Carlos Lorenzo Hernández was born October 4, 1995 in Huajintepec, a small village in Costa Rica, Guerrero. His name is in memory of his two grandfathers, on his mother and father sides. He is the first of the five children of Maximino Hernández and Beatriz Muñoz, but in the soccer field he decided to be the last defense of the team. Since early age he has played soccer and often as goalkeeper. Carlos Lorenzo was always the last hope of this team to win the match in those cases where the forward didn't score or the defense faltered.

Nine months ago Carlos Lorenzo was the goalkeeper of a different team when the 43 were detained by the police in Iguala. "El frijolito' was his nickname since arriving at the "Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos" in Ayotzinapa in August of 2014. He disappeared September 26, two weeks before turning 19 years old.

Carlos Lorenzo has dark skin, dark round full eyes with the looks of a child. Several years ago he decided to become a teacher. He expressed this to his father early on. His father thought at first that Carlos Lorenzo soon will forget that and will continue to help him in the construction work or perhaps will choose a different line of work. Each morning Carlos Lorenzo jogged as part of the preparation for his future. A year before finishing his studies in the "Preparotoria" he announced his firm wishes to to to Ayotzi. When he graduated, there was a celebration party: barbecue chicken and drinks for his friends. He never drank alcohol but that day his mother allowed him to drink a couple of beers. It was his graduation and soon he will be leaving, she said.

Carlos Lorenzo left Huajintepec to arrive at Ayotzinapa. Behind were left his parents, brothers, the soccer field, the construction work and the local music: "las chilenas".

September 24, Carlos Lorenzo called Maximino to ask for money. The next day he went to Western Union to transfer the money. A few days after Carlos Lorenzo disappeared, Maximino went to the Normal School and found the whole transferred amount of money in his son's room. That was Maximino's first time in Ayotzinapa; he remained there in hope of hearing news, any, of this oldest son, in the hope of seeing and being able to embrace him.

As his father is waiting, there are goalposts that also are waiting for Carlos Lorenzo.

Text belongs to: campaña Marchando con letras (translated by Juan C Gallardo)

Carlos Lorenzo Hernández Muñoz nació el 11 de octubre de 1995 en Huajintepec, un pequeño pueblo de la Costa Chica de Guerrero. Su nombre hace honor a sus dos abuelos, el paterno y materno. Es el primero de los cinco hijos de Maximino Hernández y Beatriz Muñoz, pero en la cancha decidió ser el último hombre. Desde niño juega futbol y por lo general es el portero. Carlos Lorenzo siempre fue la última esperanza de su equipo para ganar un partido por si todo fallaba en la delantera o en la defensa.

Hace nueves meses Carlos Lorenzo defendió a otro equipo cuando fueron retenidos por la policía en Iguala. El Frijolito, el apodo dado por sus compañeros desde su ingreso a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en agosto de 2014, desapareció el 26 de septiembre, dos semanas antes de cumplir 19 años.

Carlos Lorenzo es moreno, de ojos oscuros y redondos, con apariencia de niño. Hace unos años decidió que sería maestro. Desde el segundo año de preparatoria expresó a su padre su deseo, quien pensó que su primogénito descartaría pronto esa idea y continuaría ayudándolo en su oficio como albañil o seguiría algún otro camino. Cada mañana Carlos Lorenzo corría, entrenaba y se preparaba para su futuro. Un año antes de concluir sus estudios reafirmó su intención de ir a Ayotzi. Cuando terminó la prepa hubo fiesta: barbacoa de pollo y bebida para sus amigos. Nunca tomaba, pero ese día su madre lo dejó beber un par de cervezas. Era su graduación y pronto partiría.

Carlos Lorenzo dejó Huajintepec y llegó a Ayotzinapa. Atrás quedaron sus padres, sus hermanos, la cancha donde practicaba cada día, la albañilería y la música típica de su pueblo: las chilenas.

El 24 de septiembre pasado Carlos Lorenzo llamó a Maximino para pedirle algo de dinero. Al día siguiente se lo envió por Western Union. Pocos días después de su desaparición, Maximino viajó hasta la normal y encontró ese dinero integro guardado entre las pertenencias de su hijo. Ese día Maximino conoció Ayotzinapa y desde ese momento vive ahí en espera de alguna noticia, en espera de volver a abrazar a su hijo mayor, es espera de Carlos Lorenzo que también ha dejado una portería vacía.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras