Arthur Rimbaud

Mañana

¿No tuve un vez una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser escrita en hojas de oro? ¡Demasiada suerte! ¿A qué crimen, a qué error debo mi actual debilidad? Vosotros que pretendéis que los animales lloren de pena, que los enfermos se desesperen, que los muertos tengan malos sueños, tratad de contar mi caída y mis sueños. Tengo la misma dificultad para explicarme que el mendigo con su Pater y Ave María. ¡Ya no sé hablar!

Sin embargo, hoy, creo que he acabado el relato de mi infierno. Claro que era el infierno: el antiguo, cuyas puertas abrió el hijo del hombre.

Desde el mismo desierto, en la misma noche, mis ojos cansados siguen despertándose con la estrella de plata, siguen, sin que los reyes de la vida se conmuevan, los tres magos, el corazón, el alma, el espíritu. ¡Cuando iremos, más allá de las playas y de los montes, a saludar al nacimiento del nuevo trabajo, la nueva sabiduría, la huida de tiranos y demonios, el fin de la superstición, a adorar, ¡los primeros!, ¡La Navidad en la tierra! ¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Esclavos, no maldigamos la vida.


Arthur Rimbaud en Delirios II de Una temporada en el infierno [1873]

Trad. Laura Rosal y Luna Miguel


«Matin»


N’eus -je pas une fois une jeuneusse aimable, héroïque, fabuleuse, à écrire sur des feuilles d’or, — trop de chance! Par quel crime, par quelle erreur, ai-je mérité ma faiblesse actuelle? Vous qui prétendez que des bêtes poussent des sanglots de chagrin, que des malades désespèrent, que des morts rêvent mal, tâchez de raconter ma chute et mon sommeil. Moi, je ne puis pas plus m’expliquer que le mendiant avec ses continuels Pater et Ave Maria. Je ne sais plus parler!

Pourtant, aujourd’hui, je crois avoir fini la relation de mon enfer. C’était bien l’enfer ; l’ancien, celui dont le fils de l’homme ouvrit les portes.

Du même désert, à la même nuit, toujours mes yeux las se réveillent à l’étoile d’argent, toujours, sans que s’émeuvent les Rois de la vie, les trois mages, le coeur, l’âme, l’esprit. Quand irons-nous, par-delà les grèves et les monts, saluer la naissance du travail nouveau, la sagesse nouvelle, la fuite des tyrans et des démons, la fin de la superstition, adorer —les premiers! —Noël sur la terre!

Le chant des cieux, la marche des peuples! Esclaves, ne maudissons pas la vie.