La inundación

El 8 de julio de 2019, las condiciones meteorológicas (una DANA —depresión aislada en altura junto con calor en superficie y vientos húmedos convergentes—) provocaron que en Tafalla se produjeran varias tormentas con una precipitación total de 100 litros por metro cuadrado y en Barásoain, 12 km al norte, de 136 litros. La situación fue preocupante, pero no habría ido a más de no ser porque, unas horas después, a unos 20 kilómetros, en Guetadar, en la cuenca del pequeño afluente Sánsoain aguas arriba del río de la ciudad, otra tormenta -esta, mucho más potente- descargó 159 litros en poco tiempo. (En la otra vertiente, en Lerga, cayeron más de 168 litros, aunque al no sumarse a otros aportes no fueron a más; sin embargo, fue en esa zona donde se produjo la única víctima, falleciendo un joven de 24 años que circulaba con su coche por una de las pistas forestales y cuyo cuerpo apareció a cientos de metros del vehículo).

La lluvia caída en Guetadar bajó como un muro que arrasaba árboles y construcciones que encontraba en su camino..., hasta llegar a la autopista AP-15 en Pueyo, una ladera con más de 13 metros de altura que creó un improvisado embalse hasta que desaguó con furia por debajo del puente de la autopista. La fuerza fue tal que la carretera N-121 desapareció a su paso, provocó un socavón de 2 metros de profundidad (imagen de cabecera en esta página), yendo a parar toda el agua al río Cidacos y multiplicando su caudal, ya de por sí grande por las primeras tormentas.

Este segundo aporte de agua al río hizo que se desbordara hasta anegar varios cientos de metros a ambas orillas y, con tal fuerza, que se llevó todo a su paso.

Un río que a las cinco y media de la tarde tenía un caudal de 11 centímetros (prácticamente seco) pasó a 5,76 metros de altura a media noche.

Cientos de coches arrastrados (más de 500 según los datos de los seguros), varios tractores de un concesionario, huertas, garajes, locales comerciales, mobiliario urbano..., fue una total destrucción en pocas horas. Las personas que veían, y hasta disfrutaban, del desconocido caudal del río por la primera tormenta, se sorprendían de cómo el río volvía a crecer, inexorablemente esta vez, saliéndose del cauce y con unas dimensiones nunca vistas en los últimos 75 años.

La noche trajo una calma ficticia: el agua se retiró, pero no así el lodo ni todo lo arrastrado. El día aportó luz al caos: los destrozos, innumerables, las pérdidas, cuantiosas.

Y al día siguiente también hubo otra inundación, pero esta vez de solidaridad: el pueblo enteró se volcó en ayudar. Se agotaron las botas, los rastrillos, las palas, pero no las ganas de ayudar. La "juventud marrón" (llena de barro) lideró esta ola solidaria a la que se sumaron personas de todas las edades y también venidas de otras localidades.

Tafalla, a partir de ahora, recordará los 8 de julio como el día de la riada, pero celebrará el día 9 como el día de la solidaridad, el día del Auzolan.

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Datos del Gobierno de Navarra

Presentación proyectada en la «Jornada sobre el estado de implantación de los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación y cambio climático», celebrada en Madrid el 14 de noviembre de 2019, con datos sobre el día de la inundación y propuestas de actuación como las planteadas en LIFE NAdapta (Estrategia integrada para la adaptación al cambio climático de Navarra).





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