Habitualmente pensamos que la naturaleza es sabia y rara vez comete errores. El punto ciego es probablemente uno de esos pequeños errores de ingeniería que se da en la visión humana.
La retina es una zona del ojo compuesta por unos receptores llamados conos y bastones que reciben la información visual. Esa información es emitida al cerebro mediante el nervio óptico. La zona de la retina por donde sale el nervio óptico se denomina disco óptico.
Esta área carece de sensibilidad a los estímulos luminosos por no poseer ni conos ni bastones, ello causa una zona ciega dentro del campo visual que se conoce como punto ciego. Podemos decir que tenemos ceguera funcional en esa pequeña área. ¿Esto qué significa? Que aunque miremos, siempre existe delante de nosotros una parte del espacio que no vemos. Un pequeño agujero en nuestra visión. Lo realmente sorprendente es que no somos conscientes de su existencia.
Si en esta zona no recibimos información visual, ¿cómo es que tenemos la percepción de verlo todo completo? Y es que, aunque la naturaleza comete errores, sabe salvarlos con gran eficacia. Porque nuestro cerebro es capaz de rellenar (de inventarse) la información visual que le falta sin que nos demos cuenta.
Este fenómeno se corrige por dos vías. Por un lado, si miramos con un solo ojo nuestro cerebro “rellena” esos huecos de información por el estímulo más probable y por otro, cada ojo es capaz de completar la información visual que al otro le falta.
¿Cómo encontramos el punto ciego? Ejercicios prácticos:
Todo el mundo tiene un punto ciego en cada ojo. Puedes comprobarlo fácilmente mediante estas ilusiones ópticas. Tápate el ojo izquierdo con una mano, fija la mirada en la cruz de la izquierda y ve acercándote a la pantalla despacio. Cuando estés a unos 30 cm de esta, verás cómo el punto de la derecha desaparece.
En este caso nuestra mente lo tenía fácil para rellenar el espacio que ocupaba el punto, ya que el fondo es blanco. Vamos a ponérselo más difícil, ¿lo podrá hacer igual de bien?
Los escotomas son pérdidas parciales o completas de la visión causadas por lesiones en la retina. A pesar de esta pérdida inicial de visión, el cerebro muestra una asombrosa capacidad de plasticidad neuronal. Gracias a esta plasticidad, la corteza visual se reorganiza para compensar la falta de información en las áreas afectadas, permitiendo una recuperación visual significativa. A nivel cortical, el procesamiento visual completa la imagen utilizando información de contornos y patrones de áreas circundantes. Esta adaptación y aprendizaje del cerebro contribuyen a una percepción más completa del entorno, incluso en presencia de escotomas.
Cuando ocurre la lesión, nuestra visión podría parecerse a la imagen de la izquierda, incompleta y borrosa. Sin embargo, al poco tiempo, nuestro cerebro trabaja utilizando la plasticidad neuronal y completa la imagen con información de los contornos, permitiéndonos ver con claridad como en la imagen de la derecha.