Las sillas de plástico, el aire de la calle, sus quejíos. Er barrio rompe el silencio que caracteriza a la institución con el sonido extraído de las calles de la Chana. Repensando las características de cada uno de estos contextos, planteamos un espacio en el que el espectador se convierte en transeúnte e integrante de la escena. Proponemos así una instalación sonora que lo invade todo con voces que trenzan un murmullo único. En paralelo, un par de sillas embarradas. Barro, que conecta con esa atmósfera del barrio, resquebrajándose al secar.