X-tra

X-tra

Porque ésta también soy yo...

MATE

No tengo verbo, pero conozco de un lenguaje milenario sin letras ni estilos que rasguñan la arcilla.

Le espeté mi verdad al primer degustador apresurado. De paso, tanteaba el pulso de quien me vertía su alma.

Espumoso, le suspiré un "te quiero" al amor escondido y fui primer testigo de unos besos secretos, a través del fragil hálito de la bombilla cómplice.

Me reí a borbotones amargos y verdosos de una suegra no domesticada, mientras guiñaba un ojo burbujeante a la mano de la prometida.

En rueda de amigos, me puse dulce para sellar el pacto de la entrega.

Con miel, me calcé un traje de novios de camino al altar. Amargo, rompí más tarde los votos. Hirviendo odié, con café perdoné y lavado insinué mi rechazo. Con toronjil, disgusto. Frío de indiferencia. Estima con leche.

Cuántos intérpretes en cada ronda humeante. Cuánto pueblo y cuánta cercanía. Qué paradoja que quien, como yo, nada sabe de lenguas, navegue de boca en boca para decir en su mudez mucho más que las palabras.

PLATÓN Y LA MÚSICA DE LAS ESFERAS

Nochebuena y los villancicos. Cascabeles; coros de niños. Un clavicordio extraviado en la iglesia medieval. Concierto navideño para piano y violines.

Redonda. Cuatro tiempos.

La mañana en el trabajo cuando quiero volver a casa. La siesta del domingo. Ver cine documental en la madrugada. El apunte de bibliografía obligatoria abierto sobre la mesa, reclamando las ganas de ser leído. Esperar que se cocine el risotto cuando tengo mucha hambre.

Blanca. Dos tiempos.

La gente que camina, supervisada desde la ventana de mi quinto piso. Rock nacional de primer nivel. El ritmo de la pasión en clave de sol mañanero. Fort-da, el juego del carretel.

Negra. Un tiempo.

El caño de escape de la moto descompuesta. Un aleteo de torcazas en el balcón del vecino. Café con azúcar batido con cucharita antes del desayuno.

El pique de la pelota de ténis del partido que me obligás a mirar, un instante antes de quedarme dormida sin remedio.

Corchea. Medio tiempo.

Las palabras fluyendo de la ira en el ojo de una discusión (nota discordante). Entrega de un trabajo a último momento. Teclear un texto en la cima de la inspiración creadora. Arreglarme para salir cuando sé que llego tarde.

Silencio.

El segundo previo a la medianoche de Navidad. El espacio entre dos bengalas. El desconcierto después de un disparo. Soledad interminable. La verdad sobre la vida después de la muerte.

PIZZA Y SOMBRERO

Entre hilachas de muzzarella

se desgaja el ala de tu sombrero raído.

Morrones bermejos en tu boca.

Aceitunas de ébano en tus cuencas blancas.

Se durmió tu guitarra

al arrullo de la florida calleja.

Tu canto huele a fainá descascarada.

Tu pelo se oculta en el fieltro del invierno.

Sos el que pide en la esquina del ensueño.

El sin hogar. El mago del desencanto.

Sos pura pizza. Sos puro sombrero.

Ellos son vos.

Y vos sos Buenos Aires

pintando el llanto de la noche muda.

LAS SIRENAS

Sal en la sal.

Hay rumor de mar en mi caracola.

Tu tentáculo me atrapa en su andar felino y pausado.

Nunca sé si me mirás o te miro. Pero así ha sido siempre nuestro juego.

Fue largo tu cortejo y no obstante me hiciste pensar que había sido mío.

Disfrazaste tu filo de miel y flores. Me asediaste sin mostrarte. Robaste la llave dorada y ahora mi puerta respira por esperarte.

Juguemos.

Hay un tesoro escondido en mi laberinto. Hay una moneda brillando al sol que marca la entrada oscura.

Tu barco pirata despliega las velas al viento.

A ver si lográs resolver este enigma.

¿Quién es la que entreteje la espuma para derramarse en oleaje de luces?

¿Quién es la que desdibuja el faro para confundir al marinero?

¿Quién es la que mimetiza la canción e invierte el glifo y seduce gemela cabellera?

¿Cuál de las dos guarda el enigma del cofre inmáculo, de la imagen travestida ante el espejo?

Lo esencial es invisible a los ojos.

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