Día 31

Lectura Adicional Día 31

Extracto del libro "Consagración a San José" del padre Dolnald Calloway

TERROR DE LOS DEMONIOS

Oh glorioso San José, ruega por mí, ayúdame y defiéndeme de Satanás. — San Antonio María Claret

Después de la Virgen María, los demonios le temen a San José más que a ningún otro santo. El demonio le teme a San José más de lo que teme al Papa. ¿Cómo es esto posible? ¿No es el Papa el Vicario de Cristo? Sí, pero el Papa sólo es el Vicario de Cristo, no el padre de Cristo. El Vicario de Cristo tiene autoridad sobre el Cuerpo Místico de Cristo (la Iglesia), pero San José tiene el extraordinario don y poder de la intercesión paternal en el cielo.

El poder de San José es mayor que el del antiguo José, de Moisés, de Josué y de San Pedro. — Beato Guillermo José Chaminade

El poder de San José es realmente extraordinario. Sólo él ostenta el título de “Terror de los Demonios”. Lo que hace tan extraordinario este singular título de San José es que San José no fue ni Papa, ni sacerdote, ni monje ni mártir. San José era laico, y como la mayoría de los laicos era padre y esposo, y es precisamente esa amorosa paternidad lo que de manera particular le otorga a San José un extraordinario poder de intercesión.

¿Has oído hablar del Beato Bartolo Longo, que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX? Nació en Latiano, Italia, de una familia católica devota. De joven estudió leyes en la Universidad de Nápoles. Después de ser arrasado por varias ideologías políticas, se convirtió en un anti-católico, radicalmente opuesto a lo que consideraba “cuentos de viejas” del catolicismo. En poco tiempo, de la adhesión a ideologías nacionalistas pasó a involucrarse en el espiritismo, asistiendo a “séances” o sesiones espiritistas, para finalmente ser ordenado sacerdote de Satanás.

La participación de Bartolo en lo oculto y el espiritismo lo dejó vacío e infeliz. Sufría de alucinaciones, tortuosas pesadillas, agotamiento nervioso, dolores corporales y severa depresión. Buscando ayuda, acudió a un amigo y a un sacerdote dominico, y comenzó a experimentar una conversión radical. Temiendo por su alma, renunció al espiritismo y a sus prácticas, regresando al catolicismo de su juventud. En agradecimiento por haber sido liberado de lo oculto, se convirtió en dominico de la Tercera Orden y dedicó su vida a difundir el Rosario, especialmente con la renovación de la fe católica en la antigua ciudad de Pompeya y construyendo allí la Basílica de Nuestra Señora del Rosario. Era muy devoto de San José, le rezaba diariamente, y se sentía particularmente apegado a su título de “Terror de los Demonios.” Bartolo amaba tanto a San José, que escribió un voluminoso libro de meditaciones y oraciones a San José para ser usado en el mes de marzo. Bartolo Longo, el antiguo sacerdote satánico, fue beatificado por San Juan Pablo II en 1980.

Es una gran bendición para las almas estar bajo la protección del santo que hace que los demonios tiemblen y huyan. — Beato Bartolo Longo

Pronuncia con frecuencia y gran confianza los nombres de Jesús, María y José. Sus nombres traen paz, amor, salud, bendiciones, majestad, gloria, admiración, alegría, felicidad y veneración. Sus santos nombres son una bendición para los ángeles y los hombres, y provocan terror a los demonios. Los cristianos siempre deben tener los nombres de Jesús, María y José en el corazón y los labios. — Beato Bartolo Longo

La vida de Bartolo Longo nos da más pruebas de que las maravillas de San José son incontables y que al demonio le aterrorizan todas ellas.

La paternidad de San José aterroriza al demonio.
La humildad de San José aterroriza al demonio.
La caridad de San José aterroriza al demonio.
La pobreza de San José aterroriza al demonio.
La pureza de San José aterroriza al demonio.
La obediencia de San José aterroriza al demonio.
El silencio de San José aterroriza al demonio.
El sufrimiento de San José aterroriza al demonio.
La oración de San José aterroriza al demonio.
El nombre de San José aterroriza al demonio.
El sueño de San José aterroriza al demonio.

De las maravillas, hay dos en particular que necesitan enfatizarse en nuestros tiempos: la paternidad de San José y su pureza. Estas maravillas de San José deben destacarse porque todos los hombres (laicos y clérigos) necesitan darse cuenta del poder que la paternidad y la pureza tienen sobre las fuerzas de la oscuridad.

Toda paternidad es una amenaza para Satanás. Durante siglos, el demonio “se deleitó” en la realidad de que muy pocos cristianos oraban a San José pidiendo su intercesión paternal. Actualmente, Dios quiere que se conozca y se imite en el mundo la paternidad de San José; esto aterroriza a Satanás. El demonio sabe lo que es capaz de hacer la intercesión de San José. Si los hombres imitan a San José, el reino de Satanás será destruido.

Por supuesto que Satanás también odia la maternidad, especialmente desdeñando y temiendo a la Virgen María. Las mujeres son portadoras de vida, y el demonio odia la vida. Satanás odia la paternidad por el poder inherente que tiene cuyo origen es Dios y que en San José encuentra su modelo terrenal más perfecto. Toda paternidad tiene el poder de combatir el mal. Lucifer teme la paternidad de San José más que ninguna otra paternidad de criatura, porque el demonio sabe que no existe persona creada que tenga mayor participación en la paternidad de Dios que San José.

Al demonio le enfurece que Dios se haya humillado a Sí mismo haciéndose hombre y sometiéndose al Cuarto Mandamiento.

Honrarás a tu padre y a tu madre. — Ex 20,12

Al tomar la naturaleza humana, la segunda Persona de la Santísima Trinidad eligió someterse, obedecer y honrar a los mortales. El hecho de que el Rey de Reyes y Señor de Señores haya sido obediente al Cuarto Mandamiento sometiéndose a la autoridad de San José en la tierra, a Satanás le resulta incomprensible. Dios se rebajó a Sí mismo para obedecer y servir a las creaturas hechas de polvo. La obediencia filial de Jesús a San José se encontró con el desprecio del demonio.

La paternidad de San José tiene poder, y el demonio odia que Jesús y María hayan obedecido las amorosas directrices de San José. Ahora en el cielo, el poder intercesor de San José significa una seria amenaza a los engaños del demonio, y él lo sabe.

El Padre Eterno comparte con San José la autoridad que tiene sobre el Verbo Encarnado, así como Dios compartió con Adán su autoridad sobre las criaturas. — Beato Guillermo José Chaminade

En la Sagrada Familia, él [San José] representaba al Padre celestial. — Beato Santiago Alberione

Los dos personajes más grandes que hayan vivido en esta tierra se sujetaron a él [San José]. — Santa Magdalena Sofía Barat

San José fue llamado por Dios para servir directamente a la Persona y misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad. — San Juan Pablo II

En la casa de Nazaret, las directivas de San José eran similares a las órdenes paternas. En el cielo, Jesús continúa escuchando a su padre virginal porque los deseos de San José siempre van de acuerdo con la santísima voluntad de Dios. Satanás está aterrado de que San José continúe ejerciendo su influencia paternal en el cielo mediante su extraordinaria intercesión ante el Hijo de Dios.

El demonio odia a Dios Padre y cualquier reflejo de su paternidad. Este odio incita al demonio a destruir la paternidad en todos los hombres, laicos y sacerdotes. Sin duda el demonio tiene un tremendo temor de los pontífices fervientes, de los sacerdotes santos, y de la sangre de los mártires, pero también teme mucho a los laicos que modelan su paternidad en San José. Lo último que quiere el demonio es que los hombres sean apariciones de San José, incrementando la presencia del esposo virginal en el mundo. Si un hombre se permite ser una aparición de San José imitando sus virtudes, Satanás pierde su poder en sus ataques contra la familia (la iglesia doméstica) y contra el Cuerpo Místico de Cristo (la Iglesia). Cuando los laicos, sacerdotes y obispos conformen su autoridad paterna a la de San José, la Iglesia experimentará grandes victorias contra el mal. La amorosa y misericordiosa paternidad de San José sirve como modelo para todos los hombres, enseñándoles el uso apropiado de la autoridad paterna y la cooperación con Jesús y María en la salvación del mundo.

San José no sólo fue destinado para ser un alivio a la Madre de Dios que tuvo tantas tribulaciones en la tierra, y no sólo fue el apoyo de Jesucristo, sino que también estaba destinado a cooperar, de alguna forma, en la redención del mundo. — San Alfonso María de Ligorio

La pureza de San José también aterroriza a Satanás.
Es una tragedia que gran parte del arte representativo de San José lo exponga como un hombre ya viejo; y resulta más triste aún que en ocasiones hasta lo represente como una persona muy suave y afeminada, porque eso está muy lejos de lo que realmente fue San José como hombre. ¡San José aniquila dragones! Su lirio no es la caña de un hombre viejo; ¡es la lanza de un caballero! Raro es el artista que ha representado el lirio de San José como un arma filosa que atraviesa al dragón serpiente. Lo que la Iglesia necesita actualmente son imágenes que representen a San José como un exterminador de dragones. ¡Trabajó con herramientas de hombre, como la madera cortada, y supo balancear el hacha afilada! Este tipo de imágenes son las que actualmente necesitamos en las casas y en las iglesias para transmitir la verdadera virilidad y hombría de San José.

La pureza de San José es un arma en contra de la inmundicia y perversiones del demonio. Satanás es una criatura asquerosa, perversa y pornográfica. La pureza le repulsa, lo perfora.

Actualmente, el pecado número uno entre los hombres es la impureza. Es una plaga espiritual que está destruyendo las mentes y los corazones de los hombres a escala global. La plaga espiritual de la impureza incluye la pornografía, acciones inmorales con uno mismo, actos y estilos de vida homosexuales, pedofilia, cohabitación, anticoncepción y aborto. Estos pecados debilitan al hombre dejándolo espiritualmente impotente.

Los hombres impuros no tienen poder. Los hombres impuros no representan ninguna amenaza para el demonio porque son espiritualmente impotentes. Esto explica por qué tantos hombres contemporáneos no tienen fortaleza para luchar contra la maldad; el demonio no teme a los hombres de esta generación. Satanás no tiene nada que temerle a un hombre que con toda libertad ha decidido permitir que los demonios entren a su vida mediante la lujuria, pornografía, deseos inmorales y todas las demás formas de perversión. Un corazón inmundo enceguece a la persona frente al rostro de Dios. Si los hombres quieren ver a Dios y tener poder sobre la oscuridad, deberán esforzarse por imitar el corazón casto y amoroso de San José.

Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios. — Mt 5,8

San José ve el rostro de Dios y tiene poder contra la maldad porque él es puro. Durante su estancia en la tierra, contempló el rostro de Jesús durante décadas, y en el cielo contempla eternamente el Rostro divino, haciendo que su propio rostro radiante deje ciegos a los demonios del infierno.

¡La Iglesia y el mundo necesitan hombres que sean terror de los demonios!, y eso únicamente sucederá cuando los hombres imiten la pureza de San José. Cuando los hombres lo hagan, el mundo será renovado; cuando sacerdotes y obispos lo hagan, la Iglesia será renovada. Cuando los sacerdotes y obispos tengan corazones puros que reflejen un espíritu caballeresco y la pureza de un guerrero como la de San José, las parroquias volverán a estar repletas con una multitud de personas ansiosas por escuchar las cosas de Dios. Cuando los obispos imiten la pureza, el celo y la paternidad de San José, la humanidad volverá a ver a la Iglesia como la brújula moral del mundo. Todos los hombres pueden llegar a ser terror de los demonios imitando a San José.

Valiente y fuerte es el hombre que, como San José, persevera en la humildad. Conquistará de inmediato al demonio y al mundo colmado de ambición, vanidad y orgullo. — San Francisco de Sales

Los hombres que aspiran a ser puros oran. Sin la oración, nadie (hombre o mujer) puede ser puro. El Papa León XIII comprendía muy bien esto. A finales del siglo XIX, Satanás desató un diluvio espiritual de inmundicia, inmodestia e impureza en el mundo. El Papa León XIII deseaba combatirlo, y para ello sacó dos de las armas espirituales más potentes que tiene la Iglesia en su arsenal: el santo Rosario y San José. Este profético pontífice solicitó que se rezara la siguiente oración a San José al final del Rosario en el mes de octubre:

A ti acudimos, bendito San José, en nuestra tribulación, y después de haber invocado el auxilio de tu Santísima Esposa, ahora te pedimos con el corazón lleno de confianza, que nos protejas. Por ese sagrado vínculo de caridad que te unió a la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y por el amor paternal con el que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos humildemente que mires con misericordia la amada descendencia que Jesucristo adquirió con su Sangre, y que con tu poder y fortaleza nos socorras en nuestras necesidades.

Protege, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, a los hijos elegidos de Jesucristo. Aparta de nosotros, oh amadísimo padre, toda mancha de error y corrupción. Asístenos desde el cielo, valientísimo defensor, en esta lucha contra los poderes de las tinieblas, y así como libraste al Niño Jesús del peligro mortal, ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de los engaños del enemigo y de toda adversidad. Cúbrenos con tu constante protección para que, apoyados en tu ejemplo y fortalecidos con tu ayuda, podamos vivir una vida virtuosa, tener una muerte dichosa y obtener en el cielo la bendición eterna. Amén.

La Iglesia necesita invocar constantemente la ayuda de San José para derrotar al demonio. ¡San José es más poderoso en el cielo de lo que fue en la tierra!

Es cierto que otros santos disfrutan de un gran poder en el cielo, pero piden como sirvientes y no mandan como amos. San José, a cuya autoridad Jesús estaba sujeto en la tierra, obtiene lo que desea en el cielo de su majestuoso Hijo adoptivo. — Santo Tomás de Aquino

¿Qué podría rehusarle Jesucristo a San José quien jamás le rehusó nada durante su vida mortal en la tierra? — San Agustín

El Señor quiere que comprendamos que, así como Él estuvo sujeto a San José en la tierra — porque al haber llevado el título de padre y ser el tutor del Señor, José pudo darle órdenes al niño — así, en el cielo, Dios hace todo lo que él ordena. — Santa Teresa de Ávila

Ya que está escrito que Dios “hará la voluntad de aquellos que lo temen,” ¿cómo podría rehusarse a hacer la voluntad de San José, quien lo alimentó durante tanto tiempo con el sudor de su frente? — San Ambrosio

Hemos de estar convencidos de que, en consideración a sus grandes méritos, Dios no le negará a San José ninguna gracia que le pida para aquellos que lo honran. — San Alfonso María de Ligorio

Cada vez que el favor divino elige a alguien para una gracia especial o un puesto elevado, dota a la persona elegida con todos los dones necesarios para ella y para su tarea. Esto se verificó de manera preeminente en San José, el padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de la Reina del Cielo y Señora de los Ángeles. Fue elegido por el Padre como el fiel padre adoptivo y guardián de sus principales tesoros, es decir, su Hijo y su esposa. Si lo comparas con toda la Iglesia de Cristo, ¿no es él el hombre elegido y único a través del cual y bajo el cual Cristo fue traído al mundo con el debido orden y honor? Entonces, si toda la Santa Iglesia está en deuda con la Virgen Madre, porque a través de ella se hizo digna de recibir a Cristo, después de María, la Iglesia le debe a él gratitud y singular veneración. Porque él es la clave del Antiguo Testamento en quien la dignidad de los patriarcas y los profetas logran el fruto prometido. No puede haber ninguna duda de que en el cielo Cristo no le negó a José esa familiaridad, reverencia y elevada dignidad que le ofreció como Hijo a su padre mientras vivió entre los hombres. Más bien las aumentó y perfeccionó. — San Bernardino de Siena

San José, con el amor y la generosidad con la que protegió a Jesús, también protegerá tu alma, y así como lo defendió de Herodes, defenderá tu alma del Herodes más feroz: ¡el diablo! Todo el cuidado que el Patriarca San José tiene por Jesús lo tiene por ti y siempre te ayudará con su patrocinio. Él te liberará de la persecución del malvado y orgulloso Herodes, y no permitirá que tu corazón se aleje de Jesús. ¡Ite ad Ioseph! Acude a José con extrema confianza, porque no recuerdo haberle pedido nada a San José sin haberlo obtenido fácilmente. — San Pío de Pietrelcina

Tu nombre, José, es la alegría del cielo, el honor de la tierra y el consuelo de los mortales. Tu nombre vigoriza a los débiles, consuela a los afligidos, cura a los enfermos, ablanda los corazones endurecidos, nos ayuda en la tentación, nos libera de los engaños del demonio, obtiene todos los dones y comparte el poder de los santos nombres de Jesús y de María. — Beato Bartolo Longo

San José, Terror de los Demonios, ¡ruega por nosotros!


Extracto del libro:Consagración a San JoséPadre Donald Calloway