Arthur Rimbaud

Canción desde la torre más alta

Juvenil pereza

a todo sujeta,

por delicadeza,

he perdido mi vida.

¡Ay! ¡Que llegue el tiempo

en que los corazones se prenden!


Dije para mí: deja

y que no se te vea;

y sin la promesa

de más elevadas alegrías.

Que nada te retenga,

augusto retiro.


Tuve tal paciencia,

que por siempre olvido;

miedos y sufrimientos

al cielo se marcharon.

Y la sed malsana

me oscurece las venas.


Igual la pradera

al olvido entregada,

agradada, y florida

de incienso y cizaña,

ante el hosco zumbido

de las sucias moscas.


¡Ah! ¡Las mil viudeces

del alma, tan pobre:

sólo tiene la imagen

de Nuestra Señora!

¿Vamos a rezarle

a la Virgen María?


Juvenil pereza

a todo sujeta,

por delicadeza

he perdido mi vida.

¡Ah! ¡Que llegue el tiempo

en que los corazones se prenden!