Aunque usted esté enfermo, su imagen verdadera continúa siendo perfecta. Líguese a esa imagen verdadera y usted volverá al estado de perfección, que es la salud.
Considere que lo normal y lo natural es tener salud. La enfermedad es una anormalidad y toda anormalidad puede y debe ser eliminada.
Es más fácil tener salud que padecer la enfermedad.
Dios nunca le manda dolencias y pruebas, porque en Dios no existen dolencias ni pruebas.
Dice la Biblia, por la voz de San Pablo, lo siguiente: "El donado por Dios es la vida eterna".
Comience a creer que en usted hay una energía eterna, que es la propia Fuerza Divina.
Su cuerpo siempre reacciona a los estímulos de la mente; por eso, si él es mantenido permanentemente en estado de orden y armonía, no se corromperá.
Examinando más profundamente el funcionamiento del cuerpo humano, algunos investigadores médicos llegaron a la conclusión de que es más fácil explicar por qué los humanos deberían vivir para siempre que por qué deberían morir.
El Dr. Paul C. Aebersold, quien hace algunos años fue el director de la División de Isótopos de la Comisión de Energía Atómica, dijo lo siguiente: "Los médicos acostumbraban pensar acerca del cuerpo como si fuese una máquina que ingiere comida, aire y agua, principalmente, como combustible, para seguir funcionando. Sólo una pequeña parte, según se pensaba, era para la sustitución del desgaste de la máquina.
Las investigaciones hechas con isótopos han demostrado que el cuerpo, en lugar de eso, es mucho más parecido a un regimiento militar muy fluido, que puede retener su tamaño, su forma y su composición, aun cuando las personas en él estén cambiando continuamente, agregándose a él, siendo transferidas de un puesto a otro, siendo promovidas o rebajadas, actuando como reservas y, por fin, partiendo después de algún tiempo de servicio.
Estudios de trazados muestran que la transformación atómica de nuestro cuerpo es bien rápida y bien completa. En una semana o dos, la mitad de los átomos de sodio será sustituida por otros átomos de sodio. El caso es similar con el hidrógeno y el fósforo. Aun la mitad de los átomos de carbono serán sustituidos dentro de un mes o dos. Y así prosigue la historia para casi todos los elementos. En un año, aproximadamente el 98% de los átomos, ahora existentes en nosotros, serán sustituidos por otros átomos, que asimilamos de nuestro aire, alimento y bebida.
Perciba que su cuerpo no es una criatura frágil, pero actúa a través de una energía que escapa a nuestra explicación.
¿Qué importa, entonces si usted tiene siete años o setenta o setecientos años? En verdad, su cuerpo, por lo menos teóricamente, tiene un año de edad.
Esto ha de hacer que usted crea en la capacidad de recuperación de su organismo y en la capacidad que usted tiene de mantener la eterna juventud, sueño de todas las generaciones que ya pisaron la tierra.
NO CASTIGUE SU CUERPO
Su cuerpo es, originalmente, perfecto, saludable, vigoroso. Su cuerpo es usted. Existe perfecta interacción entre usted y su cuerpo. Su mente actúa y su cuerpo reacciona. Por tanto, quiera bien a su cuerpo. Ámelo. No lo perturbe ni lo castigue, generando pensamientos negativos y destructivos en su mente.
Como el cuerpo reacciona a los estímulos de la mente, si usted mantiene pensamientos de tristeza, de pena, de envidia, de odio, de rabia, de depresión, de angustia, de carencia, de soledad, de egoísmo, de venganza, de celos enfermizos, de amargura, de pesimismo, de discordia, de avaricia, de orgullo, de nerviosismo, de aflicción, de preocupación, de desilusión, de fracaso, de desamor, de descreimiento, esos pensamientos producen desajustes y desarmonías en el cuerpo y de ahí nacen las enfermedades.
Vea lo que acontece cuando usted alimenta, por ejemplo un sentimiento de rabia: rubor en la piel del rostro, dilatación de los párpados, manchas rojas en el blanco de los ojos, contracción y rigidez de los labios, endurecimiento del maxilar, crispación de las manos, temblor en los brazos, modificación de la voz. Pero las reacciones más desastrosas se verifican en el interior de su cuerpo: la sangre se coagula mucho más de prisa que lo normal; el número de células sanguíneas aumenta hasta cerca de medio millón por milímetro cúbico de sangre; los músculos que rodean el estómago y todo el aparato digestivo sufren espasmos que pueden provocar fuertes dolores abdominales; hay una aceleración violenta en los latidos del corazón; la presión sanguínea sube brusca y violentamente, y hasta puede explotar algún vaso del cerebro; las arterias coronarias del corazón se contraen, y se endurecen tanto que en algunas ocasiones, puede provocar angina de pecho o trombosis.
Hay otros efectos negativos, pero, por eso, usted comienza a creer que el cuerpo es el súbdito de la mente.
Mente enferma, cuerpo enfermo.
Mente sana, cuerpo sano.
TRES PASOS PARA LA CURA
Usted es uno con el Padre, que es Dios, que es la perfección, la salud, la alegría, el amor, la armonía, el bienestar, la paz, la felicidad.
Cada vez que usted revitaliza esa unión con el Padre, entra en estado de armonía mental, y, consecuentemente, produce salud en el cuerpo.
Dice la Biblia: "Apégate a Dios y ten paz; y así te sobrevendrá el bien". (Job. 22,21)
Cuando usted entra en estado de paz, automáticamente entra en estado de salud.
Recuerde que Dios no desea su enfermedad ni su sufrimiento, porque Dios es perfecto y perfección es salud.
Cuando usted reza, en el Padre Nuestro, "sea hecha tu voluntad así en la tierra (cuerpo), como en el cielo (mente)", significa que usted quiere estar conforme con la voluntad del Padre, quien desea la perfección, tanto en la mente como en el cuerpo. Por tanto, la voluntad del Padre es la salud. Y para que usted alcance la salud del cuerpo, se hace necesario alcanzar antes la salud de la mente, o sea, establecer en su mente pensamientos positivos.
Tres pasos importantes debe dar usted para alcanzar la cura de su enfermedad: en primer lugar, aparte de su mente todo sentimiento negativo de miedo, de duda, de desconfianza, y de desarmonía; en segundo lugar, sustituya esos pensamientos negativos por pensamientos de armonía, de perfección, de salud, de interacción entre su mente y la Mente Divina; en tercer lugar, fórmese un cuadro mental de su cuerpo plenamente saludable. De aquí en adelante sólo existirá esta verdad: su cuerpo restablecido, en orden, salubre, y funcionando maravillosamente bien.
La cura es infalible, pues toda imagen verdadera y unívoca enviada al Padre, que habita en el subconsciente, se transforma en realidad física.
Joseph Murphy, en su libro "Los Milagros de la mente", afirma: "Recuerde que su cuerpo posee un mecanismo orgánico que refleja el entrelazamiento del consciente con el subconsciente, o sea, el voluntario (el sistema nervioso cerebro espinal) y el sistema nervioso autónomo. Esos dos sistemas pueden trabajar aisladamente o en sincronía. La conexión de esos dos sistemas es efectuada por el nervio vago".
Jesús dijo cierta vez que, cuando dos estuvieren orando en su nombre, él estaría en medio de ellos; esto quiere decir que, cuando un pensamiento es aceptado armónicamente por la mente consciente y subconsciente, este pensamiento es atendido. Cuando hay perfecta interacción entre la mente consciente y subconsciente, hay sintonía entre usted y el Padre que habita en su interior y, en este caso, infaliblemente la oración es escuchada.
CALME LA MENTE CONSCIENTE
Cuando la mente consciente duda, tiene miedo o es negativa, usted necesita calmarla, e inclusive adormecerla, tornarla pasiva, para que no cree obstáculos a las órdenes de cura y de salud que usted envía al subconsciente.
Procure, entonces, relajar la mente consciente, descontrayendo su cuerpo y concentrándose, profundamente, en su deseo. Cálmese, aflójese bien, relájese, cierre los ojos y afirme en su mente el cuadro mental de la salud perfecta. Observe, mentalmente, su órgano enfermo que ahora funciona correctamente, energetícelo con una luz blanco-azulada y crea que él está obedeciéndole. Y así es y así será.
LA SUGESTIÓN ES UNA FUERZA INCALCULABLE
Emile Coué dijo que "para comprender bien el papel de la sugestión, o el de la autosugestión, basta saber que el subconsciente es el dirigente principal de todas nuestras funciones. Hagámosle creer que tal órgano, que no funciona bien, debe funcionar bien. Instantáneamente el subconsciente le ordena y el órgano, obedeciendo sumisamente, recupera su función normal, inmediatamente, en poco tiempo. Esto nos da el derecho de explicar, de manera simple y clara, cómo, por la sugestión, se pueden detener las hemorragias, aliviar la presión del vientre, extinguir fibromas, curar parálisis, lesiones tuberculosas, heridas varicosas, etc."
Al aplicar esta fuerza sanadora procure mantener pasiva su mente consciente, tanto cuanto fuere posible, porque entonces su orden será enviada sin distorsiones al subconsciente.
Cuando usted dice "Voy a intentar", ya está desperdiciando la fuerza principal que es la fe. Voy a intentar, significa que usted duda si resultará o no. Parta del principio indiscutible de que todo lo que el subconsciente acepta como verdadero, él lo cumple. Envíe su orden con fe y decisión. Pero mande una determinación positiva y no negativa.
Por ejemplo, no diga: Mi estómago no me dolerá; diga positivamente: Mi estómago está funcionando ahora correcta y normalmente.
Si usted está con dolor de cabeza, relájese, cierre los ojos y diga monótonamente: Está pasando, está pasando, está pasando.
EXISTE UN PODER CURADOR DENTRO DE USTED
La naturaleza actúa por sí y restablece el orden cuando éste está deteriorado. Muchas veces usted se hirió y la sangre se coaguló sola, se formó la cicatriz y, posteriormente, hasta la misma cicatriz desapareció, a tal punto que usted ya no sabe más dónde estaba el corte. Existe un Poder Curador en usted. Es la vida, fuente inagotable de perfección.
Ese Poder Curador Divino obra por sí y actúa con más energía y fuerza cuando es accionado por la mente.
Ayude a su mente a practicar más rápidamente la cura, mentalizando sugestiones positivas y afirmando la armonía y perfección existentes en usted. Así, su subconsciente sabrá exactamente lo que usted quiere y actuará en consecuencia.
Recuerde que los males que su mente creó, su mente puede curar.
No es necesario que usted sepa como funciona el Poder Curador Divino, pues probablemente nunca lo sabrá. Todas las sanaciones comienzan y terminan por el espíritu, pues él es su Vida y su vida es Dios.
Hay un dicho que afirma: "El médico trata la herida, pero quien cura es Dios". Dios, en tanto, sólo actúa en usted por medio de usted.
No es necesario redactar para Dios la lista de sus sufrimientos, pues Él lo sabe todo.
Lo que usted precisa hacer es la oración de la cura, la oración del pedido que ya ve, en sí mismo, la realidad, porque, en Dios, el pedir y el dar son una misma cosa. Fue por eso que Jesús enseñó la ley del Pedid y Recibiréis. El pedido y el recibimiento son una misma cosa.
"Y será que antes que clamen, yo responderé; estando aún hablando yo los oiré". (Isaías 64,24)
LAS CAUSAS DE LAS ENFERMEDADES
La enfermedad es un estado de desarmonía. Cuando su mente se perturba y se atormenta, está creando un desajuste en el funcionamiento del organismo: los órganos son reprimidos, o son estimulados de forma perjudicial, o sea, provocan estados de tensión, o se generan espasmos, o ácidos y químicos innecesarios son enviados al cuerpo en momentos perjudiciales; y así es roto el orden perfecto que debe existir en el funcionamiento y en la sincronización saludable de todo el compuesto humano.
No piense que la enfermedad es una fatalidad. No, no es mala suerte.
Usted es la causa de su enfermedad. Usted debe saber que toda acción provoca una reacción correspondiente. Todo acto se paga así mismo. Usted está siempre procesándose a sí mismo. Si ofende a alguien, esa ofensa está agrediéndole a usted mismo y provoca un disturbio correspondiente a la gravedad de su ofensa. Si usted desea el mal a alguien, usted está atrayendo hacia sí mismo ese mal y no escapará que ese mismo mal acabe verificándose en usted. Es por eso que el Maestro Jesús, sabio de los sabios, enseña que se debe perdonar siempre a las personas, e inclusive amar a los enemigos. Todo acto de amor genera un resultado de amor en usted mismo.
Pero, si usted desconoce la profunda y primera causa de su enfermedad, no importa. Lo que importa es que desee curarse y, para eso, es necesario entrar en estado de armonía mental.
Limpie su mente, olvide el pasado y comience a entrar en un estado de paz, de bondad interior y de alegría espiritual; entre en armonía consigo mismo, con las personas, con el universo y con Dios. Este es el primer paso. Así usted ya removerá la causa de la dolencia y estará procesando el acto de curación.
Ahora, imagine el fin deseado y siéntalo ya ocurriendo en usted. Su subconsciente, en cuyo interior está el principio de la cura, reacciona en consecuencia.
Sea cual fuere la gravedad de su dolencia, ella tiene cura, porque hay un Poder Curador Infinito dentro de usted. Úselo con fe. Con toda su fe.
LA FE ES LA MAYOR FUERZA CURADORA
Si usted recorre los grandes santuarios del mundo, por ejemplo, Lourdes, Fátima, Pompeya, Aparecida, Medianeira, Caravaggio, Luján, y tantos otros santuarios esparcidos por los países; si usted recorre las iglesias del mundo entero; si recorre los templos de todas las religiones occidentales y las orientales; si quisiera contar los millones de curas obtenidas por intercesión de millares y millares de santos; si usted quisiera catalogar a millones de personas que realizaron milagros y curas por medio de Jesucristo; si usted desea reunir la cantidad sin fin de oraciones que produjeron milagros, llegaría a la conclusión de que la fe es la fuerza más poderosa del universo.
La fe cura con la misma facilidad tanto una pequeña jaqueca colmo un cáncer de último grado. Es por eso que no existen enfermedades incurables. Jesucristo curó a los diez leprosos, dolencia considerada incurable en la época. Jesucristo curó al ciego, al sordo, al paralítico. En nombre de la fe, y diciendo decididamente: "Ve en paz, tu fe te curó". Él curó a innumerables personas durante los tres años de vida pública.
El Maestro siempre insistía: "Todo es posible para aquel que cree". "Sea lo que fuere lo que deseareis, cuando oréis creed que lo recibiréis y lo tendréis". (Marcos 11,24). "Pedid y recibiréis".
Y usted, que hasta ahora quiso construirlo todo únicamente por su capacidad de lucha, oiga al Maestro: "Hasta aquí nada pedisteis; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. (Juan 26,24). "Hágase conforme a tu fe" (Mt. 9,29). Más, no piense usted que es difícil tener fe. Nada de eso, es bien fácil. Cuando cree que aquello que está diciendo en su plegaria o en su pedido es verdadero, es decir, que sucederá, usted tiene fe.
Tenga la fe simple del niño. Acepte como verdadero e infalible el principio de que, por el hecho de pedir, ya lo está alcanzando. La fe, pues, es el puente que liga el pedido al recibimiento.
Yo vi a diversas madres usar el poder de la fe para quitar el dolor a su hijo que se había golpeado. Cuando el pequeñito cayó al suelo, se golpeó y rompió a llorar, la madre lo levantó en brazos, le preguntó dónde se había golpeado y le dijo: "Espera, voy a darte un beso ahí donde te está doliendo y se te pasará. Listo, ya pasó". El niño deja de llorar y sale a jugar nuevamente. Creyó que era así, y fue así mismo; pasó el dolor.
Convénzase de que la fe realiza milagros.
EL MILAGRO ES FÁCIL, CREA EN ÉL
No cree ningún obstáculo a su fe. Hay un poder vital dentro de usted, que es capaz de restablecer el orden y la vida de las células, hasta de una forma inmediata, si fuere necesario. Las curas que Jesús practicaba eran instantáneas.
-Ve en paz, tu fe te curó.
Y el enfermo salía feliz de la vida, completamente curado.
Usted ya debe haber visto personas desengañadas de los médicos, que alcanzaron la cura en una forma admirable. Esto no es privilegio. Basta que usted use correctamente las leyes de la fe y también quedará perfectamente curado.
Aleje de sí los pensamientos de miedo y de duda. Ellos son devastadores.
Al buscar la cura de sus enfermedades no se ponga a implorar repetidamente como si Dios fuese un déspota o un lunático.
Dios es su vida, y su espíritu es la perfección. Sumérjase en la Armonía Universal, envuélvase en la dimensión divina, siéntase uno con el Padre y este estado de perfección, de poder, de armonía, estará generando esta misma realidad en usted. La salud no es un producto que usted adquiere afuera. La salud ya existe originariamente en usted.
LA CURA POR LA PALABRA
Cuando usted está enfermo, las vibraciones energéticas de su cuerpo están en disminución. Usted necesita energetizarse, crear energía saludable y positiva, necesita generar una vibración que produzca fuerza curadora en el órgano afectado. Pensamientos negativos generan más enfermedad aún, pues disminuyen las vibraciones vitales.
Hay palabras que proferidas verbal o mentalmente, con sentimiento y entusiasmo, producen una energía especial y actúan en la cura de la molestia.
Rudyard Kipling dijo que "las palabras son el remedio más poderoso de la humanidad".
La Biblia, en el Salmo 107,20 dice así: "Él envió su palabra y los curó".
Hay vibraciones especiales en ciertas palabras y, cuando usted siente la fuerza de esas vibraciones, ellas ya comienzan a obrar en usted. Vea algunas palabras que irradian energías poderosas: Amor, Fe, Éxito, Riqueza, Paz, Alegría, Salud, Armonía, Vencer, Yo puedo.
No use como argumento en defensa de su situación precaria el hecho de no haber cursado la facultad o de no haber podido.
Se coaguló sola, se formó la cicatriz y, posteriormente, hasta la misma cicatriz desapareció, a tal punto que usted ya no sabe cómo.
La repetición también es una técnica muy útil. Si usted envía una gota de agua a su subconsciente, él recibirá tan solo una gota de agua, pero si envía un torrente el efecto será más fuerte y decisivo.
Use la palabra inspirada, emocionalizada y creída para producir la cura en sí mismo y en los demás.
El gran sabio Salomón ya decía que: "la lengua de los sabios produce la cura". (Prov. 12,18)
Al orar por la salud de alguien, afirme la salud infinita, el orden, la armonía de la mente y del cuerpo, la Presencia Infinita en esa persona, e imagine que la salud está afluyendo de usted o de Dios hacia esa persona a quien desea curar.
Crea en la fuerza de sus palabras. Haga brotar el contenido de cada palabra como un torrente irresistible de cura sobre el enfermo.
Verdaderos milagros acontecerán, puede creerlo.
"Tu le rogarás y él te oirá, y cumplirá tus votos. Formarás tus proyectos y tendrán feliz éxito, y la luz brillará en tus caminos" (Job. 27-28).
LA CURA POR LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS
Desde tiempos inmemoriales está siendo usada la técnica de la cura por la imposición de las manos.
La Biblia es riquísima en episodios de curación por la imposición de las manos.
Jesús usaba mucho esta manera de curar y la enseñó a los apóstoles, que pasaron a realizar verdaderos prodigios por todas partes.
"Ante la noticia de que Samaria había recibido la palabra de Dios, los apóstoles que estaban en Jerusalén enviaron hacia allá a Pedro y Juan. Estos, pues, descendieron y oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había venido sobre ninguno de ellos... Impusieron las manos y ellos recibieron el Espíritu Santo. Cuando Simón, el mago, vio que por la imposición de manos de los apóstoles se daba el espíritu, le ofreció dinero, diciendo: "Dadme también a mí este poder, para que toda persona a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo". (Hechos 8,14-19)
"En Iconio, Bernabé y Saulo convirtieron judíos y gentiles. Pedro los judíos incrédulos incitaron al pueblo contra ellos... Ellos, a pesar de todo, permanecieron allí por largo tiempo, predicando sosegadamente, confiados en el Señor, el cual confirmaba la palabra de su gracia por medio de milagros y prodigios, que por manos de ellos operaba". (Hechos 42-3)
"Vino junto a Jesús un leproso, cayó de rodillas ante él y le suplicó: "Si quisieres, puedes tornarme limpio". Compadecido de él, extendió Jesús la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero, sé limpio". No había acabado de hablar y ya la lepra desapareció y el hombre estaba limpio". (Marcos 1,40-43)
Tres aspectos importantes ocurrieron en esta cura efectuada por el Maestro: imposición de la mano, uso de la fuerza de la palabra y realización de la cura instantánea.
"Volvió Jesús a embarcarse y llegaron a la otra margen, donde vinieron a él grandes multitudes. Estaba aún a la vera del lago, cuando vino un jefe de sinagoga, de nombre Jairo; tan pronto vio a Jesús, arrojose a sus pies con esta súplica insistente: “Mi hijita está por morir; ven a imponerle las manos para que tenga salud y vida" (Marcos 5,21-23). "De camino hacia allá, le apretaban las multitudes. Hallábase allí una mujer que, hacía doce años, sufría de un flujo de sangre; había gastado en médicos toda su fortuna, sin encontrar quién pudiese curarla. Llegóse a él por detrás y le tocó en una de las borlas del manto y, en el mismo instante, cesó el flujo de sangre.
– ¿Quién me ha tocado?- preguntó Jesús. Negaron todos. A lo que Pedro y sus compañeros observaron:
– Maestro, la multitud te atropella y comprime, y preguntas: ¿Quién me ha tocado?
Jesús, sin embargo, insistió:
– Alguien me tocó; sentí que salió de mí una fuerza.
Viendo la mujer que no había pasado inadvertida, vino, toda trémula, postrósele a los pies y declaró delante de todo el pueblo por qué lo había tocado y cómo inmediatamente había quedado curada.
Díjole Jesús:
– Hija mía, tu fe te ha curado, vete en paz.
Aún no había acabado de hablar, cuando vino alguien de la casa del jefe de la sinagoga con este recado:
"Tu hija acaba de morir; no incomodes más al Maestro". Oyendo Jesús esas palabras le dijo:
– No temas; sólo ten fe y ella será salva.
Al llegar a la casa, no permitió que nadie entrase con él, excepto Pedro, Santiago y Juan, como también el padre y la madre de la niña. Todos lloraban y se lamentaban. Jesús, sin embargo, dijo:
– ¡No lloréis! Ella no está muerta, sólo duerme.
Lo miraron estupefactos, porque sabían que estaba muerta. Entonces Jesús la tomó de la mano y exclamó:
– ¡Niña levántate!
En eso, volviole el espíritu y ella se levantó inmediatamente. Mandó que le dieran de comer. Los padres estaban fuera de sí por el asombro" (Lucas 8,43-55).
En este hecho, usted puede percibir que Jairo, padre de la niña, pidió a Jesús que fuese a imponer las manos a la hija para que ella recuperara la salud. Y Jesús, al llegar delante de la niña, a esas alturas ya muerta, la tomó de la mano y le mandó levantarse.
Existe una energía espiritual que puede brotar de la persona a través de las manos y Jesús sabía usar como nadie este método.
El se refirió a esa fuerza especial cuando la mujer que sufría de un flujo de sangre, lo tocó y alcanzó la cura. Dijo él: “Alguien me tocó; sentí que salió de mí una fuerza".
"Tornó a retirarse del país de Tiro y fue por Sidón al lago de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis.
Trajéronle, entonces, un sordomudo y le rogaron que pusiese la mano sobre él. Jesús lo llevó aparte, fuera del pueblo, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, levantó los ojos al cielo, dio un suspiro y le dijo: "Effetha", que quiere decir: "¡Ábrete!".
Inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la prisión de la lengua, y hablaba correctamente". (Marcos 7,31-36).
"Llegaron a Betsaida. Allí le presentaron a un ciego, rogando que lo tocase. Jesús tomó al ciego por la mano y lo condujo fuera de la aldea; tocole con la saliva los ojos, impúsole las manos y le preguntó si divisaba alguna cosa.
Levantó él los ojos y dijo: "Veo andar hombres del tamaño de los árboles".
Nuevamente le puso Jesús las manos sobre los ojos; entonces se tornó penetrante la vista de él, quedó curado y distinguía todas las cosas" (Marcos 8,22-25).
USTED PUEDE CURAR. QUIEN CREE, TODO LO PUEDE
"Y convocó Jesús a los doce apóstoles, y les dio poder y autoridad sobre los espíritus malignos y la virtud de curar las enfermedades.
Después de esto designó el Señor a otros setenta discípulos más y mandóles, de dos en dos, delante de sí, a todas las ciudades que tenía intención de visitar... Y cuando entrareis en una ciudad donde os reciban, comed lo que os sirvieren; curad a los enfermos que ahí hubiere y decid: "Llegó a vosotros el reino de Dios" (Lucas 10,1-ss).
El sacerdote, por investidura de Cristo, recibió el don de curar, así como lo recibieron los apóstoles. Es muy bueno que el sacerdote ejercite ese don divino. Adonde quiera que Jesús iba, siempre se dedicaba a curar a los enfermos. A los apóstoles, sus seguidores, como usted vio anteriormente, también les mandó predicar y curar a los enfermos.
Si usted toma el libro de "Hechos de los Apóstoles", que relata las actividades de los apóstoles luego de la subida de Jesús al cielo, verá que la divulgación de la palabra divina siempre estaba acompañada del servicio de cura. A propósito, en muchos lugares el sacerdote es llamado cura. Cura viene de curar.
Incluso hay quienes dicen que santidad es una palabra que tiene su raíz en sanidad, o sea, salud.
"Crecía, cada vez más, el número de hombres y mujeres que abrazaban la fe en el Señor a tal punto que traían enfermos por las calles, extendidos en hamacas y lechos, para que, al pasar, Pedro cubriese al menos con la sombra a algunos de ellos y quedasen libres de sus enfermedades. Afluía también mucha gente de las ciudades vecinas de Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus malignos y eran todos curados." (Hechos 5,12,ss).
Pero usted también tiene el don de curar, porque usted es el propio Dios manifestado en la tierra; en usted está la Presencia Infinita, la energía divina.
Jesús dijo, cierta vez, una frase de contenido asombroso: "Aquel que cree en mí, hará las cosas que yo hago y las hará aún mayores" (Juan 14,12).
En otra ocasión, dijo el Maestro: "Quien cree se salvará. Estas son las señales que acompañarán a los que hubieren creído: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y si bebieren algún veneno que mata, nada sufrirán, colocarán las manos sobre los enfermos, y éstos quedarán curados." (Marcos 16,15-20).
San Pablo, en una carta enviada a los cristianos de Efeso, en Grecia, escribió lo siguiente: "Hermanos, yo pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que os dé un espíritu de sabiduría y de revelación para que podáis realmente conocerlo. Que él abra vuestras mentes y veáis la luz, a fin de que podáis conocer la esperanza para la cual él os llamó. Y también para que conozcáis cuán ricas son las bendiciones que él prometió a su pueblo y cuán grande es su poder que actúa en nosotros, los que creemos. Este poder es el mismo que Dios mostró con fuerza extraordinaria cuando resucitó a Cristo". (1,17-23).
El Maestro Jesús dijo que, si usted cree, tendrá dominio curador sobre los males mentales de las personas; tendrá dominio sobre sí mismo y encontrará en sí la fuente de la Sabiduría (hablará nuevas lenguas); tendrá dominio sobre los animales; dominará la materia (venenos); y dominará las enfermedades, curando a los enfermos.
Ya el apóstol Pablo asegura que el poder de Dios actúa en nosotros.
Es hora de que creamos en la dimensión divina e infinita que existe en nosotros y que nos hace dominar nuestros males y problemas.
Cúrese a sí mismo usando esta fuerza infinita, capaz de restablecer el justo orden en su mente y en su organismo.
La fe, sin embargo, no es privilegio de alguna religión. La fe es un principio divino que está en manos de toda persona.
Cierto día, Juan se aproximó a Jesús y le dijo:
– Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre y se lo prohibimos, porque no te sigue con nosotros.
Respondiole Jesús:
– No se lo prohibáis; porque quien no está contra vosotros está con vosotros (Lucas 9,49-50).
Toda persona buena puede producir buenos frutos, sea cual fuere su religión, o aunque no tenga religión.
En este caso, su espíritu es su templo y en su espíritu reside Dios. Lo que no puede suceder es que el mal consiga producir el bien. Esto sí es imposible.
EXPULSARÉIS LOS DEMONIOS
Si usted examina los casos en que Jesús ha expulsado demonios o espíritus malos, como dice el evangelio, escrito hace casi dos mil años, advertirá que se trata de dolencias mentales, psicosis agudas, hipocondría, desdoblamiento de personalidad, epilepsia y otras dolencias mentales.
En aquel tiempo llamaban demonios a todos esos males que atormentaban a las personas y no había necesidad de que Jesús ofreciera una explicación científica para cada dolencia. Él usaba el lenguaje de la época. El demonio, como entidad en sí, no puede habitar ni el espíritu ni el cuerpo de una persona, pues todo ser humano es siempre el propio Dios manifestado. El espíritu de una persona es la Vida, es la Presencia Infinita, es la imagen divina, y el cuerpo es el templo del Espíritu.
"Nadie alzará la mano contra ti para hacerte mal" (Hech. 18,10) "Nada os hará daño alguno" (Lucas 10,19).
Sólo hay una persona que puede hacerle mal a usted: es usted mismo.
Pero, sea cual fuere su estado, recurra a la Fuerza Divina que habita en su ser y usted retornará al estado de salud, de armonía y de perfección.
EXISTEN MUCHAS FORMAS DE CURAR
Existe solamente un principio de cura y a este principio usted puede darle el nombre de Dios, de Padre, de Vida, de Poder Curador, de Subconsciente, de Naturaleza u otro nombre cualquiera. Ya los métodos de curación son muchos. Los médicos siguen los patrones de la medicina; el curandero sigue su propio ritual; la ciencia que emplea el poder de la mente tiene sus técnicas; ciertas religiones tienen su método; los homeópatas transitan una senda algo diferente a la medicina tradicional.
Todas esas formas de curar no se oponen, no se contradicen, no se ofenden, más bien se ayudan y se complementan.
En un programa de televisión, llamado "Fantástico", llevado al aire en octubre/78, fue dedicado un cuadro a las "Curas por la Fe". Diversos sanadores fueron entrevistados, así como algunos médicos. Me llamó la atención lo que dijo el siquiatra Jorge Alberto Costa e Silva. Reconoció él que la fe siempre ha ocupado un lugar destacado en la cura y reconoció, además, que la mejor posición oficial de la medicina actual es no hostilizar a los que se dedican a las curas espirituales, sino aproximarse para ayudar a curar.
Por otra parte, quien cree en la cura espiritual no debe desdeñar al médico ni a los remedios, pues, si así lo hiciere, es señal de que su mente es negativa y está dificultando, todavía más, el restablecimiento de la salud.
Que siempre haya un sentimiento saludable y positivo en usted. Vea en el médico la propia manifestación divina, el intermediario entre usted y Dios; pues el médico lo es, en verdad, por cuanto tiene el Poder Divino en sí, como todo y cualquier ser humano. Vea en el médico la manifestación humana de Dios y crea en él con toda la fe. Tome los remedios con la máxima fe, entendiendo que fueron hechos por una mente unida a la Mente Cósmica Divina. Por tanto, abra todos los canales internos para que el flujo de la salud corra a través del médico, de los remedios, de la operación, de las oraciones, de la fe, de la Fuerza Divina y de la energía espiritual de otras personas.
AYUDE A CURAR Y NO ENTORPEZCA
Hace tiempo, cuando mi madre estuvo en el hospital en grave estado, yo veía que las personas que entraban en el cuarto, principalmente los familiares, cargaban en la mente un estado tenso y negativo de preocupación, de nerviosismo y de miedo.
Como el pensamiento es una vibración que trasciende a la persona, no había nada de beneficioso para mi madre en ese tipo de emoción negativa. Yo percibía eso y hasta sentí ganas de colocar un pequeño cartel en la pared del cuarto con las siguientes frases: "Usted puede ayudar: irradie salud".
Cierta noche, después que mi madre había mejorado considerablemente, volvió a pasar mal y el médico lo atribuyó al calmante que tuvo que darle.
Dijo él:
Yo le di ese calmante por causa de ustedes. Ustedes estaban muy nerviosos y preocupados.
Un hermano mío no vio lógica en eso, pues entendía que debía haber dado a la paciente lo que era benéfico para ella y no para los que la estaban cuidando.
Analizando profundamente, el médico también tenía razón, puesto que la perturbación de los visitantes afectaría a la enferma, y, para evitar que eso aconteciera, le dio el calmante para dormir.
Cuando usted está enfermo o va a visitar a un enfermo, no haga un largo comentario de la enfermedad, pues cada vez que la menciona está grabando más profundamente en el subconsciente del enfermo la imagen de la dolencia. Niegue mentalmente la existencia de la enfermedad y no le dé siquiera nombre.
Afirme la salud y vea sólo en la persona la Vida que va recuperando a las partes afectadas. Vea a Dios o al Poder Curativo actuando de manera prodigiosa. La energía espiritual que usted irradia es de enorme beneficio para el enfermo.
Los científicos ya comprobaron que la presencia de personas negativas afecta a las plantas, causa reacciones en los animales y, con menos certeza, alcanza también a las personas. La presencia de personas positivas, saludables, realiza por otra parte, una acción benéfica mediante la energía positiva que emana de ellos.
Usted puede ayudar: irradie salud.
Pida a Dios que usted sea usado por Él para irradiar salud y vitalidad a las personas convalecientes.
Afirme siempre su estado positivo: "La Fuerza Curadora Divina está fluyendo por mi intermedio hacia este enfermo. Soy positivo, soy positivo, soy positivo. Tengo el poder de ayudar en la cura. Estoy ayudando en nombre de Dios".
LAS CURAS A DISTANCIA
La cura a distancia es uno de los fenómenos más notables del mundo sobrenatural y extrasensorial.
¿Cómo se realiza? ¿Qué energía es enviada a la persona beneficiada? ¿Cómo se expande esta energía? ¿Cómo actúa?
La imagen mental, el pensamiento, el sentimiento, el deseo, la fe, alcanzan cualquier distancia, vencen todas las barreras y no sufren alteración en el tiempo ni en el espacio.
Por un lado, es fácil explicar la cura a distancia: el universo es uno solo y nosotros somos UNO con el universo, o sea, con las personas, con los seres vivos, con Dios, con la materia.
Mi pensamiento y mi energía son recibidos por la mente subconsciente de la persona a la cual son destinadas y, realizada la operación correctamente, los resultados se verifican.
Jesús realizó diversas curaciones a distancia.
Una de ellas es la siguiente: "Partió Jesús de allí y se retiró a las regiones de Tiro y Sidón. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiese. Pero no pudo quedar oculto; porque una mujer, que tenía una hija poseída por un espíritu impuro, así que oyó de la presencia de él, entró y se arrojó a sus pies. Era pagana, esa mujer, natural de Sirofenicia. Suplicó a Jesús que expulsase de su hija el espíritu maligno.
Él le respondió:
–Deja que primero se harten los hijos; no conviene quitar el pan a los hijos y dárselo a los perros.
–Es cierto, Señor –replicó ella–, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas de los hijos.
Díjole Jesús:
– Por causa de esta palabra, ve, que el demonio acaba de salir de tu hija.
Fue a su casa y encontró.....
Las causas de las enfermedades …...................... 56
El milagro es fácil, crea en él ….............................o
o, a quien no conocía, pero del cual había oído hablar.
El resultado fue la cura extraordinaria.
Se puede, también, curar a distancia directamente, sin intermediario.
Voy a contarles otra cura a distancia realizada por Jesús, también con una persona pagana, cuya fe el Maestro elogió de un modo muy especial.
"Acababa de entrar Jesús en Cafarnaúm, cuando se le presentó un centurión con esta súplica:
– Señor, tengo en casa un siervo que está en cama, con parálisis, y sufre grandes tormentos.
Respondiole Jesús:
– Iré a curarlo.
Volvió a decirle el centurión:
– Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; di una sola palabra y mi siervo será curado. Pues también yo, aunque sujeto a otro, digo a uno de los soldados que tengo a mis órdenes: ¡Ve acullá! y él va; y a otro: ¡Ven acá! y él viene; y a mi criado: ¡Haz esto! y él lo hace.
Oyendo esto, admirose Jesús y dijo a los que lo acompañaban:
¡En verdad, os digo que no encontré tan grande fe en Israel!(…)
Y dijo Jesús al centurión:
– Vete, y hágase contigo así como creíste.
Y en la misma hora el siervo recuperó la salud" (Mateo 8,5-13).
En esta cura el intermediario fue aquel oficial romano. En los dos casos, no fue la religión la que propició la cura, sino la fe de las personas deseosas de que Jesús las curase. En el primer caso, la niña recibió la energía curadora independiente de su voluntad, pues se hallaba en estado psicótico; ya en el segundo caso, es posible que el siervo del centurión romano también deseara ardientemente la cura por medio de Jesús.
Pero es digna de notar la fe ilimitada de los dos intermediarios, esto es, de la madre y del centurión, ambos paganos.
Cuando se juntan las oraciones de las personas enfermas y las sanas, la energía curadora encuentra un canal más abierto y fluye con mayor impetuosidad. Pero, si usted desea el bien a alguna otra persona que no está ligada a este tipo de proceso curativo o no acepta sus consejos o no tiene fuerzas para dejar el camino de la enfermedad, como por ejemplo, los ateos enfermos, los psicóticos, los dementes, los viciados por la bebida o las drogas, use el método de la cura a distancia y obtendrá maravillosos resultados.
Una noche por semana realizó una sesión de cura para el público. En un determinado momento, en cuanto las personas todavía están en nivel alfa, pido que traigan mentalmente a alguno de sus familiares enfermos o necesitados de algún beneficio especial. Muchas sanaciones se han realizado, en ese momento, con esos familiares que estaban lejos del local de la sesión e incluso ni sabían que estaban siendo llevados mentalmente para la cura.
LA CURA POR MEDIO DE JESÚS
Cierta noche, al realizar una sesión de cura en la ciudad de Restinga Seca, una señora me pidió que escribiera una oración a fin de ser distribuida a las personas que comparecían en la sesión de cura.
Escribí este texto, que fue distribuido y trajo muchos beneficios:
"Cuando las personas se aproximaban a Jesús para pedirle la cura de sus males y sufrimientos, el Maestro miraba a cada una con cariño y las curaba. Al ciego, al defectuoso, a los leprosos, a los acometidos de cáncer, a los sordos, a los mudos, a los diabéticos, a los que vivían con intensos dolores, a los tristes, a los deprimidos, a los neuróticos, a los nerviosos, a los psicóticos, a los desanimados, a los frustrados, a cada uno de ellos extendía la mano divina y decía:
– Ve en paz, tu fe te curó.
Usted también es uno en la multitud de los necesitados. Usted está sufriendo de un mal rebelde a los tratamientos... Usted está sufriendo de alguna tortura o amargura interior... Sí, usted también, ahora, es uno en la multitud de los que buscan a Jesús.
Y Jesús se detiene ante usted, en este instante, y le dice, con el mismo cariño, las mismas palabras que dijo a los demás hace casi dos mil años atrás:
– Ve en paz, tu fe te curó.
Y usted, entonces, feliz, seguro de que así será, ora esta plegaria agradecida:
Muchas gracias, Señor, por la cura. Muchas gracias porque tú me oíste. Tú siempre oyes con bondad y amor a todo aquel que cree en tu poder. Sé que tu palabra realizó en mí la perfección, por eso soy una persona sana, curada, perfecta, alegre y afortunada. Mi cuerpo, mi mente y mi corazón ahora están en armonía. Estoy en paz, feliz y agradecido. Por el milagro de la palabra, todo aconteció en mí, conforme a mi creencia. Estoy curado. Alcancé lo que tanto deseaba. Muchas gracias. Amen".
TESTIMONIO DE UNA SEÑORA
Celina tiene 50 años de edad y relata este testimonio: "Hace casi 20 años venía sufriendo de una ciática. Esto me obligaba a dormir con una almohada bajo la pierna izquierda, a fin de aliviar los terribles dolores. A lo largo de este tiempo, realicé diversos tratamientos médicos, y exámenes de laboratorio. Había degeneración ósea a lo largo de la columna. Me sometí a fisioterapia, tracción, masajes, horno de Bier, etc. Tomaba analgésicos diariamente, además de inyecciones dolorosísimas (vitamina B1 y B2). Todos los esfuerzos eran infructuosos hasta que, asistiendo a una Noche de Cura, quedé curada radicalmente."
"Sufría, además, de una amigdalitis crónica, eso hace aproximadamente 30 años. Tenía mal aliento, complicaciones renales, como pielonefritis y otras. No había posibilidad de operación. Quedé también curada en otra Noche de Cura".
"Hace cerca de dos años sufrí una torcedura en el pie derecho que me obligó a quedar con una pierna enyesada durante dos semanas. Aparentemente curada, cuando apoyaba el pie sentía dolores horribles bajo el talón. Era como si una centena de agujas me hincasen ahí. Quedé curada de eso también, después de mentalizaciones positivas".
"Permítame contar también que sufrí de fuertes jaquecas durante 33 años. En las crisis me aislaba en un cuarto oscuro y no me alimentaba. Tomaba hasta 6 comprimidos de analgésicos diarios e inyecciones recetadas por médicos. Nada resolvía. Decidí curarme por el Poder de la Mente y lo conseguí".
"Después de ser bien orientada conseguí acabar con ese rosario de males. Ahora mi plegaria es así: "Ningún mal puede afligirme; soy sana, alegre y feliz; soy calmosa, tranquila y serena; soy dinámica, próspera y triunfante; soy amiga de todos y todos son mis amigos; yo los amo y ellos me aman. Porque Dios habita en mí y él es la Perfección. Amen".
VE EN PAZ, TU FE TE CURÓ
Veo por lo menos cuatro fundamentos poderosos y actuantes en la orden curadora determinada por el Maestro Jesús mediante la afirmación: Ve en paz, tu fe te curó.
El primer fundamento es la PAZ. Trátase de un sentimiento positivo que restablece de inmediato la armonía y la salud en la mente. Sus males son producidos por su mente; por lo tanto, cuando usted entra en estado de paz, significa que ahora sólo existe energía positiva, pensamiento positivo, un estado mental y espiritual que ha eliminado las amarguras, las tristezas, las desconfianzas, los miedos, los resentimientos y las angustias. Por la paz, la mente queda limpia e inundada de energía curadora.
La paz es el don más necesario en su vida. Aprenda a mantenerse en un estado permanente de paz y usted estará siempre saludable.
Acabe con los sentimientos de culpas, arroje lejos sus complejos de culpa. Siempre que haya cometido algo equivocado, limpie enseguida su mente, perdonándose a sí mismo, pidiendo perdón mentalmente o verbalmente, a quien ofendió, y determine, desde ese momento, que está en paz, libre de todo sentimiento de culpa. Cuando usted cambia de pensamiento ya está perdonado y en paz. Nunca olvide que Dios siempre perdona. Usted no debe ser más riguroso que Dios: perdónese libremente. Cuando usted olvida el mal realizado, ya está perdonado. En ese caso, la cura ya se ha iniciado.
Jesús mismo demostró, cierta vez, que cuando usted entra en estado de armonía, ya está curado, sea cual fuere su dolencia.
"Embarcose Jesús y pasó a la otra orilla. Llegó a la ciudad. Y allí le presentaron a un paralítico postrado en un lecho. Viendo la fe que los animaba, dijo Jesús al paralítico:
– Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.
Hicieron, entonces, algunos de los escribas este juicio consigo mismo: "Este hombre blasfema". Jesús, sin embargo, que conocía sus pensamientos, observó:
– ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados? ¿O decir: levántate y camina? Ahora, veréis que el Hijo del Hombre tiene el poder de perdonar los pecados sobre la tierra.
Dijo entonces al paralítico:
– Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa.
Levantose él y se fue a su casa" (Mateo 9,1-7).
El Maestro mostró, en este hecho, que en el momento en que los pecados son perdonados, o sea, en el momento en que no hay más desarmonía en la mente de una persona, ya no existe más la causa de la enfermedad y, consecuentemente, ya no existe más la enfermedad.
No se quede, pues, removiendo sus errores, sus fracasos, sus problemas, sus tribulaciones, sus frustraciones, porque las tribulaciones de la mente generan las tribulaciones del cuerpo. La mente acciona y el cuerpo reacciona. A todo hecho mental o físico el cuerpo paga el precio correspondiente. Mantenga siempre su mente alivianada, limpia, saludable.
Jesucristo enseñó que es la misma cosa decir "tus pecados te son perdonados", que "toma tu lecho y anda". Significa que la salud del alma genera la salud del cuerpo. Por ese relato del evangelio, usted puede percibir que la enfermedad del alma puede generar no sólo problemas mentales, sino también parálisis y otros males físicos que, aparentemente, no tienen ninguna relación con el estado mental. De ahí la necesidad primaria de la paz interior.
El segundo elemento es la FE. En el relato de arriba, la fe ocupó un lugar decisivo: "Viendo la fe que los animaba, dijo Jesús al paralítico: Ten confianza, hijo tus pecados te son perdonados".
No se quede, por tanto, nada más que con la definición tradicional de pecado. Pecado es todo pensamiento negativo; pecado es no creer que usted nació para tener salud; pecado es pensar que la voluntad de Dios es que usted sufra y padezca enfermedades; pecado es mantener la mente fija en la imagen de la enfermedad; pecado es no creer que hay un Poder Curador Divino en usted. No desear la cura, es decir, la perfección; es dejarse estar en situación de pecado, o sea, de desarmonía. Tenga siempre la mente unida a la perfección física y mental de su imagen verdadera. Recuerde que la culpabilidad sólo existe en la mente.
Libérese de ella y estará libre de los males. Arrepentirse significa cambiar de pensamiento. Aun en medio de los males que afligen su cuerpo, que su alma glorifique al Señor Dios que habita en su interior, con la seguridad absoluta de que ya está caminando hacia la salud. Acepte su estado presente y mantenga la mente orientada hacia la perfección.
La fe es la certeza de que las leyes espirituales nunca fallan.
Si las leyes espirituales fallasen, Dios también podría fallar, lo cual es imposible. Por la fe usted se une a la Fuerza Curadora y abre su mente para que la energía divina afluya sobre usted.
El tercer elemento importante es la palabra TÚ. Sí, USTED, debe tener fe. Usted debe creer que la sanación se realizará. Usted debe creer que si existe un Poder Curador dentro de usted. No debe poner obstáculos a la acción divina. Deje a su mente calmada, pasiva y confiada en la realización del milagro. El milagro existe porque es posible. El milagro es fácil: se trata, simplemente, de la restauración de la armonía de sus células.
Únase a la fe de los demás, pero usted también debe creer.
Que su fe sea simple y absoluta, como la fe del niño.
El cuarto elemento es la CURA. He ahí el resultado infalible que le ocurre a quien limpia la mente, entra en estado de paz y cree en la ley del Pedid y Recibiréis. Jesús curaba a todos los que lo deseaban y creían. La ley de la fe no falla. La cura es segura. Nadie más que Dios, que es la perfección, desea que la perfección habite en usted. "Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo que es mío es tuyo"(Lucas 15,31). "Aproximaos a Dios y ÉL se aproximará a vosotros"(Santiago 4,8)
Cuando usted se une, por tanto, a la perfección divina, la perfección habitará en su mente y en su cuerpo.
El Salmo 37,29, dice lo siguiente: "Los propios justos poseerán la tierra y residirán sobre ella para siempre". Ahí está una afirmación increíble. Si usted pudiese mantener su mente y su corazón en un permanente estado de justicia interior, o sea, de perfección, usted vivirá para siempre, pues no habría deterioro en su cuerpo.
LA ORACIÓN QUE SALVÓ A UNA SEÑORA
Cierto día, fui llamado para atender a una señora en estado bastante grave. Ya no se levantaba de la cama, se alimentaba muy mal y se sentía débil por demás, al punto de temer que estaba condenada a muerte. Su estado era muy serio y ella juzgaba que no duraría mucho. Conversé con ella más de dos horas y le hice la siguiente oración para mentalizarla algunas veces por día:
"Un día yo no existía y Dios pensó en mí y resolvió que yo era una persona muy importante, por eso yo debía existir. A partir de este momento, yo nací del Espíritu Creador de Dios, como manifestación de su amor. Mi espíritu procede del Espíritu de Dios y, por eso, Dios está dentro de mí, me ama, me guía y vela por mí. Eso es maravilloso. Dios es amor infinito, por eso yo tengo amor dentro de mí. Dios es poder infinito, por eso tengo poder dentro de mí. Dios es perfección infinita, por eso tengo a la salud y a la fuerza curadora de Dios que me recupera la salud. Dios es la suprema felicidad, por eso tengo la felicidad dentro de mí.
"Nada más me perturba, nadie más me puede perjudicar, porque yo y Dios somos UNO. "No tengo más miedo a la enfermedad, ni a la vejez, ni al abandono, ni a la muerte, ni a la incomprensión, porque yo y Dios somos UNO.
"Sé que Dios está en mí y atiende con cariño y amor todos mis deseos; eso me infunde paz y tranquilidad.
"Me perdono a mí misma por los errores y pensamientos negativos; perdono a los demás y soy perdonada por Dios. Sé que Dios siempre perdona y nunca castiga a nadie, porque Él es el supremo amor y la suprema misericordia; es la gente la que se castiga a sí misma, cuando las cosas no van bien o cuando no se piensa positivamente y no se confía en Dios, porque eso genera angustia y las angustias y los miedos generan los males físicos y mentales.
"Ahora he aprendido a confiar en Dios y en mí misma, porque Dios está en mí.
"Soy una persona alegre, saludable, segura, agradable, llena de bondad y buena voluntad. Amo a mi marido, amo a mis hijos, amo a la familia de ellos y los coloco en las manos y en la protección de Dios.
Ellos me aman y nosotros formamos una familia unida, que se quiere bien.
"Mi vida está cada día mejor y mejor en todos los sentidos.
"Duermo tranquila y en paz, entrego mi sueño a Dios y despierto a la mañana bien dispuesta, saludable, llena de energías, alegre y sonriente.
"Sé que es dando como se recibe. Distribuiré sonrisas y salutaciones a todos y tengo la certeza de que mi corazón se llenará de sonrisas y de alegría. Aunque al comienzo no sienta la voluntad de ayudar a los demás, de sonreír, sé que Dios está en mí dándome fuerzas y recompensándome. Por la ley de la compensación, sé que Dios siempre me recompensa. Por la ley de que "yo cosecho lo que siembro", sé que recogeré la alegría, las sonrisas, las buenas palabras, la paciencia, la tolerancia, la buena voluntad y la simplicidad que yo, desde ahora, comienzo a sembrar en los otros.
"Ahora soy otra persona. Ya estoy fuerte y llena de salud; puedo ayudar a los demás, estoy dispuesta a dar la mano a las personas necesitadas. Sólo sembraré pensamientos positivos y saludables porque es eso lo que quiero que los míos recojan.
"Nunca hablaré de enfermedades, miedos ni temores, porque no existen enfermedades, miedos ni temores en nuestra casa, pues Dios está en cada uno, Dios todo lo puede y es nuestra fuerza.
"Agradezco y bendigo, de hoy en más, a la vida. Ella es el más bello obsequio de Dios.
"Agradezco a mi marido, que es maravilloso; agradezco a mis hijos; agradezco a todas las personas con las cuales me encontraré hoy.
"Todo me va bien. "Soy una persona maravillosa. Me acepto a mí misma y agrado a todas las personas.
"Muchas gracias. Muchas gracias. Muchas gracias".
Esa misma noche en que estuve en la casa de esa señora, ella se levantó y fue a tomar un café conmigo y con sus familiares. Hoy esa señora está muy bien, es alegre y saludable.
ACABE CON EL DOLOR Y SONRÍA
"Bienaventurados sois vosotros que lloráis, porque habréis de reír". Esta afirmación es de Jesús. Él admite la existencia de los momentos de dolor, pero quiere que el dolor se transforme en alegría.
El dolor es una señal que sirve para anunciar que alguna cosa no está bien en usted. El dolor es la sirena de la mente y del cuerpo. Después de emitido el aviso, su presencia es innecesaria. Es correcto y saludable, por tanto, querer que el dolor desaparezca.
Cierto día escuché a un conferencista hacer una verdadera apología del dolor; entendiéndolo necesario para que el hombre se purifique, se encuentre consigo mismo y se encuentre con Dios. Decía, además, que el dolor es el destino del hombre y que la vida está llena de dolor, del cual nadie escapa, porque la vida es así mismo. Aquel conferenciante llegó al punto de decir que "la grandeza del ser humano es reflexionar sobre su muerte y su dolor". El defendía la tesis de que la esencia de la vida es el dolor.
En el horario destinado a las preguntas sobre el tema, yo defendí el punto de vista de que la esencia de la vida es el amor y no el dolor; todo ser humano busca el amor, la paz, la alegría, el placer, la felicidad, la salud, el bienestar, y no el dolor. Si el ser humano busca esos dones es porque ellos le son debidos naturalmente; como el dolor es la antítesis de ese estado, el debe ser eliminado. Nuestra esencia es divina y en la divinidad no existe el dolor. El dolor se manifiesta por una contingencia errónea y nuestro esfuerzo es alcanzar un estado tan perfecto en el cual el dolor no exista.
Todos nosotros deseamos liberarnos del dolor; luego, no es una cosa buena ni es parte intrínseca de la criatura humana. Si ahora usted llora, alégrese porque luego estará riendo y esa alegría será más intensa debido al contraste con la situación anterior. Así como después de la tempestad nacen los días más lindos, después del sufrimiento la alegría es más vivida y la vida es más valorizada.
En lugar de meditar sobre la muerte y sobre el dolor, medite sobre la Vida y sobre la alegría.
Aceptar la proposición de que el hombre debe sufrir para ser bueno y para acordarse de Dios es igual a que un padre o una madre desee que su hijo sufra y pase problemas en la vida para que se acuerde de ellos.
El origen del dolor puede ser físico o mental, pero siempre repercutirá en la mente. Elimine el dolor de su mente y el dolor dejará de existir.
CÓMO SUPRIMIR EL DOLOR
Existen muchos remedios, comprimidos e inyecciones que se usan para suprimir el dolor. Pero no es de este método del que nos ocuparemos aquí, sino del poder de la mente.
Usted puede quitar el dolor de una persona simplemente imponiendo las manos sobre la cabeza del paciente y mentalizando, con sentimiento y convicción, que el dolor va desapareciendo y que la persona le está diciendo que no siente más nada. Su energía curadora se transfirió al paciente y equilibró el estado de salud.
Otra manera de quitar el dolor es por la sugestión. Haga que el paciente se coloque en una posición confortable, con los ojos cerrados, atento solamente a lo que usted habla. Y usted debe decir con sentimiento, con serenidad, con convicción, con voz decidida, intensa, vibrante y suave al mismo tiempo, y con deseo sincero: "Está pasando, está pasando, está pasando, está pasando... Cabeza aliviada, cabeza aliviada, cabeza aliviada..."
La repetición torna a la sugestión más eficaz y más fuerte.
Usted también puede autosugestionarse. Repita para sí mismo, con sentimiento de poder: "aliviado, aliviado, aliviado,..."Y, al mismo tiempo, imagínese en óptimo estado de salud y bien dispuesto. El subconsciente recibirá la orden y la cumplirá.
Usted puede, además, sugerirse que contará de uno a veinte y, al contar veinte, no sentirá ya ningún dolor y estará completamente saludable. Al terminar de contar, despreocúpese del problema y pase a ocuparse de cualquier otra cosa.
Usted puede emplear este método para liberar del dolor a otros. Si no pasa totalmente, vuelva a repetir la operación. Da resultado.
Si periódicamente usted sufre de dolores, como, por ejemplo, cólicos menstruales, dolor de cabeza al amanecer, dolor de cabeza en días de viento norte, dolor en las piernas al caminar, y así sucesivamente, formule una frase cargada de energía positiva, o aunque sea una palabra, y repítala muchas veces por día.
Su subconsciente abandonará la programación anterior y asumirá esa nueva programación definitiva.
Recuerde, no obstante, que quitar el dolor, no significa que la enfermedad esté curada. Ahí el camino es otro. Pero, usted puede curar sus males sin necesidad de sufrir dolores.
PIDA AUXILIO A SU GUÍA PODEROSO
Tenga un guía todopoderoso, amigo, solícito, compasivo y atento, a su disposición.
Colóquese en una posición confortable, relájese completamente, entre en nivel alfa o en estado de concentración y desee sinceramente tener un guía amigo, sabio, protector, todopoderoso. Véalo surgir en su pantalla mental; imagínelo, créelo. Puede ser un personaje desconocido, puede ser su ángel de la guarda; Jesucristo; algún santo de su devoción; puede ser un genio de la humanidad; puede ser un científico; puede ser una persona amiga, conocida, muy querida, en la cual usted confía; en fin, usted creará su amigo o su amiga de todas las horas, su consejero, curador, su héroe, su apoyo.
Ahora que usted ya tiene su guía, cada vez que desee algo, cada vez que esté en dificultad, cada vez que esté enfermo o con dolores, cada vez que necesite alcanzar algún objetivo en la vida, entre en la intimidad de su mente –cómo enseñaba Jesús– y converse con su consejero. Su amigo le dará consejos acertados, eliminará sus dolores y resolverá sus problemas. Confíe en él. Él es todopoderoso y sabio. Él existe. Todo lo que usted crea en la mente, existe. No es preciso apelar a la creencia espiritista para tener un guía. Usted mismo lo tendrá de esa forma y él es tan verdadero como la propia realidad. Confíe en él. De aquí en adelante su vida transitará por el camino correcto, con éxito.
SOLUCIONE EL PROBLEMA DE SU HIJITO CUANDO ÉL ESTÁ DURMIENDO
Cuando la persona duerme, la mente consciente está pasiva, desligada, pero el subconsciente está funcionando normalmente.
Usted puede aprovechar ese momento en que la mente consciente, usualmente llena de imágenes negativas, de miedos, de traumas, de oposición y condicionada por hábitos compulsivos, está adormecida para grabar en la mente subconsciente de su hijito mensajes benéficos.
Usted puede usar ese método para curar la enfermedad de su pequeño o para limpiar malos hábitos de la mente del niño, como, por ejemplo, el hábito de hacer pipí en la cama por la noche, de tartamudear, de ser irritable y nervioso, de ser desobediente, de no caminar, de no hablar, etc.
El subconsciente está siempre despierto. Todo aquello que el subconsciente acepta como verdadero, él lo cumple; por tanto, he ahí un momento adecuado y muy propicio para que usted ayude a su hijito. Los resultados serán maravillosos.
Cuando su hijito esté durmiendo, diríjase a él y, a una distancia de más o menos medio metro, háblele cariñosamente de aquello que usted desea que ocurra en él. En primer lugar, dígale que lo ama mucho, que todos sus familiares –el padre, la madre, los hermanos– lo aman mucho y que él es muy querido, pues puede ser que la causa de su problema sea un sentimiento de rechazo.
Enseguida dé órdenes claras y directas. Si él hace pipí en la cama, diga esto: "Mi hijo, tú eres sano, tú eres normal, tú eres perfecto, por eso, cuando sientas deseos de hacer pipí despertarás e irás al baño. Al sentir la necesidad de hacer pipí despertarás e irás al baño. Harás pipí normalmente y volverás a la cama y dormirás un sueño tranquilo y saludable. Sé que tú eres sano. Todos tus órganos te obedecen. Ahora tú has decidido que te levantarás cuando quieras hacer pipí, y por eso siempre te despertarás cuando sientas la necesidad, y harás pipí en el baño, volverás después a tu camita y dormirás un sueño tranquilo y saludable. Todos estamos contentos contigo. Ahora todo está bien contigo. Muy bien. Buenas noches".
Si el niño no consigue caminar, vaya todas las noches junto a él y cuando esté dormido dígale con sentimiento y convicción:
"Mi hijo, nosotros te amamos mucho. Tú eres muy querido por mamá, papá y tus hermanitos. Todos nosotros te adoramos. Tú eres maravilloso, eres inteligente, eres fuerte, eres sano. Tú eres hijo de Dios perfecto, por eso puedes caminar normalmente. Tus huesos son firmes, tus músculos son firmes, tus nervios son firmes y tu mente dirige correctamente tu caminar. Dios está contigo. Dios es tu fuerza. Dios quiere tu salud y por eso, mañana tú caminarás normalmente. Mañana sentirás ganas de caminar normalmente y vas a caminar normalmente. Hazlo, no tengas miedo. Dios te está guiando. Todo es correcto. Tú eres perfecto, fuerte y sano. Mañana sentirás deseos de caminar y vas a caminar. Ahora duerme bien, duerme con Dios. Mientras duermes, el Poder Curador Divino estará restableciendo el orden y la salud de tu mente y de todo tu cuerpo. Buenas noches".
El subconsciente recibirá las órdenes y, por la fuerza de la repetición, aceptará la sugestión, la determinación, y cumplirá.
Se puede grabar uno de esos mensajes en un grabador y hacer que esa orden sea repetida durante toda la noche, de quince en quince minutos, por ejemplo.
Da mejores resultados, sin embargo, la presencia real de la madre, porque en ella confía el pequeño y cree; además de eso, de ella se desprende una energía curadora que actuará, juntamente con las palabras, en la mente del niño. Pero, todos los métodos y todos los esfuerzos son válidos. Es preciso, en tanto, creer en la fuerza restauradora del subconsciente.
"Para aquel que cree, todo es posible", dijo Jesucristo.
Si la fe puede mover montañas, con mayor facilidad podrá moverlas causas de la enfermedad y de la atrofia, haciendo que la Presencia Divina se manifieste con toda plenitud en el ser humano.
Haga, crea, persista. Y el milagro ocurrirá.
SUPERE SUS HÁBITOS PERJUDICIALES Y ENFERMIZOS
– ¿Sabe?, mi hijo necesitaba adelgazar y adelgazó, en poco tiempo, cuatro kilos. Y eso sucedió por el poder de la mente.
– ¿Cómo es que lo hizo? –pregunté a esa señora, que me hablaba entusiasmada.
– Le di unos pensamientos, que encontré en un libro, él los repite algunas veces por día y, a la noche, se duerme con la mente fija en esos pensamientos.
Otra señora contó que con ella sucedió lo mismo. Su peso había sido siempre rebelde a las recetas de adelgazamiento y, sin embargo, no se resistió al tratamiento mental.
Ahí está la realidad del viejo axioma latino: Mens sana in corpore sano. Una mente sana produce un cuerpo sano.
Si usted lo considera bien, verá que el hábito de pensar es el que hace la mente y el cuerpo sanos o enfermos.
El hábito es el resultado de un pensamiento arraigado, insistente, repetido, reforzado, diariamente.
Días atrás asistí a un antiguo filme del Gordo y el Flaco. Ellos habían ido a la guerra. El Gordo fue llamado a intervenir en una batalla, mientras que el Flaco quedó patrullando su trinchera. La guerra había terminado hacía treinta años y el Flaco continuaba, solito, patrullando su trinchera, recorriendo con el fusil al hombro, todo el foso, de punta a punta. Donde él pisaba ya se había formado una zanja de más de un metro de profundidad.
Creo que ése es el efecto del hábito. La repetición lo va profundizando siempre más y más.
Existen hábitos saludables y hábitos perjudiciales.
VENZA FÁCILMENTE EL HÁBITO DE BEBER
Cuando comencé a hablar con un alcohólico, él me dijo, desanimado:
– No consigo dejar de beber. Intento dejarlo, pero me siento compelido irresistiblemente hacia la bebida y ahí todo mi esfuerzo se va aguas abajo. Es inútil. Es como aquel dicho: cuanto más me bendigo, más el diablo se me aparece.
Observe usted qué pensamiento arraigado y profundo tenía él respecto a la bebida. Con esa programación mental, ni con amenaza de muerte dejaría de beber. Fijó en la mente que no conseguiría dejar de beber y el subconsciente realizaba plenamente su deseo.
El hábito de beber no es nada más que un hábito como cualquier otro, alimentado, todo el día, por pensamientos en esa dirección: cuando un alcohólico ve una botella, piensa en la bebida; cuando ve un vaso, piensa en la bebida; cuando ve un bar, piensa en la bebida; cuando ve una propaganda de bebida alcohólica, piensa en beber; cuando ve a alguien bebiendo, piensa en beber; cuando ve un compañero de copas, piensa en beber; cuando oye a alguien hablar de cerveza, whisky, aguardiente, etc., piensa en beber; en fin diariamente envía a su subconsciente un montón de sugestiones para beber. Entonces, es lógico y racional que sea atraído por la bebida. Si así no ocurriese, habría fallado la ley del Poder de la Mente.
Aquel hombre hallaba imposible dejar de beber, pero yo le expliqué que alguna vez él no bebió ni sintió atracción por la bebida. Eso significa que no nació bebiendo; consecuentemente, el hecho de que ahora bebiera era apenas un hábito que él fue cultivando hasta la obsesión.
Pues bien, la solución estaba en crear otro pensamiento y otro deseo más fuerte.
Así como el poder de su mente había creado aquella fuerza irresistible en dirección a la bebida, de la misma forma y con el mismo éxito, el poder de su mente podría crear otro hábito, el de no interesarse por la bebida.
Cuanto más su pensamiento esté emocionalizado por el deseo sincero y ardiente, con más rapidez y fuerza el subconsciente lo convertirá en realidad. Es la ley mental de que toda acción produce una reacción correspondiente. Lo igual atrae lo igual. El pensamiento de desinterés por la bebida atrae el deseo de no beber.
Cualquier hábito puede ser eliminado, sin mayores sufrimientos y torturas, sea el hábito de beber, de fumar, de consumir drogas, u otro cualquiera. Basta crear en la mente la imagen constante en la que usted se ve libre de ese hábito. Invierta los polos del pensamiento y diga constantemente, con convicción, muchas veces por día, una frase que tenga la fuerza de expresar su deseo, por ejemplo: LIBRE PARA SIEMPRE; o VENCÍ; o puede ser esta frase: SÓLO BEBO AGUA Y REFRESCOS. Es preciso, entretanto, crear vibraciones poderosas en la frase escogida. Así, el subconsciente quedará impregnado de ese nuevo pensamiento magnetizado y cumplirá el recado.
Lo que usted tiene que hacer, por tanto, es mentalizar una frase poderosa y convincente muchas veces por día. Haga eso, aunque inicialmente nada suceda.
Un día escribí una carta a un amigo de San Pablo y, como siempre colocábamos frases pomposas o jocosas en el comienzo de la carta, esa vez me vino a la mente una frase sensacional. Se me ocurrió parodiar al gran matemático Arquímedes y escribí: "Dadme un pensamiento de apoyo y moveré el mundo".
Lo digo sinceramente convencido a toda persona de buena voluntad, que se debate en algún hábito desagradable: "Dadme un pensamiento de apoyo y levantaré tu vicio".
El vicioso, a partir del momento en que se autosugestiona que sólo le gusta beber agua y gaseosas y jugos, estará yendo rápidamente hacia la victoria total.
Es muy importante el uso de la imaginación. La imaginación tiene más fuerza que la voluntad. En el conflicto entre la imaginación y la voluntad, la imaginación siempre vence, como ya le expliqué en este libro.
Cree, entonces, un pequeño filme mental en el cual se vea felicitado por el patrón por haber dejado de beber, en otro cuadro del filme, véase siendo besado con entusiasmo por la esposa que le dice: "Querido, felicitaciones, ahora somos dichosos", inclusive, en otro cuadro mental véase, vívidamente, siendo abrazado, con toda ternura y felicidad, por su hijita que le dice: "Papá, muchas gracias, ahora me agrada tanto como eres".
La imaginación es la fuerza del subconsciente. Use y abuse de la imaginación, en su beneficio.
Por otra parte, si usted promete una vez más que no beberá más y se esfuerza por eso, pero su imaginación gira alrededor de una botella de bebida alcohólica, su subconsciente atenderá a ese llamamiento, que ya está reforzado por el hábito de tanto tiempo.
Le recuerdo, una vez más, que la cura por el poder de la mente no le exigirá sufrimientos intensos, como usted supone. Nada de eso. Piense en la alegría de ser una persona sana, victoriosa, alegre, segura, dueña de sí. Duérmase con esos pensamientos en la mente y verá que el milagro se verifica en usted, por el poder infinito e irresistible que existe dentro de usted.
SÁLVESE DEL ESTRÉS Y PRODUZCA MÁS, VIVIENDO MEJOR
El ritmo agitado, y hasta alucinante, de la vida moderna, está causando muchos perjuicios al ser humano.
Los negocios inseguros, los compromisos que dejan la cabeza del tamaño de un tranvía, los conflictos diarios en el relacionamiento familiar, las complicaciones en el empleo, las numerosas exigencias de la vida moderna, la disputa devoradora por una vacante de empleo, en el cargo,... y allá va usted entrando en espiral. El estrés perjudica a la salud y a la productividad, perturba el estado de vigilia y el del sueño.
Una persona con estrés se siente ansiosa y exhausta; es irritable; su capacidad y eficiencia se van limitando siempre más y más; el dormir ya no es reparador y los sueños van convirtiéndose en pesadillas; existe una gran dificultad para conciliar el sueño. Surge, entonces, el fantasma del insomnio.
El insomnio mantiene el estrés y hace que la persona se levante, por la mañana, aún más fatigada y sin ánimos.
Resta, entonces, una tabla de salvación: los somníferos. Según las estadísticas de 1970 (vea bien, 1970), las compañías de productos farmacéuticos, en Estados Unidos, fabricaron cinco mil millones de dosis de tranquilizan tes, cinco mil millones de dosis de barbitúricos, cinco mil millones de anfetaminas, y los médicos norteamericanos prescribieron más de doscientos millones de recetas para tales drogas. Pero, de acuerdo con los médicos Harold Bloomfield, Michael Pater Cain y Dennis T. Jaffe, "las píldoras para dormir prescritas con tanta frecuencia, son una bendición dudosa; la mayoría de esos medicamentos interfiere en la capacidad de soñar, un componente necesario para el descanso exitoso".
RELÁJESE Y SIENTA LA ALEGRÍA DE VIVIR Y PRODUCIR
La medicina reconoció, hace mucho, que el reposo es la precondición básica para todos los procesos regenerativos. El sueño regenera el cuerpo y suministra el suficiente reposo para normalizar la tensión psíquica mediante el sueño. El sueño es un subproducto de la descarga de estrés realizada cuando se duerme y permite un reposo más profundo.
Infelizmente, se está llegando a la conclusión de que, en el mundo conturbado de hoy, el dormir y el soñar no parecen suficientes para compensar el estrés en que incurre la mayoría de las personas envueltas en la carrera de nuestro tiempo.
Es preciso hacer algo más.
Y ese algo más, para mí, ya tiene nombre. Se llama relax.
Ustedes deben aprender a relajarse durante el día y hacer del relax un hábito contante en su vida. El relax libera el cuerpo y la mente de la tensión. Por el relax usted se sentirá aliviado, tranquilo y los problemas comenzarán a disminuir de tamaño. Muchos problemas desaparecerán, como por encanto, simplemente con el relax. Usted debe tener en cuenta que, cuanto más estresado estuviere, menor será su capacidad de resolver los problemas . Su estado era muy serio y ella juzgaba que no duraría mucho.
Conversé con ella más de dos horas y le hice la siguiente suerte. Su estado era muy serio y ella juzgaba que no duraría mucho. Conversé con ella más de dos horas y le hice la siguiente oración* soy muy importante, por eso yo debía existir. A partir de este momento, yo nací del Espíritu Creador de Dios, como manifestación suya.
❤️