EL PRECEPTOR EN UNA NUEVA EDUCACIÓN MEDIA
RESIGNIFICANDO SU ROL
BOLETIN INFORMATIVO D.E.M.yS. 6/2000
El preceptor es un actor institucional de relevancia en estos proyectos (PEI). La función del preceptor, compleja, considerando los colectivos con él relacionados: alumnos, padres y directivos – es eminentemente orientadora, formadora, al brindar al alumno un ámbito de contención y referencia. Específicamente, sus funciones se pueden sintetizar en tres:
Función Administrativa: realiza y controla la marcha de las tareas burocráticas del centro educativo; cumple con el registro de los acontecimientos cotidianos: asistencias, actividades, calificaciones, etc.
Función Socializadora: Como animador sociocultural cumple funciones contenedores en la construcción de la convivencia institucional, y colabora con los docentes en la educación de los alumnos, promoviendo un clima de trabajo que posibilita la acción educativa. Un buen preceptor se empeña en transformar la institución en autentica comunidad, estando atento a las necesidades de las personas que actúan dentro (alumnos, docentes, directivos) y fuera de ella (padres de los alumnos)
Función Mediadora: como nexo entre el alumno, el profesor, el director y el padre del alumno, ejerce un liderazgo creciente en la resolución alternativa de conflictos.
El aumento de los hechos de violencia extra e intra institucional, de los conflictos áulicos, el avance del individualismo ante los valores de la solidaridad y otras problemáticas sociales, por un lado, y la innegable necesidad de una satisfactoria convivencia en la escuela como insumo primario e insustituible que garantice las mejores condiciones para el desarrollo de una educación de calidad, pro el otro, determinan en cierta manera el nuevo rol del Preceptor.
Es decir, como la necesidad de convivencia atraviesa la escuela en todas sus dimensiones e incluye sin excepción a todos sus integrantes, es necesario que el Preceptor participe plenamente en el diseño y ejecución del P.E.I., pero sobre todo, en la construcción, puesta en marcha y evaluación del Proyecto de Convivencia Escolar.
El preceptor es uno de los actores institucionales más conocedor de los problemas de los adolescentes, de su situación dentro (y en ocasiones, fuera) de la escuela, por los tanto, cumple un papel fundamental en el diseño de políticas de convivencia, siendo necesario consensuar con él, una participación protagónica, jerarquizado y valorada.
Puede reconocérselo asimismo, como favorecedor de instancias de diálogo, negociación, mediación, en búsqueda del reconocimiento y articulación óptima de convergencias y divergencias entre personas en conflicto, que colabora para que se restablezca la comunicación y se pueda llegar a un acuerdo conveniente para ambos.
De estas consideraciones, el preceptor debería:
Conversar con los profesores de los cursos a su cargo, para conocer los problemas que los afligen, tratando de auxiliarlos en la medida que se pueda, para resolverlos, y para informarse sobre los alumnos que presenten características especiales de comportamiento.
Compartir con sus colegas preceptores, los problemas cotidianos construyendo compromisos de acción para superarlos. Preguntarse si mantiene las comunicaciones suficientes con los alumnos o está atento exclusivamente a asuntos burocráticos.
Crear oportunidades para estar cerca de los alumnos, conversar con ellos, en grupo o separadamente, a fin de enterarse de sus problemas personales y de los que atañen a la escuela
Recordar que la intimidación no orienta; es positivo crear una atmosfera de cordialidad, aportando un sentido de justicia, para imponer confianza en todos; que las puniciones, cuando sean necesarias, constituyen el fruto de la reflexión y el equilibrio.
Considerar a los alumnos catalogados como “difíciles” como los más necesitados de su ayuda, y preocuparse por encontrar una forma de recuperarlos.
Distribuir la tarea administrativa de modo de no monopolizar todas las actividades, ni ser insustituible en su función.
Estar presente en toda la escuela, dejando de ser la figura rígida – burocrática para convertirse en la figura mediadora y asistencial.
Entender la disciplina como el conjunto de normas que se establecen en los grupos y en las instituciones, a fin de lograr los objetivos de dicha institución y posibilitar la convivencia entre sus miembros. Desde este punto de vista, las normas tienen sentido, ya que si se cumplen, es posible convivir, a la vez, el alumno que atienda a las normas, habrá incorporado una serie de actitudes y hábitos que podrá transferir al mundo del trabajo y de las relaciones, como ser responsable, cumplidor, respetuoso de los demás.