Historias que han sido manifestadas por personas de la tercera edad, las he recogido y de esta manera reconstruyo un pasado, gracias a ellas que no han sido ajenas a dar por medio de esta página a conocer una vivencia del ayer.
ANCIANO MEDITANDO DEL CAMINO DE LA VIDA
HISTORIAS DE LA VIDA
DOÑA CALIXTA
Don Sebastián Beltrán Fonseca, nació en Tocaima Cund., en 1930, vivió su juventud en la vereda cerro de Copó, sus raíces son de la parte de la Tagua, ahí echó raíces, creció dentro de un ambiente de honestidad, laboriosidad y pujanza, costumbres familiares que fundamentan al ser humano para que sea de bien tal como El dice lo ha sido.
Me contó un día en el parque, más exactamente un 17 de octubre del 2012, día plomizo; pequeñas goteras caían, allá por la cuchilla del cerro Guacaná se avizoraba la presencia de lluvia permanente, mientras eso ocurría allá El me seguía deleitando con esas historias pasadas, entre las 11 de la mañana y 1 de la tarde me relató todo ese compendio de historias.
Hoy día tengo que decir lo siguiente, lástima cuando muere una persona viejita que guarda todo un repertorio de hechos pasados, de ellos se aprende cosas de interés tanto en secretos de salud y otras.
Me empezó a contar que la abuelita Calixta Valero, murió de 114 años, no recuerda el año en que murió, no falleció por anciana sino por un accidente que le ocurrió al pasar por un zanjón por la hacienda Segovia, la mula que cabalgaba tropezó con un objeto y el balcón donde iba la anciana trompicó con un palo y ella salió disparada al piso, de eso le dependió luego su deceso.
Me contó que a ella se le murió el marido estando joven, recorriendo sus treinta años; se llamaba Domingo Fonseca, que le dieron sepultura en el cementerio del cerro de Copó, existió ese campo santo por muchos años, hoy día sobre ese lugar hay cultivos de caña de azúcar; le guardó luto por unos poco años pero viéndose que podía llenar ese vacío notando sentirse bella y guapa para otro marrano fue como se lanzó al ruedo, fue así como de ahí mismo de la vereda Copó del sector la Tagua vino a tener un romance con señor llamado Valentín Sánchez, persona casada con hijos, un hecho que trajo comentarios de todo tipo tanto para doña Calixta por sus amoríos con un hombre comprometido como para don Valentín al ponerle los cachos a su esposa, a la larga ese romance cuajó dos hijas, la una quien vino a ser la mamá de don Sebastián y se llamó Itsmenia Fonseca Valero y la otra niña Maximiliana Fonseca Valero. Dentro de los bochornosos casos, su cuento se traía bajo la manga don Valentín Sánchez, era buscar la manera de sopesar el escandaloso momento que vivía por esa ofensa que no era bien vista en la comarca y levantaba polvareda por tan colosal caso, su mujer empujada por la furia, El tenía que ver como respondía con esas hijas y replantear la situación con su conyugue ¿Qué pasó? Se le ocurrió lo siguiente; le propuso a su víctima un trato que a la larga para doña Calixta resultó bueno, Don Valentín, le manifestó que no quería darles el apellido a esas niñas y que mejor le colocara el apellido de su marido que hacía ya como seis años había fallecido, que en cambio le dejaba una finca de unas 25 fanegadas, asunto resuelto, don Valentín era de cierto poder económico, gamonal de la zona, manejaba las cosas como un ajedrecista, un pudor nulo, su jugada maestra al tener tanto terreno pudo ser visto como un resbalón quien pierde una partida que la larga para quien tiene tanta tierra es como quien le quita el pelo a un gato; este terreno tal como me lo contó don Sebastián estaba ubicado en la Tagua.
Con el tiempo queriendo salir de ese tropezón, doña Calixta se dedica al comercio, es así como adquiere unas mulas, tres mulas son su medio de transporte que le permite hacer una ruta bastante larga de jornadas agotadoras entre la Tagua y Agua de Dios, llevaba a vender productos de la huerta que allí se producían, como eran; bananos, aguacates, guacas, cilantro, arracacha, panela, etc.
Pasaba ya los años de vejez y desafiaba caminos doña Calixta, los temporales inclementes de la naturaleza, sola le atinaba a algo como quien bien aburrido de olvidar un pasado busca enfrentar otros senderos y capotearlos con destreza, una de sus hijas doña Itsmenia le facilitó su bordón para que le hiciera de compañía, ser un aliciente y fuerza de combate, el niño Sebastián, hoy día Don Sebastián (quien me cuenta estas historias), contaba el niño con cinco años, transcurría los años de 1930, estaba en el gobierno Enrique Olaya Herrera, quien para los cien años de muerto el Libertador Simón Bolívar por un decreto nacional mandó levantar en todo los parques un monumento llamándose esos parques Simón Bolívar, en Tocaima hicieron fue un obelisco pero el parque no perdió su nombre.
Travesía emprendida cada ocho días su primer vuelo era de la Tagua en Copó hasta la hacienda de las señoritongas de apellido Rivera, hermanas de un ricachón de Tocaima don Raimundo Rivera, hombre ganadero, por costumbre tenía, El tomaba era puro aguardiente y siempre el primero se lo echaba en la cabeza dejándolo derramar sobre su sien.
Cuando pasaba por Tocaima, subían el empedrado como quien viene de Jerusalén, cruzaban el pueblo y bajaban por una zona cerrada, camino que baja de lo que hoy día es la bomba de gasolina y parte de la familia Penagos hasta llegar a la parte baja y coger destino hacia la ciudad del dolor Agua de Dios, pasando el puente e los suspiros cuenta don Sebastián que había un retén, una oficina colocada sobre la vera del camino en una rancha, era donde se producía el cambio de moneda, la coscoja, moneda interna; al oficializarse ese cambio monetario tomaban nuevamente ruta y pronto llegarían a la casa de las Rivera, casa que quedaba ahí sobre la marcha y unos metros antes de cruzar charco verde mano izquierda.
La casa de las hermanas solteronas Rivera, les era residencia para pernoctar ahí y darse un descanso doña Calixta y su nieto Sebastián Beltrán Fonseca, la casa era bastante grande en forma de escuadra era su hechura, la parte frontal al camino tenía dos piezas y una gran sala con dos mesas esquineras, el otro sector también lo formaban dos piezas y una sala, había algo en particular una especie de pieza pequeña que bajaba formando hueco preciso donde ellas depositaban morrocotas de oro, lo pudo comprobar las veces que su abuela lo llevaba, como chino le curioseaba ese lugar, varias veces las veía contar monedas morrocotas que teniendo en una especie de vasija de barro tiraban sobre la mesa para contar, siempre las llevaban a ese lugar que puede ser para algunos secretos de fortuna o guaca. Las mujeres vestían trajes largos de esos que como monjas van a los tobillos, en las oreas llevaban un par de aretes que más parecían candados, eran en puro oro, los dientes los tenían bordados en oro, sobre su collar les prendía un collar como manila de toro repelón en puro oro, la fortuna era exagerada, se daban esos lujos gracias a que en esa época no habían amigos de lo ajeno, si bien los habían les daba pereza asomarse por allí, tal vez porque no era permitido desde los suspiros pasar personas siempre y cuando no fueran de la zona o que tuviesen que ir al pueblo en plan de negocio como si lo era doña Calixta.
Sobre las cinco de la mañana empezaba a alistar los carros cagajones doña Calixta para llegar a la plaza de Agua de Dios a vender su producto, manifiesta Don Sebastián, que para ese entonces las ancianas les daban de desayuno una tasada de chocolate con pan de maíz junto con cuajada con panela, a las cuchas doña Calixta les llevaba panela entre otros productos, ahí hacían trueque por el hospedaje.
Las ancianas Rivera eran comerciantes de maíz, ganado entre otro productos, por el rio Bogotá había desde portillo un planchón manejado muy bien, remado hasta el puerto de Ricaurte, donde era embarcado los productos que sobre ese planchón transportaban hasta Ricaurte y ahí embarcado por barco y continuar por el Magdalena hasta la costa norte de Colombia, de Viotá bajaba café por historiador contada por un amigo historiador de Viotá, utilizado entonces fue ese planchón por las solteronas ancianas Rivera en sus negocios.
Al regresar a casa doña Calixta, a la vereda lleva productos de grano, pan entre otros para vender en la vereda, uno que llamó la atención es el vicio del cigarrillo, este llega a Agua de Dios por medio de una fundación, vicio interno para los habitantes enfermos que lo tenían por romper un momento las ganas de fumarse uno, no podía ser comercializado para otros lugares a pesar que era un producto de alto consumo, el cigarrillo que llegaba era el Piel Roja Royal, según quienes hablan con propiedad quienes lo fumaron tenía un sabor especial, a Tocaima llegaba por filtración de comercio ilícito, habían compradores y lo traficaban hacia Tocaima pasando nadando el rio Bogotá, para esa época de 1930 esas aguas eran limpias, sorteaban el retén al desviasen a nado por el rio, varios lo compraban entre quienes se cuenta doña Calixta que no lo podía comprar en el pueblo por estar prohibida su venta, además era muy vigilado para que no fuese proporcionado a otros lugares exclusivo únicamente de Aguade Dios.
EL CONSEJO DE LA GITANA
Todos aquellos terrenos los había comprado mis abuelos a unos indígenas que quedaban en la región, con un inmenso rancho en barro y palmicho; en la parte de atrás quedaba el cambuche donde dormían los trabajadores y más al lado el rancho donde dormían las mujeres trabajadoras, unas solteras otras con hijos pero lo mismo sin marido.
El rancho cada día mostraba algo raro, murmullos se escuchaban tarde de la noche y no dejaban dormir y esto ya había pasado por barios años allí, ruidos extraños y llantos hacían que la gente no pudiera dormir; creo que los indios dejaron algo enterrado en el rancho y a lo mejor ya murieron y están penando, nos decía Paula, la gitana que por muchos años trabajaba en la finca y era algo adivina; una noche cualquiera sin que nadie notara me quedé esperando en la sala del rancho, el reloj marcaba las doce de la noche, un raro sueño o pesadilla comencé a tener; una inmensa fila de almas bajaban y bajaban a lo profundo del sótano, y cada una de las almas eran tapadas con una inmensa piedra, le comenté a la gitana el raro sueño y me dijo: haciendo unos garabatos en un papel y fijando la vista al sitio que le marqué del sueño; el inmenso hoyo, quiere decir que el tesoro está muy encima del terreno y esto es para despistarlo y tu no escarbes, las piedras que vistes caer sobre las almas que quedaban tapadas, son desgracias, que caerán sobre la familia, todas caerán en esta desgracia; le aconsejo que no escarbes allí pues después de que lo hagas te viene una vida muy difícil, cuídate de la ambición y olvídate de este tesoro. Me fui para donde un guaquero y le comenté del tesoro y lo sacamos días después, y esto por no hacerle caso a la gitana, veinte años después de haber saqueado la guaca quedé en la total ruina, mi esposa me abandonó con uno de los trabajadores de la finca, el hijo mayor murió en el ejército y el tercero lo mataron borracho en una cantina, una de mis hijas terminó en un convento y yo quedé con la cuba de mis hijas pues nació mongólica, el dinero lo perdí en malos negocios y en trago; hoy en día pido limosna por las calles después que lo tuve todo y por no haberle hecho caso a la gitana vine a quedar así en la completa ruina.
Autor
Jairo Berrio
Habitante de Tocaima
HISTORIAS DEL AYER
Don Sebastián Beltrán Fonseca, nació en Tocaima Cund., en 1930, vivió su juventud en la vereda cerro de Copó, sus raíces son de la parte de la Tagua, ahí echó raíces, creció dentro de un ambiente de honestidad, laboriosidad y pujanza, costumbres familiares que fundamentan al ser humano para que sea de bien tal como El dice lo ha sido.
Me contó un día en el parque, más exactamente un 17 de octubre del 2012, día plomizo; pequeñas goteras caían, allá por la cuchilla del cerro Guacaná se avizoraba la presencia de lluvia permanente, mientras eso ocurría allá El me seguía deleitando con esas historias pasadas, entre las 11 de la mañana y 1 de la tarde me relató todo ese compendio de historias.
Hoy día tengo que decir lo siguiente, lástima cuando muere una persona viejita que guarda todo un repertorio de hechos pasados, de ellos se aprende cosas de interés tanto en secretos de salud y otras.
Me empezó a contar que la abuelita Calixta Valero, murió de 114 años, no recuerda el año en que murió, no falleció por anciana sino por un accidente que le ocurrió al pasar por un zanjón por la hacienda Segovia, la mula que cabalgaba tropezó con un objeto y el balcón donde iba la anciana trompicó con un palo y ella salió disparada al piso, de eso le dependió luego su deceso.
Me contó que a ella se le murió el marido estando joven, recorriendo sus treinta años; se llamaba Domingo Fonseca, que le dieron sepultura en el cementerio del cerro de Copó, existió ese campo santo por muchos años, hoy día sobre ese lugar hay cultivos de caña de azúcar; le guardó luto por unos poco años pero viéndose que podía llenar ese vacío notando sentirse bella y guapa para otro marrano fue como se lanzó al ruedo, fue así como de ahí mismo de la vereda Copó del sector la Tagua vino a tener un romance con señor llamado Valentín Sánchez, persona casada con hijos, un hecho que trajo comentarios de todo tipo tanto para doña Calixta por sus amoríos con un hombre comprometido como para don Valentín al ponerle los cachos a su esposa, a la larga ese romance cuajó dos hijas, la una quien vino a ser la mamá de don Sebastián y se llamó Itsmenia Fonseca Valero y la otra niña Maximiliana Fonseca Valero. Dentro de los bochornosos casos, su cuento se traía bajo la manga don Valentín Sánchez, era buscar la manera de sopesar el escandaloso momento que vivía por esa ofensa que no era bien vista en la comarca y levantaba polvareda por tan colosal caso, su mujer empujada por la furia, El tenía que ver como respondía con esas hijas y replantear la situación con su conyugue ¿Qué pasó? Se le ocurrió lo siguiente; le propuso a su víctima un trato que a la larga para doña Calixta resultó bueno, Don Valentín, le manifestó que no quería darles el apellido a esas niñas y que mejor le colocara el apellido de su marido que hacía ya como seis años había fallecido, que en cambio le dejaba una finca de unas 25 fanegadas, asunto resuelto, don Valentín era de cierto poder económico, gamonal de la zona, manejaba las cosas como un ajedrecista, un pudor nulo, su jugada maestra al tener tanto terreno pudo ser visto como un resbalón quien pierde una partida que la larga para quien tiene tanta tierra es como quien le quita el pelo a un gato; este terreno tal como me lo contó don Sebastián estaba ubicado en la Tagua.
Con el tiempo queriendo salir de ese tropezón, doña Calixta se dedica al comercio, es así como adquiere unas mulas, tres mulas son su medio de transporte que le permite hacer una ruta bastante larga de jornadas agotadoras entre la Tagua y Agua de Dios, llevaba a vender productos de la huerta que allí se producían, como eran; bananos, aguacates, guacas, cilantro, arracacha, panela, etc.
Pasaba ya los años de vejez y desafiaba caminos doña Calixta, los temporales inclementes de la naturaleza, sola le atinaba a algo como quien bien aburrido de olvidar un pasado busca enfrentar otros senderos y capotearlos con destreza, una de sus hijas doña Itsmenia le facilitó su bordón para que le hiciera de compañía, ser un aliciente y fuerza de combate, el niño Sebastián, hoy día Don Sebastián (quien me cuenta estas historias), contaba el niño con cinco años, transcurría los años de 1930, estaba en el gobierno Enrique Olaya Herrera, quien para los cien años de muerto el Libertador Simón Bolívar por un decreto nacional mandó levantar en todo los parques un monumento llamándose esos parques Simón Bolívar, en Tocaima hicieron fue un obelisco pero el parque no perdió su nombre.
Travesía emprendida cada ocho días su primer vuelo era de la Tagua en Copó hasta la hacienda de las señoritongas de apellido Rivera, hermanas de un ricachón de Tocaima don Raimundo Rivera, hombre ganadero, por costumbre tenía, El tomaba era puro aguardiente y siempre el primero se lo echaba en la cabeza dejándolo derramar sobre su sien.
Cuando pasaba por Tocaima, subían el empedrado como quien viene de Jerusalén, cruzaban el pueblo y bajaban por una zona cerrada, camino que baja de lo que hoy día es la bomba de gasolina y parte de la familia Penagos hasta llegar a la parte baja y coger destino hacia la ciudad del dolor Agua de Dios, pasando el puente e los suspiros cuenta don Sebastián que había un retén, una oficina colocada sobre la vera del camino en una rancha, era donde se producía el cambio de moneda, la coscoja, moneda interna; al oficializarse ese cambio monetario tomaban nuevamente ruta y pronto llegarían a la casa de las Rivera, casa que quedaba ahí sobre la marcha y unos metros antes de cruzar charco verde mano izquierda.
La casa de las hermanas solteronas Rivera, les era residencia para pernoctar ahí y darse un descanso doña Calixta y su nieto Sebastián Beltrán Fonseca, la casa era bastante grande en forma de escuadra era su hechura, la parte frontal al camino tenía dos piezas y una gran sala con dos mesas esquineras, el otro sector también lo formaban dos piezas y una sala, había algo en particular una especie de pieza pequeña que bajaba formando hueco preciso donde ellas depositaban morrocotas de oro, lo pudo comprobar las veces que su abuela lo llevaba, como chino le curioseaba ese lugar, varias veces las veía contar monedas morrocotas que teniendo en una especie de vasija de barro tiraban sobre la mesa para contar, siempre las llevaban a ese lugar que puede ser para algunos secretos de fortuna o guaca. Las mujeres vestían trajes largos de esos que como monjas van a los tobillos, en las oreas llevaban un par de aretes que más parecían candados, eran en puro oro, los dientes los tenían bordados en oro, sobre su collar les prendía un collar como manila de toro repelón en puro oro, la fortuna era exagerada, se daban esos lujos gracias a que en esa época no habían amigos de lo ajeno, si bien los habían les daba pereza asomarse por allí, tal vez porque no era permitido desde los suspiros pasar personas siempre y cuando no fueran de la zona o que tuviesen que ir al pueblo en plan de negocio como si lo era doña Calixta.
Sobre las cinco de la mañana empezaba a alistar los carros cagajones doña Calixta para llegar a la plaza de Agua de Dios a vender su producto, manifiesta Don Sebastián, que para ese entonces las ancianas les daban de desayuno una tasada de chocolate con pan de maíz junto con cuajada con panela, a las cuchas doña Calixta les llevaba panela entre otros productos, ahí hacían trueque por el hospedaje.
Las ancianas Rivera eran comerciantes de maíz, ganado entre otro productos, por el rio Bogotá había desde portillo un planchón manejado muy bien, remado hasta el puerto de Ricaurte, donde era embarcado los productos que sobre ese planchón transportaban hasta Ricaurte y ahí embarcado por barco y continuar por el Magdalena hasta la costa norte de Colombia, de Viotá bajaba café por historiador contada por un amigo historiador de Viotá, utilizado entonces fue ese planchón por las solteronas ancianas Rivera en sus negocios.
Al regresar a casa doña Calixta, a la vereda lleva productos de grano, pan entre otros para vender en la vereda, uno que llamó la atención es el vicio del cigarrillo, este llega a Agua de Dios por medio de una fundación, vicio interno para los habitantes enfermos que lo tenían por romper un momento las ganas de fumarse uno, no podía ser comercializado para otros lugares a pesar que era un producto de alto consumo, el cigarrillo que llegaba era el Piel Roja Royal, según quienes hablan con propiedad quienes lo fumaron tenía un sabor especial, a Tocaima llegaba por filtración de comercio ilícito, habían compradores y lo traficaban hacia Tocaima pasando nadando el rio Bogotá, para esa época de 1930 esas aguas eran limpias, sorteaban el retén al desviasen a nado por el rio, varios lo compraban entre quienes se cuenta doña Calixta que no lo podía comprar en el pueblo por estar prohibida su venta, además era muy vigilado para que no fuese proporcionado a otros lugares exclusivo únicamente de Aguade Dios.
EL DUENDE DE LA HERRADURA
En una visita de aquellas que siempre suelo hacer por alguna vereda de mi querido territorio tocaimuno buscando cosas que me apasionan, como son hallarme con un cuentero donde sabe relatar historietas de aquellas que vivieron nuestros abuelos, o mejor que ellos dejan contadas a sus hijos y a si pasan de generación en generación, me encontré con un nativo, habitante que me entretuvo por un buen rato contándome historias pasadas, esas que convierten a un lugar en algo que enriquece la literatura, trayendo un interés cultural para quien gusta de estos mitos siendo verdaderas leyendas; residente de la zona, don Vicente Bautista, labriego de la vereda, al verme tomando fotos vino y me saludó con mucha deferencia, mi psicología lo percibió como un genial campesino de la vereda cerro de la Gloria, simpatizamos en la charla, cada pregunta que le hacía me la respondía con un entusiasmo, veía en mi un buen visitante amigo del camino, como decía el gran escritor español Antonio Machado; “Caminante no hay camino se hace camino al andar” .
Me contó que en la vereda viven más de 26 familias, tiene un atractivo que es ese cerro majestuoso de la herradura, lo llaman a sí por que naturalmente forma en la pata una herradura, tiene un nacedero de agua, donde posan lo duendes según sus antepasados y circundan la loma, paseándose y asustando a quien se deje despabilar, más quienes cruzan por el camino del chorro que baja por una quebrada y sale un duende que se transformaba de distintas maneras, le gustaba cantar y ante borrachitos los peloteaba, esto ocurrió en un pasado.
De todas las contadas, me pareció intrigante la que le ocurrió al señor que saliendo a las dos de la mañana del lugar donde vendían pochola, la única que existió por esos lados, hecho ocurrido por los años 1970, para unas fiestas, época para cual se reúne la comunidad a festejar.
Saliendo de la tienda de los abuelos de don Vicente Bautista, el bohemio hombre contoneándose como un árbol llevaba una radiola de esas donde colocan discos de 45 y 73 revoluciones eran en acetato, el borrachito tenía obligadamente que pasar por el chorro de la quebrada, en el momento que se aproximaba le salió un hombre en pantalonetas rasgadas y mojadas, este con la jinchera, lo que vio fue que le propinaron una voltereta que le dio el duende y lo tiró al agua, al caer dejó soltar su aparato musical, cayendo en un barrial quedó bien simpático su rostro, ¡ Que desgraciada suerte ! Que enseguida el fantasma al lavarlo, lo orinó y el hombre quedó con un perfume azufroso, parecía un sonámbulo que se dejaba llevar por la de liria de las maniobras del duende, este personaje quedó tirado a un lado de un árbol, el duende seguía haciendo con él lo que quería, por un rato quedó privado como dormido, no se sabe si fue del verraco susto o por la misma jinchera, ya al amanecer corriendo el riesgo de tropezar con un espinal se acordó un poco de ese episodio arrancando a correr ahí sí cagado del miedo no aguantó lo que se le venía que fue una cagada que no le dio espera, sino llevar ese betún a casa dominado y con esto este relato a culminado.
Gracias a don Vicente Bautista que me auspicio esta información.
Otro lo retó
Parecía que al duende le empezaban a salir desafiantes, fue así como al poco tiempo lo hubo, para estos retos tenía que tomarse unas copas e ir entonado para enfrentar al duende y quien lo desafiara tenía que tener verraquera; no fue suficiente saber como vino a quedar el amigo anterior, se acompañó de valor y vean lo que pasó; el fantasma al parecer salía a esa hora de la madrugada, dos de la mañana, el que lo iba a enfrentar llegado su momento cogió camino y preciso se tastació con el duende, salió vestido totalmente de blanco, parecía una imagen santoral, había cambiado su semblante, se transformó en mujer, abrazó al hombre, al momento de hacerlo a este le corrió una calor intensa por todo el cuerpo y luego lo tiró con tal impulso que quedó un poco inconsciente, empezaba la lucha a ser desigual porque la empezaba a ganar el duende, al verse disminuido de condiciones se retornó a la tienda, se notaba poseído por ese fantasma e internamente lo impulsaba a cometer tropelías con los demás, le echaron agua bendita, sal y no le podían quitar ese espanto, quedó el hombre casi loco e igualmente con perfume azufroso, estando de día cogió a casa a la vereda de Palacios y sufriendo el rigor que le propició el duende, le salió caro el tratar de derrotarlo sin ningún éxito.
Los caminantes disfrutamos cuando quienes lo vivieron o son sus moradores lo saben contar, esto invita a conocer un sector que deja una vista bellísima.
ELISEO BUITRAGO DIAZ, “ EL CAMINANTE “ la escribió una vez le fue contada la historia que trajo sus consecuencias, porque luego de que los pobladores al ver que no podían dominar al duende lo dejaron en paz, si tomaban esperaban que amaneciera para emprender camino de regreso a casa.
LOS CIMARRONES DE TOCAIMA
¿Qué SABE USTED DEL PUEBLO AFROS DE TOCAIMA?
Por Libardo Asprilla Lara
Hechos históricos
Eran pelotones militares hábilmente organizados por los blancos españoles para contrarrestar la rebeldía de esclavizados e indígenas que establecían palenques en las regiones de Santafé, Tocaima, Honda, Mariquita y Neiva. Ante la imposibilidad de perseguir a nuestros ancestros aborígenes y africanos hasta los lugares a donde éstos huían, los invasores europeos se vieron en la obligación de conformar las Milicias de Pardos. También eran utilizadas para controlar el orden público en la ciudad conformada por un gran número de vecinos españoles, indios y esclavos.
Paradójicamente, estas milicias eran integradas por personas negras, mulatas, indígenas y demás descendientes de estas, lo cual daba la caracterización general de grupo mestizo al mando de capitanes “blancos” o mulatos.
El Decreto de 1697, para la formación de pardos y morenos libres con asiento en la jurisdicción de Tocaima ordenó:
“…Por cuanto ha sido su señoría informado que en la jurisdicción de Tocaima hay muchas personas de color pardo y morenos libres que no reconocen cuartel, por no haber compañía ni capitán que los gobierne, y que en los contornos y montañas de ella hay cantidad de negros esclavos en sus palenques y estos para sus sustento salen a los caminos a hacer diferentes robos y daños, llevándose consigo a otros esclavos en notable perjuicio de sus dueños… Para cuyo reparo se forme y críe la gente de color pardo y morenos libres…por ser personas de trabajo y experimentadas en los montes de paraje para que así a los dichos morenos cimarrones, como a los indios pijaos y otros caribes, inmediatos a las poblaciones de dicha jurisdicción que salen a hostilizarlos les sirva de frontera impidiéndoles el que ejecuten los daños y perjuicios referidos…”
Se denota en la anterior afirmación la conformación permanente de palenques en las inmediaciones de Bogotá; uno de los más renombrados fue el que se estableció en la población cundinamarquesa de Guayabal de Síquima. La radicalización de éste Palenque fue una de las causas principales por la cual los colonizadores decidieron organizar las milicias de pardos libres.
Esta disposición de vincular personas negras, indígenas y mestizas en las milicias de pardos a cambio de su libertad, se mantuvo a lo largo de todos los siglos de dominación española en la Nueva Granada y fue reproducida incluso por la generación hispano criolla y mestiza en las guerras de independencia contra el invasor. En tal sentido, el mismo Bolívar decretó la manumisión de aquellos esclavizados que se alistasen a defender la causa libertaria.
En 1685, el esclavo camboyano Juan Matamba, negro cimarrón que estaba a propiedad de Felipe de Silva, vecino del valle de ciénaga, declaró ante las autoridades que hacía quince días que estaba preso en la cárcel de la Real Audiencia de Santafé, traído de la ciudad de Tocaima, por Cristóbal de Velasco,
Ministro alguacil, por haberse ausentado del poder de su amo, “por el mal trato que siempre me daba trayéndome desnudo y muerto de hambre como lo tiene de costumbre, que ya no lo pude llevar, y por esta ocasión me huí.” El esclavo solicitó a la Audiencia ponerlo a pregones para ser vendido o ser entregado al depositario general. La Audiencia decidió que Juan Matamba fuera vendido en subasta pública por cimarrón.
El anterior es un ejemplo concreto del por qué los esclavos presionados por las circunstancias deplorables de su estado buscaban escapar. Si bien la libertad era una condición deseable, los malos tratos, la alimentación insuficiente, el exceso de trabajo, los empujaba a convertirse en cimarrones.
Con la llegada de la población esclava los alzamientos se hicieron más frecuentes así como la formación de palenques. Entre 1529 y 1600 hay catorce levantamientos registrados. Entre 1600 y 1700 las estadísticas mencionan trece, entre 1700 y 1810 los informes hablan de treinta (sin incluir la Revolución Comunera y el 20 de Julio). En el último siglo del domino español la mayoría de palenques fueron conformados por los esclavos, pero se destacan dos sublevaciones de afros en el actual departamento de Cundinamarca, la primera en 1758 cerca del entonces Distrito de Tocaima en el que conformaron el Palenque de Matima y en 1798 el alzamiento de los naturales de Síquima y la conformación del Palenque de Guayabal de Síquima. Por último debemos citar el más famoso de todos; El Palenque de San Basilio que logró subsistir hasta la Republica y en la actualidad es la Población de San Basilio de Palenque en el Departamento de Bolívar.
BREVE COMENTARIO NOMBRE DEL MUNICIPIO DE TOCAIMA
Si nos remitimos hacer un análisis detallado del como hicieron los españoles para dar el verdadero nombre a este pueblo, lo hicieron más en el sentido populachero de ellos; enfocando sus tradiciones, los españoles tenían un sentido muy fanático a los aspectos religioso donde se desbordaron en su presentación, la primera corriente religiosa que llego fueron los jesuitas, donde iba una misión a fundar un pueblo iba un clérigo que ofrecía el sacrificio de la misa.
La primer corriente religiosa que llego a Tocaima con los conquistadores fueron los jesuitas y traían como un personaje para hacerlo patrón a san Dionisio, quien sus pobladores le rendían respeto espiritual, por eso en la colocación su primer nombre del municipio fue San Dionisio.
SAN DIONISIO EL AREOPAGITA
Este santo es el que se menciona en Los Hechos de los Apóstoles junto con Damarás su esposa. Se convirtió a la Fe en nuestro Señor Jesucristo por las manos del Apóstol Pablo durante su visita a Atenas. Dionisio era uno de los consejeros de la suprema corte de justicia, llamada comité de Areópago y conocedor de la filosofía griega. Se dice que en el día de la crucifixión del Señor en Jerusalén, Dionisio vio un eclipse solar que rompía las reglas de la astronomía reconocida en aquel entonces, luego dijo: “O Dios está dolorido o es que ha llegado el fin del mundo.”
Cuando San Pablo pasó por este centro cultural de Atenas, el Areópago, dijo su famosa homilía: “Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la Divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabado esta inscripción: ‘Al Dios desconocido.’ Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar...” (Hch. 17, 22-31) y les predicó al Dios verdadero, aunque muchos empezaron a burlarse de Pablo y de su prédica, otros pocos se adhirieron a él y creyeron; entre ellos estaba Dionisio.
La Tradición nos dice que Dionisio fue el primer obispo de Atenas. También se menciona de él que en la Dormición de la Santísima Madre de Dios, se presentó en el Espíritu Santo. Vivió noventa años y fue decapitado durante la persecución del Emperador Domiciano (96 d.C.). Su cráneo está guardado en el monasterio Búlgaro Doquiario en el monte Atos.
Desde el siglo V se divulgaron unos escritos místicos que tuvieron cierta importancia en la Iglesia con el nombre de “Dionisio el Areopagita”, pero hoy los exigentes afirman que estos escritos pueden no haber sido obra de San Dionisio sino que, lo más probable, fueron escritos por un desconocido de las tierras sirias en las últimas décadas del siglo V, por lo cual hoy estos escritos se conocen con el título de “Escritos apócrifos de Dionisio el Areopagita.”
Opinión critica
Viendo hoy en día que san Dionisio no dio el tope espiritualmente lo que si lo vino a ser san Jacinto un personaje traído por los dominicos quien produjo una relevante peregrinación una vez sucedió la inundación en el año de 1581. De ahí en adelante fue considerado un verdadero milagro y san Jacinto elevo su confianza a tal punto que año tras año sus habitantes le rendían homenaje hasta la Tocaima de hoy en día yendo al lugar donde fue la inundación hasta que en el año de 1934 fue elevado por la curia y por petición de sus habitantes ser el patrono de Tocaima lo que produjo más la peregrinación, venían peregrinos de todas partes a Tocaima, vísperas de la fecha del milagro quienes venían y al no ver lugar de hospedaje se tendían en el parque, se colmaba este lugar, produciendo esto una verdadera fe y ser reconocido san Jacinto como su nuevo patrón desplazando a san Dionisio; entonces mi criterio es que el nombre de Tocaima debiera a ser san Jacinto de los caballeros de Tocaima; esto podría ser un poco difícil porque el rey de España Carlos V el 7 de febrero de 1549 le dio a Tocaima con el nombre de ciudad de san Dionisio de los caballeros de Tocaima, y el escudo de armas.
A falta del interés de sus mismos pobladores de elevar una petición por ordenanza se considera ya asunto más bien histórico.
San Jacinto
Nacido a finales del siglo XII en el seno de una familia polaca —los condes de Konskie—, es educado cristianamente. En 1220, ya sacerdote, acompaña a su tío, obispo de Cracovia, a Roma, de donde volverá fraile de la naciente Orden de Sto. Domingo. Después de casi cuarenta años de trabajos apostólicos acompañados de milagros, muere en 1257. — Fiesta: 17 de agosto.
San Jacinto, Patrono nacional de Polonia, la nación mártir, es uno de esos santos que no todos pueden comprender, porque su vida está envuelta en el hálito del milagro. Cierto que la Iglesia no canoniza a ningún santo que no haya cobrado al menos dos milagros reales y comprobados. Pero muchas veces Dios realiza tales prodigios a través de sus santos, cuando éstos ya están en la gloria. No es así el caso del nuestro, cuya existencia terrena es una cadena ininterrumpida de hechos maravillosos. Los testimonios históricos que tenemos acerca de él, no permiten atribuir las noticias de su poder taumatúrgico a la leyenda medieval, sino que nos obliga a admitirlas plenamente...
Hijo de los condes de Konskie, Jacinto pasa su infancia entre los esplendores de la vida cortesana, hasta que comienza su vida de estudio en los grandes centros culturales de entonces: Praga, Bolonia y París son, respectivamente, el teatro de su carrera de artes, derecho y teología. Vuelto a Polonia, abraza el estado eclesiástico, siendo nombrado canónigo de Cracovia por su tío, a la sazón obispo de aquella diócesis.
En 1220 acompaña a su tío a Roma, coincidiendo allí con la resurrección del joven sobrino del cardenal Esteban, realizada por Domingo de Guzmán. El hecho se va conociendo por toda la ciudad y conmueve profundamente al joven canónigo, que desde aquel momento se une a la naciente Orden de Predicadores, la cual, bajo la dirección de Santo Domingo, se dedicaba a alabar a Dios y predicar la verdad cristiana.
Después de unos meses de formación al lado del santo fundador de los dominicos, que le transmitió su espíritu y sus deseos, Jacinto vuelve a Polonia para predicar y fundar nuevos conventos. El camino lo hace a pie junto con otros compañeros y va esparciendo la buena semilla por todos los poblados por donde pasa. Sus palabras convierten, y sus milagros confirman el favor de Dios sobre él. Como la gente no quiere dejar que se marchen, suele quedarse alguno del grupo al que se unen nuevas vocaciones, formándose nuevos conventos. Los restantes prosiguen su camino, y por este sistema, sólo Jacinto llega a Cracovia, donde habiéndole precedido su fama de taumaturgo, es recibido solemnemente.
Funda allí un hermoso convento que será la cuna de los predicadores del norte de Europa, y predica la vieja y siempre nueva palabra del Señor, que renueva la faz de aquella diócesis, haciendo revivir en toda ella el espíritu de amor. Ello no basta a Jacinto, que no conoce fronteras para su celo evangelizador. Y se lanza a predicar a Prusia, todavía idolátrica, y de allí pasa a Rusia llegando hasta Kiev. Dios mismo le abre camino en aquel pueblo evangelizado antes por misioneros cismáticos, al devolver milagrosamente la vista a la hija del gran príncipe Wladimiro, ciega de nacimiento. Es también en Kiev, donde al invadir los tártaros la ciudad, Jacinto se lleva en su huida al Santísimo Sacramento, para que no sea profanado en saqueo. Pero antes de salir del templo, la imagen de la Virgen se queja de que la deje abandonada. El humilde fraile se excusa, porque no puede con un peso tan grande, pero ante el requerimiento de la Madre la toma de la mano, y huye atravesando a pie enjuto el caudaloso río, seguido de sus frailes.
No son éstos los únicos prodigios realizados por San Jacinto, durante los años de su trabajo apostólico, sino que con otros muchos el Señor fecundó su labor. La bula de canonización, dada por Clemente VIII, en el año 1594, tras casi un siglo de serias investigaciones en Polonia, cuenta cómo resucitó al hijo de una viuda, ahogado en el río hacía 24 horas. También, en la misma bula, vemos cómo un joven que había gastado todos sus recursos para devolver la salud a su madre paralítica sin conseguirlo, acude a la intercesión del santo, y obtiene la tan deseada curación. Otro día será el llanto de los labradores ante la destrucción de las mieles que estaban a punto para la siega, lo que le mueve a conseguir del cielo que las mieses sean repuestas... Se haría demasiado extenso este relato si continuásemos narrando los que en vida realizó el que ha podido ser llamado el más grande taumaturgo de su siglo.
CABALLEROS
Los (Xuas= blanco conquistador) los españoles se atribuían caballeros por eso de ahí el segundo nombre del municipio.
Opinión Crítica
De caballeros no tenían nada porque no tenían pudor ni reputación y lo que vinieron fue a violar indígenas y sus posesiones.
TOCAIMA
Los españoles en medio de todo su fanatismo, beligerancia, impetuosos; estando acá escucharon repetir mucho ese nombre de Tocaima, (Indigena ya fallecido y venerado por su casta o raza), respetaron este nombre haciendo parte del nombre que dieron a este pueblo.