DOS MIRADAS
El Eufemismo de un Genocidio
La llamada Guerra de la Independencia no fue más que una guerra civil entre españoles peninsulares y los nacidos en América. Francisco Antonio Encina, historiador plagiario, afirma que esta verdad es de Perogrullo. El jefe del ejército chileno se formó de la leva forzosa de los peones, a punto de lazo y violencia.
Una Guerra Inconclusa
Ronald Wilson (*)
En Chillán los Mapuches se aliaron con los bandidos Pincheira y los Benavides, pues previeron muy bien que el ejército chileno iba a mostrarse más despiadado que los mismos españoles.
Después de la abdicación de O´Higgins, que no tuvo nada de generosa ni patriótica, como la presentan los mitólogos historiadores, y sólo fue la caída de un tirano, el ejército estaba dirigido por el general liberal Ramón Freire, (1830), quien después de múltiples traiciones por parte de los primos Joaquín Prieto y Manuel Bulnes, fue derrotado en la batalla de Lircay.
El tirano Diego Portales no sólo desterró a Freire, sino que también solicitó al consejo de guerra que decretara el fusilamiento de los principales generales que habían luchado por la independencia de Chile, por el solo hecho de ser liberal.
Luego de la Independencia de Chile, la zona sur se encontraba en una situación muy distinta a la del territorio de la zona central. Los bandoleros y montoneros, grupos de soldados prófugos, asolaban las haciendas mostrando la debilidad de las autoridades de la zona.
Luego de resueltas las pugnas interburguesas, el conservantismo triunfante desencadenó su respuesta.
La Guerra del Pacífico, es decir, del nitrato, entre 1879-1883, no fue ganada por los militares, que tenían por jefe a un general sumamente básico, Manuel Baquedano, cuya única estrategia era atacar a bayonetazos sin importar la muerte de los soldados, sino que fue lograda por los ministros del gobierno de Aníbal Pinto, Rafael Sotomayor y, posteriormente, por José Francisco Vergara, ya que fueron capaces de planificar la logística fundamental para ganar la guerra, sumado al valor de los mineros, que no contaba ni con formación militar propia de los soldados profesionales.
En otro escenario en el sur del país, la llamada “pacificación de la Araucanía” no fue otra cosa que un verdadero genocidio en contra de los pueblos Mapuche perpetrado por el ejército chileno, que no sólo diezmaron gran parte de la población, sino que también les expropiaron millones de hectáreas de las mejores tierras. Al igual que en el genocidio de los Selk’nam en el extremo sur del país, resulta imposible llegar hoy a una cifra exacta de muertos.
Sin embargo, se estima que fueron varios miles.
No sólo los militares fueron bestiales en la persecución de los pueblos originarios: da pena leer los textos del historiador Benjamín Vicuña Mackenna al despedirse, en forma despectiva, de los Mapuche y justificar la matanza en favor de la civilización y del progreso. Si leemos al ex Presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento, encontraremos similares referencias a los Mapuche de la Patagonia.
En general, siempre será una mácula de estos “cultores del progreso” a costa de la cruel aniquilación de los pueblos originarios.
Las decenas de víctimas mapuches en las últimas dos décadas no son solo la suma de enfrentamientos violentos entre las comunidades mapuches y las fuerzas de orden.
Estos enfrentamientos con los comuneros mapuches son episodios reeditados de la Pacificación de la Araucanía, en la cual está empeñado el Estado de Chile desde mediados del siglo XIX, o quizás son rebrotes de una Guerra de Arauco, nunca finalizada.
La política del Estado chileno que fue irónicamente denominada “Pacificación de la Araucanía”, tenía como objetivo incorporar a la plena soberanía del Estado los territorios comprendidos entre los ríos Bio Bío, por el norte y Toltén por el sur. Tierras ancestrales habitadas por los pueblos picunches, huilliches, cuncos, pehuenches y mapuches. Desde la Conquista hasta obtenida la Independencia e instaurada la República, el pueblo mapuche nunca pudo ser vencido ni doblegado. Los territorios tras la Frontera sur del río Bio Bío, lo que hoy en integra parte de la Región de Bio Bío y la Araucanía, quedaron en una situación de statu quo, dando por hecho que pertenecían a Chile, pero sin una presencia efectiva del Estado, en el cual los pueblos originarios siguieron desarrollando su vida tradicional en relativa convivencia con las autoridades nacionales.
Es a partir de un hecho casi anecdótico de nuestra historia, como es la aparición en la zona de un personaje novelesco como es Orelie Antoine de Tounens, quien se proclama Rey de la Araucanía, en 1861, que hizo caer en cuenta al Gobierno de la época que era necesario adoptar una decisión estratégica de anexión de la Araucanía. A pesar que la aventura de Orelie Antoine I, no tuvo ninguna consecuencia política, las autoridades deciden aplicar un plan de ocupación territorial de los territorios mapuches, propuesto por el General Cornelio Saavedra. Fue el plan de “Pacificación de la Araucanía”.
Según la historia oficial, este plan incluyó acciones militares de ocupación de los territorios, además de una supuesta penetración pacífica mediante el traspaso de los avances de la “civilización” a dichas tierras mediante la fundación de ciudades, construcción de caminos, incorporación del telégrafo, y un plan de educación y salud con la creación de escuelas y hospitales.
En una primera etapa el General Cornelio Saavedra ocupa hasta el río Malleco y funda Angol, Mulchén y Lebu en 1862. Por la costa avanza hasta el río Toltén. Durante la Guerra del Pacífico el Ejército se concentró en las campañas del norte, situación que es aprovechada por los mapuches para lanzar una contraofensiva en 1880 que significa reconquistar parte de los territorios ocupados.
Una vez terminada la Guerra del Pacifico y desmovilizado el Ejército, el Gobierno ordena retomar en forma definitiva la segunda etapa de la Pacificación de la Araucanía.
Es esta campaña se construyen o reconstruyen otras ciudades como Villarrica, Carahue, Temuco e Imperial.
En los hechos, la Pacificación de la Araucanía fue una ocupación brutal y violenta, una acción militar que a sangre, fuego y alcohol pretendió doblegar a un pueblo jamás vencido. Esta nueva guerra contra el pueblo mapuche es emprendida por gobiernos democráticos de una República independiente y pujante económicamente, se hace mediante los más modernos armamentos disponibles en la época, con un Ejército con toda la experiencia adquirida en la Guerra del Pacífico. El éxito militar estaba garantizado. Las estrategias de “persuasión” también obtuvieron renombrado éxito.
Sin embargo, la historia oficial omite que la Pacificación de la Araucanía fue un genocidio del pueblo mapuche, que usurpó sus tierras a nombre del Estado de Chile, y las entregó a título gratuito a diversos personajes ávidos de riqueza que se ofrecieron como colonos -chilenos o extranjeros- para hacer patria incorporando de esa forma esas tierras salvajes a la civilización y al desarrollo capitalista que gozaba el resto de la República.
Al respecto, recuerdo que mi abuelo, el Reverendo William Wilson, Pastor Anglicano y médico, que llegó a Chol Chol a principios del siglo XX, convirtiéndose en un gran defensor de la causa mapuche, contaba cómo esos nuevos dueños de los latifundios construidos en base a las tierras comunales mapuches, encargaban a bandas de forajidos para que salieran a cazar indios, y por cada oreja cortada de un indio muerto pagaban para despejar la zona de esa plaga aborigen. Todo eso con la solícita protección del Ejército de Chile que imponía el orden y de esa manera aseguraba una pacífica incorporación de esos territorios al Estado de Chile.
La muerte de tantos comuneros mapuches en actos de violencia producidos en los últimos años, indican que la Pacificación de la Araucanía no ha terminado. Hoy los descendientes de esos colonos que usurparon las tierras ancestrales de los mapuches, se han convertido en grandes empresas forestales, destruyendo las tierras de cultivo y contaminando ríos y napas subterráneas, que son el corazón de la cosmovisión del pueblo mapuche, que vincula indisolublemente la vida humana con la sustentabilidad de la naturaleza. Cada día ese pueblo es acorralado, perseguido, ignorado, desconocido, como si nunca hubieran existido, o como si nunca hubieran pertenecido a esos territorios, como si fueran extraños o invasores venidos de otras latitudes.
Ese silencio de las autoridades y de la sociedad chilena, que solo ve la superficie de los hechos y condena la reciedumbre mapuche, los actos de resistencia como métodos inadecuados o terroristas, no es capaz de comprender la profundidad de un drama histórico, la enajenación cultural de un pueblo con una historia bastante más antigua que el Bicentenario republicano.
Nuestros gobiernos democráticos en pleno siglo XXI son incapaces de asumir una responsabilidad histórica frente al pueblo mapuche y se limitan a respuestas burocráticas, como es la creación de la CONADI, con la aplicación amañada del Convenio 169 de la OIT, con leyes que si bien representan avances, no enfrentan el problema de fondo, que es la causa de un conflicto que no tiene solución sino es reconocer con valentía una verdad histórica, que Chile es un Estado Plurinacional.
El Estado de Chile debe hacer un gesto de nobleza, más allá de los reconocimientos constitucionales y de políticas de desarrollo, en beneficio a las distintas etnias. Debería nombrar una Comisión que rescate la verdad histórica respecto a la llamada Pacificación de la Araucanía y cómo los mapuches fueron expulsados de sus tierras. No estamos hablando de hechos sucedidos hace trescientos años, son acontecimientos que aún se conservan en la memoria histórica de un pueblo. Se trata de reivindicar la dignidad y nobleza de un pueblo, de restaurar sus derechos, de reconocer su pertenencia a un territorio que es la base de su cultura y su cosmovisión, la tierra de sus ancestros.
Los jóvenes y mujeres mapuches que resisten conocen de esos hechos luctuosos no porque los estudiaron en libros de historia, sino porque los escucharon de sus abuelas, y ellas de sus madres, cómo les quitaron sus tierras y los lanzaron a la ignominia de ser extraños en su propio terruño.
Chile como país legalista puede perfectamente reconstruir esa historia, determinar cómo se produjo esa expropiación forzada, a qué comunidades pertenecía cada propiedad actual, no con un afán de revertir todo, ni de reconstruir un pasado, sino simplemente de reconocer que pasó y cómo pasó. Que el Estado de Chile pida perdón por esas acciones, y acuerde una real devolución de tierras, y si no es posible su restitución, se indemnice adecuadamente a las familias o comunidades originariamente dueñas de esos territorios del Wallmapu.
Se trata que en un acto institucional se deje constancia de una verdad y partir de allí comenzar a trabajar mancomunadamente para finalizar con esa guerra no concluida, establecer la paz, restablecer la justicia y la dignidad de un pueblo mancillado.
Este es un humilde homenaje a la Machi Francisca Lincolao, que ha encarnado con su heroica y digna actitud, esta lucha ancestral del Pueblo Mapuche…
No las damas, amor no gentilezas
De caballeros canto enamorados,
Ni las muestras, regalos ni ternezas
De amorosos afectos y cuidados,
Más el valor los hechos las proezas,
de aquellos españoles esforzados,
Que a la cerviz de Arauco no domada
Pusieron duro yugo por la espada.
(La Araucana. Alonso de Ercilla).
(*) Texto publicado en 2015, reeditado en Enero de 2017.
Historia Pormenorizada
El gobierno de Chile tomó la decisión de ocupar la Araucanía después de que el francés Orélie Antoine de Tounens había aparecido en la zona en 1861. Tounens creó el Reino de la Araucanía y la Patagonia y fue elegido regente por importantes loncos de la zona, tomando el nombre de Orélie Antoine I.
De esta forma, las autoridades decidieron aplicar el plan propuesto por el general de Ejército Cornelio Saavedra Rodríguez. Dicho plan incluyó no sólo acciones militares, sino además la penetración pacífica de los territorios, mediante el traspaso de la cultura chilena al otro lado de la frontera. Se buscaba fundar ciudades, construir obras públicas tales como caminos, telégrafos y crear escuelas y hospitales. Las tierras incorporadas serían traspasadas a colonos sin ningún costo para fomentar la ocupación de la zona y desarrollar la producción de trigo.
En poco tiempo, Cornelio Saavedra Rodríguez pudo ocupar la zona hasta el río Malleco, lugar donde refundó la ciudad de Angol y el fuerte de Negrete.28Mulchén y Lebu, en 1862. Por el territorio costero, alcanza a avanzar hasta el río Toltén. Esta primera ocupación se llevó a cabo con relativamente poca resistencia, pero luego se produjo una sublevación de los mapuchesque habitaban las cercanías del río Malleco, bajo el mando del lonco Quilapán. En el año siguiente más de 1500 soldados estaban concentrados en Angol para operaciones en el interior araucano.29
En diciembre de 1867 se habían reunido 4000 a 5000 guerreros mapuches en la zona montañosa de Chihuaihue, provenientes de Moquehua, Boroa y La Imperial.30 Los arribanos de Quilapán lograron coordinar una rebelión con los abajinos costeros al mando de Catrileo, Coñoepan, Marileo y Painemal, con 3000 lanzas cruzaron la cordillera de Nahuelbuta al poniente de Angol y fueron a salir al norte del río Malleco donde unieron sus fuerzas y lograron victorias en Traiguén, Curaco y Perasco gracias a su combinación del malón con tácticas de guerrilla. Sin embargo, otras fuentes, como Saavedra, consideraban que los abajinos y arribanos aún con los contingentes venidos de las pampas no superaban las 4000 lanzas.3132
En enero de 1869 1500 mapuches son derrotados en Chihuaihue por el general José Manuel Pinto. Los araucanos se reorganizaron y atacaron Angol, ante esta situación el Ministro de Guerra, Francisco Echaurren, marchó con refuerzos a Cautín. En la costa el coronel Saavedra ocupó Cañete y Tucapel, sofocando la rebelión de 1500 guerreros en Purén. El 25 de septiembre los mapuches y el ejército llegaron a un acuerdo en Angol. Poco duró el acuerdo ya que Quilapán volvió a rebelarse con 3000 lanzas siendo derrotados el 25 de enero de 1871 por un ejército de 2500 soldados en Collipulli.33 Si en 1869 la guerra ofensiva de Saavedra -consistente en atacar pueblos, robar ganados y quemar rucas y provisiones- había sido un éxito al tomar por sorpresa a los araucanos, para el verano de 1870-1871 fue un fiasco debido a que los indios se adaptaron y optaron usualmente por retirarse y evitar el combate frontal.34 Las críticas al método usado por los militares llevaron a la disminución de las operaciones ofensivas y a optar por consolidar las conquistas logradas, se edificaron un gran número de fuertes y pueblos en la costa de Arauco y en el valle del río Malleco-Traiguén.35 Esto trajo una relativa calma en la región por los siguientes diez años.36
Saavedra organizó también varios parlamentos de manera de impedirle a su principal enemigo, Quilapán, reunir fuerzas con otras etnias. Así, por ejemplo, cuando el cacique intentó una alianza con los abajinos y los huilliches del sur del Cautín para poder reunir más de 8000 lanzas, Saavedra se lo impidió gracias a los parlamentos del Toltén (24 de diciembrede 1869) con los huilliches y de Ipinco (19 de enero de 1870) con los abajinos.37 Al final, Quilapán quedó solo con las 2500 lanzas que pudieron reunir los arribanos por su cuenta.38
La Guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia en el norte del país, significó que las fuerzas del ejército de Chile se concentraran en este conflicto en particular, situación que fue aprovechada por los mapuches para lanzar nuevos ataques a los puestos ubicados en las zonas fronterizas. Según el historiador y antropólogo chileno José Bengoa esa fue la primera vez en toda su historia que los muy descentralizados mapuches se unieron en una sola insurrección.39 Esta nueva sublevación ocurrida en 1880 se materializó en pérdidas para ambos bandos. Pero, una vez finalizada la guerra que enfrentó a Chile contra Bolivia y Perú, el ejército instruido por el gobierno de Domingo Santa María retomó en forma vigorosa la campaña de incorporación de la Araucanía. El Coronel Gregorio Urrutia estuvo a cargo de la anexión del restante territorio.
Contemporáneamente, del otro lado de la cordillera de los Andes, Argentina iniciaba exitosamente la Conquista del Desiertosobre sus extensos territorios de la pampa y de la Patagonia, acción militar y geopolítica que le permitió incorporar definitivamente a su soberanía esas zonas heredadas del Virreinato del Río de la Plata y hasta entonces pobladas por indígenas nómadas de etnias pampas y otras surgidos de la araucanización o mapuchización.
En Chile, el 27 de enero de 1881, 3000 indígenas atacaron Traiguén arrasando con las haciendas y el ganado.30Tras ser rechazadas sus incursiones en Traiguén y el fuerte de Lebuelmán los mapuches se encaminaron, sumando cada vez más lanzas a atacar el fuerte de Los Sauces, entonces tenían unas 1500. Su asalto fracasó y cuando atacaron la línea del Malleco que creían desguarnecida fueron masacrados, con esto las tropas chilenas pudieron seguir su avance, cruzaron el Cautín, y el 24 de febrero fundaron el fuerte de Temuco.40 Los aborígenes respondieron atacando dos caravanas matando 100 personas, en los cerros de Ñielol, ese mismo mes.41
Durante el comienzo del mes de noviembre se produjo el último alzamiento indígena: unos 6000 a 7000 conas participaron de los combates, resultando muertos o heridos más de mil.42 Según Horacio Lara las tribus araucanas en aquellos momentos, ya menguadas en sus números por la guerra constante, podían movilizar solamente 8.000 lanzas: 2.000 de los arribanos, 2.000 de los abajinos, 1.000 de los costinos y el resto huilliches. Sin embargo, gracias a la hábil diplomacia chilena las tribus jamás actuaron como un solo grupo.4344
En el caso de Lumaco los ataques se iniciaron el día 5 al mando de Luis Marileo Colipí con 300 a 1000 lanzas. El fuerte fue defendido por 45 guardias nacionales y 20 soldados dirigidos por el capitán Juan Barra.45 Para el 15 la batalla había terminado.46 Los fuertes de Budi y Toltén quedaron sitiados47 mientras que Nueva Imperial fue destruida el día 7 y los habitantes sobrevivientes tuvieron que huir a los cerros.48 Al mismo tiempo Tirúa fue atacada sin éxito y desde ahí se lanzaron varias expediciones punitivas.49 El fuerte de Ñielol fue asaltado el 9 de noviembre, los mapuches estuvieron cerca de tomarlo pero tuvieron que retirarse tras sufrir cientos de bajas.50
Sin embargo, el mayor enfrentamiento se produjo en la Batalla de Temuco, entre el 3 y el 10 de noviembre. El fuerte, dirigido por el mayor Bonifacio Burgos, resistió el embate de 4000 guerreros (algunos los elevan al doble)41 al mando del caciqueEsteban Romero. Los mapuches se retiraron tras sufrir más de 400 bajas.51
A mediados del mes los combates cesaron y las tropas chilenas llevaron varias operaciones de castigo para asegurar la región. En el verano del año siguiente los pehuenches fueron definitivamente sometidos.52
En su campaña, Urrutia erigió diversos fuertes, llegando hasta la zona donde se encuentra el Lago Villarrica y refundando la ciudad del mismo nombre el 1 de enero de 1883. Con esta acción se concluyó realmente la Guerra de Arauco como tal, después de más de trescientos años de conflictos.53
El fin de la Guerra de Arauco implicó la ocupación total de la Araucanía a la efectiva soberanía del territorio de Chile. De ese modo, el gobierno chileno llevó finalmente a cabo uno de sus principales proyectos de estado, anhelado incluso desde la época de los españoles, quienes en el periodo colonial no lograron instalarse en la Araucanía debido a la resistencia llevada a cabo por los indómitos mapuches. Con ello, el gobierno chileno logró unir final y realmente el territorio chileno al norte del Biobío con el territorio chileno al sur de Valdivia (en el que igualmente se llevaba a cabo el proceso de colonización de Llanquihue).
Tras su derrota, los mapuches fueron concentrados en «reducciones», pequeñas reservas generalmente separadas unas de otras por áreas ocupadas por inmigrantes chilenos y europeos. En 1929, existían 3078 reservas comprendidas en 525 000 hectáreas que eran consideradas una concesión del estado chileno y de propiedad comunal para los indígenas y que recibían el nombre de «títulos de merced». Usualmente, la tierra asignada, que representaba el 6,18 % del territorio ancestral mapuche, era de clima severo e infértil54 lo que unido al antiguo estilo de vida seminómada de los mapuches y a su organización social de clanes y familias generaron conflictos internos entre ellos. Sin embargo, los mapuches demostraron una gran capacidad para adaptarse a esta nueva situación.55
Posteriormente en los territorios ocupados, de forma similar a lo realizado en la zona de Llanquihue, se procedió también a realizar una colonización en la cual se les entregaron tierras a colonos chilenos y europeos, principalmente españoles, alemanes, franceses, ingleses, italianos y suizos. En total, hasta 1901 habían llegado 36 000 europeos, 24 000 contratados por la agencia de colonización y 12 000 llegados por sus propios medios.56
Más tarde, solo ocurrirían rebeliones menores, como la ocurrida en 1934, en la cual 477 campesinos y mapuches (que se habían rebelado contra los que consideraban, abusos por parte de los administradores de los aserraderos instalados en la recientemente abierta región del Biobío) fueron muertos por el ejército chileno en la llamada masacre de Ránquil. Otros 500 fueron hechos prisioneros y, según denunció el senador por TemucoJuan Pradenas Muñoz, solo 23 fueron conducidos a la capital para ser sometidos a juicio siendo los restantes presumiblemente desaparecidos.575859
Sin embargo a pesar de la «pacificación» realizada en la región, los hechos acontecidos en este proceso propiciarían posteriormente el actual conflicto mapuche presente en la zona entre el gobierno chileno y algunas comunidades mapuches.
Historia Sintetizada
La ocupación de la Araucanía comienza el año 1861, a manos del presidente José Joaquín Pérez Mascayano. La zona comprendía los terrenos del río Bío-Bío, por el norte, y Toltén, por el sur. Este proceso fue llevado a cabo por medio de una invasión militar y el adquirir una nueva cultura involuntariamente. La ocupación, o según los documentos oficiales de Chile, pacificación de la Araucanía, se prolongó durante casi toda la mitad del siglo XIX.
ANTECEDENTES
En estas tierras habían más de 190 mil indígenas, entre ellos mapuches y pehuenches. Durante la Guerra de Arauco, Conquista de Chile y todo el período Colonial Chileno, ningún bando pudo vencerlos.
En el período republicano se ordenó celebrar un parlamento general con todos los mapuches que habitaban al sur del río Bío-Bío, que tenía como objetivo acordar el estatuto que regularía las relaciones entre la nueva república y el pueblo indígena. Así se llevo a cabo el Parlamento de Tapihue en enero del año 1825.
DESARROLLO
Cuando el francés Orélie Antoine de Tounens, en el año 1861, se autoproclamó rey de la Araucanía, queriendo formar el “Reino de la Araucanía y Patagonia”, el gobierno de Chile quiso iniciar la ocupación de la Araucanía usando el plan propuesto por el general del ejército Cornelio Saavedra Rodríguez.
El plan propuesto consistía en el uso de fuerzas militares y la penetración pacífica de los territorios, mediante el traspaso de la cultura Chilena al otro lado de la frontera. Se busca fundar ciudades, construir obras públicas tales como caminos, telégrafos, y crear escuelas y hospitales. Las tierras incorporadas serían traspasadas a colonos sin ningún costo para fomentar la ocupación de la zona y desarrollar la producción de trigo.
Al poco tiempo Cornelio Saavedra podía ocupar la zona que va hasta el río Malleco, en 1862. Alcanza a llegar hasta el río Toltén. Esta primera ocupación se lleva a cabo con poca resistencia, pero luego los mapuches que habitaban cerca del río Malleco se rebelaron bajo el mando del lonco Quilapán.
Cuando comenzó la Guerra del Pacífico, el ejército de Chile se despreocupó del tema de la ocupación, aprovechándose los mapuches de lanzar ataque a los puestos ubicados en las zonas fronterizas. Esta nueva rebelión mapuche (1880) causó pérdidas para ambos bandos. Al finalizar la Guerra del Pacífico, el ejército de Domingo Santa María retoma la campaña de incorporación de la Araucanía. Ahora el que está a cargo de unir el territorio restante es el coronel Gregorio Urrutia.
En su campaña llega al lago Villarica y refunda la ciudad del mismo nombre, también se fundan los fuertes de Carahue, Lautaro, Pillanlelbún, Temuco y Nueva Imperial, se realizaron muchas matanzas. Aproximadamente 30 mil indígenas murieron en las escaramuzas que venían de parte del ejército chileno.
Debido a esto los sobrevivientes se vieron obligados a escapar a la zona precordillerana habitada por pehuenches, pueblo con el que se fusionaron.
CONSECUENCIAS
En los territorios ocupados se les entregaron tierras a colonos chilenos y europeos, principalmente españoles, alemanes, franceses, italianos, ingleses, sui
zos y del resto de Europa, en total al año 1901 llegaron 36.000 europeos, 24.000 contratados por la agencia de colonización y 12.000 llegaron por sus propios medios.
FUENTE: http://salvandonuestrosorigenes.blogspot.cl/2009/09/ocupacion-de-la-araucania.html
Tropas chilenas en la fase final de campaña durante la ocupación y reconstrucción de Villarrica en 1883.
Tropas del Ejército de Chile durante la Ocupación de la Araucanía.
Cornelio Saavedra Rodríguez negociando con loncos mapuches en 1869, durante las primeras fases de la Ocupación de la Araucanía.
Complementos
FUENTE: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-96469.html