Luisa, la persona

Yo, la persona

La pregunta es quién soy y la respuesta salpica igual que la lluvia, desde todas partes. Como Jesús, puedo decirles que soy la que soy. O que soy lo que soy, como cantaba Donna Summer. O que soy la punta del iceberg de mí misma, como escribió Freud. Cualquiera de las definiciones dibuja pistas sobre mi identidad.

Sin embargo, todo es ilusorio. Porque, en última instancia, sólo les estoy mostrando a quien yo creo que soy. Y ustedes me retrucan: “da lo mismo, si igual nos importa tres pepinos quién seas”. Es su venganza ante mi mentira.

No quieren conocerme. Ni podrían, así lo intentaran por medio de estas palabras vacías.

Permitan que les ahorre la cortina de humo y ustedes ahórrenme la indiferencia.

No soy nadie y no hice nada. Mejor quedamos así.

Lo esencial es invisible a los ojos.

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