Arthur Rimbaud
Veladas

I


Es el reposo encendido, ni fiebre ni languidez, sobre el lecho o sobre el prado.


Es el amigo, ni ardiente ni débil. El amigo.

Es la amada, ni dolorosa ni dolorida. La amada.


El aire y el mundo no buscados. La vida.

—¿Era, entonces, esto?

—Y el sueño que refresca.


II


La iluminación vuelve a la viga maestra. Desde los dos extremos de la sala, decorados cualesquiera, elevaciones armónicas se juntan. El muro frente al que vela es una sucesión psicológica de copas, frisos, bandas atmosféricas y accidentes geológicos. —Sueño intenso y rápido de grupos sentimentales con seres de todos los caracteres entre todas las apariencias.


III


Las lámparas y los tapices de la vigilia hacen el ruido de las olas, por la noche, a lo largo del casco y alrededor de la proa. El mar de la vigilia, como los senos de Amelia. Las tapicerías, hasta media altura, sotos de encaje tinto en esmeralda, donde se lanzan las tórtolas de la vigilia. La placa del fogón negro, soles reales de las playas-, ¡ah! pozos de magia; sola visión de la aurora, esta vez.


Arthur Rimbaud en Iluminaciones [1874]

Trad. Cintio Vitier