Relación con la comunidad
El(la) estudiante maestro(a) conoce los diversos contextos sociales que condicionan la enseñanza y la gestión escolar y establece relaciones con sus colegas, padres, familias y otros miembros e instituciones de la comunidad, para apoyar el aprendizaje y el bienestar de todos sus estudiantes.
Como futura maestra de educación especial, reconozco que una de las responsabilidades más importantes que tengo es mantenerme en constante crecimiento profesional. Esta conciencia me llevó a participar en un taller enfocado en la dislexia, no solo como un requisito de mi práctica docente, sino como una verdadera oportunidad para profundizar en una condición que afecta directamente a muchos de los estudiantes con los que trabajo o trabajaré. Esta experiencia representa para mí una evidencia concreta del compromiso que tengo con mi formación y con el bienestar de mis estudiantes, y responde directamente a la Competencia #10, ya que me permitió reflexionar sobre mis responsabilidades profesionales, tomar decisiones informadas y proyectar cómo esas decisiones impactan a la comunidad escolar y más allá.
El taller de dislexia ofreció información valiosa que desmitificó muchas de las creencias erróneas que existen sobre esta condición. Aprendí, por ejemplo, que no todos los estudiantes con dislexia ven las letras al revés, como comúnmente se piensa. Se nos explicó que la dislexia es una dificultad específica del aprendizaje en el área de lectura, y que el DSM-5 la ubica dentro de los trastornos específicos del aprendizaje, destacando que quienes la presentan muestran problemas persistentes en leer con precisión, rapidez y comprensión, debido a dificultades en el reconocimiento de palabras, decodificación y escritura. Además, conocimos las señales de alerta que pueden ayudarnos a identificar a tiempo a estos estudiantes, tales como problemas con la memoria, dificultad para memorizar secuencias, desorientación espacial, errores frecuentes al leer o deletrear, y la tendencia a distraerse con estímulos sonoros irrelevantes.
Esta experiencia de formación me permitió reflexionar sobre cómo mis decisiones como maestra pueden influir directa e indirectamente en la vida de mis estudiantes. Tomar la decisión de participar en este taller me preparó mejor para identificar y apoyar a estudiantes con dislexia desde el inicio, evitando etiquetas erróneas y frustraciones innecesarias. Además, me mostró el valor de implementar estrategias multisensoriales y de apoyarme en las fortalezas de los estudiantes para facilitar su proceso de aprendizaje. Esta reflexión no solo me ayudó a reforzar mi vocación, sino también a reconocer el peso ético y profesional que conlleva cada acción que tomo dentro del salón de clases.
Seleccioné esta experiencia como evidencia de mi crecimiento profesional porque tuvo un impacto directo en mi formación como educadora. No solo adquirí conocimientos teóricos y prácticos sobre la dislexia, sino que también desarrollé una mayor sensibilidad hacia las realidades invisibles que viven muchos de nuestros estudiantes. Uno de los aprendizajes más significativos que obtuve fue entender que cada estudiante necesita un enfoque único y que como maestra debo estar abierta a aprender constantemente, para así responder de manera efectiva y respetuosa a sus necesidades individuales.
Haber vivido esta experiencia fue significativo para mí porque reafirmó mi compromiso con la equidad educativa. Entendí que como profesional no puedo quedarme con lo que aprendí en la universidad; debo salir al encuentro del conocimiento que me ayude a ser mejor para mis estudiantes. Esta mentalidad de crecimiento me impulsa a seguir formándome, a compartir lo aprendido con mis colegas y a mantener siempre una actitud de escucha activa y de colaboración dentro de la comunidad escolar.
Luego de reflexionar sobre este trabajo, me doy cuenta de que si tuviera la oportunidad de repetir la experiencia, complementaría el taller con lecturas adicionales y quizás buscaría observar una intervención real con estudiantes diagnosticados con dislexia. Esto me permitiría conectar aún más la teoría con la práctica y fortalecer mis habilidades como maestra. Además, promovería una pequeña charla o taller entre mis compañeros para multiplicar el conocimiento adquirido, reconociendo que el crecimiento profesional también implica compartir lo que aprendemos para el beneficio colectivo.
En conclusión, esta experiencia formativa me permitió poner en práctica varios elementos clave del desarrollo profesional: la reflexión ética sobre mis decisiones, la búsqueda activa de conocimientos pertinentes y la evaluación del impacto que mis acciones pueden tener en mis estudiantes y en la comunidad educativa en general. El camino del magisterio requiere humildad para seguir aprendiendo, y este taller fue un paso firme hacia mi compromiso de ser una educadora informada, empática y en constante evolución.
Como evidencia de mi compromiso con el desarrollo y desempeño profesional y personal, presento la certificación de desarrollo profesional que obtuve tras participar en un taller de lenguaje de señas. Este taller fue organizado por el Consejo de Estudiantes de la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y tuvo lugar el 13 de noviembre de 2023 en modalidad virtual a través de la plataforma Teams. Durante el taller, se ofreció una introducción al trasfondo del lenguaje de señas y se enseñaron señas básicas, tales como las de baño, buenos días, buenas noches, mamá, papá, abuelo y abuela, entre otras. Al final de la sesión, se nos brindó un espacio para hacer preguntas y pedir señas adicionales; en mi caso, solicité aprender la seña de "ayuda". Aunque la duración fue breve, de aproximadamente dos horas, el contenido abordado fue sumamente enriquecedor, incluyendo estrategias para llamar la atención de alguien que no puede escucharnos.
Esta certificación se relaciona de manera directa con la competencia diez, que resalta la importancia del desarrollo y la autorreflexión profesional. La experiencia refleja mi compromiso como futura educadora de buscar activamente el crecimiento profesional en beneficio de mi desempeño y, especialmente, del bienestar de mis futuros estudiantes. Elegí esta certificación como evidencia porque asistir al taller de lenguaje de señas fue una oportunidad para aprender una forma alternativa de comunicación que permite interactuar con estudiantes y personas que no pueden expresarse verbalmente debido a diversas condiciones, como sordera o autismo no verbal. El taller resaltó la diversidad de personas que utilizan el lenguaje de señas, lo que me motivó a aprender no solo para mejorar mi práctica profesional, sino también para fomentar un entorno inclusivo en el aula, donde todos los estudiantes se sientan valorados y comprendidos.
Esta experiencia fue particularmente significativa para mí, ya que en ese momento estaba cuidando a una niña con autismo no verbal. Aunque ella no utilizaba muchas señas, mi intención era aprender algunas que facilitaran nuestra comunicación. Además, esta certificación demuestra mi pasión por aprender continuamente y expandir mis conocimientos en diversas áreas, pues considero esencial estar preparada para cualquier situación que pueda surgir en mi carrera docente. Si bien es posible que nunca tenga un estudiante que se comunique exclusivamente mediante lenguaje de señas, esta experiencia me permite acercarme con empatía y comprensión a aquellos que enfrentan barreras comunicativas, tanto dentro como fuera del aula.
A nivel personal, participar en este taller no solo me impulsó a tomar clases adicionales de lenguaje de señas, sino que me hizo reflexionar sobre la importancia de la inclusión real y tangible. Aprender lenguaje de señas es un acto de amor hacia la sociedad y una herramienta para hacer de la educación un espacio donde todos los estudiantes puedan sentirse integrados. Este taller me dio la base para futuras capacitaciones, ya que me motivó a buscar no solo conocimientos básicos, sino a aspirar a un nivel de fluidez que me permita mantener una conversación completa con personas que utilizan este medio de comunicación.
Esta experiencia, en última instancia, es invaluable para mi desarrollo como futura maestra. Me concientizó sobre la importancia de adaptar el ambiente educativo para incluir a todos, respetando y valorando la diversidad en las formas de comunicación. Aunque mi concentración es PEA, y es posible que no reciba estudiantes no verbales, el conocimiento del lenguaje de señas me permitirá enseñar a mis futuros alumnos acerca de la diversidad comunicativa, promoviendo en ellos la empatía y la comprensión hacia otros modos de expresión. Este conocimiento no solo contribuye a mi preparación como educadora, sino que también es una herramienta valiosa que podré compartir con mis estudiantes, ayudándoles a reconocer que la comunicación se presenta en formas diversas y que es nuestro deber como sociedad facilitar la inclusión de todos.
Estaré demostrando mi competencia con dos certificaciones de desarrollo profesional que he completado en relación con la educación de la niñez temprana y el autismo. Ambas certificaciones están directamente relacionadas con mi crecimiento profesional como educadora en formación y reflejan mi compromiso con entender y abordar las necesidades emocionales y cognitivas de todos los estudiantes, incluidos aquellos con necesidades especiales. La primera certificación se centra en el fascinante mundo de las emociones en la niñez temprana. Durante este curso, exploré en profundidad cómo se desarrollan y expresan las emociones durante esta etapa crucial del desarrollo infantil. Aprendí estrategias efectivas para ayudar a los niños a identificar y manejar sus emociones de manera saludable, lo que es fundamental para su bienestar emocional y social a lo largo de sus vidas. Esta certificación fue particularmente relevante para mí, ya que mientras estudiaba en la Universidad, me encontraba inmersa en un curso sobre fundamentos psicológicos educativos, donde se discutían temas similares. La pandemia que azotaba en ese momento convirtió esta experiencia de aprendizaje en una oportunidad invaluable para comprender cómo las circunstancias externas pueden impactar en las emociones de los niños y cómo podemos ayudarles a sobrellevar estas situaciones.
Por otro lado, la segunda certificación aborda el autismo desde una perspectiva profesional, proporcionándome conocimientos y habilidades para trabajar con individuos que tienen esta condición. Durante el curso, examiné en detalle diversos aspectos del autismo, desde su definición hasta técnicas de intervención y estrategias de comunicación alternativa. También exploré los derechos de las personas con autismo según la ley IDEA, así como los diferentes niveles de severidad de la condición, basados en los criterios del DSM-5. Esta certificación fue una elección natural para mí, impulsada por mi experiencia personal cuidando a una niña con autismo. A medida que pasaba tiempo con ella, me di cuenta de la importancia de comprender sus necesidades únicas y de adquirir las habilidades necesarias para apoyar su desarrollo cognitivo y emocional de manera efectiva.
La evidencia de mis dos certificaciones demuestra un compromiso profundo con el desarrollo ético y reflexivo como estudiante maestra, incorporando aspectos cruciales como la autogestión del aprendizaje, la toma de decisiones fundamentada y la reflexión sobre el impacto de las acciones en el ámbito educativo. La elección de perseguir estas certificaciones no fue meramente una decisión superficial, sino el resultado de un proceso reflexivo y consciente que abordó varias áreas de mi desarrollo personal y profesional. Antes de embarcarme en el camino hacia estas certificaciones, experimenté un viaje interno de exploración y descubrimiento en relación con dos temas que, hasta entonces, no habían ocupado un lugar destacado en mi radar educativo, la inteligencia emocional y el autismo. El surgimiento de nuevas inquietudes educativas durante la pandemia, especialmente en relación con el manejo de estudiantes afectados por el confinamiento prolongado y sus efectos emocionales, me llevó a interesarme aún más en estos temas. Este contexto, combinado con mi experiencia personal como cuidadora de una niña con autismo, despertó mi interés y curiosidad por comprender más profundamente estos temas. La decisión de adentrarme en estas certificaciones no se tomó a la ligera; fue el resultado de una creencia arraigada en la idea de que ampliar mis conocimientos y habilidades en estas áreas específicas enriquecería enormemente mi práctica docente y mi capacidad para impactar positivamente en la vida de mis futuros estudiantes. Aunque mi énfasis se encuentra en educación especial (PEA), reconocí la importancia de explorar campos interrelacionados que pudieran complementar y fortalecer mi enfoque pedagógico.
Estas certificaciones no solo representaron un camino hacia la adquisición de nuevos conocimientos, sino también un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal. Al sumergirme en el estudio de la inteligencia emocional en la niñez temprana, profundicé en la comprensión de la importancia de las emociones en el proceso educativo y en la implementación de estrategias efectivas para fomentar la educación emocional en el aula. Además, exploré técnicas de manejo de comportamiento que tienen en cuenta las necesidades emocionales de los estudiantes, reconociendo la importancia de crear un ambiente de aprendizaje que sea seguro, acogedor y empático. La certificación en Técnicas Profesionales en Autismo me proporcionó una comprensión más profunda y detallada de la diversidad presente dentro del espectro autista, así como habilidades prácticas para trabajar de manera efectiva con niños que presentan esta condición. Durante el curso, adquirí una comprensión más clara de la importancia de la individualización y la adaptación en la enseñanza y el apoyo a personas con autismo. Asimismo, aprendí técnicas específicas, como el sistema de comunicación alternativa PECS, que pueden facilitar la comunicación y el aprendizaje para aquellos con dificultades en el lenguaje verbal. Como parte de la evaluación final de la certificación, tuve la oportunidad de realizar un proyecto en el que adapté un cuento utilizando el sistema PECS, con el objetivo de que los niños con autismo pudieran comprenderlo y participar de manera interactiva con él.
Al reflexionar sobre mi experiencia con las certificaciones sobre emociones en la niñez temprana y técnicas profesionales en autismo, encuentro un profundo significado en el conocimiento adquirido y las implicaciones que tiene para mi desarrollo futuro como maestro y para mis futuros estudiantes. Desde el inicio, mi objetivo fue profundizar en aspectos educativos que a menudo son pasados por alto, como la educación emocional y el entendimiento del autismo. Esta decisión fue motivada por mi deseo genuino de abonar a la construcción de mi desarrollo como futura educadora y poder brindar un mejor apoyo a mis futuros estudiantes con las estrategias que he aprendido. A pesar de haber completado estas certificaciones hace algún tiempo, su impacto sigue siendo significativo en mi desarrollo profesional. El conocimiento que adquirí continúa expandiéndose gracias a nuevas experiencias prácticas en la prepráctica y a la asimilación de conceptos adicionales en las clases de énfasis en educación especial. Esta fusión de teoría y práctica ha enriquecido mi comprensión y ha fortalecido mis habilidades en aspectos fundamentales de la educación. Lo más valioso de esta experiencia es haber abordado estas certificaciones con una mentalidad de aprendizaje genuino y un compromiso sincero con mi crecimiento como maestro. Reconozco que el proceso de aprendizaje nunca termina y que siempre hay oportunidades para crecer y mejorar como educador. Esta conciencia me impulsa a mantenerme conectado con mi niño interior, que es el motor que alimenta mi pasión por la enseñanza y mi capacidad para conectar con mis estudiantes.