Soy mamá y soy mujer
La maternidad tiene “luces y sombras”, no te vayas a ningún extremo
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¡El amor de una madre puede ser infinito, pero su energía, su salud y su bienestar no lo son!
Es verdad que los cuidados que necesitan los hijos, de todas las edades, requieren tiempo, dedicación y sobre todo mucho amor. Sin embargo, las mamás deben, también, disfrutar de otros roles como el de ser mujer, pareja, hija, hermana... siempre a su propio ritmo y de acuerdo con sus propias capacidades, gustos e intereses.
Por supuesto, no hay que irse hacia los extremos: sacrificarse demasiado o, por el otro lado, abandonar a los hijos, son ambos casos muy negativos, tanto para los hijos como para la madre, la clave está, entonces, en el equilibrio, así que pregúntate lo siguiente: ¿Cuándo fue la última vez que tomé un poco de tiempo para hacer deporte, dormir una siesta, salir con mi pareja a solas o hacer algo que me gusta? Si tu respuesta no tiene una fecha muy próxima, o definitivamente no logras recordar la última vez que lo hiciste, entonces estás olvidándote un poco de ti misma y de tu bienestar.
Sabemos que las madres son muy capaces de hacerlo todo ellas mismas, no obstante, esas conductas salvadoras o rescatistas no suelen conducir a estados saludables, sino todo lo contrario. Así que, no debes olvidarte de ti misma como persona para responder a tus responsabilidades maternas, perdiendo tu identidad en ese rol; al contrario, la maternidad es una oportunidad para redescubrirte y es necesario buscar la manera de conciliar tus obligaciones con tus necesidades.
No estás sola, puedes apoyarte en tu pareja, familiares y amigos para hacerle frente a los retos de la maternidad, en lugar de sacrificarte totalmente... y para quienes están solas: hacer pausas, ir a paso lento, apoyarse en instituciones, puede ser la respuesta. También es importante recordar que ser madres no significa que debes ser perfecta, está bien aceptar que es difícil y que estas aprendiendo en el proceso, aun cuando no sea tu primer hijo.
Hay muchos cambios hormonales, físicos y emocionales implicados en el embarazo, el parto y la maternidad, especialmente, durante el primer año. Pero algunos de estos efectos pueden perdurar un poco más o desencadenar otros efectos secundarios más duraderos, la buena noticia es que es totalmente normal esa tormenta de emociones y en gran parte se debe a los cambios hormonales después del embarazo, así que es posible volver a establecer cierto equilibrio, una vez que las hormonas se han normalizado.
Algunos de los efectos que puedes experimentar en la maternidad son:
Intolerancia al frío
Aumento de peso (pérdida de apetito)
Cansancio
Estreñimiento,
Debilidad en el músculo proximal
Mixedema (inflamación facial)
Piel fría y seca
Cabello quebradizo
Bradicardia (Descenso de la frecuencia cardiaca)
Disnea de esfuerzo (Ahogo o dificultad en la respiración)
Dolores de cabeza
Mala calidad del sueño
El desequilibrio hormonal también puede afectar tu estado de ánimo, y puedes sentir depresión y ansiedad.
Para sobreponerte ante estos efectos, debes tener en cuenta que cada mujer vive un proceso diferente, pero puedes probar los siguientes consejos:
Fuera la culpa: Puede que llegues a sentirte culpable por pensar un poco en ti y no en tus hijos o esposo. Pero recuerda que, como cualquier otra persona, debes cuidarte y dedicar un tiempo a tus necesidades. Esto es de vital importancia pues, para ser mejor madre, debes empezar a cuidar de ti misma, recuerda que el buen ejemplo enseña.
Cuida tu salud física: Retoma o establece hábitos saludables que ayuden a tu cuerpo y a tu salud, como comer alimentos ricos en fibra, frutas con cáscara, almendras, coco, aguacate y salmón. Evita comidas procesadas porque son ricas en azúcar y harinas, pues contribuyen a desarrollar sobrepeso. Inicia con rutinas de yoga o cualquier otra rutina de tu agrado (pilates, estiramientos, relajación, calentamiento) de 30 minutos por día o mínimo 3 veces por semana.
Pide ayuda: Esta es una habilidad que todos debemos aprender: Pídele a tu familia que te apoye. Mientras ellos lo hacen, tú podrás relajarte. También, haz uso de tu red de apoyo y habla de lo que sientes y experimentas.
Respeta tus pasatiempos: Las personas que no sacan tiempo para hacer lo que les gusta comienzan a enojarse con más facilidad, esto genera dificultades de salud, con la pareja y con las personas que te rodean.
Organízate: Cuando eres madre primeriza puede que caigas en el error de dedicar todas tus energías al bebé. Sin embargo, debes mantener los demás aspectos de tu identidad y de tu vida. Si hay otros hijos, dedícales tiempo y enséñalos a ayudar y si tienes pareja cuida tu relación. Comprende que todas las relaciones que tenías cambian durante el embarazo y aún más, luego del nacimiento, pero, a pesar de que el bebé necesita mucho tiempo y atención, es importante no olvidarte por completo de esas otras relaciones.
Recuerda que sentir tristeza posparto es totalmente natural. Sin embargo, es importante estar atenta a otros síntomas posparto graves. Si notas que tus síntomas hormonales son tan intensos que te impiden disfrutar del tiempo que pasas con tu bebé, o que no mejoran pasadas unas semanas después del parto, consulta a tu médico sobre otras opciones de tratamiento.
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Si convivimos con niños, seguramente nos hemos enfrentado alguna vez a “pequeñas grandes palabras” como: “me duele mucho” o hemos experimentado situaciones que incluyen caídas, tropezones, llantos, indigestiones... algunas veces los síntomas son muy claros y podemos decir con seguridad “está enfermo”, pero a veces nos encontramos con niños a quienes constantemente les duele algo y se quejan todo el tiempo, así que llega un momento en el que nos preguntamos: ¿Será verdad que le duele?, sobre todo, cuando parece que nada de lo que hacemos funciona o el pequeño se mejora, pero al poco tiempo se está quejando de nuevo del mismo malestar o de otro.
Si el niño se queja será para manifestar su malestar con algo, es probable que sea por una enfermedad real o quizás sea porque intentan llamar la atención hacia algo que les ocurre pero no saben poner en palabras, es importante tener en cuenta que “me duele aquí" no siempre implica un dolor físico, y cuando no hay una casusa “biológica” no significa que no hay ningún motivo de malestar, si el niño expresa una molestia es porque algo le está incomodando y vale la pena poner atención e identificar qué es.
Lo primero que debemos hacer es evaluar la situación e identificar si presenta otros síntomas: ¿notamos algún cambio en su comportamiento habitual, en su apetito, en sus ciclos de sueño, en su llanto? ¿hay alguna reacción en su cuerpo o hay algún síntoma físico? (como fiebre, frío, mal aliento, moretones, picaduras...), ¿comió o bebió algo nuevo? ¿visitó algún lugar nuevo? ¿sus gestos o movimientos nos indican algo? ¿parece que hay algo que “no nos está diciendo”?
Preguntémonos también, si es posible que haya relación con alguna situación como: abuso sexual, violencia, bullying o acoso escolar, ciberacoso, duelo o dificultades en procesos básicos de aprendizaje, fobias escolares, miedos nocturnos, pesadillas...
Siempre es una buena idea realizar una consulta con su pediatra (esto puede realizarse, en principio, de manera telefónica) para que descarte que se trata de algo grave y confirme si sus causas son orgánicas o físicas y si es necesario un tratamiento determinado.
Si hemos descartado que son dolores biológicos o psicológicos y, además, vemos que el niño indica sentir dolor, pero a pesar de ello sigue jugando o comportándose como normalmente, o lo utiliza como excusa para no comer más algo que no le gusta o lo hace para no hacer su tarea, puede ser importante que trabajemos en mejorar nuestra comunicación:
Brinda opciones al niño para expresar lo que realmente siente, explícale palabras para describir emociones o lugares de su cuerpo y en qué ocasiones puede usarlas, y trata de identificar si alguna de esas palabras es adecuada para el momento. En ocasiones el niño puede decir que le duele, o simplemente soltarse a llorar porque no conoce la palabra correcta para lo que está sintiendo (por ejemplo, cuando está enojado).
Toma un respiro y ármate de paciencia, recuerda que hay situaciones que para nosotros como adultos son muy simples o no representan ninguna dificultad ni reto, pero quizá para el niño, en su estado actual de desarrollo, se trate de algo muy importante o muy difícil, que le causa estrés.
Aplica un “tiempo fuera”: Es una técnica sencilla que consiste en sacar al niño de la situación, de manera inmediata a la emisión de la conducta que se desea reducir. Esto no se debe realizar de manera brusca o agresiva, además es importante identificar el reforzador que mantiene la conducta en el niño.
No excedas los cuidados cuando el niño está enfermo, pero tampoco esperes a que enferme para brindarle atención y amor, de lo contrario aprenderá que “debe estar enfermo” para recibir atención. No olvides la importancia de las caricias, abrazos y besos para un niño, son manifestaciones de afecto que contribuyen a un buen vínculo afectivo.
Revisa tus propias reacciones ante las crisis: El niño aprende observándo y puede estar repitiendo comportamientos o reacciones tuyas ante las propias dificultades, también, el modo en que respondes a sus actos, puede fortalecer o erradicar ciertos comportamientos en el niño. Muchas veces los niños lloran o se quejan debido a nuestra reacción y no necesariamente porque realmente sientan dolor (por ejemplo cuando tropiezan).
Explica al niño la importancia de conocer realmente lo que le pasa y lo que siente para poder ayudarle adecuadamente.
Evalúa si estas poniendo la suficiente atención al niño: El prestar atención implica observar al niño y acompañarlo, lejos de celulares, televisión y otros artefactos que pueden estar limitando la comunicación.
Adapta la comunicación con tu hijo, de acuerdo con su edad y recuerda que una de las vías de comunicación más efectiva con los niños es el juego, a través del cual, puedes obtener información valiosa sobre las situaciones que está viviendo.
¡Hay un adolescente en casa!
Tips para acompañar esta étapa que es natural pero puede ser caótica también.
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Derivada del latín "adolescere" (crecer hasta llegar a la madurez), la adolescencia es un periodo en el que se cristaliza el carácter y se forma la identidad. Después de la infancia, la adolescencia es quizá la etapa más importante en el desarrollo y la realización personal, iniciando aproximadamente a los 10 años de edad y con cambios continuos; de ahí la importancia de saber acompañar sin coartar, pero definiendo límites y reglas de juego.
Para lograr un acompañamiento asertivo es necesario, en primer lugar, entender qué es lo que sucede al interior del adolescente:
En la adolescencia, aparece, casi de repente, un panorama lleno de posibilidades, acompañadas de una sensación de libertad e independencia, e igualmente no se tiene idea de las nuevas responsabilidades y peligros que pueden implicar. Bien orientada, esta etapa permite que los jóvenes definan su identidad, su propia voz, pongan en práctica valores aprendidos en su primera infancia y desarrollen habilidades que les permitirán convertirse en miembros plenos de sus familias y comunidades, dispuestos a contribuir en la construcción de un mundo mejor.
Entonces, ¿Cómo acompañar el paso por una etapa tan caótica y permanentemente cambiante?
Es importante empezar por tener claros los cambios estructurales que se dan en el adolescente y los peligros que pueden aparecer rodeando dichos cambios, para poder brindar pautas y consejos útiles y acordes a las necesidades de cada uno, ya que, como todas las situaciones humanas, puede ser muy diferente para cada persona:
1. Mi cuerpo está cambiando
El primer elemento y quizá el más evidente es el desarrollo y cambios físicos como la aparición de vello corporal, cambios de voz, evolución de órganos sexuales (aparición de senos y ciclo menstrual en las mujeres, cambios en la complexión de los hombres) y otros cambios menos visibles como el desarrollo cerebral. Esta época es clave para ejercitar el cerebro, ya que los adolescentes que aprenden a poner en orden sus pensamientos, medir sus impulsos y pensar de forma abstracta, pueden establecer bases neuronales importantes que perdurarán a lo largo de sus vidas.
Peligros:
Desórdenes alimenticios
Deficiencias nutricionales
Retrasos en el desarrollo propio de acuerdo con la edad alcanzada
Retrasos del proceso cognitivo
Tips:
Fomentar la alimentación saludable
Promover hábitos sanos y actividad física frecuente
Favorecer (sin obligar) la práctica de deportes y actividades de orden cultural como danza, teatro, música, así como la búsqueda de hobbies (tejido, artesanía, realización de videos).
Fomentar actividades académicas acordes a los intereses y distintas a las propias de su formación escolar.
2. Me siento diferente
Los cambios que a menudo generan mayor conflicto en la relación familiar son los emocionales, el adolescente ya no es un niño, pero tampoco es adulto aún y, sin embargo, se sigue tratando como niño o se le exige y recrimina como adulto. Es importante recordar que, durante la adolescencia, los jóvenes establecen su independencia emocional y psicológica, aprenden a entender y vivir su sexualidad y a considerar su papel en la sociedad del futuro.
El proceso es gradual, emocional y, a veces, perturbador. Un joven puede sentirse desilusionado, decepcionado y herido en un determinado momento y, poco después, eufórico, optimista y enamorado; estos constantes cambios emocionales que podemos percibir como inmadurez o inestabilidad, en realidad son parte de la experiencia, e implican nuevas emociones y realidades en la vida personal.
En esta etapa es imprescindible establecer límites y ayudar a comprender que todas las decisiones y acciones traen consigo consecuencias, y que muchas de esas consecuencias pueden no ser de nuestro agrado, así como también aprender a asumir dichas consecuencias sabiendo que muchas de ellas son irreversibles; es importante acordar estímulos y sanciones para no caer en el castigo como fórmula de corrección, la disciplina en esta etapa es crucial, sin caer en la violencia.
Peligros:
Traumatismos por maltrato y/o sobreprotección
Consumo de alcohol, cigarrillo y SPA
Bullyng y /o ciber bullyng
Deterioro de la salud mental
Suicidio
Tips:
Establecer lazos coherentes, positivos y emocionales padres – hijos
Promover una sana autoestima, fomentar el amor propio especialmente en lo referente a su aspecto físico
Escuchar sin juzgar y sin interrumpir
No subestimar las desilusiones y dificultades del adolescente
Conocer amistades y grupos de interés
Reconocer y exaltar logros y talentos
Demostrar el afecto y expresar abiertamente otras emociones
Hacerle saber que siempre tendrá quien le apoye
3. Sexualidad y Relaciones interpersonales
Si bien ya hemos mencionado los cambios físicos propios de la adolescencia, es importante tener en cuenta también, los cambios que ocurren en la forma de relacionarse con otros desde su identidad sexual y el cambio hormonal propio de la etapa, los jóvenes empiezan a verse en relación con otros desde el plano afectivo y sexual, se hace evidente la atracción física, las expresiones de afecto y la aparición de sensaciones en el ámbito sexual y corporal al estar en contacto con otros.
En este aspecto es importante dejar claro las consecuencias que puede traer una sexualidad mal manejada, y sin caer en moralismos es fundamental que los jóvenes comprendan el valor de su cuerpo y su integridad y que nadie puede tomar decisiones sobre éstos, es común que en esta etapa cedan fácilmente a la presión del grupo para iniciar la vida sexual de manera temprana, en ese sentido el papel de los padres u orientadores es muy importante para guiar y acompañar, enseñando a tomar decisiones basadas en la razón y no en la sensibilidad.
Peligros:
VIH Y ETS
Sexualidad, embarazo y maternidad/paternidad Adolescente
Acoso y abuso sexual
Prostitución forzada
Tips:
Escucha activa
Acceso a la información real, clara y con bases científicas
Orientación en la toma de decisiones y educación para las decisiones fundamentadas
Promover el autocuidado y autoestima
Fomentar la construcción del proyecto de vida
Poner límites, establecer lo negociable y lo innegociable
Orientar en la responsabilidad (toda acción tiene una consecuencia)
4. Relación con el entorno
Durante la adolescencia se fijan las bases para una ciudadanía activa y comprometida, por lo cual es importante que se formen en los aspectos de la vida diaria y adquieran aptitudes para la negociación, para resolver conflictos, para desarrollar su capacidad crítica, para tomar decisiones y para comunicarse. Todas estas aptitudes pueden ayudarles a desarrollar sólidas amistades, a resolver conflictos pacíficamente, a cooperar en grupos, a fortalecer su autoestima y a resistir la presión de otros jóvenes de su edad y de progenitores que les empujen a asumir riesgos innecesarios.
Las contribuciones que prestan en sus hogares, escuelas y comunidades y a través de los consejos municipales, asociaciones juveniles, medios de comunicación y conferencias internacionales pueden inspirar y prender la chispa del cambio. Los adolescentes pueden transformar el mundo.
Peligros:
Complicaciones con la Ley
Violencia y explotación
Conflictos armados
Pocas oportunidades para estudiar y trabajar
Tips:
Educar para el diálogo y la Resolución pacífica de conflictos
Brindar conocimiento sobre la vida diaria
Fomentar desarrollo de capacidad crítica
Promover la alfabetización continua
Educar en la aceptación de la crítica
Educar en el civismo y su rol en la sociedad
Consulta aquí: El cerebro de los adolescentes y ¿por qué actúan así?
¿Estas embarazada? ¡cuida tu salud y la de tu bebé!
Queremos compartir contigo algunos tips para que todo salga muy bien en tu proceso
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Es importante continuar con tus controles con normalidad, tu EPS o centro médico tiene los protocolos establecidos y en general la atención no es en el mismo lugar donde hay pacientes covid, sin embargo, ten en cuenta las siguientes recomendaciones:
Procura no acudir al médico cuando no es necesario, especialmente evita las salas de urgencias ya que allí concurren muchas personas con diferentes síntomas entre los que puede haber casos covid.
En lo posible solo asiste para la atención médica y exámenes, busca que tu pareja o un familiar realice por ti las gestiones documentales como autorizaciones o solicitudes.
Prefiere usar los medios tecnológicos con el fin de evitar asistir frecuentemente a los centros médicos, por ejemplo: puedes sacar citas o reclamar los resultados de tus exámenes por internet, mediante Apps o vía telefónica.
Infórmate con antelación de los protocolos, normas e inquietudes que tengas acerca del lugar donde será el parto, ten a mano los documentos que debes llevar y las normas sanitarias que debes cumplir, así mismo si puedes o no tener acompañante.
Tu tranquilidad es muy importante para garantizar tu salud física y mental, así como la salud de tu bebé, por eso, ten en cuenta las siguientes recomendaciones:
Procura no sobre informarte acerca del covid, esto generará pánico y puedes terminar afectando tu salud y tu experiencia con la maternidad.
Evita las visitas y actividades de concurrencia masiva, así como en lo posible el uso del transporte público.
Aprovecha el tiempo para compartir con tu familia más próxima, si tienes más hijos procura que entre todos preparen su hogar para la llegada del nuevo integrante
No dudes en exponer tus miedos o dudas, a tu pareja, familia cercana o al profesional de salud.
Dedica momentos diarios para descansar o realizar ejercicios de relajación.
El embarazo no es un atenuante para el virus, de manera que los cuidados son los de cualquier otra persona, ten en cuenta las siguientes recomendaciones:
Lava regularmente tus manos, con mayor razón una vez nazca el bebé.
Si alguien en casa debe salir o tener contacto con personas o lugares concurridos, vigila que cumpla los protocolos de desinfección una vez regresa a casa.
Evita las visitas una vez nazca el bebé (por lo menos por el primer mes).
Procura limpiar muy bien las áreas antes y después del cambio de pañal, el baño y la alimentación.
Si notas síntomas relacionados en el covid o síntomas de cualquier otro tipo, no dudes en contactar al profesional de salud.
Organiza una lista de chequeo con todo lo que tienes pendiente, así como con todo lo que necesitarás llevar para el parto, así tienes todo arreglado y no vas a tener contratiempos.
Haz ejercicios de relajación y de respiración, ayudan mucho en estas circunstancias.
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El sueño tiene un importante papel en la salud física y mental, cuando una persona tiene un sueño de poca calidad, al levantarse puede sentir que “no descansó”, puede estar somnoliento e irritable durante el día, y esto puede ocasionar discusiones y/o sensación de incomodidad en las relaciones interpersonales. Así mismo, el sueño de poca calidad puede afectar a los pequeños, por eso, aquí encontrarás algunas recomendaciones que pueden ayudarte a hacer más cómodo el sueño de tus pequeños:
Es importante no esperar a estar en el extremo del cansancio para irnos a dormir, al contrario de lo que esperaríamos, esto puede afectar la calidad de nuestro descanso: los niños suelen ponerse irritables, gritar y llorar, les cuesta mucho más conciliar el sueño cuando están demasiado cansados, esto genera frustración y otras emociones, que, a su vez, continúan haciendo cada vez más difícil el dormirse.
En el caso de un infante, es importante establecer horarios de acuerdo con su edad, de forma progresiva. Recordemos que apenas a los 6 años, aproximadamente, se regula el sueño y se estabiliza de manera similar a los ciclos de los adultos.
Las siestas diurnas no deben implicar necesariamente un silencio absoluto en el ambiente, ya que esto no siempre es posible, por lo tanto, puede ser contraproducente acostumbrarlos a dormir sin ningún ruido.
Es importante hacer cómodas las habitaciones (control del ruido y de la luz), también, usar ropa de cama (sábanas, cobijas, edredones...) y ropa para dormir que sea cómoda y acogedora. Es importante poner atención al lenguaje verbal y no verbal de los niños para identificar si, realmente, se sienten cómodos a la hora de irse a dormir.
Se recomienda restringir el consumo de dulces después de las 3 p.m. De esta forma no tendrán ese exceso de energía indeseado por los padres y/o cuidadores en la noche.
También es recomendable limitar el consumo de bebidas en las tardes, y asegurarnos de que entren al baño antes de acostarse, esto nos ayuda a evitar los despertares nocturnos para ir al baño, lo cual es problemático, especialmente, cuando los niños o los cuidadores tienen dificultades para volver a conciliar el sueño.
Es importante verificar si los niños muestran otros síntomas. Es común que tengan dificultades para dormir porque tienen algún dolor o malestar, en etapa de dentición o cuando son vacunados, cuando tienen indigestión, cuando hay temperaturas muy bajas o muy altas...sin embargo, si los síntomas persisten más de lo usual, no parecen tener una explicación y/o son muy fuertes e inesperados, puede ser necesario acudir a un profesional.
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El miedo es, una emoción funcional y es importante, pero no deja de ser incómoda y difícil de manejar, sobre todo cuando se trata de acompañar a nuestros pequeños en su proceso de regulación y gestión emocional. Por eso, es importante que hablemos con nuestros niños y niñas sobre esta emoción:
¿Para qué sirve el miedo? ¿Por qué existe esta emoción?
Usualmente, el miedo es entendido como una emoción negativa, ya que es desagradable, pero en realidad es un mecanismo adaptativo a un entorno que, en ocasiones, nos da motivos para temerlo. Gracias al miedo, nos retiramos cuando existe una amenaza, esta amenaza puede ser para nuestra vida, para nuestra autoestima, para nuestra seguridad... es decir, el miedo nos permite identificar posibles amenazas a nuestro bienestar físico y psicológico.
Frase escudo: Definamos juntos una frase que permita al niño tener seguridad y mediante la cual comprenda el miedo como un estado normal de su cuerpo, una frase que le ayude a recuperar la tranquilidad y que le recuerde que puede protegerse y sentirse seguro. Es importante que el niño pueda recordar la frase para que pueda usarla cuando lo necesite, incluso si no estamos cerca.
Evaluación de la situación: Acompañemos a los niños en el proceso de reconocer la emoción, reflexionando con ellos sobre:
o ¿Qué ocurrió?
o ¿Por qué piensas que sucedió esa situación?
o Esa situación ¿Cómo hace que te sientas y que sensaciones físicas te provoca?
o ¿Qué quieres hacer como resultado de cómo te sientes?
o ¿Cómo tu emoción y tus acciones te afectan después?
Estimular la valentía: La valentía y el miedo no son contrarios ni son enemigos, al contrario, son mejores amigos y todo funciona mejor cuando van juntos (“Aceptar que tengo miedo no significa que soy cobarde”). Algunas opciones que nos pueden ayudar a estimular la valentía son:
o Explicar el concepto de valentía
o Ejemplos de personas valientes (en cuentos, historias, programas de tv…)
o Ejemplos de personas valientes en la vida real (cuando papá fue valiente, cuando el vecino fue valiente…).
o Apoyar al niño cuando se presente una situación en la que requiera valor (“tu puedes hacerlo, pero igual yo estoy aquí para ti”)
o Dejar que el niño exprese físicamente el miedo: llanto, grito… Desde ahí calmar con el diálogo y refuerzo en la fortaleza interna.
o Animar a emprender en nuevas actividades, explorar lo desconocido nos ayuda a desarrollar habilidades de adaptación y nos muestra que lo nuevo a veces da miedo, pero no siempre es algo malo.
Relajación y atención: Reconocer en qué parte del cuerpo se “siente” el miedo. Identificando los puntos de tensión, para luego proceder a la distensión. Que consiste en movimientos repetitivos del doble de duración del tiempo de tensión: Cuando tienes miedo ¿Qué sientes? ¿en qué parte de tu cuerpo? ¿te duele algo? ¿sientes que alguna parte de tu cuerpo te pesa o está muy dura? – Una vez ubicado el lugar, hagamos un ejercicio de relajación muscular que nos ayude a “sacar el miedo de allí”.
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Es el alimento perfecto, totalmente adecuado a las necesidades del bebé.
Tiene todos los nutrientes necesarios para alcanzar un crecimiento saludable, disminuir el riesgo de sobrepeso, obesidad y otras enfermedades, no sólo en la infancia, sino durante toda la vida.
Contiene sustancias esenciales para el desarrollo de su cerebro y la maduración del intestino.
Tiene sustancias activas que se transfieren de la mamá al bebé y que lo protegen frente a enfermedades.
Da sensación de seguridad y protección.
Son fundamentalmente dos las hormonas que intervienen en la lactancia materna: la prolactina y la oxitocina. Ambas son producidas por la hipófisis, aunque son mecanismos diferentes los que estimulan su producción.
¿Cómo funciona la prolactina?
La prolactina está presente a unos niveles muy bajos en el organismo de la mujer antes del embarazo. Esta hormona aumenta progresivamente a partir del primer trimestre de gestación, aunque no se produce leche porque la progesterona y los estrógenos producidos por la placenta inhiben la acción de la prolactina.
Aunque los niveles de prolactina ya son altos de por sí, se multiplican por 10 o 20 cada vez que el bebé mama. Lo que significa que se producen picos de prolactina que están estrechamente relacionados con la cantidad de leche que se produce. Si el niño mama mucho habrá mucha leche, si mama poco, poca leche y si no mama, dejará de haber leche.
A partir de los tres meses aproximadamente los niveles de prolactina se estabilizan y no se producen picos, será la oxitocina, que se libera cuando empieza a mamar el bebé, la que envíe la señal de empezar a producir leche. Por ello la madre dejará de notar los pechos hinchados y el reflejo de eyección, lo que no significa que ya no produzca leche ni que el bebé pase hambre.
¿Por qué es perjudicial el estrés para la lactancia?
La adrenalina inhibe la oxitocina (a diferencia de la prolactina que tarda semanas en bajar los niveles en sangre, la oxitocina sólo permanece un par de minutos en sangre), por eso en momentos de estrés o ansiedad puede ser que la lactancia se vea ligeramente afectada, porque la leche no sale inmediatamente. Cuando esto ocurre el bebé si tiene hambre se enfada y llora un poco, pero si sigue mamando la leche acabará saliendo.
La lactancia materna es un proceso o aprendizaje tanto de la madre como del bebé. A pesar de que tu organismo esté preparado para ello es fundamental el apoyo del entorno y un buen asesoramiento para que la lactancia materna sea un éxito.
No es aconsejable ni para el bebé ni para la mamá un destete brusco, ya que, como casi todo en la alimentación del bebé, necesita de una progresiva y paciente adaptación
Crear un ambiente cómodo y relajado para facilitar la aceptación de otros alimentos.
Sustituir tomas por biberones, empezar por las más centrales del día o aquellas en las que mame menos. No ofrecer el pecho al final del biberón y otros alimentos.
Anticiparse a sus peticiones ofreciéndoles, con decisión, otras alternativas: biberón o papilla.
Intentar que el niño no emplee la lactancia como chupete, consuelo o relajación. Sustituirlos por abrazos, calor, tranquilidad o juegos.
Ayudarse de otras personas para su alimentación.
Dejar unos cuantos días en la eliminación de tomas y aprovechar a eliminar aquellas en las que se produzca menos o no se sienta el pecho demasiado duro.