Arthur Rimbaud
Los cuervos

Señor, cuando se hielan

los prados; cuando en las aldeas asoladas

se han callado los ángelus…


sobre la naturaleza desfoliada

haz que desciendan de los cielos

los deliciosos, los queridos cuervos.

Extraño ejército de severos gritos.

los vientos fríos atacan vuestros nidos.

A lo largo de los ríos amarillos,

en los caminos de los viejos

calvarios, en las fosas y trincheras,

¡dispersaros! ¡Juntaros!


Por millares, en los campos de Francia,

donde duermen los muertos

de antes de ayer, ¡dad vueltas y más vueltas

en el invierno para que recapacite todo transeúnte!

¡Sé, pues, el pregonero del deber,

oh, nuestro fúnebre pájaro negro!


Pero, santos del cielo en las alturas de los robles

(perdidos mástiles en la noche encantada),

dejad los ruiseñores de mayo para aquellos

que, en el fondo del bosque y en la hierba

de donde no se puede huir, ha encadenado

la derrota prevista.

Arthur Rimbaud de Poesías [1863-1869]

Trad. Aníbal Núñez