Burnout

Burn out

SÍNDROME DE DESGASTE PROFESIONAL EN LA DOCENCIA

Hace un tiempo, navegando por Internet, tuve uno de esos raros episodios de aburrimiento frente a la pantalla. Ya había hecho todo lo que suelo hacer en la web, de manera que recurrí a un viejo truco infalible: escribir una palabra cualquiera en el buscador y darle un Enter, a ver qué me depara el destino.

Era domingo por la noche, de manera que, de cara al aciago lunes, lo primero que se me ocurrió ingresar fue “no quiero ir a la escuela”. Planeaba reírme con alguna página infantil o adolescente. Ante mi sorpresa, se desplegó en cambio un caso de burn out en una docente de España, quien se encontraba a punto de ganarle un juicio al Estado por haber inducido su situación patológica. Fue entonces que me decidí a investigar.

El burn out, síndrome de desgaste profesional, agotamiento o fatiga crónica, puede considerarse un capítulo más dentro del amplio campo del stress laboral. Su historia y tesaurización comienza en 1974, cuando un psicoanalista de una clínica para toxicómanos en Nueva York descubre una particular condición que perturba a los residentes voluntarios.

Jóvenes e idealistas, al transcurrir el tiempo van cayendo en una progresiva desmotivación. Resulta evidente que sufren de ansiedad y estados depresivos de profundidad variable. Han perdido la sensibilidad por el drama ajeno. Se muestran cínicos frente a los pacientes e incluso belicosos. Los culpan de su circunstancia emocional.

A partir de ese momento, el burn out queda definido como el estrés laboral propio de aquellos profesionales que trabajan con personas, con las cuales mantienen una relación de ayuda, es decir, con un público demandante. Por ello es que no sólo se aplica a médicos y agentes de salud, sino también a policías, bomberos, empleados de comercio. Y ciertamente a los docentes.

Por otra parte, entre sus características generales podemos mencionar:

§ Es un problema crónico. Para entrar en la clasificación, es necesario que revista un mínimo de seis meses de duración.

§ Los afectados suelen naturalizar sus síntomas. No se plantean buscar apoyo terapéutico, pues se culpan a sí mismos o al otro, oscilando entre la desvalorización vuelta hacia adentro o la agresividad volcada en el afuera.

§ Sucede en alguien que previamente sintió satisfacción y placer por su trabajo.

§ Es más un proceso que un estado, por lo tanto reviste diferentes grados de evolución y gravedad.

Por tratarse de un síndrome, es decir de un conjunto de dolencias, se manifiesta en la pluralidad de esferas de la vida personal. Las analizaremos a continuación.

Es natural que, como consecuencia de esta serie de problemáticas, en el área de los trabajadores de la educación se registren elevados índices de ausentismo; incumplimiento de horarios e intenciones manifiestas de abandonar el trabajo o cambiar de rubro.

En la docencia argentina, en el ámbito del Estatuto de la Ciudad de Buenos Aires, es común encontrarse con una multiplicidad de fantasías que, más allá de otros significados, se asocian al cansancio y a la necesidad de encontrar un escape frente a la situación de burn out que genera la enseñanza. Las más comunes son : ascender a puestos directivos que evitarán el contacto diario con los alumnos; granjearse un diagnóstico médico que habilite el desempeño de tareas pasivas o bien conquistar otro tipo de cargos mediante una comisión de servicio fuera de la escuela.

En el caso particular de los docentes, se genera una sensación de incapacidad de satisfacer las demandas múltiples a las que se sienten sometidos por niños; padres; colegas; directores y la sociedad en general, traducida en planteos del gobierno o los medios de comunicación. Consecuencia de esto son los sentimientos de desvalorización y de ausencia de refuerzos o recompensa por su tarea.

Resulta sintomático que una importante parte de las alteraciones mentales en los docentes se hagan públicas a partir de episodios de agresión hacia los alumnos.

Entre las causas que contribuyen al desarrollo de esta condición, encontramos una variedad tan amplia como en sus manifestaciones.

Para concluir, deberíamos plantear políticas de prevención y tratamiento para este trastorno.

A esta altura, es claro que hay un abordaje ideal y un abordaje posible.

El ideal pasa por un cambio sistémico, cuestión por demás difícil si observamos la columna de las causas laborales y calculamos el presupuesto requerido para solventar las modificaciones forzosas. A lo sumo, cabría plantearse la urgencia de incorporar esta patología al ámbito de los organismos de medicina del trabajo, para que el Estado otorgue las licencias por enfermedad que se requieren y tome a sus expensas el tratamiento a cargo de profesionales especializados en clínica del burn out.

Desde el contexto de lo posible, la primera solución pasa por la toma de conciencia, la información y la difusión de esta patología. Los trabajadores de la educación necesitan estar al tanto de su existencia para reconocerla en ellos mismos ante las primeras señales. De este modo evitarán culparse, o culpar a los demás, por sus reacciones y sentimientos. También los directivos deberían ser informados, para comprender la importancia de ofrecer al personal comentarios de aprobación y estímulo frente a los aciertos.

También han de establecerse pautas de cambio individual y dentro del grupo de trabajo, para alcanzar la estrategia adecuada que proporcione o devuelva el bienestar perdido. Algunas son:

- Realizar actividades relajantes fuera del ambiente escolar.

- Organizar el tiempo y establecer prioridades.

- Discutir los problemas con otros colegas.

- Conocerse a sí mismo e identificar debilidades y fortalezas.

- Generar confianza en las propias habilidades.

- Aprender a imponer límites a las exigencias del entorno.

- Establecer fronteras para proteger la vida privada.

- Identificar cualquier aumento de tensión.

BIBLIOGRAFÍA:

    • Da Silva Rodio, Fredy. El síndrome del burn out en Drogas, ética y trangresión. Montevideo, Psicolibros, 2001.

    • Randall, Shelley Carolyn. Teacher burnout, depressive symptoms and coping. Pensylvania, University Press, 1993.

    • Ministerio de Administración Pública Español. Estrés en la educación. Revista de Educación. Vol. 9 Nº 7. Madrid, 2000.

Lo esencial es invisible a los ojos.

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