La telaraña virtual:

ese canto de sirena

La telaraña virtual I :

ese canto de sirena

Los chicos están frente a una pantalla estemos o no estemos. De día, a veces de noche. Ruido de teclado. Click de mouse. Una risa ahogada. Nos acercamos y unos deditos rápidos minimizan la ventana.

La mitología urbana nos trae innumerables historias de abordaje de niños, víctimas de adultos inadaptados. Pedofilia, estafa, delincuencia común. Secuestros express o casas desvalijadas a partir de los datos que nuestros hijos filtran ingenuamente en mensajería instantánea.

Sin embargo, a partir de la eclosión de Internet y de la masificación de los celulares, la tecnología nos deja bien en claro que la comunicación no puede impedirse ni censurarse. Lo cierto es que los más pequeños también desafían al ciberespacio y se comunican.

¿Qué hacemos como padres, como docentes, como adultos preocupados?

Las prohibiciones no son la solución definitiva cuando no podemos sostenerlas. Y en este caso no podemos. La web se abre paso y no es posible sentarse junto al niño para monitorear cada instante de su navegación.

Decir que el diálogo es importante, hoy ya suena trillado. El diálogo por sí mismo no basta, si no aparece en un marco en el que tanto el emisor como el receptor compartan un mínimo de contexto. Esto lo manejan bien las empresas publicitarias, que arman sus campañas a partir de mensajes que sean familiares para determinado público. Dicho de otra manera, les hablan en su mismo idioma.

Los adultos deberíamos interiorizarnos en el nuevo medio que se les presenta a nuestros jóvenes y que será un mundo más en el que ellos se desenvuelvan. Deberíamos familiarizarnos con el vocabulario de este discurso y sus géneros. Chat, blog, flog, foro, página web, juegos en red, son todas formas en que el otro se nos acerca, con su carga de riquezas y de riesgos.

Compartamos tiempo con los pequeños. Conversemos con ellos con conocimiento de causa. Miremos su ciberuniverso con ojos de niño y perspicacia de anciano. Sobre todo, conozcamos la red y lo que ofrece. Naveguémosla para experimentar en carne propia, como Ulises modernos, sus cantos de sirena. Ofrezcamos a nuestros hijos opciones testeadas para encarar los peligros y disfrutar al máximo las ventajas.

Lo esencial es invisible a los ojos.

HOME