Selección de textos de Ibn Yubayr

ALEJANDRÍA: En la aduana

Lo primero que presenciamos en ella, el día de nuestra llegada, fue que los funcionarios del gobernador subieron al barco para anotar todo lo que se transportaba en él. Se hizo comparecer uno a uno a todos los musulmanes que allí se hallaban; se inscribieron sus nombres, sus características y los nombres de sus países; se le preguntó a cada uno acerca de lo que tenía en mercancías o en dinero para que pagase el azaque. Todo eso sin indagar acerca de si había o no pasado por ello el año. Mientras, la mayoría de los pasajeros se había preocupado tan sólo del cumplimiento del precepto religioso de la peregrinación, no llevando consigo más que la previsión para su ruta; no obstante, se les obligó a pagar azaque de aquello, sin que se preguntase si había o no transcurrido el año sobre ello.

Se hizo desembarcar a uno de los nuestros, para preguntarle sobre las nuevas del Occidente y sobre las mercancías del barco, y así fue conducido bajo vigilancia ante el gobernador primeramente; después ante el cadí; luego antes las gentes de la aduana; después ante un consejo del séquito del gobernador. Por doquier se le interrogó y se tomó nota de sus palabras, luego lo soltaron.Mientras, a los musulmanes se les ordenó que desembarcasen sus cosas y las provisiones que les quedaban. En la orilla del mar los guardias se encargaban de llevarlos a la aduana y de transportar todo lo que ellos habían desembarcado. Luego se les llamó uno por uno, y se le traían a cada uno sus cosas. Entre tanto la aduana se había llenado de gente hasta los topes, y así tuvo lugar el registro de todos los bártulos, tanto lo que era insignificante como lo que tenía de valor. Se mezclaban los unos con los otros y se metían las manos hasta los cinturones en busca de lo que pudiese hallarse en ellos, y, tras eso, se les obligó a declarar bajo juramento si ellos tenían alguna otra cosa que aquello que se les había encontrado. Mientras tanto muchas de las cosas de la gente desaparecían entre la mezcolanza de manos y la multiplicación del gentío. Después, tras una terrible escena de humillación y de vergüenza, se les despidió. ¡A Dios pido pedimos que aumente por eso los galardones!.RELACIÓN DE ALGUNAS NOTICIAS SOBRE ALEJANDRÍA Y SOBRE SUS MONUMENTOS:

En primer lugar destaca el hermoso sitio de la ciudad y la vasta extensión de sus construcciones, hasta el punto que nosotros no hemos visto una ciudad de tan amplias vías, ni de más altos edificios, ni más excelente, ni de mayores multitudes que ésta. También sus mercados están extremadamente animados. 

Una de las maravillas de su situación es que sus construcciones bajo tierra sean tantas como las construcciones que están encima de ella, y más bellas y más sólidas; pues el agua del Nilo pasa, bajo tierra, por todas sus casas y callejas. Los pozos están contiguos unos de otros y se comunican entre sí.

Vimos también en Alejandría, con nuestros propios ojos, columnas y planchas de mármol en número, alturas, amplitud y belleza que se puede concebir por la imaginación; hasta el punto que en algunas de sus vías tú te encuentras con columnas que, por altas, disminuyen el espacio celeste. No se sabe cuál es su significado ni cuando haya sido el origen de su creación. Se nos dijo que en el antiguo tiempo sostenían edificios particulares para los filósofos y maestros en esa época, pero Dios lo sabe mejor. Parece que eso servía para la observación de los astros.Entre sus maravillas, una de las más grandiosas que hayamos visto es el faro que Dios, poderoso y grande –por obra de quienes se sirvió para eso--, puso como “señal para los observadores” y como punto de correcta referencias para los viajeros. Sin él no encontrarían en el mar la buena dirección hacia la tierra de Alejandría.

Es visible a más de setenta millas y su construcción, que es de extremada hermosura y solidez a lo largo y a lo ancho, compite con el cielo en altura y elevación. La descripción resulta insuficiente para dar cuente de él y la mirada renuncia a abarcarlo. La noticia acerca de él sería exigua, pues el espectáculo que ofrece a los ojos es vastísimo. Nosotros medimos uno de sus cuatro lados y encontramos en relación con ello cincuenta y pico brazas. Se dice que su altura es de más de ciento cincuenta estaturas de hombre. En cuanto a su interior, el aspecto es aterrador, como consecuencia de la amplitud de sus escaleras y vestíbulos y el número de sus estancias; hasta tal punto que el visitante que penetra en sus galerías puede que se pierda. En resumidas cuentas, la palabra no puede compendiarlo. ¡Quiera Dios no separarlo del credo del islam y conservarlo!

LAS PIRÁMIDES Y LA ESFINGE:

Cerca de este puente nuevo están las antiguas pirámides, construcciones maravillosas, espectáculo extraordinario; son de forma cuadrada como si fuesen vastas tiendas plantadas, alzándose en el aire del cielo, especialmente dos de ellas; pues esas dos llenan en altura el espacio aéreo. La anchura de una de ellas, desde una de sus esquinas a la otra, es de 366 pasos. Han sido levantadas con enormes piedras talladas, ensambladas de forma impresionante en insólita cohesión,  sin que haya habido, para ayudarse, que rellanar los intersticios. A primera vista tienen los bordes angulosos, mas como es posible la subida a ellas, aunque con peligro y trabajo, entonces se descubre que sus angulosos presentan como superficies planas bien anchas. Si las gentes de la tierra deseasen demoler su construcción, les sería imposible. Se difiere en lo relativo a su origen; a unos se les antoja tumbas para Ad y sus hijos; otros pretenden otra cosa. En resumidas cuentas, nadie sabe lo que son, salvo Dios, poderoso y grande.

Una de las dos grandes tiene una puerta, por la que se sube a ella, que está de la tierra aproximadamente a la estatura de un hombre o más; se penetra por ella a un gran aposento, cuya anchura es de cerca de cincuenta palmos y su longitud de más o menos eso. Al fondo de este aposento hay un largo bloque de mármol ahuecado, semejante a lo que el pueblo llama pila, que se dice es una tumba, pero Dios sabe mejor la verdad de eso.Más allá de la grande hay una pirámide, cuya dimensión de un ángulo a otro es de 140 pasos. Por debajo de esta pequeña hay cinco menores, tres contiguas y dos cerca de ellas, situadas juntas. En la proximidad de estas pirámides, a distancia de un tiro de flecha, hay una extraña figura de piedra que se alza como un alminar, con características humanas de aterrador aspecto, con su cara vuelta hacia las pirámides y su espalda hacia el sur, lugar por donde discurre el Nilo; se la conoce por “el Padre de los Terrores.