14 Vera Cruz

GUÍA DE SEGOVIA

14 El final de un viaje iniciático

Da una oportunidad a la magia...

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Esta historia termina como empezó, en un pequeño templo a las afueras de la ciudad. Este fue construido por los caballeros de Las Cruzadas. Es la Iglesia de la Vera Cruz. Un templo misterioso. Se construyó en un terreno baldío, al lado del camino a las afueras de la ciudad... y hoy, 800 años después, sigue exactamente así... como si estuviera rodeado de una energía especial que hiciese que nada pudiera crecer a su lado... ni siquiera el tiempo...

El camino desde el Alcázar hasta la Vera Cruz es una bajada desde los riscos hasta el valle. Es, además, el Camino de Santiago.

Tienes dos opciones para hacerlo: la abrupta o la lenta: escaleras o rampa. Tú eliges.

Si optas por la primera, los escalones de la Cuesta de la Zorra te dejarán en unos minutos en la orilla del Eresma.

En cambio, si prefieres el moroso discurrir de la rampa, verás cómo poco a poco la ciudad se va fundiendo con el valle, acompañado por la paz de las murallas, el Jardín de los Poetas, la Puerta de Santiago...

El valle te reserva nuevas vistas asombrosas del Alcázar. Disfrútalas. Apura un poco la corriente del río y acércate hasta la Pradera de San Marcos. Allí donde se fundía con el arroyo Clamores. El punto en el que se unen ambos valles. Como si no quisiera dejarte partir, el Alcázar te reserva una colección de vistas absolutamente espectaculares...

La Vera Cruz

Después será el momento de tomar de nuevo el Camino de Santiago en dirección a Zamarramala para afrontar la última parada del viaje.

El lugar en el que vas a obtener la última de las llaves que te abren el alma de esta ciudad. Ahí, apenas a unos metros, está la iglesia de la Vera Cruz.

Es un templo diferente a todos los demás, se mire por donde se mire. No está claro quién lo levanto. Existen dudas sobre si fueron los Templarios o los Caballeros del Santo Sepulcro.

A veces toma mayor fuerza una de las hipótesis, otras veces es la otra la que avanza... Pero de lo que no hay duda -fueran unos o los otros- es que es un templo iniciático hijo de Las Cruzadas.

Hoy pertenece a los caballeros de la Orden de Malta, los “herederos” de los Caballeros del Santo Sepulcro. Por eso esas cruces rojas con brazos triangulares a los lados de su entrada en el lado Oeste.

No hay en España otro templo igual. Está inspirado en Jerusalén, en la Iglesia del Santo Sepulcro y en la Mezquita de la Roca.

No está muy claro para qué se usaba. Fue un templo relicario (durante siglos custodió una reliquia que se suponía procedía de la cruz donde murió Jesús, de ahí su nombre). También fue un templo de reunión y probablemente de iniciación de los caballeros cruzados. Pero desde luego, no es un templo para la predicación. Su nave no es recta, sino una especie de camino circular en torno a un pequeño edificio, un edículo, que ocupa el centro de la construcción. Y es que, como corresponde a un templo de los cruzados, esta iglesia oculta muchísimo más de lo que muestra.

El poder de los números

Todo el edificio está basado en los números, en el significado secreto y mágico de los números. Algunos son evidentes, otros son más difíciles de hallar y otros, en fin, todavía no se han descifrado. Y es que aún hoy no pasa mucho tiempo hasta que alguien, 800 años después!!! sigue encontrando nuevos y sorprendentes mensajes.

El número de oro, el número Pi, rectángulos perfectos y triángulos equiláteros, proporción entre la planta y la altura... los rayos del sol que se cuelan por las ventanas y se alinean en determinadas fechas del año... Todo en la construcción responde a un elaborado cálculo matemático cargado de significados...

El número más evidente es el 12. Para empezar a entender lo que tienes delante, debes situarte a una cierta distancia, para tener un poco de perspectiva. El exterior forma un polígono de 12 lados. El 12 es un número sagrado y pagano a la vez: Los 12 meses del año, las 12 tribus de Israel, los 12 apóstoles, los 12 signos del zodiaco...

En el punto donde se unen cada uno de los lados de la fachada exterior hay una columna, y de ella nace un arco hacia el interior del templo de manera que estos arcos “transportan” la forma exterior hacia adentro y allí de nuevo forman otro espacio de 12 lados en su centro mismo.

Ese edículo central lo puedes ver desde el exterior porque tiene una altura mayor que el resto del templo. ¿Lo ves cómo sobresale sobre los tejados de la nave que lo rodea?

La magia de la geometría divina

Ahora es momento de entrar en el templo. Cuando entras, descubres un detalle muy sutil pero de profundo significado: cuando mires los muros desde el interior, no vas a ver los 12 lados que viste fuera. Las paredes se curvan y el dodecágono que forma la fachada por fuera se convierte por dentro en un círculo. Un círculo dentro de un dodecágono... Geometría divina...

Esto obviamente no es casual ni una cuestión puramente estética. El círculo representa a Dios. Es la forma perfecta.

Así pues, lo que hemos visto en el exterior, de dónde venimos, es el mundo de de los hombres. Hacia el interior se trata de Dios... y más hacia el interior, en el pequeño recinto que hay en el centro del templo, de nuevo los doce lados, de nuevo los hombres... Tú...

En el templo se cumplen varias de las reglas constructivas de los templarios. Mira el dibujo. Imagínate que dentro del círculo que forman las paredes del templo trazas dos triángulos equiláteros imaginarios que se entrecruzan. Como ves, el resultado será una estrella de seis puntas en cuyo centro se forma un polígono de seis lados.

Pues bien, esa es la planta de este edificio. Y el edículo central se sitúa exactamente dentro de ese exágono interior.

Una estrella de seis puntas dentro de un círculo... El Sello de Salomón... El mismo concepto que los Templarios usaron para diseñar la iglesia del Temple de París... Y, ya sin el círculo, la estrella de David de los judíos... Como aquellas estrellas que se formaban al cruzarse las líneas en el techo de inspiración árabe del Monasterio de San Antonio el Real...

Oriente, Occidente, cristianos, judíos, musulmanes... la magia de la geometría divina...

El centro del centro

Ese edículo central acaba, pues, convirtiéndose en el elemento más significativo... y misterioso del templo. Hoy todavía es un misterio cuál era su verdadero significado. La construcción tiene dos pisos. Se sabe que los caballeros mantenían sus reuniones en los bancos corridos del piso superior. Hoy de hecho lo siguen haciendo los Caballeros de Malta. Y también aquí, en la parte superior de este espacio central, velaban sus armas los caballeros antes de ser nombrados.

En lo alto, una bóveda de aire oriental, con los nervios que no se cruzan entre sí en el centro, sino que forman un cuadrado en lo más alto. Una bóveda califal que diría un entendido en Arte. Y allí arriba, en uno de los lados, una misteriosa puerta... a no se sabe dónde. Sin escaleras... una puerta que se cierra... desde dentro... en lo más alto de este espacio sagrado. ¿Un almacén? No tendría mucho sentido... Tal vez un espacio más dentro de ese proceso iniciático...

Y en un lugar de honor, una especie de altar con decoraciones de arcos cruzados y columnas retorcidas -”salomónicas”, diría nuestro entendido en Arte- que revelan también un ritmo oriental.

Debajo de todo ello, en el piso inferior, un reducido espacio con arcos abiertos a los cuatro puntos cardinales. Casi demasiado bajo para estar de pie. ¿Un lugar para la penitencia? ¿Para la meditación? ¿Para la iniciación?

Como viene ocurriendo desde hace 800 años, la luz que entra a medio día por la puerta del templo que mira a la ciudad forma un rayo que atraviesa el espacio de un lado a otro. Al atardecer, otro rayo hace lo propio desde la puerta orientada el Oeste, formando así una cruz imaginaria, que unas losas de piedra dibujan en el suelo... Una cruz virtual, los rayos del sol, los puntos cardinales...

No nos corresponde ir más allá... Pero lo que es innegable es que cuando te colocas en este lugar tú mismo eres el centro de todo este universo. Como si todas las energías confluyesen sobre ti. Los doce arcos que vienen desde la fachada, las puertas a los cuatro puntos cardinales... Decenas de líneas imaginarias que responden a unas proporciones precisas...

Una especie de viaje al interior de uno mismo que tuviera como objetivo que el aspirante a caballero, liberado de las ataduras del día a día, fuera capaz de entender el mundo a partir de lo que ve y, muy en especial, a partir de aquello que no ve pero que sin lugar a dudas está ahí.

Haz la prueba. Déjate transportar por ese mundo. No hay duda de que este fue... y tal vez siga siendo una puerta hacia lo desconocido... sí... hacia el interior de uno mismo...

El fin del viaje

Los números, la geometría sagrada, la convergencia de lo oriental y lo occidental, los mensajes escondidos... Así empezó tu viaje en aquel lejano Monasterio de San Antonio el Real... y así está a punto de terminar en este templo casi milenario...

Cuando salgas de la iglesia, mira delante de ti. Esto sí, es ya el final. Como en un gran escenario preparado para la ocasión, el Alcázar, la Catedral, la torre de San Esteban, la Torre de Hércules... la muralla... los tejados... los bosques... los campos... las montañas... Segovia... La ciudad escondida... Ahora, tal vez, todo distinto...

Tal vez veas una ciudad que no está hecha de piedras, sino de historias, de cicatrices, de ausencias, de sensaciones, de guiños, de emociones... Una ciudad que te ha enseñado que el mundo que te rodea puede estar lleno de magia, y que te ha dado las llaves para que puedas disfrutarla.

Entonces tal vez sientas la necesidad de compartir la experiencia... Como hicieron aquellos desconocidos viajeros de hace más de cien años... y como probablemente hayan venido haciendo otros mucho más antiguos desde hace mucho, mucho tiempo...

Gracias a ti, este viejo juego seguirá estando vivo... Porque tú también eres ya uno de ellos...

Termina: LLAVE 14+. EPÍLOGO. El Juego continúa

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Esto no es un mapa de Segovia. Es el Mapa del Juego. No es que haya calles y edificios sin identificar. Es que eso forma parte de tu reto...