El año pasado se celebró el centenario de Hedy Lamarr, la “mujer más bella de la historia del cine” y la inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas de que disponemos en la actualidad. Actriz, ingeniera de telecomunicaciones e inventora cuyo glamour eclipsó sus otras facetas.
Hedy Lamarr fue una actriz austríaco-estadounidense y una de las estrellas de cine más emblemáticas de su época. Ella es la razón por la que Blancanieves tiene cabello oscuro y quien dio a Gatúbela (que es como se conoce a Catwoman en América Latina) la imagen que tiene. Cambió la imagen de Hollywood, mientras que, por las noches, durante la Segunda Guerra Mundial se dedicó a hacer algo mucho más importante: inventó un sistema de comunicaciones de salto de frecuencia para los Aliados, que sentó las bases de la tecnología del GPS, Bluetooth y Wi-Fi que utilizamos hoy en día.
Hedy conoció a George Antheil en una fiesta durante la guerra, en un momento en que Hedy realizaba a menudo invenciones junto con el director de cine Howard Hughes, quien estaba intentando diseñar aviones más rápidos. George Antheil era un músico brillante con una mente creativa y, al igual que Hedy, había finalizado sus estudios secundarios a los 15 años.
Hedy y George idearon tres invenciones diferentes. Una de ellas fue un sistema seguro de comunicación secreta de orientación por radio, que utilizaba la tecnología de salto de frecuencia, desarrollado para ayudar a las fuerzas navales de los Aliados a perseguir U boots en el Atlántico Norte. Hedy estaba desesperada por desarrollar su invención para que su madre pudiera viajar de Londres a los Estados Unidos de América con total seguridad.
Hedy nunca obtuvo ganancias por sus invenciones. Es difícil conocer el motivo, pero en parte se debió a que inventar se le daba de una forma completamente natural e inevitable. Sus invenciones provenían de sus mejores características, de su afán por dar algo sin esperar una ganancia económica. Sin embargo, en sus últimos años de vida, lamentó que el mundo nunca hubiera reconocido o valorado plenamente sus logros. En ese entonces prácticamente no salía y atravesaba dificultades económicas. Pero Hedy era muy ingeniosa. Cuando, tras creer erróneamente que Hedy había fallecido, la empresa gráfica Corel utilizó la imagen de Hedy en sus productos sin su autorización, Hedy los demandó por 3 millones de dólares y ganó el juicio. Poco después de eso, solicitó al Museo Smithsonian que estimara el valor de la patente original concedida para su invención de salto de frecuencia. Lamentablemente, murió sin saber que su valor estimado era de 6 millones de dólares.
Cuando Hedy patentó su tecnología, entregó la patente a la armada de los Estados Unidos de América, pero lamentablemente no la tomaron en serio. Dijeron que la invención era demasiado aparatosa y que no era una tecnología militar útil. Lo que realmente quisieron decir fue que les resultaba improbable que una actriz y artista musical hubiera inventado una tecnología que les pudiera servir. De hecho, era una tecnología de vanguardia y hay quienes afirman que podría haber acortado la Guerra un año o más, y tenía el tamaño de la esfera de un reloj.
Hedy obtuvo cierto reconocimiento y fue premiada en la década de 1990, en el momento en que la telefonía móvil comenzó a tener éxito. También recibió un premio de Milstar, el sistema encargado del funcionamiento de los satélites de comunicaciones militares que proporcionan comunicaciones seguras a las Fuerzas Armadas y al Presidente de los Estados Unidos de América. Ese fue un gran logro para ella.
Es sorprendente que hoy en día casi todo el mundo está conectado a través de un sistema de comunicaciones que de algún modo está relacionado con la invención de Hedy Lamarr. Todos interactuamos todos los días a través de un aparato creado por esa mente brillante.