido que lo hacía por los mirar mejor, ca no veía bien, ca tan viejo era que los párpados de los ojos tenía todos caídos; y no les dio la mano a besar, ca no lo han de costumbre que a ningún grande Señor besen la mano, y esto teniéndose en mucho lo hacen; y de sí preguntóles por el señor Rey, diciendo: ¿Cómo está mi hijo el Rey? ¿Y cómo, le va? Y si era bien sano. Y los dichos Embajadores le respondieron, y dijeron su embajada bien cumplidamente, que los escuchó bien todo lo que quisieron decir...

Comida en la corte de Tamerlan:

Y de que los dichos Embajadores fueron ordenados, y otrosí otros muchos Embajadores que ahí estaban de otras muchas partes, y otra mucha gente, trajeron mucha vianda de carneros cocidos y adobados y asados, y otrosí caballos asados; y estos carneros y caballos que así traían, poníanlos en unos cueros como de guadamacir redondos, muy grandes, y con asas de que trababa la gente para los llevar. Y de que el Señor demandó la vianda, trajeron, aquellos cueros arrastrando gente asaz que trababa de ellos, que no los podían traer, y venían regando, tanta era la vianda que en ellos estaba: y de que fueron cerca del Señor cuanto veinte pasos, vinieron cortadores que cortasen, e hincaron los hinojos ante los cueros, y traían ceñidos unos paños de labor, y en los brazos metidas unas mangas de cuero porque no se untasen; y echaron mano de aquella carne, y hacían piezas de ella, y ponían en bacines, de ellos de oro, y de ellos de plata, y aún de ellos de barro vidriado, y otros que llaman porcelanas, que son muy preciados y caros de haber. La más honrada pieza que ellos hacían eran las ancas del caballo enteras con el lomo sin piernas: y de estos hicieron hasta diez tajadores de oro y de plata, y en ellos ponían así mismo lomos de carnero con sus piernas sin los jarretes: y en estos tajadores ponían pedazos de las tripas de los caballos redondas así como el puño, y cabezas de carneros enteras: y de sí de esta manera hicieron otros muchos tajadores; y de que hubieron hecho tantos que bastarían, pusiéronlos en línea unos ante otros; y luego vinieron hombres con escudillas de caldo, y echaron de la sal en ello y deshiciéronla, y de sí echaba en cada tajador un poco como por salsa; o tomaban unas tortas de pan muy delgadas, y doblábanlas de cuatro dobles, y poníanlas sobre la vianda de aquellos tajadores. Y de que esto fue hecho, los Mirassaes y privados del Señor, y los mayores hombres que ahí estaban, tomaban de aquellos tajadores de dos en dos, o tres, ca un hombre solo no lo podría llevar, y pusieron ante el Señor y ante los Embajadores y Caballeros que ahí estaban: y el Señor envió a los dichos Embajadores dos tajadores de los que ante él estaban por les hacer honra. Y esta vianda no era puesta, cuando era levantada y puesta otra; y su costumbre es, que aquella vianda que allí les dan, de la hacer llevar para sus posadas; y si no lo hacen, hanlo por baldon: y de esta vianda fue traída tanta, que fue maravilla. Otrosí es costumbre que cuando alguna vianda quitan delante los dichos Embajadores, danla a sus hombres para que lleven; y de ésta fue tanta puesta ante los hombres de los dichos Embajadores, que si la llevar quisieran, les bastara para medio año. Y de que lo cocido y asado fue levantado, trajeron muchos carneros adobados y albóndigas, y otros hechos de muchas maneras: y después de esto trajeron mucha fruta y melones y uvas y duraznos; y diéronles a beber con unas escudillas, o aguamaniles de oro y de plata, leche de yeguas con azúcar, que es un buen brebaje que ellos hacen para en tiempo de verano.

Descripción de la ciudad de Samarcanda:

La ciudad de Samarcante está asentada en un llano, y es cercada de un muro de tierra, y de cavas muy hondas, y es poco más grande que la ciudad de Sevilla; pero de fuera de la ciudad hay muy gran pueblo de casas, que son ayuntadas como barrios en muchas partes: ca la ciudad es toda en derredor cercada de muchas huertas y viñas, y duran estas huertas en lugar legua y media, y lugar dos leguas, y la ciudad en medio, y entre estas huertas hay calles y plazas muy pobladas, ca vive mucha gente, y venden pan y carne, y otras muchas cosas, así que lo que es poblado de fuera de los muros, es muy mayor pueblo que lo que es cercado. Y entre estas huertas que de fuera de la ciudad son, están las grandes y honradas casas, y el Señor allí teníalos sus palacios y cavas honradas. Otrosí los Grandes hombres de la ciudad las sus estanzas y casas entre estas huertas las tenían, y tantas son estas huertas y viñas y cerca de la ciudad, que cuando hombre llega a la ciudad, no parece si no una montaña de muy altos árboles, y la ciudad asentada en medio: y por la ciudad, y por entre estas dichas huertas iban muchas acequias de agua, y entre estas huertas había muchos melonares y algodones, y los melones de esta tierra son muchos y buenos, y por Navidad hay tantos melones y uvas, que es maravilla: y de cada día vienen muchos camellos cargados de melones, tantos que es maravilla cómo se gastan y comen, y en las aldeas hay tantos de ellos, que los pasan y hacen de ellos como de los higos, que los tienen de un año a otro, y pásanlos de esta manera: córtanlos al través pedazos grandes, y quítanles las cortezas, y pónenlos al sol, y de que son secos, tuércenlos unos con otros, y métenlos en unas seras, y allí los tienen de un año a otro. Y fuera de la ciudad hay grandes llanuras, en que hay muchas aldeas y muy pobladas, que el Señor hizo poblar de la gente que allí enviaba de las otras tierras que conquistaba. Y es tierra muy abastada de todas las cosas, así de pan, como de vino y de carnes, frutas y aves, y los carneros son muy grandes, y han las colas grandes, y carneros hay que han la cola tan grande como veinte libras, cuanto un hombre ha que tener en la mano: y de estos carneros hay tantos y tan de mercado, que estando allí el Señor con toda su hueste, valía un par de ellos un ducado. Otrosí de mercado había tan gran mercado, que por un meri, que es medio real, daban fanega y media de cebada, y de pan cocido hay tan gran mercado, que no podía ser más; y de arroz hay tanto, que es infinito. Y tan gruesa y abastada es esta dicha ciudad y su tierra, que es maravilla: y por este bastimento que en ella hay, tuvo este nombre Samarcante, y él su nombre propio es Cimesquinte, que quiere decir aldea gruesa, y Cimes dicen por grueso, y Quinto por aldea; de aquí tomó nombre Samarcante. Y el bastimento de esta tierra no es solamente de viandas, más de paños de seda setunis y camocanes y cendales y tafetaes y tercenales, que se hacen allí muchos, y forraduras de peñas y seda, y tinturas y especería, y colores de oro y de azul, y de otras maneras.

Los habitantes de Samarcanda:

Por lo cual el Señor había tan gran voluntad de ennoblecer esta ciudad, ca en cuantas tierras él fue y conquistó, de tantas hizo llevar gente que poblasen esta ciudad, y en su tierra, señaladamente de maestros de todas artes. De Damasco llevó los maestros que pudo haber, así de paños de seda

Manuscrito de la Embajada a Tamorlán

Cúpula de la mezquita Bibi Khanum (Samarcanda)

Retrato de Tamerlán

Entrada a la fortaleza Ark, Shakhrisabz, (Uzbekistán).

Bordados tradicionales de Uzbekistán

de todas maneras, como los que hacen arcos con que ellos tiran, y armeros, y los que labran el vidrio y barro, que los había allí los mejores del mundo. Y de la Turquía llevó ballesteros, y otros de otras partes, cuantos allí halló, y albañiles y plateros, cuantos allí halló, y tantos de éstos llevó, que de todos los maestros y menestriles que quisiereis, hallaríaisles en esta ciudad. Otrosí llevó maestros de ingenios y lombarderos, y los que hacen las cuerdas para los ingenios: y estos sembraron cáñamo y lino, que nunca lo hubo en esta tierra hasta ahora. Y tantas gentes fueron las que a esta ciudad hizo traer de todas naciones, así hombres como mujeres, que decían que eran más de ciento y cincuenta mil personas: y en estas gentes, que allí así llevó, había muchas naciones, así como Turcos y árabes y Moros, y de otras naciones, y Cristianos Armenios, y Griegos Católicos, y Nascorinos y Jacobitas, y de los que se bautizan con fuego en el rostro, que son Cristianos de ciertas opiniones que en la ley han, y de estas gentes había tantas, que no podían caber en la ciudad, ni en las plazas, ni calles y aldeas, y de fuera de la ciudad so árboles y en cuevas había tantos, que era maravilla.

El comercio en Samarcanda:

Y otrosí esta ciudad es muy abastada de muchas mercaderías que a ella vienen de otras partes, ca de Rusia y de Tartaria van cueros y lienzos, y del Catay paños de seda, que son los mejores que en aquella partida se hacen, señaladamente los setunis, que dicen que son los mejores del mundo, y son los mejores los que son sin labores. Otrosí viene almizcle, que no lo hay en el mundo salvo en el Catay, y otrosí balajes y diamantes, que los más que son en esta partida, de allí vienen, y aljófar y ruibarbo, y otras muchas especias. Y las cosas que del Catay a esta dicha ciudad vienen, son las mejores y más preciadas de cuantas allí vienen de otras partes, y los del Catay así lo dicen, que ellos son las gentes más sutiles que en el mundo hay, y dicen que ellos han dos ojos, y que los Moros son ciegos, y que los Francos han un ojo, y ellos llevan la ventaja en las cosas que hacen, a todas las naciones del mundo. Y de la India vienen a esta ciudad las especias menudas, que es la mejor suerte de ellas, así como nueces moscadas, y clavos de girofre, y macis, y flor de canela, y gengibre y cinamomo y maná, y otras muchas especias que no van en Alejandría. Y por la ciudad hay muchas plazas en que venden carne cocida y adobada de muy muchas maneras, y gallinas y aves muy limpiamente adobadas, y otrosí pan y frutas muy limpiamente: y así están todas estas plazas, siempre así compuestas de día como de noche vendiendo muchas cosas. Otrosí hay muchas carnicerías de carne y de gallinas, y de perdices y faisanes, y hallábanlas de día y de noche.

El geógrafo alemán Ferdinand Freiherr Von Richthofen acuñó el término Ruta de la seda en 1877