ACTIVIDAD 1.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental:
"Así, pues, ¡oh Señor!, Tú que das inteligencia a la fe, concédeme, cuanto conozcas que me sea conveniente, entender que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos. Ciertamente, creemos que Tú eres algo mayor que lo cual nada puede ser pensado.
Se trata de saber si existe una naturaleza que sea tal, porque el insensato ha dicho en su corazón: no hay Dios.
Pero cuando me oye decir que hay algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor, este mismo insensato entiende lo que digo; lo que entiende está en su entendimiento, incluso aunque no crea que aquello existe.
Porque una cosa es que la cosa exista en el entendimiento, y otra que entienda que la cosa existe. Porque cuando el pintor piensa de antemano el cuadro que va a hacer, lo tiene ciertamente en su entendimiento, pero no entiende todavía que exista lo que todavía no ha realizado. Cuando, por el contrario, lo tiene pintado, no solamente lo tiene en el entendimiento sino que entiende también que existe lo que ha hecho. El insensato tiene que conceder que tiene en el entendimiento algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor, porque cuando oye esto, lo entiende, y todo lo que se entiende existe en el entendimiento.
Y ciertamente aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si existe, aunque sólo sea también en el entendimiento, puede pensarse que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor.
Luego existe sin duda, en el entendimiento y en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede ser pensado."
San Anselmo, Proslogium, Capítulo II
ACTIVIDAD 2.
Investiga la refutación que el monje Gaunilo hizo al argumento de San Anselmo.
ACTIVIDAD 3.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental:
LA EXISTENCIA DE DIOS: EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO DE DESCARTES
En el Discurso del método Descartes argumenta a favor de la existencia de Dios de la siguiente manera:
Vi claramente que, supuesto un triángulo, sus tres ángulos deben ser iguales a dos ángulos rectos; pero nada en absoluto me aseguraba que hubiese ningún triángulo en el mundo real. Por otro lado, volviendo a un examen de mi idea de un ser perfecto, encontré que incluía la existencia de ese ser, del mismo modo que la idea de un triángulo incluye la igualdad de sus tres ángulos con dos ángulos rectos...Consecuentemente, es por lo menos tan cierto que Dios, el ser perfecto en cuestión, es o existe, como lo puede ser cualquier demostración de geometría.
Descartes pensó ciertamente que se podían demostrar teoremas acerca de triángulos, independientemente de que de hecho existiese o no en el mundo algo que fuese triangular. Similarmente, por tanto, se podrían enunciar teoremas acerca de Dios, sin dar por sentado que exista o no exista un Dios. Uno de esos teoremas es que Dios es un ser totalmente perfecto, es decir, contiene todas las perfecciones. Pero la existencia misma es una perfección; por tanto, Dios, que contiene todas las perfecciones, debe existir.
Uno de los críticos contemporáneos de Descartes, el matemático Pierre Gassendi, objetó que la existencia no podía tratarse de esa manera:
Ni en Dios ni en ninguna otra cosa es la existencia una perfección, sino más bien aquello sin lo cual no hay ninguna de las perfecciones...De la existencia no puede decirse que existe en una cosa como una perfección; y si una cosa carece de existencia, no es meramente imperfecta o carente de perfección; no es nada.
Descartes no tuvo en última instancia ninguna respuesta convincente a esta objeción. El modo de enunciar el teorema acerca de los triángulos sin dar por sentada la cuestión es afirmar: si algo es triangular, entonces tiene tres ángulos iguales a dos ángulos rectos. Similarmente, el modo de enunciar el teorema acerca de la perfección divina sin dar por sentada la cuestión es afirmar que si algo es divino, entonces existe. Eso quizá sea verdadero, pero es perfectamente compatible con que no haya nada que sea divino. Pero si nada es divino, entonces no hay Dios y la demostración de Descartes falla.
Anthony Kenny, “Descartes to Kant”, en The Oxford Illustrated History of Western Philosophy, Oxford: Oxford University Press, 1994.
ACTIVIDAD 4.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental:
LA EXISTENCIA DE DIOS: EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO DE DESCARTES
[Se podría objetar al argumento ontológico que] aunque, en efecto, yo no pueda concebir un Dios sin existencia, como tampoco una montaña sin valle, sin embargo, como de concebir una montaña con valle no se sigue que haya montaña alguna en el mundo, parecería asimismo que de concebir a Dios dotado de existencia no se sigue que haya Dios que exista, pues mi pensamiento no impone necesidad alguna a las cosas; y así como me es posible imaginar un caballo con alas, aunque no haya ninguno que las tenga, del mismo modo podría quizá atribuir existencia a Dios aunque no hubiera un Dios existente.
Sin embargo, no es así: precisamente bajo la apariencia de esa objeción es donde hay un sofisma oculto. Pues del hecho de no poder concebir una montaña sin valle no se sigue que haya en el mundo montaña ni valle alguno, sino sólo que montaña y valle, háyalos o no, no pueden separase uno de otro; por el contrario, del hecho de no poder concebir a Dios sin la existencia se sigue que la existencia es inseparable de Él y, por tanto, que verdaderamente existe. Y no se trata de que mi pensamiento pueda hacer que ello sea así, ni de que imponga a las cosas necesidad alguna; sino que, al contrario, es la necesidad de la cosa misma –a saber, la existencia de Dios- la que determina a mi pensamiento para que piense eso. Pues yo no soy libre de concebir un Dios sin existencia (es decir, un ser sumamente perfecto sin una perfección suma), como lo soy de imaginar un caballo sin alas o con ellas.
Descartes, Meditaciones metafísicas, Meditación Quinta
ACTIVIDAD 5.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental:
Cuestión 2, artículo 3. Si Dios existe
Dificultades. Parece que Dios no existe.
1. Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, éste anula totalmente su opuesto. Ahora bien, el nombre o término "Dios" significa precisamente, un bien infinito. Si, pues, hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego Dios no existe.
2. Lo que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a su principio, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios.
Por otra parte, en el libro del éxodo dice Dios de sí mismo: "yo soy el que soy".
Respuesta. La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías.
La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.
La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios.
Soluciones. 1. Dice San Agustín que, "Siendo Dios el bien supremo, de ningún modo permitiría que hubiese en sus obras mal alguno si no fuese tan omnipotente y bueno que del mal sacase bien". Luego pertenece a la infinita bondad de Dios permitir los males para de ellos obtener los bienes.
Como la naturaleza obra para conseguir un fin en virtud de la dirección de algún agente superior, en lo mismo que hace la naturaleza interviene Dios como causa primera. Asimismo, lo que se hace deliberadamente, es preciso reducirlo a una causa superior al entendimiento y voluntad humanos, porque éstos son mudables y contingentes, y lo mudable y contingente tiene su razón de ser en lo que de suyo es inmóvil y necesario, según hemos dicho.
Las cinco vías. Suma Teológica, Primera Parte. Según la edición del P. Ismael Quiles, Espasa-Calpe, Madrid, 1957.
ACTIVIDAD 6.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental:
«La religión se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos estos siglos.»
«Pienso que todas las grandes religiones del mundo (...) son tan falsas como dañinas. Es evidente, como cuestión lógica que, ya que discrepan entre sí, no más que una de ellas puede estar en lo cierto. Con muy pocas excepciones, la religión que acepta un hombre es la de la comunidad en que vive, lo que hace obvio que la influencia del ambiente es lo que lo ha llevado a esa religión.»
«La mayoría de las personas cree en Dios porque se les ha enseñado desde la más temprana infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno. Esto juega un muy profundo papel en influir en los deseos de las personas de creer en Dios.»
«A mi modo de pensar hay un muy grave defecto en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no siento que ninguna persona que realmente sea profundamente humana pueda creer en un castigo eterno. Ciertamente Cristo, tal como lo retratan los Evangelios, creía en el castigo eterno, y uno encuentra repetidamente una furia vengativa hacia aquellos que no escuchaban sus prédicas: una actitud que no es rara en los predicadores, pero que desdice algo de la excelencia superlativa.»
Bertrand Russell. ¿Por qué no soy cristiano?
ACTIVIDAD 7.
¿Cuál es la conclusión a la que llegan B. Russell y R. Dawkins a partir de la analogía de la tetera?
ACTIVIDAD 8.
Resume el contenido del texto siguiendo su estructura conceptual y argumental, y emite un juicio sobre las ideas expuestas por el autor.
Cuando niña, mi esposa odiaba su escuela y deseaba poder irse. Años después, cuando estaba en sus veinte, le relato este infeliz hecho a sus padres, y su madre se espanto: “pero querida, ¿por qué no viniste a nosotros y nos lo dijiste?” La respuesta de Lalla es mi texto del día: “Porque yo no sabía que podía hacerlo”.
Yo no sabía que podía.
Sospecho—bueno; estoy seguro—que existen montones de personas allá afuera que han sido criadas conforme a una religión u otra, y que están infelices con ella; no creen en ella, o están preocupadas por las maldades que son hechas en su nombre. Personas que sienten vagas añoranzas de renunciar a la religión de sus padres y desean que pudieran hacerlo, pero simplemente no saben que renunciar es una opción. Si usted es una de ellas, este libro es para usted, ya que tiene la intención de hacerlo consciente—hacerlo consciente del hecho de que ser ateo es una aspiración realista, y una aspiración valiente y espléndida. Usted puede ser un ateo que es feliz, balanceado, moral, e intelectualmente satisfecho. Este es el primero de mis mensajes para hacerlo consciente. También quiero hacerlo consciente en tres otras formas, a las que llegare.
En enero de 2006 yo presente un documental para televisión de dos partes; llamado Root of All Evil? (¿La Raíz de Toda Maldad?) transmitido por el canal cuatro de la televisión británica. Desde el comienzo a mi no me gusto el titulo. La religión no es la raíz de toda maldad; porque ninguna cosa es la raíz de todo. Pero estaba encantado con el aviso publicitario que el Canal Cuatro público en los periódicos nacionales. Era una fotografía del paisaje de Manhattan con el título: “Imagine un mundo sin religión”. ¿Cuál era la conexión? Las torres gemelas del Centro Mundial de Comercio estaban conspicuamente presentes.
Imagine; junto a John Lennon, un mundo sin religión. Imagine que no existen terroristas suicidas; que no existió el 11 de septiembre, ni el 7 de julio, y que no existieron ni las cruzadas ni las cacerías de brujas, ni el Complot de la Pólvora, ni la partición india, ni las guerras palestinas/israelitas, ni las masacres Serbias/Croatas/musulmanas, ni persecución de judíos como “asesinos de Cristo”, ni “problemas” en Irlanda del Norte, ni “asesinatos por honor”, ni evangelistas televisivos de trajes brillantes y de abombados peinados estafándole su dinero a las personas crédulas (“Dios quiere que usted de hasta que duela”). Imagine que no existieron los talibanes que explotaron las estatuas antiguas, ni decapitaciones publicas de blasfemos, ni azotes sobre pieles femeninas por el crimen de mostrar unos centímetros de ella.
Incidentalmente, mi colega Desmond Morris me informa que la magnífica canción de John Lennon es algunas veces cantada en los Estados Unidos de America eliminándole la frase: “y ninguna religión tampoco”. En una versión hasta se cambia la irreverencia para que diga: “y una religión tampoco”.
Quizás piensa usted que el agnosticismo es una posición razonable, pero que el ateísmo ¿es tan dogmático como una creencia religiosa? Si es así, yo espero que el capitulo dos lo haga cambiar de opinión, al persuadirlo de que “la Hipótesis de Dios” es una hipótesis científica sobre el universo, que debe ser analizada tan escépticamente como cualquier otra. Quizás a usted le han ensenado que los filósofos y los teólogos han presentado buenas razones para creer en Dios. Si usted piensa eso, podría disfrutar el capitulo tres sobre “Argumentos sobre la existencia de Dios”—los argumentos resultan ser espectacularmente débiles. Tal vez usted piensa que es obvio que Dios deba existir; porque ¿De cuál otra manera llego a existir el mundo? .Como mas podría existir la vida, en toda su rica diversidad, con cada especie luciendo inexplicablemente como si hubiese sido “diseñada”. Si sus pensamientos corren a lo largo de esas líneas, espero que gane ilustración con el capitulo cuatro sobre “Porque con casi toda seguridad no existe Dios”. Lejos de apuntar hacia un diseñador; la ilusión de diseño en el mundo viviente, es explicada con una mucho mayor economía y con una elegancia devastadora por la selección natural darwiniana. Y, aunque la selección natural se limita ella misma a explicar el mundo viviente, nos hace conscientes de la probabilidad de comparables “grúas” explicatorias que puede que ayuden a nuestro entendimiento del mismo cosmos. El poder de grúas como la selección natural es la segunda forma de hacerlo consciente.
Quizás usted piensa que debe existir un dios o dioses porque los antropólogos y los historiadores reportan que los creyentes dominan toda cultura. Si usted halla eso convincente, por favor refiérase al capítulo cinco sobre “Las raíces de la religión”, que explica porque la creencia es tan ubicua.
¿O usted piensa que la creencia religiosa es necesaria para que nosotros podamos tener una moralidad justa? ¿No necesitamos a Dios para poder ser buenos? Por favor lea los capítulos seis y siete para que vea porque esto no es así. ¿Tiene usted todavía un punto blando sensible a la religión como una cosa buena para el mundo, aun cuando usted haya perdido su fe? El capitulo ocho lo invitara a pensar sobre maneras en las cuales la religión no es una buena cosa para el mundo.
Si usted se siente atrapado en la religión de su crianza, valdrá la pena que usted se pregunte a sí mismo cómo sucedió eso. La respuesta es usualmente alguna forma de adoctrinamiento infantil. Si usted es religioso es abrumadoramente probable que su religión sea la misma de sus padres. Si usted nació en Arkansas y piensa que el cristianismo es verdadero y el Islam es falso, sabiendo muy bien, que usted pensaría lo opuesto si hubiese nacido en Afganistán, usted es la víctima de un adoctrinamiento infantil. Mutatis mutandi si usted nació en Afganistán.
Todo el asunto de la religión es el tema del capítulo nueve, el que también incluye mi tercera forma de hacerlo consciente. De la misma manera que las feministas se sienten maltratadas cuando escuchan “el” en vez de “él o ella”, u “hombre” en vez de “humano”; yo quiero que todos retrocedan asqueados cuando quiera que escuchen una frase como “niño católico” o “niño musulmán”. Hable de “un niño de padres católicos”; si usted quiere, pero si usted escucha a cualquiera hablar de una “niño católico”, deténgalo y cortésmente señálele que los niños son demasiado jóvenes para saber donde están parados en esos asuntos; exactamente igual a como son demasiado jóvenes para saber donde están parados en economía o en política.
Precisamente debido a que mi propósito es hacerlo consciente, no me disculpare por mencionar esto aquí en el Prefacio así como en el capítulo nueve. Uno no puede cansarse de repetirlo. Lo diré de nuevo: Que no es un niño musulmán sino un niño de padres musulmanes. Ese niño es demasiado joven para saber si él es un musulmán o no. Los niños musulmanes no existen. Los niños cristianos no existen.
Los capítulos primero y décimo; comienzan y culminan este libro, explicando que, en sus diferentes formas, como un apropiado entendimiento de la magnificencia del mundo real, aunque nunca se convertirá en una religión, puede llenar el rol inspiracional que la religión ha histórica—e inadecuadamente—usurpado.
Mi cuarta forma de hacerlo consciente es el orgullo ateo. Ser ateo es algo por lo que no hay que pedir disculpas. Al contrario, es algo sobre lo que se debe estar orgulloso; erguido frente al horizonte, porque el ateísmo casi siempre indica una saludable independencia de pensamiento y, de hecho, una mente saludable. Existen muchas personas que saben, en lo profundo de su corazón, que son ateas, pero no se atreven a admitirlo frente a sus familiares o ni siquiera; en algunos casos, a ellas mismas. Parcialmente, esto es debido a que la mismísima palabra “ateo” ha sido asiduamente construida como una etiqueta terrible y amenazadora. El capítulo nueve cita la tragicómica historia de la comediante Julia Skene sobre el descubrimiento por parte de sus padres, al leer un periódico, que ella se había convertido en atea. ¡Ellos podían hasta soportar que ella no creyese en Dios...! Pero ¡una atea! ¿Una ATEA? (la voz de la madre se elevo hasta convertirse en un alarido)
En este punto; necesito decir algo a los lectores estadounidenses en particular. Porque la religiosidad de los Estados Unidos de America de hoy, es algo verdaderamente sorprendente. La abogada Wendy Kaminer estaba exagerando solo ligeramente cuando resalto que hacer un chiste sobre religión es tan riesgoso como quemar una bandera en el salón de la American Legion.
El estatus de los ateos hoy en los Estados Unidos de America está a la par con el de los homosexuales de hace cincuenta años. Ahora, después del movimiento del Orgullo Homosexual, es posible, aunque todavía no muy fácil, que un homosexual sea electo para un cargo público. Una encuesta Gallup realizada en 1999 le preguntó a los estadounidenses si ellos votarían por una persona bien calificada que; fuese mujer (el 95 por ciento lo haría); católica romana (el 94 por ciento lo haría); judía (92 por ciento); mormón (79 por ciento); homosexual (79 por ciento) o atea (49 por ciento). Claramente, tenemos un largo camino por recorrer. Pero los ateos son mucho menos numerosos, de lo que muchos creerían, especialmente entre la elite educada.
Esto era así hasta en el siglo diecinueve, cuando John Stuart Mill ya era capaz de decir: “El mundo se asombraría si supiese cuán grande es la proporción de sus más brillantes ornamentos, de aquellos más distinguidos aun por estima popular por sabiduría y virtud, que es completamente escéptica en religión”.
Esto tiene que ser aun más verdadero hoy y, de hecho, presento evidencia de ello en el capítulo tres. La razón de que tanta gente no note a los ateos es que muchos de nosotros somos renuentes “a salir”. Mi sueño es que este libro pueda ayudar a la gente a salir. Exactamente como en el caso del movimiento homosexual; mientras más gente salga, más fácil será que otros se les unan. Pueda que exista una masa crítica para la iniciación de una reacción en cadena.
Las encuestas estadounidenses muestran que los ateos y los agnósticos superan enormemente a los judíos religiosos; y hasta superan a la mayoría de los otros grupos religiosos particulares. A diferencia de los judíos; sin embargo, quienes son notoriamente uno de los lobbies políticos más efectivos en los Estados Unidos de America; y a diferencia de los cristianos evangélicos, que manejan un mayor poder político, los ateos y los agnósticos no están organizados y en consecuencia ejercen casi cero influencia. De hecho, organizar a los ateos ha sido comparado a pastorear gatos, porque ellos tienden a pensar independientemente y no aceptaran ninguna autoridad.
Pero un buen primer paso sería construir una masa crítica de aquellos dispuestos “a salir”, de paso estimulando a otros a hacerlo. Aun si ellos no pueden ser pastoreados, gatos en suficiente cantidad pueden hacer un montón de ruido y no pueden ser ignorados.
La palabra “delusión” en mi título ha intranquilizado a algunos psiquiatras que la consideran un término técnico que no debería ser manoseado por ahí. Tres de ellos escribieron para proponerme un término técnico especial para la delusión religiosa: “relusion”. Quizás puede que sea aceptado. Pero por ahora, me voy a mantener con “delusión”, y necesito justificar porque lo uso. El Penguin English Dictionary define a una delusión como: “una falsa creencia o impresión”. Sorprendentemente, la cita ilustrativa que da el diccionario es de Phillip E. Johnson: “El darwinismo es la historia de la liberación de la humanidad de la delusión de que su destino es controlado por un poder más grande que ella misma”. ¿Podría ser el mismo Phillip E. Johnson que lidera la acusación contra el Darwinismo en los Estados Unidos de America hoy?
De hecho; lo es; y la cita esta, como podemos imaginar, tomada fuera de contexto. Yo espero que el hecho que he afirmado, por lo menos sea notado, ya que la misma cortesía no me ha sido extendida en numerosas citas creacionistas de mis obras, sacadas fuera de contexto para confundir, y deliberadamente. Cualquiera que sea el propio significado de Johnson, su oración como esta, es la que yo estaría feliz de apoyar. El diccionario suministrado por Microsoft Word define a una delusión como. “una persistente falsa creencia mantenida frente a fuerte evidencia contradictoria, especialmente como un síntoma de desorden psiquiátrico”. La primera parte captura perfectamente a la fe religiosa. Sobre si es un síntoma de desorden psiquiátrico, me inclino a seguir a Robert M. Pirsig, autor de Zen and the art of Motorcycle Mantenianse, (Zen y el arte de Mantenimiento de Motocicletas), cuando él dice: “Cuando una persona sufre de una delusión, es llamado locura. Cuando muchas personas sufren de una delusión es llamado Religión”.
Si este libro funciona como intento, los lectores religiosos que lo abran serán ateos cuando terminen de leerlo. ! ¡Qué optimismo tan presuntuoso! Por supuesto, las mentes de fe entintada sobre la lana son inmunes a los argumentos; su resistencia fue construida a través de los anos desde el adoctrinamiento infantil, usando métodos que tomaron siglos para madurar (ya sea mediante la evolución o el diseño). Entre los aparatos inmunológicos más efectivos esta la terrible advertencia de evitar; hasta inclusive, abrir un libro como este, el que seguramente es una obra de Satán. Pero yo creo que abundan las personas de mente abierta allá afuera: personas cuyo adoctrinamiento infantil no fue tan insidioso; o por otras razones, no fueron “cautivados”; o cuya inteligencia innata es lo suficientemente fuerte para sobreponerse a este. Tales espíritus libres solo deberían necesitar un poco de estimulo para liberarse del vicio de la religión por completo. Por lo menos, yo espero que nadie que lea este libro será capaz de decir, “Yo no sabía que podía”.
Richard Dawkins, El espejismo de Dios, prefacio . Espasa, 2012 (Traducción de NATALIA PÉREZ-GALDÓS)
ACTIVIDAD 9.
Visualiza este debate entre Richard Dawkins y John Lennox sobre la ciencia ha enterrado a Dios. Sintetiza los principales argumentos de cada uno y posiciónate sobre ambas posturas. ¿Quién crees que tiene mejores argumentos?
ACTIVIDAD 10
Haciendo uso de páginas especializadas como las que se indican abajo, define los siguientes términos:
esencia vs.existencia
ser contigente vs. ser necesario
argumento a priori
argumento a posteriori
metafísica
ontología
teismo
deismo
panteismo
agnosticismo
ateismo
RECURSOS:
GLOSARIO FILOSÓFICO WEBDIANOIA
DICCIONARIO DE FILOSOFÍA E-TORREDEBABEL
Symploké: Enciclopedia filosófica