¿Para quién canto yo, entonces? Si los humildes nunca me entienden. Si los hermanos se cansan de oir las palabras que oyeron siempre. Si los que saben no necesitan que les enseñen...
A veces, siento que la enseñanza es una profesión imposible. O en el mejor de los casos, redundante. Supongo que nos pasa a todos. Este espacio busca rescatar aquello de la docencia que todavía me redime.
Y yo canto para usted. El que atrasa los relojes. El que ya jamás podrá cambiar y no se dio cuenta nunca que su casa se derrumba.
Lo esencial es invisible a los ojos.