Los Embera Chamí y Katio protagonistas del Mundial Sub20 en #bogota

Fecha de publicación: 02-ago-2011 18:26:40

palabras Clave: #Productividad #ParqueSantander #Embera #jai

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En el marco del Mundia Sub20, las instituciones de diferente nivel han hecho una alianza público-privada para abrir vitrinas de venta para las Redes de Productores de las Localidades de Bogotá.

A través de una articulación entre el Proyecto de Atención a la Comunidad Embera en la Localidad de Santa Fé, el PNUD, la Secretaría de Desarrollo Económico y FENALCO entre otros, las familias Embera podrán exihibir las artesanías que elaboran, como parte de su ancestro cultural, y que en el contexto urbano han adaptado como artículo de comercialización para garantizar su sostenimiento. De esta manera se abren entre los meses de Julio y Agosto las puertas del Centro Comercial Gran Estación, los Hoteles y Restaurantes vinculados y la Feria en el Parque Santader, que durante 23 días tendrá a la comunidad Embera que habita en el barrio San Bernardo (que presenta una concentración de problemáticas sociales), como protagonista en el centro de Bogotá.

Esta es una oportunidad para los y las Embera, quienes han padecido por más de tres décadas la persecución y violación constante de sus derechos en sus territorios de orígen, principalmente del Alto Andágueda en Chocó y las zonas de Santa Cecili, Pueblo Rico entre otros en RIsaralda.

Sin embargo, esta visibilidad debe permitir también, evidenciar las fallas que siguen existiendo en la coordinación de las instituciones Nacionales y Distritales en la atención de las problemáticas más acuciantes de esta comunidad que permanece en condiciones indígnas de vida, con alrededor de 900 personas distribuidas por el momento en los barrios San Bernardo, La Favorita, Las Cruces, y en albergue temporal en el 20 de Julio, además del grupo de la familia Waunnan que habitan en Ciudad Bolívar.

Actualmente, salvo un grupo que desde hace dos meses se encuentra en un albergue temporal de Secretaría de Gobierno y en el cual permanecerá uno mas, la mayoría de los Embera viven en habitaciones de inquilinatos, en hacinamiento, con ambientes poco saludables, compartiendo espacio con consumidores permanentes de sustancias psicoactivas; esto les ha traído múltiples enfermedades respiratorias y diarreicas, además de lo que viene con el desarraigo, la fragmetnación social y cultural.

Muchos de ellos han sido agredidos verbal y físicamente (el último de los incidentes con arma blanca) y se les ha hurtado sus pertenencias por atrasarse en los pagadiarios, en los cuales cada familia deja en promedio de 10.000 a 15.000 pesos por día.

Así las cosas, ello no quiere decir que las instituciones públicas ignoren dicha situación, o que no destinen recursos o esfuerzos para atender a los Embera. Ocurre que esta comunidad presenta situaciones tan particulares que requieren de la coordinación y pertinencia para su caso, aplicando una mirada diferencial en todo detalle. A pesar de esta realidad, ni el Estado ni la Sociedad Colombiana han respondido adecuadamente, y lo que hoy se observa son una serie de acciones que apenas comienzan a interrelacionarse pero que aún no alcanzan a convertirse en lo que se han llamado ser, "acciones integrales".

A lo que hoy se ven abocadas las poblaciones víctimas de la desazón histórica de la discriminación y el exterminio, además de la violencia pagada por los intereses económicos y políticos en los territorios ancestrales (y ricos en recursos de todo tipo), es a un condicionamiento a quedarse en el contexto urbano compitiendo con otros grupos que ya son tradicionalmente excluidos, abocados a una adaptación entendida como aculturación por el nuevo blanco, "el mestizo", o al retorno o reubicación forzados a los territorios sumidos aún en lo más álgido del conflicto, ya que la escasez de recursos para la inversión social y la recuperación de la deuda histórica con los pueblos ancestrales y la falta de decisiones políticas responsables y factibles está llevando a la comunidad Emberá asentada en las ciudades colombianas y en Bogotá.

Frente a estos hechos positivos, como la inclusión de los grupos étnicos en los programas de productividad que ofrece la ciudad, y las demás acciones de respuesta, no se puede negar que todos los actores y sectores sociales involucrados están cumpliendo con su competencia, producto de la incoherencia en las respuestas, sólo el grupo de Emberas vinculados a un proyecto de Alfabetización y Emprendimiento, formulado y en desarrollo desde la Localidad de Santa Fé podrán acceder a estas Ferias, mientras que más de la mitad de las otras familias Embera en Los Mártires seguirán a la espera de que los gobiernos locales, distritales y nacional se pongan de acuerdo en la necesidad de atender a estas familias como seres humanos y portadores de una cultura patrimonio de la Humanidad en riesgo.

Allí esta el reto, dada la oportunidad que se presenta para que los Bogotanos y Bogotanas se acerquen a una realidad, por la que ya se han tapado los ojos de vergüenza, los Embera y varios ciudadanos en la reciente exposición del fotógrafo Manuel Olarte en el Gimnasio Moderno de Bogotá.

Ver Exposición: LA PENA DE LOS JAI

JAI: Espíritus, ancestros.

Bonus:

Otra muestra del desconocimiento se halla en el mismo nombre. Se dice que a los Embera de la Montaña se les llama Dovidá y la los Embera del Río se les llama Eyavida, sin embargo de forma impuesta los evangelizadores los dieron con el tiempo en llamar Katíos y Chamí, nombre con el que se han venido a conocer en las ciudades, y repetido muchas veces por quienes de oídas al menos en un principio hemos conocido cómo se les nombra.

Muerte Cultural: Fenómeno de exclusión por parte de una comunidad dada a sus propios miembros por causa de un exilio o pérdida de derechos al interior de comunidades colectivistas comunitaristas, mediante el cual el integrante al cual se le da este tratamiento entra a ser parte de lo otro. Paradójicamente, y por razones que aún no se comprenden suficientemente, a muchos de los Embera que se encuentran en las ciudades sus comunidades de origen les han dado este tratamiento, por lo cual su retorno, el lugar y las condiciones bajo las que éste se de, está condicionado a la Justicia y prácticas tradicionales en sus comunidades.