Día 7

Lectura Adicional Día 7

Extracto del libro "Consagración a San José" del padre Dolnald Calloway

EL CABALLERO CONSAGRADO

Con gran amor, San José nos impulsa constantemente a amar, servir e imitar a la Reina de su corazón, la Inmaculada Madre de Jesús. — Beato Gabriele Allegra

San José es el santo más mariano de todos. Su amor por María es mucho más grande que el de San Bernardo de Claraval, San Luis de Montfort, San Alfonso María de Ligorio, San Maximiliano Ma. Kolbe y San Juan Pablo II juntos. Jamás ha habido un santo mariano más grande que San José, y jamás lo habrá.

San José es el modelo de la consagración total a María. Mucho antes del evento del Calvario, cuando Jesús instruyó a todos sus discípulos a acoger a María en sus corazones y hogares (ver Jn 19,26-27), San José ya había acogido a María en su corazón y en su hogar. Ella es su corazón, ella es su hogar. Todo lo que él hizo fue por Jesús y María. Vivió y murió por Jesús y María.

Como José, no teman acoger a María en su hogar. — Papa Benedicto XVI

San José fue la primera persona humana en haber estado totalmente consagrado a la Santísima Virgen María. Si tuvieses que preguntarle a Nuestra Señora qué persona de toda la cristiandad la ha amado más, que haya sido la más devota a ella, y que la haya servido con mayor fidelidad, sin duda te diría que San José. Él es el prototipo, el sello, y el modelo de cómo vivir una vida de total consagración a María.

Las varias formas de consagración mariana promovida por los santos a lo largo de los siglos — por ejemplo, la de San Luis de Montfort, el Beato Guillermo José Chaminade, San Maximiliano Kolbe, el Siervo de Dios José Kentenich, y otros — encuentran su plenitud y perfección en la persona de San José.

El programa de la consagración mariana de San Luis de Montfort enseña que hay que ser esclavos de Jesús y María; el Beato Guillermo José Chaminade enseña a los fieles que hay que ser como el talón de María que le aplasta la cabeza a Satanás; el Siervo de Dios José Kentenich instruye a la gente para que se conviertan en una “aparición” de María; y el método de la consagración mariana de San Maximiliano María Kolbe enseña cómo convertirse en propiedad de María. Todas estas son formas maravillosas de describir la única dimensión fundamental de todas las consagraciones marianas: ser otro José para María.

Los grandes movimientos marianos (la Milicia de la Inmaculada, Schoenstatt, la Legión de María, el antiguo Ejército Azul que ahora se llama Apostolado Mundial de Fátima, y tantos otros, tienen como esencia la caballería, porque ser caballeroso con María significa estar en el camino hacia la santidad. Una persona caballerosa es noble, de buenos modales, valiente en la batalla, y es un refugio para los débiles. San José es el más caballero de todos los cristianos y nos enseña que todos, incluyendo mujeres y niños, pueden ser caballeros espirituales de la Reina del cielo. Ciertamente, San José es el primer caballero consagrado de la Santísima Reina.

Durante siglos, los cristianos se han dirigido a la Virgen María como “Nuestra Señora.” Es un término que reconoce el gran amor, respeto, honor y reverencia que se le debe a María; un término caballeroso. No debería sorprender, pues, que San José sea el primer hombre que se refiera a María como su Señora. María es la mujer de San José quien, ante tal belleza y maravilla femenina, se inclina en amorosa reverencia, y su misión es hacer que todos los corazones hagan lo mismo. Por eso San José es el caballero más excelso de Nuestra Señora.

Durante la Edad Media hubo cantidad de historias y leyendas sobre caballeros que viajaban largas distancias involucrándose en heroicas aventuras en busca del Santo Grial, el cáliz que contuvo la Sangre de Jesús durante la Última Cena. En esa época de caballería medieval, nadie fuera del sacerdote podía beber la Sangre de Jesús en el cáliz durante la Misa. Por esa y muchas otras razones, las historias nos cuentan que los caballeros salieron en busca del Santo Grial extraviado con la creencia de que si tomaban del cáliz tendrían vida eterna. Si bien sus heroicas aventuras eran nobles y bien intencionadas, eran del todo innecesarias. Todos los católicos que en estado de gracia reciben el Cuerpo de Cristo durante la santa Misa tienen asegurada la vida eterna, aunque no beban del cáliz. Sin embargo, deben mantenerse en estado de gracia, observar los 10 Mandamientos y obedecer las enseñanzas de la Iglesia. Pero las aventuras históricas de los caballeros medievales también fueron innecesarias por otra razón, ya que lo único que tenían que hacer para encontrar el verdadero cáliz de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor era mirar a San José, ¡el primer y más grande caballero de Nuestra Señora! Él sabe en dónde encontrar el cáliz vivo que contiene la sangre de Jesucristo dadora de vida. El Santo Grial que posee San José no se ha perdido, y él está listo para dar este cáliz a todos sus hijos espirituales.

Lo que San José enseña a sus hijos es que ¡la Virgen María es el Santo Grial! Ella es lo que busca todo caballero cristiano. A diferencia del cáliz utilizado en la Última Cena, este vaso no se ha perdido. María, el Santo Grial, se encuentra fácilmente. Los que la encuentran a ella encuentran a Jesús, encuentran la religión católica y su mayor tesoro: Jesús en la Santa Comunión. María desea llevar a todas las almas a la Santa Misa en donde podrán recibir al Cordero de Dios y obtener la vida eterna. Todos los que imitan a San José descubrirán a María y el misterio salvífico de la santa Misa.

María, Madre mía; José, padre mío, préstenme sus ojos para contemplar a Jesús. Préstenme sus corazones y espíritus para comprenderlo y sentirme apasionado por Él. — Venerable François-Xavier Nguyễn Văn Thuận

Desde el cielo San José se sigue esforzando por llevar a todas las almas a Jesús por María. Desde el cielo busca almas que estén dispuestas a ser caballeros de la Santa Reina. Desea suscitar amorosos defensores y campeones heroicos de Jesús, María y la fe católica. Quiere hombres, mujeres, niños, sacerdotes y monjas que sirvan a María y guíen a otros al Reino de los cielos. Hoy en día se necesitan almas valientes, almas que se parezcan a José, almas que se esfuercen apasionadamente por guiar a otros a la fuente de la vida eterna. ¡A Jesús por María y San José!

Él (San José) siempre favorece y protege especialmente a las almas que se amparan bajo el estandarte de María. — Santa María Magdalena de Pazzi

¡La intercesión conjunta de la Santísima Virgen y San José es sumamente poderosa! — San Andrés Bessette

Concédenos que siguiendo tu ejemplo (San José), mantengamos nuestros ojos fijos en nuestra Madre María, tu dulcísima esposa. — Venerable Papa Pío XII


Extracto del libro:Consagración a San JoséPadre Donald Calloway