10 pasos para reconocer un buen vino con la vista
Los parámetros que debes analizar con la vista para sacar conclusiones de un vino
1. Limpidez.
Indica la correcta elaboración del vino en sus fases de filtrado, fermentación, clarificado y estabilización. Todo vino debe ser limpio. Vinos muy viejos pueden tender a un enturbiamiento, pero en la mayor parte de los casos la falta de limpidez o las sustancias en suspensión en el vino es un defecto.
2. La transparencia.
La transparencia puede definirse como la propiedad de un vino de dejarse atravesar por los rayos luminosos. La transparencia depende de la cantidad de materia colorante presente en el vino. El máximo de transparencia se dará por tanto en vinos pobres en materia colorante, es decir los blancos, mientras que ésta será reducida en los vinos muy ricos en materia colorante, los tintos. La transparencia nos da pistas sobre la variedad de uva, origen o edad.
3. Brillo o vivacidad.
El brillo es la propiedad que tiene un vino en reflejar la luz, informando sobre su acidez: cuanto más rico en ácidos estables sea el vino, más vivo será su color. La falta de brillo nos indica poca acidez y sabor. También en el brillo es posible apoyarse para saber la edad de un vino. El brillo, en vinos bien cuidados, va desapareciendo con la edad.
4. Fluidez.
Un vino viscoso puede indicar un defecto en su elaboración, mientras que si es fluido indica juventud. La fluidez se trata forma diferente cuando se trata de vinos dulces. La mayor presencia de azúcar y de alcohol puede volver el vino más denso. El alcohol es responsable asimismo de las llamadas 'lágrimas' que se forman al mover la copa y que revela el contenido en glicerina y alcohol, pero no indica defecto alguno.
Con respecto al exceso de fluidez es posible que sea debido a una enfermedad del vino llamada ahilado o grasa. Esto ocurre cuando en la fermentación maloláctica hay poco sulfuroso y las bacterias lácticas se rodean de azúcares (hexosas y pentosas), uniéndose unas a otras y dando un aspecto ahilado al vino, poco fluido. El vino no pierde sabor, ni aumenta su acidez volátil (avinagramiento), pero se va preparando para ataques más fuertes de otra índole.
5. Carbónico o efervescencia.
Las burbujas en los vinos espumosos están justificadas, obviamente. Si en los vinos tranquilos aparece en cantidades apreciables, indica una segunda fermentación en la botella, lo que es un gran defecto, salvo en blancos jóvenes (e incluso rosados) que puede ser aceptadas si vienen acompañadas de frescura y acidez.
6. Color.
Mirando en la horizontal de la copa nos fijaremos en el centro, pudiendo distinguir algunos datos, como la variedad de uva, origen o edad.
Existe una relación entre estos aspectos del color y las otras características organolépticas. La tonalidad denota la fase evolutiva del vino: el rojo vivo anuncia frescura, juventud; por el contrario, el anaranjado indica cierto grado de envejecimiento. En los vinos blancos, el oscurecimiento indica un cierto grado de oxidación.
7. Intensidad.
La intensidad es la fuerza con la que se transmite la luz. La intensidad está vinculada a diversos factores: la cepa, la naturaleza del terreno, el grado de maduración de la uva y el sistema de vinificación. Los colores intensos, en lo tintos, indican fortaleza de taninos, mucho cuerpo. El color para vinos tintos evoluciona del rojo-violeta (el famoso morapio) en vinos jóvenes de 1 ó 2 años, al rojo rubí para vinos a partir de 3 años, apareciendo el rojo teja a partir del séptimo año. Posteriormente, aparece el rojo-amarillento, en vinos muy viejos y que llevan largo tiempo embotellados.
8. Matiz.
Colocando la copa en posición horizontal sobre un fondo blanco nos fijamos en el punto de menor espesor del vino, que indica la edad y evolución.
9. Capa (baja, media o alta).
Indica el método de elaboración, la madurez y las variedades. Colocando la copa en posición horizontal se observará si el vino está cubierto y deja ver a través de el (capa baja) o bien si está totalmente cubierto y no deja ver nada (capa alta).
10. Precipitados.
La presencia de posos es incómoda pero no es un defecto ni altera el sabor del vino, salvo que se acompañe de enturbiamiento, en cuyo caso sí nos indica una alteración de sabor. La aparición de pequeños cristales inocuos en los blancos se debe a una bajada brusca de temperatura. Una solución al defecto de enturbiamiento o para evitar los posos es la decantación.