La isla del tesoro

La isla del tesoro, de R. L. Stevenson. Ediciones SM. Colección Clásicos universales. Traducción de A. Fuentes. Ilustraciones de François Place.


Un viejo marinero con la cara marcada llega un día a la posada de los padres de Jim Hawkins, narrador de esta historia. Es un personaje enigmático y misterioso, que lleva junto a sí un cofre. Lo más valioso del cofre, el mapa de un codiciado tesoro, acabará en manos de Jim, quien emprenderá el viaje hacia la isla en que está escondido.

antes de leer

1. (Gran grupo. Oral)

La isla del tesoro es uno de esos libros que todos hemos leído un poco aun sin haber abierto la novela de Stevenson: quizá hemos leído una versión para niños, o visto una serie de dibujos animados, o una película, o alguien nos ha contado de qué va... Después de escuchar la "video recomendación" que este lector nos hace, poned en común lo que sabéis de La isla del tesoro, es decir, si conocéis alguna de sus muchísimas versiones y adaptaciones.

leer: el trayecto

Leed este fragmento del capítulo X -La travesía- en el que el protagonista, Jim Hawkins, se encuentra ya camino de la Isla del Tesoro junto a su amigo el doctor Livesey, el señor Trelawney (que es quien ha costeado la expedición), el capitán Smollet, y una tripulación contratada en su mayoría por John Silver, el cocinero de a bordo y viejo hombre de mar.

Tuvimos algunos días con temporales, que solo sirvieron para poner de relieve las magníficas cualidades de la Hispaniola. Toda la tripulación rebosaba de satisfacción, y con motivo, pues desde que Noé comenzó a navegar en su famosa arca, no creo que jamás en el mundo se haya tratado mejor a otros marineros. Con cualquier pretexto se les doblaba la ración de bebida y se les servían platos extraordinarios; bastaba, por ejemplo, que el aristócrata se enterase de que era el santo de alguno de los marineros. Y en cubierta había siempre gran tonel de manzanas. Y todos podían comer a su antojo.

- En mi vida he visto cosa semejante- murmuraba el capitán al doctor Livesey -. Agasajar así a los marineros es lo mismo que echar carne a los tiburones. ¡Es absurdo! ¡Vamos, de aquí no puede salir nada bueno!

Sin embargo, del famoso tonel, salió algo tan bueno, y tan oportuno y tan indispensable que sin ello seguramente habríamos perecido todos.

Así sucedió:

Aprovechando los vientos alisios, nos acercábamos rápidamente a la isla anhelada. No puedo ser explícito en detalles, porque me esta vedado; pero sí diré que avanzábamos llevando constantemente un vigía de guardia. Era el último día de viaje; aquella misma noche, o a más tardar a la madrugada siguiente, divisaríamos la Isla del Tesoro. Llevábamos rumbo S.S.O., con viento en popa y un mar tranquilo como un lago inmenso.

La Hispaniola surcaba las aguas sin el más leve rumor, levantando con su proa, muy de tarde en tarde, un blanco chorro de agua. Todas las velas estaban desplegadas y henchidas de brisa; y a bordo reinaba un júbilo contenido, silencioso, pero intenso, pues nos encontrábamos próximos al final de nuestra aventura.

Había anochecido. Yo acababa de terminar mi tarea diaria, después de cenar, y me dirigía ya hacia mi camarote, cuando sentí el deseo de comer una buena manzana. Subí en seguida a cubierta: el vigía se hallaba en el extremo opuesto, absorto y acechando la aparición de la isla, y el timonel, atento a la orza de la vela mayor, silbaba entre dientes para entretenerse. Este ligero silbido, con el blanco susurro del agua al romperse en la proa eran los únicos rumores que turbaban el profundo reposo de a bordo.

Sólo quedaban dos o tres manzanas esparcidas en el fondo. Me metí por completo en el tonel, para alcanzarlas y elegirlas a gusto; me senté en la oscuridad, y allí, encogido y zarandeado suavemente por el balanceo de la goleta, me amodorré hasta casi quedar dormido. De pronto, sentí que un hombre se sentaba bruscamente junto a mí. El choque fue tan rudo, que hizo retemblar el tonel y me despabiló en el acto. Me dispuse a salir en seguida e iba a sacar la cabeza; pero me contuve al escuchar que el recién llegado levantaba la voz. Era la voz de Silver. Y al oír sus primeras palabras, ya no me habría movido por nada del mundo. Permanecí quieto, agazapado, atento, temblando de miedo y de curiosidad. Esas pocas palabras bastaban para revelarme que la vida de todas las personas honradas que se encontraban a bordo estaba en mis manos.

después de leer

1. (Pequeño grupo. Escrita). "Esas pocas palabras bastaban para revelarme que la vida de todas las personas honradas que se encontraban a bordo estaba en mis manos." ¿Qué imagináis que pudo decir John Silver?

2. (Pequeño grupo. Escrita) "Sin embargo, del famoso tonel, salió algo tan bueno, y tan oportuno y tan indispensable que sin ello seguramente habríamos perecido todos." ¿A qué se refiere Jim Hawkins con estas palabras? ¿Qué es eso "tan bueno" que salió del tonel"?

3. (Pequeño grupo. Oral) ¿Qué hubierais hecho vosotros en la piel de Jim Hawkins? ¡Vuestra piel está en peligro!

4. (Pequeño grupo. Escrita). Tan importante como pensar en la trama argumental y los protagonistas de un relato, como decidir en qué lugar y en qué tiempo situaremos la acción, es elegir quién contará la historia: es decir, si lo hará un narrador externo, que sabe todo acerca de los personajes, o será uno de ellos, por lo que su conocimiento de los acontecimientos quedará limitado a lo que pueda ver, escuchar o sentir. Redactad un pequeño texto que recoja las respuestas a estas preguntas:

    • ¿Quién es aquí el narrador?
    • ¿Cuándo nos cuenta los hechos, en el mismo momento en que están ocurriendo o algún tiempo después? Argumentad la respuesta.
    • ¿Cuál es el peligro que acecha en este viaje? ¡Imaginadlo!


2. (Pequeño grupo. Escrita).

Cuando queremos leer un libro escrito originalmente en otra lengua, y del que hay probablemente varias ediciones, es importante a la hora de elegir una de ellas guiarnos no tanto por el diseño de la cubierta como por la traducción. ¡Puede cambiar tanto lo que leemos! Y para elegir la traducción que más nos gusta... basta con leer unas líneas.

    • Aquí tenéis el comienzo de La isla del tesoro tal y como fue escrito por Stevenson, seguido de tres traducciones diferentes. Cada grupo deberá elegir la que más le gusta y argumentar por qué es esa y no otra la elegida. Y si ninguna os convence lo suficiente, ¡proponed otra nueva!

1. The Old Sea-dog at the Admiral Benbow

SQUIRE TRELAWNEY, Dr. Livesey, and the rest of these gentlemen having asked me to write down the whole particulars about Treasure Island, from the beginning to the end, keeping nothing back but the bearings of the island, and that only because there is still treasure not yet lifted, I take up my pen in the year of grace 17__ and go back to the time when my father kept the Admiral Benbow inn and the brown old seaman with the sabre cut first took up his lodging under our roof.

1. El viejo lobo de mar en la posada del Almirante Benbow

El caballero Trelawney, el doctor Livesey y los demás gentileshombres me han pedido que relate los pormenores de lo que aconteció en la isla del Tesoro, del principio al fin y sin omitir nada excepto la posición de la isla, y ello por la sencilla razón de que parte del tesoro sigue enterrado allí; cojo, pues, la pluma en el año de gracia de 17... y me remonto a la época en que mi padre regentaba la posada del Almirante Benbow, y el viejo lobo de mar con la cara tostada y marcada con un chirlo de sable vino a hospedarse bajo nuestro techo. (María Durante/ Ediciones el País)

1. La hostería del Almirante Benbow

El señor Trelawney, hidalgo de mi pueblo, el doctor Livesey y varios otros amigos míos, me han pedido que describiese detalladamente todo lo que nos ocurrió en la Isla del Tesoro, desde el principio al fin, omitiendo solamente la situación geográfica de la isla, por cuanto aún hemos dejado en ella parte del botín rescatado. Empiezo, pues, mi relato en el año 17.... y me remonto a la época, ya lejana, en que mi padre era el propietario de la hostería del "Almirante Benbow", en la que se hospedó un viejo lobo de mar, cuyo rostro curtido por la intemperie se hallaba surcado por la siniestra cicatriz que en él dejara un terrible sablazo. (A. Fuentes /Ediciones SM)

1. Y el viejo marino llegó a la posada del "Almirante Benbow"

El squire Trelawney, el doctor Livesey y algunos otros caballeros me han indicado que ponga por escrito todo lo referido a la Isla del Tesoro, sin omitir detalle, aunque sin mencionar la posición de la isla, ya que todavía en ella quedan riquezas enterradas; y por ello tomo mi pluma en este año de gracia de 17.. y mi memoria se remonta al tiempo en que mi padre era dueño de la hostería "Almirante Benbow", y el viejo curtido navegante, con su rostro cruzado por un sablazo, buscó cobijo para nuestro techo (sic). (José María Álvarez/ Editorial Anaya)

3. (Gran grupo. Oral)

A veces, lo que encontramos en librerías o bibliotecas no es una traducción literal del libro sino una adaptación para niños o jóvenes, con menos páginas y un lenguaje algo más sencillo.

      • En el caso de clásicos como La isla del tesoro, Los tres mosqueteros, o las novelas de Julio Verne, ¿preferís leer la novela "de verdad" o alguna adaptación más ligera? ¿Por qué? Dad razones a favor y en contra de cada una de esas opciones.

4. (Pequeño grupo. Escrita) Organizad la clase en equipos de cinco personas. Una persona de cada grupo hará de Jim Hawkins. El resto, de piratas.

    • Quienes hagan de Jim Hawkins han de ser buenos dibujantes. Saldrán de la clase unos minutos y dibujarán, en un papel en blanco, un plano detallado de "la isla del tesoro": un plano en el que aparezcan las playas y acantilados, las montañas (si las hay), los árboles, los caminos, las piedras con formas extrañas, cabañas abandonadas... y su tesoro escondido. Habéis de trazar el itinerario preciso que hay que seguir desde la playa hasta el tesoro. Cada Jim ha de guardarse una copia.
    • A continuación, cada Jim Hawkins se reúne con su equipo de piratas, que tienen a su vez un papel en blanco. Jim Hawkins les va a ir describiendo, sin mostrárselo, el plano del tesoro, y los piratas tienen que tratar de reproducirlo con exactitud.
    • Por último, contrastad luego las dos versiones. ¡A ver si coinciden!

5. (Pequeño grupo. Escrita)

Busquemos algo de información sobre Robert Louis Stevenson:

    • ¿Dónde nació? ¿Cuándo? ¿Hay algún aspecto especialmente llamativo en su biografía?
    • Citad al menos otros tres títulos de libros suyos acompañados de unas pocas líneas sobre el argumento de cada uno. Si os ha entrado la curiosidad de leer alguno... ¡en la biblioteca están todos!
    • Por cierto, ¿en qué año se publicó La isla del tesoro? ¿Tuvo éxito?

6. (Gran grupo. Oral)

De La Isla del Tesoro se han hecho "infinitas" adaptaciones cinematográficas. ¿Cuántas sois capaces de localizar? Copiad el título, el director y el año de su estreno. ¿Cuál os parece, en principio, más atractiva?


taller de escritura

(Individual. Escrita) Ya habéis definiendo quién será vuestro protagonista, qué encargo recibe, dónde viven y en qué época... Es hora de elegir el punto de vista, es decir, quién va a contar la historia. ¿Primera o tercera persona? Sea la que sea, has de respetarla a lo largo de todo el relato.

Vamos a entrenarnos con un juego. Los cuentos tradicionales nos han llegado contados por una tercera persona que siempre parece ponerse de parte de uno de los personajes: "Érase una vez un niña a la que todos llamaban Caperucita Roja. Una tarde, su mamá le pidió que le llevara la merienda a su abuelita, que vivía en el otro lado del bosque". Ahora bien, ¿cómo habría sido el relato contado desde otro punto de vista? ¿Del de el lobo, por ejemplo? Probemos.

El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.

Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunté quién era, de dónde venia, a dónde iba... a lo que ella me contestó, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo.

Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para él. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.

La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegué me abrió la puerta una simpática viejecita, y le expliqué la situación. Ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama.

Cuando llegó la niña la invité a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.

Ahora bien, me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo, pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizó. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero.

Sé que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande para comerla mejor. Ahora, piensen Uds.: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité, pero fue mucho peor. La niña gritó aún más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo miré y comprendí que corría peligro, así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz de que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme.

No sé que le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero sí les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora ustedes ya la saben.

Fuente

  • Elige un cuento que te guste, escoge un punto de vista diferente desde el que contarlo... ¡y dale la vuelta!