Selección de textos del "Liber Peregrinationis" (Codex Calixtinus)

Capítulo I: Los itinerarios hacia Santiago

Cuatro son los itinerarios que conducen hacia Santiago y que en Puente la Reina, en tierras españolas, confluyen en uno solo. El primero pasa por Saint-Gilles, Montpellier, Tolosa y Somport; el segundo por Santa María del Puy, Santa Fe de Conques y San Pedro de Moissac; el tercero, por Santa María Magdalena de Vézelay, San Leonardo de Limoges y la ciudad de Pérogueux; y el cuarto, por San Martín de Tours, San Hilario de Poitiers, San Juan d'Angély, San Eutropio de Saintes y la ciudad de Burdeos. La ruta de Santa Fe, la de San Leonardo de Limoges y la de San Martín de Tours se juntan en Ostabat y pasado el Port de Cize se unen en Puente la Reina a la ruta que pasa por Somport, formando desde allí un solo camino hacia Santiago.

Capítulo II: Las jornadas del Camino de Santiago

Desde el Somport a Puente la Reina hay tres cortas etapas. La primera va de Borce, una villa situada al pie del Somport en la vertiente de Gascuña, hasta Jaca. La segunda va de Jaca a Monreal. La tercera de Monreal a Puente la Reina. Por otro lado, de Port de Cize hasta Santiago hay 13 etapas. La primera va de la villa de Saint-Michel, situada en la falda del Port de Cize en  la vertiente de Gascuña, hasta Viscarret, es una etapa pequeña. La segunda  va de Viscarret a Pamplona, es una etapa pequeña. La tercera va de la ciudad de Pamplona hasta Estella. La cuarta va de Estella hasta la ciudad de Nájera, claro está, a caballo. La quinta va de Nájera hasta la ciudad llamada Burgos, igualmente a caballo. La sexta va de Burgos a Frómista. La séptima, de Frómista a Sahagún. La octava va de Sahagún a la ciudad de León. La novena, de León a Rabanal. La décima, de Rabanal a Villafranca, en la embocadura del valle del río Valcarce, pasado el puerto del monte Irago. La undécima, de Villafranca a Triacastela, pasado el puerto del monte Cebrero. La duodécima, de Triacastela a Palas de Rey. La decimotercera, en fin, de Palas de Rey a Santiago, y es también moderada.

Capítulo VIII: Cuerpos de santos que descansan en el Camino de Santiago y que han de visitar los peregrinos

Detrás del altar, sobre su cuerpo venerable, se alza una enorme arca de oro, que en la parte izquierda, en la primera franja, lleva esculpida la efigie de los seis apóstoles, ocupando la imagen de la bienaventurada Virgen María la primera posición; en una segunda franja, más arriba, aparecen los veinte signos solares por este orden: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Por medio de ellos corren ramos dorados en forma de sarmientos de vid. En la tercera franja, la de más arriba, aparecen las imágenes de doce de los veinticuatro ancianos…

[…]

En la parte derecha, en la primera franja, hay igualmente otras siete imágenes: seis son de apóstoles y la séptima de un discípulo de Cristo. Sobre las cabezas de los apóstoles están esculpidas además a ambos lados del arca, en figura de mujer, las virtudes de que estuvieron adornados: Benignidad, Mansedumbre, Fe, Esperanza, Caridad etc. En la segunda franja de la derecha hay esculpida vegetación a modo de sarmientos de vid. En la tercera franja, más arriba, al igual que en la parte izquierda, aparecen las otras doce figuras de los veinticuatro ancianos…

[…]

La cubierta del arca, en su parte superior, está ejecutada a ambas aguas, a modo de escamas de peces. En el remate hay engarzadas trece piedras de cristal de roca, unas a modo de escaques, otras en forma de manzanas o de granadas. Uno de los cristales es enorme y tiene la forma de un gran pez erguido, una trucha, con la cola vuelta hacia arriba. El primer cristal, semejante a una gran olla sobre la que reposa una preciosa cruz de oro muy resplandeciente, es enorme.

En el centro de la cara anterior del arca, dentro de un círculo dorado está sentado el Señor, impartiendo la bendición con la mano derecha, sosteniendo en la izquierda un libro en el que se lee: Amad la paz y la verdad. Bajo el escabel de sus pies hay una estrella dorada, y junto a sus brazos dos letras, una a la derecha y otra a la izquierda, de esta forma: AW. Sobre su trono refulgen dos piedras preciosas d forma increíble. Junto al trono, por fuera, están representados los cuatro evangelistas con alas: a sus pies tienen sendas cartelas en las que están escritos sucesivamente los comienzos de sus respectivos evangelios. Mateo está representado en figura humana, a la derecha y arriba; Lucas en figura de buey, abajo; Juan, en figura de águila, a la izquierda y arriba; y debajo, Marcos en forma de león. Junto al trono del Señor hay además dos ángeles admirablemente esculpidos: un querubín a la derecha con los pies sobre Lucas, y un serafín a la izquierda con los pies, a su vez, sobre Marcos.

Hay dos filas de piedras preciosas de todas las clases: una, rodeando el trono en que se sienta el Señor, y la otra recorriendo igualmente los bordes del arca, y tres juntas simbolizando la Trinidad de Dios, formando un conjunto admirable. Además un personaje ilustre clavó al pie del arca, mirando hacia el altar y con clavos de oro, su propio retrato en oro, por amor al santo. Este retrato aparece hoy todavía allí, para gloria de Dios.

 

En la otra cara del arca, por la parte de atrás, está esculpida la Pasión del Señor. En la primera franja aparecen seis apóstoles con los rostros alzados, contemplando al Señor que sube al cielo. Sobre sus cabezas se leen estas palabras: Galileos, este Jesús, llevado al cielo de entre vosotros, vendrá como le habéis visto. En la segunda franja, hay otros seis apóstoles, colocados de idéntica forma. A uno y otro lado, los apóstoles están separados por columnas doradas.

En la tercera franja, se yergue el Señor en un trono dorado, con dos ángeles de pie, uno a su derecha y otro a su izquierda, los cuales, desde fuera del trono, con sus manos se lo muestran a los apóstoles, elevando una mano hacia arriba, e inclinando la otra hacia abajo. Sobre la cabeza del Señor, fuera del trono, hay una paloma como volando sobre él. En la cuarta franja, está esculpido el Señor en otro trono de oro y junto a El los cuatro evangelistas: Lucas, en figura de buey, contra el mediodía, abajo; y Mateo en figura de hombre, arriba. En la otra parte, contra el norte está Marcos en figura de león, abajo; y Juan, a manera de águila, arriba. Hay que advertir que la majestad del Señor en el trono no está sentada, sino en pie, con la espalda vuelta hacia el mediodía, mirando como al cielo con la cabeza erguida, la mano derecha alzada y sosteniendo en la izquierda una crucecita: de esta forma va subiendo hacia el Padre, que le recibe en el remate del arca.

Así es el sepulcro de San Gil, confesor, en el que su cuerpo venerable reposa con todos los honores.

Capítulo XI: De la acogida que hay que brindar a los peregrinos de Santiago

Todo el mundo debe recibir con

Símbolo oficial actual del Camino de Santiago.

Puente románico (siglo XI) de la población navarra Puente La Reina.

Botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela

Vieiras y calabaza típicas del Camino de Santiago

Apóstoles del Pórtico de la Gloria (Catedral de Santiago de Compostela)

caridad y respeto a los peregrinos, ricos o pobres, que vuelven o se dirigen al solar de Santiago, pues todo el que los reciba y hospede con esmero, tendrá como huésped, no sólo a Santiago, sino también al mismo Señor, según sus palabras en el evangelio: "El que a vosotros recibe, a Mí me recibe". Hubo antaño muchos que incurrieron en la ira de Dios por haberse negado a acoger a los pobres y a los peregrinos de Santiago. En Nantua, una villa entre Ginebra y Lyón, a un tejedor se le cayó súbitamente al suelo el paño, rasgado por medio, por haber rehusado dar pan a un peregrino de Santiago que se lo pedía.En Vilanova, un peregrino de Santiago, necesitado, pidió limosna por amor de Dios y de Santiago, a una mujer que teniendo el pan todavía entre las brasas calientes, le dijo que no tenía pan. El peregrino le dijo: "¡Ojalá el pan que tienes se te convierta en piedras!". Se fue el peregrino de su casa, y estaba ya lejos de ella, cuando se acercó la mujer a las brasas con intención de coger el pan y en su lugar encontró una piedra redonda. Arrepentida de corazón se fue tras el peregrino, pero no lo encontró.Volviendo sin recursos en cierta ocasión de Santiago, dos nobles galos pidieron hospedaje por amor de Dios y de Santiago, en la ciudad de Poitiers, desde la casa de Juan de Gautier hasta San Porcario, sin encontrarlo. Al fin se hospedaron en la última casa de aquella calle, junto a la iglesia de San Porcario, en casa de un pobre; y he aquí que por venganza divina, un voraz incendio abrasó toda la calle desde la casa en que primero habían solicitado hospedaje, hasta aquella en la que se hospedaron. Y eran unas mil casas. Pero la casa en que se hospedaron los siervos de Dios, por gracia divina quedó intacta. Por lo que se debe saber, que los peregrinos de Santiago, pobres o ricos, tienen derecho a la hospitalidad y a una acogida respetuosa.