Joaquin Sabina

Ay! Carmela

Joaquín Sabina

Ay Carmela, me duelen tus ojos

Sembrando rastrojos 

Canela en la nieve

Como dos carabelas

Tan pintas, tan niñas, tan leves

Minifalda

Con bici a la espalda 

Y nariz indiscreta

Poco más que decir

Urge sobrevivir

Te mereces un novio poeta

No me pidas que muera por tí 

Lo que queda de mí 

Se subasta a la mejor postora 

Como un parco motín 

En el barco ruín de la aurora

No me obligues a hacerte la ola 

Sigue sola tu camino 

Al fin y al cabo ni sé ni sabo 

Cuánto nos cobra el destino

En los bares del foro 

Rompías el guión 

De una peli con final feliz

No había rubia, en el coro 

Más loro ni más Norma Jean

Y después de la feria y el cole

La histeria y el miedo

Si te da por contar 

Hombros donde llorar 

Va a sobrarte una mano y seis dedos

No me canso de hablarte 

Aunque pronto…

19 días, y 500 noches

Lo nuestro duró, 

lo que duran dos peces de hielo, en un whisky on the rocks, 

en vez de fingir, 

o estrecharme una copa de celos, le dio por reír. 

De pronto me vi, 

como un perro de nadie ladrando, a las puertas del cielo. 

Me dejó un neceser con agravios, 

 la miel en los labios y escarcha en el pelo. 

Tenían razón, mis amantes en eso de que antes, 

el malo era yo, con una excepción: esta vez, 

yo quería quererla querer, y ella no. 

Así que se fue, me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas. 

Desde el taxi, y haciendo un exceso, me tiró dos besos, uno por mejilla. 

Y regresé  a la maldición del cajón sin su ropa, 

a la perdición de los bares de copas, 

a las cenicientas, de saldo y esquina, 

y por esas ventas del fino Laina, 

pagando las cuentas de gente sin alma, 

que pierde la calma con la cocaína, 

volviéndome loco, derrochando la bolsa y la vida 

la fui poco a poco, dando por perdida. 

CORO 2 

Y eso que yo, paro no agobiar con flores a María, 

para no asediarla con mi antología 

de sábanas frías y alcobas vacías, 

para no comprarla con bisutería,

ni ser el fantoche que va en romería, 

con la cofradía del Santo Reproche, 

tanto la quería, 

que tardé en aprender a olvidarla, 

19 días, y 500 noches.  

Dijo: hola y adiós, 

y el portazo sonó como un signo de interrogación, 

sospecho que así, se vengaba a través del olvido, 

cupido de mí. 

No, no pido perdón, 

¿para qué? si me va a perdonar, 

porque ya no le importa, 

siempre tuvo la frente muy alta, 

la lengua muy larga, 

y la falda muy corta. 

CORO 3 

Me abandonó, 

como se abandonan los zapatos viejos, 

destrozó el cristal de mis gafas de lejos, 

sacó del espejo su vivo retrato, 

y fui tan torero por los callejones del juego y el vino, 

que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones, 

qué pena tan grande, negaría el Santo Sacramento, 

en el mismo momento, que ella me lo mande. 

CORO 2 

CORO 1 (desvaneciendo)

Y nos dieron las diez

Fue en un pueblo con mar 

una noche despues de un concierto;

tú reinabas detrás

de la barra del único bar que vimos abierto 

"Cántame una canción al oido y te pongo un cubata" "Con una condición: 

loco por conocer 

los secretos de su dormitorio 

esa noche canté 

al piano del amanecer todo mi repertorio. 

Los clientes del bar 

uno a uno se fueron marchando, tú saliste a cerrar, yo me dije: 

"Cuidado, chaval, te estas enamorando", 

luego todo pasó de repente, su dedo en mi espalda dibujo un corazón 

y mi mano le correspondió debajo de tu falda; 

caminito al hostal 

nos besamos en cada farola, 

era un pueblo con mar, 

yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola... 

Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres 

y desnudos al anochecer nos encontró la luna. 

Nos dijimos adios, 

ojalá que volvamos a vernos el verano acabó 

el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno, 

y a tu pueblo el azar otra vez el verano siguiente me llevó, y al final 

del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente, 

y no hallé quien de ti 

me dijera ni media palabra, 

parecía como si 

me quisiera gastar el destino una broma macabra. 

No había nadie detrás 

de la barra del otro verano. Y en lugar de tu bar 

me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano, 

tu memoria vengué a pedradas contra los cristales, "Se que no lo soñé" 

protestaba mientras me esposaban los municipales 

en mi declaración 

alegué que llevaba tres copas 

y empecé esta canción 

en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa 

Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres 

y desnudos al anochecer nos encontró la luna. 

Cabe destacar que se puede tocar como canción de Mariachi, 

lo que le da un caracter muy especial. 

Si conocen la versión en la que Sabina canta a dueto con Rocio Durcal sabrán a que me refiero.