Días 3

Lectura Adicional Día 3

Extracto del libro "Consagración a San José" del padre Dolnald Calloway

Nuestro Padre Espiritual

Inspirados por el Evangelio, los Padres de la Iglesia de los primeros siglos enfatizaron que, al igual que San José cuidó amorosamente de María y se dedicó alegremente a la educación de Jesucristo, también vigila y protege el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la Iglesia. — San Juan Pablo II

¿Alguna vez has pensado en San José de forma paternal? ¿Se te ha ocurrido que Jesús quiere que tengas a San José como tu padre espiritual? La Iglesia siempre ha comprendido la maternidad espiritual de María en la Iglesia, pero no siempre lo ha hecho con la paternidad espiritual de San José en relación a la Iglesia. Para ver las razones de esto, primero hay que analizar cuál ha sido la doctrina de la Iglesia sobre la paternidad que ejerció San José en Jesús.

En los primeros siglos del cristianismo, muchos de los fieles, incluyendo a los Padres de la Iglesia, no estaban seguros de que realmente a San José se le pudiera llamar padre de Jesús. Independientemente del hecho de que las Escrituras nombran claramente a San José como padre de Jesús (ver Lc 2,33, 48), muchos cristianos primitivos opinaban que de ningún modo se le podría llamar así a San José, porque tenían que cuidar que ese título no fuese a confundir a la gente pensando que San José era el padre biológico de Jesús. En esencia, no querían manchar de ninguna forma la creencia en la virginidad de María. No fue sino hasta la predicación de San Agustín en el siglo IV, que la paternidad de San José fue claramente explicada por la Iglesia. En uno de sus sermones, San Agustín afirma que San José, aunque no era el padre biológico de Jesús, fue un verdadero padre para Él porque ejerció una paternidad afectuosa, fiel y de autoridad. Después de esta aclaración sobre el asunto de la paternidad de San José sobre Jesús que hizo San Agustín, jamás se volvió a cuestionar el tema. Si San José es realmente el padre de la Cabeza del Cuerpo Místico de Cristo, es necesariamente el padre del resto de los miembros del Cuerpo de Cristo. Esta comprensión de la protección y paternidad de San José sobre la Iglesia, comenzó lentamente a abrirse paso en los escritos de los santos y místicos.

Por las Escrituras sabemos que San José cuidó y protegió a Jesús como un padre. Por la Tradición sabemos que San José cuida y protege como padre espiritual el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, pero ¿qué significa personalmente para ti? Después de todo, eres miembro de la Iglesia. ¿Acaso Jesús no quiere que San José te cuide con el mismo amor, autoridad, afecto y fidelidad paternal como lo hizo con Jesús? La respuesta es “¡sí!”

En el siglo XIX, Jesús mismo le ordenó explícitamente a la Sierva de Dios, Sor María Martha Chambón referirse a San José como “padre.” Esta santa monja recibió gracias extraordinarias de Jesús, María y San José, y se le conoce como la “mística de las santas heridas.” Jesús le dijo a Sor María Martha lo siguiente:

Debes referirte a San José como tu padre, porque yo le he dado el título y la bondad de un padre.

Mediante el Bautismo, te convertiste en hijo(a) de Dios y miembro de la familia de Dios. Jesús es tu Señor, tu Salvador y tu Hermano. El Hijo de Dios se convirtió en tu Hermano por una razón muy específica: Él quiere que participes de su relación filial con el Padre celestial. Ésta es una verdad cristiana fundamental. También es una verdad que nos ayuda a comprender la paternidad espiritual que San José ejerce sobre ti.

Esto es a lo que me refiero:

Si Jesús es tu Hermano, sus padres se convierten en tus padres. No físicamente, por supuesto, sino espiritualmente. Específicamente, la Madre de Jesús se convierte en tu madre. El padre de Jesús se convierte en tu padre. Si María es tu madre y Jesús es tu Hermano, San José tiene que ser tu padre. Cualquier hombre que se case con tu madre es tu padre. Repito, la relación filial que tienes con San José no es biológica — tampoco lo fue para Jesús — pero eso no significa que la paternidad de San José no sea real, al contrario, es muy real. Si la paternidad espiritual no fuese real, el llamar al Padre celestial de Jesús tu Padre celestial, no tendría sentido.

Para tener una mejor apreciación de la paternidad espiritual de San José, San Josemaría Escrivá nos ofrece una cándida observación.

Hay algo que no acaba de gustarme en ese título de padre adoptivo que a veces se le da a José, porque da la impresión de que la relación entre José y Jesús era algo frío y externo. Ciertamente nuestra fe nos dice que él no era su padre según la carne, pero ésa no es la única clase de paternidad.

Si bien no hay nada de malo en llamar a San José padre adoptivo de Jesús, que además es uno de los títulos oficiales de la Letanía de San José, y San Josemaría lo sabía y lo aceptaba, sí tiene toda la razón en que la paternidad biológica no es la única clase de paternidad que existe.

Con absoluta certeza podemos afirmar que la primera vez que el Bebé Jesús miró a San José y le habló, no le habría dicho: “¡Padre adoptivo!” No, el divino Niño habría expresado con gran alegría (en arameo) “¡padre!”, o incluso “¡papito!”. Repito, no hay nada malo en el término de padre adoptivo, pero hay que reconocer que el Nuevo Testamento nunca se refiere a San José como “padre adoptivo” de Jesús.

He aquí un ejemplo concreto: En una ocasión, María y San José perdieron al Niño Jesús durante tres días. Los padres de Jesús lo buscaron ansiosamente, y cuando finalmente lo encontraron, su madre le dijo: “tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.” (Lc 2,48). María no le dijo a Jesús: “Tu padre adoptivo y yo te andábamos buscando.” La paternidad de San José fue más que una custodia legal. Su relación paternal con Jesús era personal, autoritaria, afectiva, moral y amorosa. Éste es el tipo de paternidad que San José también quiere tener contigo.

San José es el mejor de los padres, y su paternidad espiritual fue planeada desde toda la eternidad.

Hay una sola paternidad: la de Dios Padre, único Creador del mundo, de todo lo visible e invisible. Sin embargo, al hombre creado a imagen de Dios se le ha concedido una participación en esa única paternidad de Dios (Ef 3,15). San José es un caso admirable porque ejerció la paternidad sin ser padre según la carne. Aunque no fue padre biológico de Jesús, cuyo Padre sólo es Dios, San José vivió su paternidad a total plenitud. Ser padre significa, sobre todo, estar al servicio de la vida y del crecimiento. San José, en este sentido, dio pruebas de gran devoción. Papa Benedicto XVI

Quizás te preguntes, “¿por qué Jesús necesitaría en algo la paternidad de San José teniendo a Dios como Padre?” Es una buena pregunta. Esencialmente, Jesús necesitaba a San José como padre porque la naturaleza humana de Jesús lo requería. Cuando el Hijo de Dios se encarnó se sometió a los requerimientos antropológicos (humanos) de necesitar un padre humano para que lo amara, lo alimentara, lo educara, le diera un techo, lo vistiera y lo protegiera. Jesús, la Palabra Encarnada, no es un ser puramente espiritual; es Dios-Hombre, con una naturaleza divina y una humana.

En su naturaleza humana, Jesús tenía necesidades físicas, emocionales y psicológicas. Dios Padre no tiene cuerpo, emociones o pasiones porque jamás se encarnó como lo hizo su Hijo. El Padre celestial no puede tocar físicamente, caminar con alguien o abrazar a su Hijo encarnado. Por lo tanto, Dios Padre confió a su Hijo a los cuidados amorosos y atentos de un padre humano. San José toma el lugar del Padre celestial. Se le ha confiado cuidar la naturaleza humana, el crecimiento y el desarrollo de Jesús. A través de la paternidad de San José, Jesús creció plenamente hasta su edad adulta.

El progreso de Jesús en “sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52) se llevó a cabo dentro de la Sagrada Familia a los ojos de José que tuvo la importante tarea de “educar” a Jesús; es decir, de alimentarlo, vestirlo, y educarlo en la Ley y en el oficio, cumpliendo las labores de un padre. — San Juan Pablo II

La naturaleza divina de Jesús no necesitaba nada de San José, pero la naturaleza humana de Jesús sí necesitaba la paternidad de San José. Cuando el Hijo de Dios se humilló a sí mismo tomando la naturaleza humana, se sometió a las leyes del crecimiento y desarrollo humanos. Con el objeto de crecer plenamente como hombre, Jesús necesitó una madre, un padre y tiempo. Todos los niños necesitan esto.

El Venerable Fulton Sheen proporciona una interesante estadística en relación a este tema, afirmando:

Dejen que aquellos que piensan que la Iglesia pone demasiada atención a María, se percaten del hecho de que Nuestro Santísimo Señor mismo le entregó diez veces más su vida a ella que a sus apóstoles.

En otras palabras, los apóstoles estuvieron con Jesús tres años, ¡pero María pasó más de 30 años con Él! ¿Por qué esto es importante? Es importante porque la naturaleza humana de Jesús necesitaba aprender ciertas cosas del amor maternal y ejemplos de su madre. Nuestro Salvador no es un robot o un ángel.

En su naturaleza humana, necesitaba una madre que le enseñara sobre la vida humana, pero su Madre no fue la única que le enseñó. Pese a la importancia que tiene la madre en el desarrollo humano de un hijo(a), su enseñanza llega hasta cierto grado, especialmente cuando se trata de un niño.

Jesús era un niño, y como niño necesitaba de un padre que le enseñara lo que es ser hombre. Jesús necesitaba la paternidad de San José como modelo de masculinidad para poder imitarlo. Sólo un padre puede hacer eso por un hijo. ¿Cómo aprendió Jesús a hacer sacrificios como hombre? Siendo testigo del ejemplo cotidiano de su padre. ¿En dónde aprendió Jesús a trabajar como hombre? Lo aprendió en la carpintería de su padre. ¿Cómo aprendió Jesús a rezar y adquirir los ademanes de un caballero? Jesús aprendió todas estas cosas de su padre, San José.

Conforme al plan divino, un padre terreno, humano, era absolutamente necesario en la vida de Jesús. Sin duda has escuchado el refrán, “como es el padre, es el hijo.” Bueno, es cierto. En su predicación, el mismo Jesús habló del poder que ejerce el buen ejemplo del padre. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: “En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.” (Jn 5,19). Nuestro Señor dijo estas palabras refiriéndose a su Padre celestial, pero también se aplican a esos aspectos de la naturaleza humana de Jesús que se fortalecerían por el ejemplo de San José.

José cumplió con todos los aspectos de su rol paterno. Sin duda habrá enseñado a Jesús a orar, junto con María. En particular, José debió haber llevado a Jesús a la sinagoga para celebrar los ritos del sábado, así como a Jerusalén para las grandes fiestas del pueblo de Israel. José, de acuerdo con la tradición judía, habría dirigido las oraciones en casa todos los días por la mañana, por la noche, durante las comidas, así como en las principales fiestas religiosas. Al ritmo de los días que vivió en Nazaret, en aquel hogar sencillo y en el taller de José, Jesús aprendió a alternar la oración con el trabajo, y ofrecerle a Dios sus labores para ganar el pan que la familia necesitaba. — Papa Benedicto XVI

Jesús pasó décadas aprendiendo las virtudes de la masculinidad de su padre terreno San José queriendo ser como él. Jesús tiene a San José en concepto tan elevado, que Él quiere que tú también seas un hijo(a) de San José y que te asemejes a él en sus virtudes.

Pero ¿por qué necesitamos la paternidad de San José si ya tenemos un padre biológico que comparte nuestra naturaleza y que se supone cuida de nosotros? Permíteme responderte haciéndote algunas preguntas:

Jesús quiere que tengas la paternidad espiritual de San José porque no existe hombre más capaz de modelar una verdadera paternidad para ti que San José. Su amorosa paternidad espiritual tiene el poder de llevarte muy cerca de los Corazones de Jesús y María, incrementar tus virtudes, protegerte de Satanás y ayudarte a alcanzar el cielo.

Habiendo afirmado eso, también necesito aclarar que la paternidad espiritual de San José no tiene la intención de reemplazar la paternidad de tu padre biológico, de la misma forma que la maternidad espiritual de María no intenta reemplazar el lugar de tu madre biológica. El parentesco espiritual de San José y María están destinados a complementar el testimonio de amor de tus padres terrenos, ayudándote a crecer en la vida espiritual, especialmente en las virtudes y la santidad.

Esperemos que tus padres biológicos hayan hecho su mejor esfuerzo en amarte, educarte, alimentarte, darte un techo, vestirte, protegerte y corregirte. Si tus padres han sido virtuosos y piadosos, debes considerarte una persona sumamente bendecida. Tristemente, hoy en día muchas personas no han tenido esa experiencia. Vivimos en un mundo caído, y la mayoría de la gente ha visto y experimentando las debilidades e imperfecciones de sus padres. Sin embargo, con San José y María como tus padres espirituales, has sido bendecido con padres y modelos perfectos.

Indudablemente somos hijos de María, y ésta es nuestra gloria y consuelo; pero también somos hijos adoptivos de San José, y no es razón menor para la confianza que hemos puesto en él. — Beato Guillermo José Chaminade

Jesús quiere que aceptes a San José como tu padre espiritual. Esto es cierto ya sea que hayas tenido un padre biológico piadoso o pecador. San José es el más grande, amoroso y santo de todos los padres. Es el padre de los cristianos y el modelo perfecto del amor paternal.

Él (San José) es el padre de los cristianos ya que es el depositario de la semilla de gracia que engendró a los cristianos. Si San José es nuestro padre, imitemos sus obras. — Beato Guillermo José Chaminade

Si la paternidad espiritual de San José es tan importante, ¿por qué Jesús no nos hizo comprender la paternidad espiritual de San José hace 2,000 años? La respuesta más sencilla es que eso nos habría confundido. Cuando Jesús les habló a sus discípulos del Padre celestial, hubiese sido muy confuso para ellos si también les hubiese hablado de la paternidad espiritual de San José. Seguramente esa es la razón por la cual Jesús no inició su ministerio público sino hasta después de la muerte de San José. Jesús quería que sus discípulos supieran las virtudes, maravillas y paternidad espiritual de San José, pero por el bien de su misión, tuvo que dejar la revelación de este misterio al Espíritu Santo y a la Iglesia.

El hecho de que Jesús no hubiese hablado a sus discípulos sobre San José, de ninguna forma nos indica que Jesús pensó poco en su padre, al contrario; el silencio de Jesús sobre su padre adoptivo revela la extrema santidad de San José. Jesús comprendía tanto a San José, que sabía que él estaba más que dispuesto a apartarse de la escena para que Jesús diese prioridad a hacer la voluntad de su Padre celestial. Por amor a Jesús, San José aceptó llevar una vida casi oculta sin importancia aparente porque él deseaba una sola cosa: que Jesús llevara a cabo la misión que le había encomendado su Padre celestial. A San José no le importaba estar al centro del escenario, y Jesús apreció en gran medida esa actitud de San José. ¡La humildad de San José es testimonio de su grandeza! Pero en nuestros tiempos ha llegado la hora de que, por el bien de la humanidad, el Espíritu Santo ha querido revelar plenamente las virtudes, maravillas y paternidad espiritual de San José a todas las naciones. Este gran misterio ha sido reservado para en un momento en que la Iglesia y el mundo lo necesitan más.

¡Ahora es el tiempo de San José!

En nuestra era, Jesús quiere que la Iglesia conozca, ame, honre y busque refugio en la paternidad espiritual de San José. No ha habido un tiempo en la historia en que el pueblo de Dios haya necesitado más a San José. ¿Por qué? Dicho sencillamente, la mayoría de los hombres ya no saben o comprenden lo que significa ser un caballero, ya no se diga lo que significa ser un buen padre. Los niños han crecido con pobres ejemplos de paternidad, y eso si es que han crecido con un padre. Anticoncepción, pornografía, aborto, confusión de género, depravación moral, iglesias vacías, clérigos moralmente corruptos y caos cultural, son sólo algunos de los frutos de una sociedad que carece de verdaderos hombres y padres. Jesús quiere atraer nuestra atención sobre la paternidad espiritual de San José para corregir estos errores y volver a poner orden en la Iglesia y en el mundo.

¿Qué deberíamos, pues, esperar de la paternidad espiritual de San José? ¿Qué hará él por nosotros? San José nos ama y gustoso hará exactamente las mismas cosas que un padre biológico hace por sus hijos, sólo que a un nivel espiritual. Espiritualmente nos alimentará, nos dará techo, nos vestirá, educará, protegerá, y corregirá; ése es su papel de padre. Exceptuando la corrección, San José hizo todas esas cosas por Jesús, nuestro Hermano, y por supuesto que San José proveyó todas las necesidades físicas de Jesús durante muchos años.

Si José estuvo tan comprometido, de corazón y alma, en proteger y proveer a esa pequeña familia en Nazaret, ¿no crees que ahora desde el cielo seguirá siendo el mismo padre amoroso y guardián de toda la Iglesia, de todos sus miembros, como lo fue de su Cabeza en la tierra? — Venerable Papa Pío XII

Por el mismo hecho de que la Santísima Virgen es la madre de Jesucristo, es la madre de todos los cristianos a los que dio a luz en el monte Calvario en medio de la agonía suprema de la Redención; Jesucristo es, en cierto modo, el primogénito de los cristianos, quienes por la adopción y la redención son sus hermanos. Y por tales razones, el Bendito Patriarca (San José) considera a la multitud de cristianos que componen la Iglesia como especialmente confiados en su confianza. — Papa León XIII

Como el mejor y más amoroso de los padres, San José está listo para protegerte en la seguridad de los Sacramentos y enseñanzas de la Iglesia Católica, vestirte con virtudes, educarte en la vida interior, protegerte bajo su manto paternal y corregirte en caso de que te desvíes.

Si alguien no puede encontrar un maestro que le enseñe cómo orar, que elija a este glorioso Santo (José) como su maestro, y no se desviará. — Santa Teresa de Ávila

El ponerte bajo el manto paternal de San José es una gran bendición en la vida espiritual. En la tradición carmelita, el manto de San José es un tema muy importante en las representaciones artísticas de San José. Su manto es un símbolo de seguridad y protección paternal. Así como María protege a sus hijos bajo su manto, San José también protege amorosamente a sus hijos bajo su manto paternal. En la devoción católica, los que aman a San José algunas veces rezan la Novena al Manto Sagrado. Por lo general las novenas son de nueve días, pero la Novena al Manto Sagrado consiste de 30 días de oración en honor a los 30 años que San José vivió con Jesús. La Novena al Manto Sagrado está considerada como una de las novenas más eficaces del tesoro de la Iglesia.

Resguárdate bajo el manto paternal de San José. Abre tu corazón a la paternidad espiritual de San José y experimenta el amor del mejor de los padres.

Es, entonces, natural y digno que mientras el Beato José atendiera todas las necesidades de la familia en Nazaret y lo ceñiera con su protección, ahora debería cubrirse con el manto de su patrocinio celestial y defender la Iglesia de Jesucristo. — Papa León XIII Glorioso

San José, esposo de la Virgen María, te rogamos por el corazón de Jesucristo, nos concedas tu paternal protección. — San Francisco de Sales



Extracto del libro:Consagración a San JoséPadre Donald Calloway