Día 8

Lectura Adicional Día 8

Extracto del libro "Consagración a San José" del padre Dolnald Calloway

DELICIA DE LOS SANTOS

A excepción de nuestra amorosa Madre, San José está por encima de todos los santos. — San Maximiliano Kolbe

Son José es un santo único. Es honrado y amado como el hombre más cercano a Cristo. Sus virtudes y santidad son extraordinarias.

Muchos Padres de la Iglesia — por ejemplo, San Jerónimo y San Agustín — alabaron a San José como un ejemplo de amor, humildad y dedicación a Jesús y María. San Gregorio Nacianceno consideraba a San José tan santo, que lo llamaba el más luminoso de todos los santos. Escribió:

El Todopoderoso ha concentrado en San José, cual sol de brillo incomparable, la combinación de luz y esplendor de todos los demás santos.

Esta afirmación de San Gregorio Nacianceno es muy atrevida, y como Doctor de la Iglesia, su enseñanza es perenne. ¿Está afirmando que la santidad de San José excede incluso a la de Nuestra Señora? No, eso no es lo que está diciendo, sin embargo, sí hay algo muy importante que aprender de la exaltada alabanza que San Gregorio hace de San José.

Permítanme explicarlo.
Desde el inicio de la cristiandad, todos los seguidores de Jesús reconocieron la superlativa santidad de María, la Madre de Jesús. Sin embargo, era raro para cualquiera en la Iglesia primitiva referirse a María como una santa, y te preguntarás por qué. Bueno, los primeros cristianos consideraban a María tan santa, que le dieron una singular categoría de santidad. Su persona y privilegios son tan grandes, que le dieron el título de “Santísima Madre de Dios.” Incluso al día de hoy es extremadamente raro que un católico se refiera a la Virgen María como “santa” María. Cuando los católicos utilizan ese título, es generalmente utilizado para un edificio o una institución que se ha nombrado en honor de la Virgen María. Por ejemplo, muchas iglesias, escuelas y hospitales se llaman “de Santa María.” En una conversación diaria, sin embargo, casi no se escucha a un católico referirse a la Virgen María como “Santa María.” Si un católico la llama así, es muy probable que la persona sea convertida al catolicismo de una de las tantas denominaciones protestantes.

Esto nos ayuda a comprender por qué los santos a lo largo de la historia se refieren a San José como el más importante de todos los santos; entendiendo que la Virgen María está en una categoría completamente diferente. En el Reino de Dios, María es la más elevada de todas las creaturas, pero San José tiene mayor jerarquía que todos los demás santos. Es muy importante que tengas presente esta distinción a medida que avances con la lectura de este libro. En ocasiones, te puede parecer que los santos, beatos y Papas afirman en sus declaraciones que San José es más santo que María; sólo recuerda que no lo es.

Muy bien. Entonces la Iglesia primitiva comprendió que San José era la persona humana más santa después de María, pero ¿qué hay de la afirmación del mismo Jesús en relación a la grandeza de San Juan el Bautista? ¿Recuerdas eso? En el Evangelio de Lucas, Jesús dice: “Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan (el Bautista)...” (Lc 7, 28). ¿No está diciendo Jesús que San Juan Bautista es más grande que San José?

De hecho, eso no es lo que Jesús está diciendo en lo absoluto. En el siglo XVI, San Lorenzo de Brindisi ofreció una respuesta bien pensada y articulada sobre esta cuestión en particular, escribiendo:

Aunque no fue su padre (de Jesús) biológico, fue su padre (San José) por la educación que le dio, sus cuidados y el cariño de su corazón. Por lo tanto, me parece que José es claramente el más santo de todos los santos, más santo que los patriarcas, que los profetas, que los apóstoles, que todos los demás santos. No se puede objetar que el Señor haya dicho de Juan el Bautista: Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan (el Bautista), (Lc 7, 28; ver también Mt 11, 11). Así como esto no puede entenderse como que Juan es incluso más santo que Cristo o la Santísima Virgen, tampoco puede entenderse en referencia a San José, el esposo de la Virgen María y padre de Cristo, porque así como esposo y esposa son una sola carne, así también José y María tenían un solo corazón, una sola alma, un solo espíritu, y de igual forma como en el primer matrimonio Dios creó a Eva para ser como Adán, así en este segundo matrimonio Él hizo a José para parecerse a la Santísima Virgen en santidad y justicia.

El razonamiento de San Lorenzo es brillante e impecable. Después de todo, Jesús y María nacieron de mujeres. ¡No es posible que Jesús haya afirmado que San Juan Bautista es más grande que el Hijo de Dios y que su Madre Inmaculada!

Para entender de mejor manera por qué Jesús no está diciendo que Juan Bautista es más grande que San José, es importante examinar toda la declaración que hizo Jesús en el Evangelio de Lucas. Leemos: “Os digo: entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan (el Bautista); sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.” (Lc 7, 28, énfasis añadido). Cuando se lee todo el pasaje, uno se percata de que Jesús está haciendo esta afirmación antes de establecerse la Nueva Alianza.

San Juan Bautista es la figura más grande del Antiguo Testamento porque es el amigo del Novio. Es el más grande de los hombres no porque haya sido el hombre más santo que haya vivido, sino porque es el “mejor hombre” en la boda del Mesías (ver Jn 3, 29). Es el hombre más grande de la Antigua Alianza, no de la nueva.

¿Quién es la persona más importante en una boda: el mejor hombre o el novio? La respuesta es obvia: el novio es el más grande. Entonces, lo que Jesús está diciendo es que todos, aun la última persona en el Reino de los cielos (es decir, aquellos que celebran la boda del Cordero), está esposado con Dios y, por lo tanto, es más grande que el mejor hombre en la boda. En el cielo, incluso la última persona es más grande de lo que Juan el Bautista fue en la tierra porque están eternamente esposados con Dios.

Otra forma de entender la preeminencia de San José por sobre todos los santos, incluyendo a San Juan Bautista, es reconociendo la suprema dignidad de la paternidad de San José. Tan grande como pueda ser Juan el Bautista, no fue el padre de Jesucristo. La paternidad tiene derechos y privilegios que acompañan sus tareas y responsabilidades, y la misión paternal de San José requirió mayores gracias que ningún otro santo haya recibido jamás.

En cualquier reino, el rey y la reina que brillan en el reino como el sol y la luna, así como las princesas o príncipes, los duques, gobernadores, etc. del reino, y especialmente los padres y familiares de sangre del rey que también brillan como estrellas en el cielo, todos ellos son honrados por los súbditos buenos y fieles del rey. Por lo tanto, amigos míos, la razón ciertamente exige que en el reino de Cristo no sólo Cristo y la Santísima Virgen sean dignos de alta estima, sino también todos los santos, y especialmente este santo hombre, José, el padre de Cristo y esposo de la Santísima Virgen, sean tenidos con el mayor honor por Cristo mismo como su padre y por la Santísima Virgen como su esposo. — San Lorenzo de Brindisi

¡San Lorenzo es un extraordinario apologista de San José! Por cierto, San Lorenzo también es Doctor de la Iglesia. En el mismo sermón, San Lorenzo ofrece otra razón por la cual el exaltado lugar de San José en el Reino de los cielos es más grande que el de cualquier otro santo:

Si Cristo está sentado a la derecha de su Padre en la gloria del paraíso por encima del coro de Ángeles porque es el primero de todos los predestinados y fue el más Santo de los santos en este mundo, y si la Santísima Virgen por razón de su propia santidad se encuentra en segundo lugar después de Cristo porque ella también es segunda por razón de la predestinación desde la eternidad y gracia en el tiempo, me parece que en virtud de que José ocupa el tercer lugar después de Cristo en la eterna predestinación y gracia en el tiempo, por esa misma razón él también ocupa el tercer lugar en la gloria del paraíso.

San José es el santo más grande en el Reino de los cielos porque Dios lo predestinó para ese puesto. ¡Esta realidad debería hacer que nuestros corazones se sintieran sumamente gozosos!

Regocíjense, siervos devotos de San José, porque están cerca del paraíso; la escalera que llega hasta allí sólo tiene tres peldaños: Jesús, María y José. — San Leonardo de Puerto Mauricio

¿Quién no está consciente de que después de la Santísima Madre, San José es — de entre todos los santos — el más querido por Dios? — San Alfonso María de Ligorio

La sublime posición en la que los Doctores de la Iglesia han puesto a San José ha permitido una forma particular de describir el amor y la reverencia que le es debida. Las siguientes distinciones fueron creadas por teólogos, y nos ayudan a comprender la reverencia que le debemos dar a Dios y a sus santos.

Latría (adoración) ➙ a Dios
Hiperdulía (la más alta veneración) ➙ María
Protodulía (primacía y superioridad) ➙ a San José
Dulía (reverencia) ➙ A todos los demás santos

En una posición única y por encima de todos los demás está Dios, ya que sólo Él es digno de adoración. En griego, la palabra para adoración es latría. Sólo Dios es digno de latría (adoración). A la Virgen María, seguida de Dios, pero por encima de todos los demás (incluyendo el más alto coro de ángeles), se le da una forma especial de veneración cuyo nombre en griego es hiperdulía, que significa “la más alta veneración.” San José, seguido de María, pero por encima de todos los demás santos, se le otorga una forma de veneración cuyo nombre en griego es protodulía, que significa “primacía y superioridad en la veneración” de entre todos los demás santos. Por último, pero no menos importante, están los santos cuya santidad reconocemos honramos con una especie de veneración que en griego es dulía, que significa “reverencia.”

Una santa que amó y reverenció a San José de una forma extraordinaria fue Santa Teresa de Ávila, otra Doctora de la Iglesia. En su autobiografía, Santa Teresa cuenta la historia de cómo fue sanada de una grave enfermedad por la intercesión de San José, y su sanación milagrosa la llevó a difundir con gran celo la devoción a este gran santo. Estaba tan convencida del poder y eficacia de la intercesión de San José, que desafió a la gente a poner a prueba esta devoción. ¡Santa Teresa de Ávila era una mujer atrevida! Esto fue lo que escribió en su autobiografía:

Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos al glorioso San José, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide. Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia. Sólo pido, por amor a Dios, que el que no me crea pruebe la verdad de lo que digo, pues verá por experiencia la gran bendición que resulta encomendarse y ser devoto de este glorioso patriarca.

Muchas personas han hecho caso del desafío devocional de Santa Teresa, pero la confianza de Santa Teresa en San José también se basa en firmes fundamentos teológicos. Varios siglos antes de Santa Teresa, Santo Tomás de Aquino, otro Doctor de la Iglesia y aclamado universalmente como el mayor teólogo de la historia de la Iglesia, afirmó que ¡el poder de intercesión de San José es ilimitado! Escribió:

Hay muchos santos a quienes Dios les ha otorgado el poder de ayudarnos en nuestras necesidades de vida, pero el poder otorgado a San José es ilimitado, extendiéndose a todas nuestras necesidades, y todos aquellos que lo invoquen con confianza sin duda serán escuchados.

A decir verdad, hay un número incontable de hombres y mujeres santos que han exaltado y se han deleitado en la grandeza de San José; hacer una lista de todos los que lo amaron y fueron devotos a él sería imposible, pero hay unos cuantos que podríamos resaltar:

San Bernardino de Siena
San Lorenzo de Brindisi
Santa Teresa de Ávila
San Francisco de Sales
Venerable María de Ágreda
San Alfonso María de Ligorio
Beato Guillermo José Chaminade
Beata María Repetto
San Pedro Julián Eymard
Beato Jean-Joseph Lataste
San Leonardo Murialdo
San Luis Guanella
Beata Ana Catalina Emmerich
San José Marello
Beata María Teresa de San José
Beata Petra de San José
San Andrés Bessette Venerable Fulton J. Sheen
San Josemaría Escrivá
Beato Gabriele Allegra

Quizás estés familiarizado con algunos de los nombres de la lista, pero apuesto que hay algunos que jamás habías escuchado; no te preocupes. En este libro conocerás más de muchos de ellos. ¡Son los campeones de San José!

Los santos, beatos y místicos no son los únicos que han amado y se han deleitado en San José. Cantidad de papas también han alabado la grandeza de San José.

Beato Papa Pío IX
Papa León XIII
Papa Benedicto XV
Venerable Papa Pío XII Santo
Papa Juan XXIII
Santo Papa Juan Pablo II