CORRUPCION Y CASTIGO

CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS

(PARA TODOS LOS POBLADORES DEL PLANETA TIERRA)

LOS PAGANOS BAJO LA IRA

DIVINA POR SU CONDUCTA

PERVERSA

18 La ira de Dios se

manifiesta desde el cielo contra toda la

impiedad e injusticia de los hombres que

detienen la verdad con la injusticia;

19 ya que lo que se puede conocer de

Dios, ellos lo tienen a la vista, pues Dios

mismo se lo ha manifestado.

20 Desde la creación del mundo, lo

invisible de Dios, su eterno poder y su

divinidad, se pueden descubrir a través de

las cosas creadas. Hasta el punto que no

tienen excusa 21 porque, conociendo a

Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias;

por el contrario, su mente se dedicó a

razonamientos vanos y su insensato

corazón se llenó de oscuridad.

22 Alardeando de sabios, se hicieron

necios; 23 y cambiaron la gloria del

Dios inmortal por la imagen del hombre

mortal, de aves, de cuadrúpedos y de

reptiles.

CORRUPCIÓN Y CASTIGO DEL

PAGANISMO

24 Por eso Dios los

abandonó a sus bajas pasiones y a la

inmoralidad, de forma que ellos mismos

degradan sus propios cuerpos;

25 cambiaron la verdad de Dios por la

mentira, y adoraron y dieron culto a la

criatura en lugar de al creador, el cual es

bendito por los siglos. Amén.

26 Por esto Dios los abandonó a sus

pasiones vergonzosas; pues, por una parte,

sus mujeres cambiaron las relaciones

naturales del sexo por otras contra la

naturaleza. 27 Por otra, también los

hombres, dejando las relaciones naturales

con la mujer, se entregaron a la

homosexualidad, hombres con hombres,

cometiendo acciones vergonzosas y

recibiendo en su propio cuerpo el castigo

merecido por su extravío.

28 Y como no se preocuparon de tener el

conocimiento cabal de Dios, Dios los

abandonó a su mente depravada, que los

empuja a hacer lo que no deben.

29 Están llenos de injusticia, malicia,

perversidad, codicia, maldad; rebosantes

de odio, de asesinatos, de disputas, de

engaño, de malignidad; chismosos,

30 calumniadores, aborrecedores de

Dios, insolentes, altaneros, soberbios,

inventores de maldades, desobedientes a

los padres, 31 insensatos, desleales, sin

amor y sin piedad; 32 saben bien que Dios

declara reos de muerte a los que hacen tales

cosas y, sin embargo, ellos las hacen y

aplauden a los que las hacen.

2

DIOS JUZGA

1 Por eso no tienes excusa,

tú, quienquiera que seas, al juzgar; porque

en lo que juzgas a otro, a ti mismo te

condenas, ya que haces tú las mismas cosas

que juzgas. 2 Pues sabemos que el juicio

de Dios contra los que hacen tales cosas es

conforme a la verdad. 3 ¿Y piensas que

escaparás al juicio de Dios tú que juzgas a los

que hacen tales cosas? 4 ¿O es que

desprecias la grandeza de su bondad, de su

paciencia y de su generosidad, y no te das

cuenta de que la bondad de Dios te empuja al

arrepentimiento?

5 Tú, con tu corazón impenitente y

duro, estás amontonando castigos para el

día del castigo, cuando se manifieste el justo

juicio de Dios.

Equipo yoinfluyo.com

sábado, 09 de enero de 2010

La homosexualidad es un fenómeno que ha tenido algunas manifestaciones a lo largo de la historia del hombre en diferentes épocas y en diferentes lugares. Es un tema que divide, polariza y enfrenta a grupos promotores y opositores. Lo que antes se calificaba por la psiquiatría como una enfermedad hoy se cierne como un postulado ideológico incontrovertible, políticamente correcto y autosuficiente.

Sin embargo, detrás de los mitos de la homosexualidad hay una serie de hechos y circunstancias que llevan a las personas a asumirse homosexuales y, posteriormente, a vivir una vida bajo esa condición. ¿Qué hay en la mente, en el ser una persona homosexual? ¿Cuál es el entorno al que se enfrenta dado su estilo de vida? ¿Qué postura asume respecto al contexto en el que se desenvuelve?

Como es natural, ya hubo quien se planteó esas preguntas y quien trabaja todos los días para dar respuesta a ellas. Hay quien lo hace desde el activismo homosexual, otros que desde su fuero interno intentan satisfacer esas interrogantes y algunos más que buscan entender el fenómeno desde el aspecto científico.

ENTENDIENDO EL FENÓMENO

Según la psicología moderna, la homosexualidad comienza con una propensión biológica (que no es igual a determinación), que luego es reafirmada o desechada por los individuos, según el entorno y circunstancias en las que se desarrolle. Cabe decir que los primeros años de infancia son cruciales para proyectar el sentido que tomará dicha propensión.

Es necesario mencionar que la homosexualidad fue considerada por la Asociación Psiquiátrica Americana como una enfermedad. Esta definición fue retirada debido a fuertes presiones políticas de los movimientos promotores de la causa homosexual y no por argumentos científicos.

La doctora Concepción Morales, especialista en temas de familia, afirma que el abuso sexual es un factor que puede llegar a detonar conductas homosexuales, principalmente cuando las víctimas están por comenzar a definir su identidad sexual, que es aproximadamente en la etapa de los 10 a los 12 años de edad.

Los grupos y activistas homosexuales actúan de forma tan intensa que han propagado el discurso de que la homosexualidad no es algo que se elige y por tanto algo que se tiene que aceptar sin cortapisas.

Paulina Vázquez, especialista en temas de familia, pedagogía y homosexualidad, afirma que en primer lugar, existe una seria incongruencia en el argumento, ya que son los mismos que afirman que la heterosexualidad no es biológica sino cultural

“¿Cómo es entonces que la homosexualidad sí lo es? Ello es un atropello a los derechos humanos fundamentales, que niega la oportunidad de salir de un estilo de vida doloroso, al que la naturaleza humana no está llamada”, afirma la especialista en temas de familia.

Y continúa: “hay numerosos casos y estudios que demuestran que así como se entró en la homosexualidad se puede salir de ella. Dichas terapias están basadas en desexualizar al propio sexo, es decir quitarle la carga erótica a la necesidad de identificación con el propio sexo, y en la sanación de heridas profundas que han llevado a ello. La recuperación se basa en establecer relaciones sanas primero con el propio sexo, para posteriormente establecerlas con el sexo opuesto”.

EL PASTOR DA LA VIDA POR SUS OVEJAS

Mucho se ha hablado -de forma infundada, por cierto- de la supuesta discriminación que la Iglesia Católica tiene respecto a los homosexuales. Courage, sin embargo, es la organización emblemática que evidencia no sólo la aceptación que los homosexuales pueden tener en el seno de la Iglesia, sino del amor con el que son tratados.

Fundada por el sacerdote salesiano John Harvey en 1980, Courage es un antecedente a la carta que emitió la Congregación para la Doctrina de la Fe a los obispos de la Iglesia Católica para la atención pastoral a las personas homosexuales, en la que desde el principio se asienta:

"La particular inclinación de la persona homosexual, aunque en si no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada".

Así, Courage, siendo iniciativa nacida de la propia Iglesia Católica y que sirve a ella, se impone cinco objetivos específicos para llevar a cabo en su misión. La primera es que sus miembros tengan vidas castas, “de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica acerca de la homosexualidad”, lo que cumple con el fin de tener castidad desde el corazón.

Para fomentar el crecimiento espiritual, los de Courage quieren dedicar su vida a Cristo a través del servicio a otros, la lectura espiritual, la oración, la meditación, la dirección espiritual individual, asistencia frecuente a Misa y la recepción asidua de los sacramentos de la Reconciliación y la Santa Eucaristía.

En tercer lugar, Courage, en el ánimo de que sus miembros vivan su experiencia en comunidad, se empeña en “fomentar un espíritu de compañerismo en el cual todos puedan compartir pensamientos y experiencias y así asegurar que nadie tenga que enfrentar los problemas de la homosexualidad solo”.

Un objetivo más es que los miembros de Courage se mantengan conscientes de que amistades castas son necesarias en una vida cristiana casta. De este modo, la comunidad se provee de ánimo para formarse y sostenerse unos a otros. Por último, se empeñan en tener vidas que den testimonio y buenos ejemplos a los demás.

LA HOMOSEXUALIDAD EN LA VIDA COTIDIANA

Es cada vez más común saber que tal o cual de las personas con las que nos relacionamos son homosexuales o viven de alguna forma ese estilo de vida. Hay quienes gustan manifestarlo públicamente y hay muchos otros que prefieren la discreción, por cualquiera que pudiera ser el motivo.

Por ello, es necesario distinguir entre las personas que por alguna razón desarrollaron su conducta homosexual y la asumen plenamente, de aquellos que no sólo viven su homosexualidad, sino que pretenden que ésta sea aceptada por la sociedad entera.

Las marchas del “orgullo gay”, antes que ser una manifestación de una causa cuestionable, más bien se desarrollan bajo una lógica que no dignifica a las personas homosexuales, sino que les exhibe como una minoría que cae muchas veces en la intolerancia e intransigencia.

Esto es sólo una cara. Porque también existen las asociaciones civiles que se imponen la misión de velar por los derechos de los homosexuales, así como aquellos líderes y activistas que promueven su causa y que, al hacerlo, muchas veces caen en excesos discursivos laicistas que no conducen a la reconciliación y aceptación de la que pretenden ser objeto.

Sin embargo, hay todavía muchos aspectos que no han trascendido la barrera del prejuicio social respecto a la homosexualidad. La vida que llevan muchos homosexuales complica su inserción en el mundo y en la vida social, cuando no todos ellos son conscientes de los factores que detonaron su problemática.

La medicina se ha concentrado en dar respuestas biológicas a la homosexualidad sin llegar a definir, como lo han propuesto movimientos homosexuales, que exista un gen “gay”. Por su parte, la psicología ha hurgado en el origen de la homosexualidad alcanzando a dar luces al respecto. Sin embargo, una laguna muy profunda es la existencia de estudios que investiguen qué implica llevar una vida homosexual, qué implicaciones tiene para el ser, qué consecuencias trae para la relación del individuo consigo mismo y con los demás.

Es cierto, nos podemos dar luces de ello al conocer el testimonio de las personas homosexuales y del sufrimiento que padecen, sin embargo, antes de caer en prejuicios y condenas hacia las personas homosexuales, el esfuerzo de la ciencia es buscar comprender al ser humano en su integridad, de modo que la homosexualidad no sea motivo un recurso discursivo, sino un fenómeno que pueda ser discutido desde una visión integral del hombre.

La Iglesia, experta en humanidad, se adelanta a los procesos científicos y en el Catecismo de la Iglesia Católica asienta, en el punto 2358, que “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba.

“Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.

Y las personas homosexuales: “están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”.

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Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo

La oración, 25; GCS 3, 356

« Venga tu reino » (Mt 6,10)

No pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado. Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo «el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal» antes bien, mortifiquemos «todo lo terreno que hay en nosotros» y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo, Dios se paseará por nuestro interior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos «por estrado de sus pies», y sean reducidos a la nada en nosotros todos «los principados, todos los poderes y todas las fuerzas».

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y «el último enemigo, la muerte», puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» Ya desde ahora este nuestro ser «corruptible», debe revestirse de santidad y de «incorrupción», y este nuestro ser, «mortal», debe revestirse de la «inmortalidad» del Padre, después de haber reducido a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios sobre nosotros, comencemos ya a disfrutar de los bienes del nuevo nacimiento y de la resurrección.

(Referencias bíblicas: : Rm 6,12; Col 3,5; Gn 3,8; Mt 26,64; Ps 110,1; 1Co 15,24.26.55.53)

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San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia

Sermón 90; PL 38, 559s

Revestir el traje de bodas

¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín... ¿Serán los sacramentos? ¿el bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios... ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación (1C 11,29). ¿Qué es, pues?, ¿el ayuno? Los malos ayunan también. ¿El frecuentar la Iglesia? Los malos van a la Iglesia como los demás...

¿Qué es, pues, este traje de bodas? El apóstol Pablo nos dice: «El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1Tm 1,5). Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ven a hombres deshonestos amar a otros..., pero no se ve en ellos esta caridad «que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera»; pues esta caridad es el traje de bodas.

«Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden...Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor no soy nada» (1C 13, 1-2)...Ya podría yo tener todo esto, dice, sin Cristo «No soy nada»... ¿Cuántos bienes son inútiles si un solo bien falta! Si no tengo amor, aunque distribuyera todos mis bienes, confesara a Cristo hasta derramar la sangre por él (1C 13,3), de nada me serviría todo ello, puesto que puedo obrar así por amor a la gloria... «Si me falta el amor, no sirve para nada». Éste es el traje de bodas. Examinaos: si lo tenéis, acercaos confiadamente al banquete del Señor.

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Santa Teresa Benedicta de la Cruz [Edith Stein] (1891-1942), carmelita descalza, mártir, co-patrona de Europa

Meditación sobre la fiesta de la Exaltación de la Cruz, 14•09•1939

«Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que Yo soy»

Ante ti cuelga el Salvador en la cruz porque se hizo obediente hasta la muerte en la cruz (Flp 2,8)... Tu Salvador cuelga ante ti en la cruz, desnudo y solo, porque él ha escogido la pobreza... Tu Salvador cuelga ante ti con el corazón abierto. El ha derramado la sangre de su corazón para ganar el tuyo. Si quieres seguirle en santa pureza, tu corazón tiene que estar libre de todo deseo terreno... Los brazos del crucificado están extendidos para atraerte hasta su corazón. Él quiere tu vida para regalarte la suya. ¡Ave cruz, spes unica! ¡Salve, santa cruz, nuestra única esperanza!

El mundo está en llamas... Pero en lo alto, por encima de todas las llamas, se eleva la cruz. Ellas no pueden quemarla. Ella es el camino de la tierra al cielo. Quien la abraza con fe, amor y esperanza es llevado hasta el seno de la Trinidad. El mundo está en llamas. ¿Te sientes impulsada a apagarlas? Mira a la cruz. Desde el corazón abierto brota la sangre del Redentor. Ella apaga las llamas del infierno. Haz libre tu corazón... y se derramará en tu corazón el caudal del Amor divino hasta inundar y hacer fecundos todos los confines de la tierra.

¿Oyes el gemir de los heridos en los campos de batalla? Tú no eres médico ni enfermera, y no puedes vendar sus heridas. Tú estás encerrada en tu celda y no puedes alcanzarlos. ¿Oyes la llamada agónica de los moribundos? Tú quisieras ser sacerdote y estar a su lado. ¿Te conmueve el llanto de las viudas y de los huérfanos? Tú quisieras ser un ángel consolador y ayudarles. Mira al Crucificado. Si estás esponsalmente unida a él en el fiel cumplimiento de tus santos votos, tu sangre es su sangre preciosa. Unida a él eres omnipresente como él. Tú no puedes ayudar como el médico, la enfermera o el sacerdote aquí y allí. En el poder de la cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción...

Los ojos del Crucificado te están mirando, interrogándote y poniéndote a prueba. ¿Quieres sellar de nuevo y con toda seriedad la alianza con el Crucificado? ¿Cuál será tu respuesta? «Señor, ¿a quién iremos? Tú sólo tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). ¡Ave Cruz, spes unica!

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Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo

Homilías sobre el Éxodo, nº 12, 4

«Si os mantenéis en mi palabra..., la verdad os hará libres»

« El Señor del que se habla es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, hay libertad» (2C 3,17)... ¿Cómo podremos nosotros encontrar esta libertad, nosotros que somos esclavos del mundo, esclavos del dinero, esclavos de los deseos de la carne? Ciertamente que me esfuerzo por corregirme, me juzgo a mi mismo, condeno mis faltas. Que mis oyentes examinen, por su cuenta, qué es lo que piensan en su propio corazón. Pero, lo digo de pasada, mientras estoy atado por una de estas ligaduras, es que no me he convertido al Señor, no he alcanzado la verdadera libertad, puesto que tales cuestiones, tales preocupaciones me retienen todavía...

Sabemos que está escrito: «Cada uno es esclavo de lo que le domina» (2P 2,19). Aunque yo no esté dominado por el amor al dinero, aunque no estoy atado por la preocupación de bienes y riquezas, sí estoy, sin embargo, ávido de alabanzas y deseos de gloria humana cuando tengo en cuenta el rostro que me muestran los hombres y lo que dicen de mí, cuando me preocupa saber qué piensa de mí tal persona, cómo me aprecia la otra, cuando temo desagradar a uno y deseo dar gusto a otro. En tanto que tengo estas preocupaciones, soy su esclavo. Pero quisiera esforzarme y saber liberarme, intentar deshacerme del yugo de este vergonzoso esclavo y llegar a esta libertad de la que nos habla san Pablo: «Manteneos firmes y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud» (Ga 5,13; 1C 7,23). Pero ¿quién me hará llegar a esta liberación? ¿Quién me liberará de esta esclavitud vergonzosa, si no es el que ha dicho: «Sólo si es el Hijo quien os hace libres, seréis verdaderamente libres?»... Sirvamos pues, fielmente «amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas al Señor nuestro Dios» (Mc 12,30) para merecer recibir de nuestro Señor Jesucristo el don de la libertad.

S.S.en Xto. Joel Ignacio

El doctor Iván Mañero, que acaba de cortarle los éstos a un chico de 16 años para convertirle en chica, asegura que su paciente era transexual desde los cinco años, razón por la que nuestro buen matasanos sólo ha accedido a su deseo.

Hispanidad, miércoles, 13 de enero de 2010

Hace tiempo que echo en falta la figura del médico humanista, es decir, médicos que pensaban, que primero elaboraban sus premisas y luego alcanzaban unas conclusiones. Da la impresión de que algunos médicos -no generalizo- se deciden por lo contrario: primero deciden la conclusión, por lo general coinciden con sus intereses o justificación de su trabajo, y luego se afanan en encontrar las decisiones que pueden llevar hasta ella. Pues eso: Mañero asegura que el chico era chica desde los 5 años, ni uno más ni uno menos, y que por lo tanto ha realizado una obra de caridad cortándole todo lo que le colgaba y convirtiendo lo convexo en cóncavo.

Todo ello parte de un curioso sofisma: los hay que nacen gays. Pues no: nadie nade gay. Afirmar tal cosa supone negar la libertad humana, toda su psique, su personalidad, su alma, su racionalidad. Una cosa es que no podamos dar cuenta de nuestra existencia -no nos hemos creado a nosotros mismos- y otra bien distinta es que no podamos mejorar, que seamos prisioneros de una tendencia o de nuestros instintos.

No, somos cuerpo, que nos condiciona, pero no tanto como para determinarnos, y mente, por lo que decidimos lo que queremos ser: malos o buenos, sabios o ignorantes, osados o pusilánimes, generosos o egoístas.

El muchacho de Barcelona no nació gay. Pudo nacer con un fuerte componente hormonal femenino, pero su fisiología era la de un hombre y su psicología tendía a corresponderse con su fisiología. Es la física, más que la química, la que le condiciona y no son ni física ni química, sino él mismo, su alma, personalidad, cerebro, mente -llámenlo lo que quieran- quien decide.

Hace 25 años, a un chaval que, por razones químicas o por su educación, o por su ambiente, sufría tendencias homosexuales se le animaba a combatirlas. No eran más que tendencias perfectamente reconducibles durante el periodo de adolescencia y juventud, etapa en la que se forja su carácter de adulto. Ahora, por mor de Educación para la Ciudadanía y de cierta atmósfera dominante, se le dice que debe elegir su opción sexual... y así nos va.

El chaval barcelonés al que le han cortado los éstos, no era mujer, a los 5 años. Si acaso, sufría una tendencia a, pero perfectamente corregible. Poseía los testículos que ahora le han cortado y era libre para adecuarse a su naturaleza. Ese es, precisamente, el juego de la libertad. Yo mismo manifiesto tendencias a acostarme con toda señora prepotente y maciza que veo por la calle, pero no lo hago por tres razones:

1. Soy católico y me gusta vivir el sexto y noveno mandamientos.

2. Estoy casado y le debo fidelidad a mi esposa según un compromiso asumido en su momento, un voto (esto es el matrimonio, un voto de entrega) para toda la vida.

3. No quiero arriesgarme a que la susodicha maciza me arre un bofetón.

Asimismo, sufro una tendencia irrefrenable a robar bancos -especialmente los dos grandes, Santander y BBVA- y hacerme multimillonario de una tacada. No lo hago por tres razones:

1. Soy católico y quiero cumplir el séptimo mandamiento.

2. Aunque de forma diluida, haría un mal a la propiedad privada.

3. No me atrevo porque a lo mejor me trincan y me meten en chirona.

En ambos casos, hablo de tendencias reprimibles precisamente en nombre de la libertad. No me dejo llevar por mis instintos porque entonces perderé mi libertad.

La libertad no consiste en elegir sexo, de la misma forma que no he elegido si quería nacer, ni donde nací, ni en qué familia, ni con qué rasgos físicos. El sexo también me vino dado. Nací hombre, no mujer y, en cualquier caso, estaría agradecido por dos condiciones tan distintas como igualmente espléndidas.

En cualquier caso, que no, que nadie nace gay, ni nadie elige ser hombre y mujer. No nos ha sido otorgada esa capacidad.

¡Menos mañas, Mañero! Dedícate a algo útil, en lugar de a rebanar las partes nobles de los adolescentes. Este caso, además, reviste una mayor gravedad: la operación es físicamente irreversible, cuando la tendencia del menor, sobre todo por ser menor, no era, ni mucho menos, irreversible. Iván Mañero se ha cargado la libertad del paciente.

Y así llegamos, cómo no al famoso asunto de si la homosexualidad -y el travestismo, podríamos añadir, que es lo que toca hoy- es una enfermedad. Es decir, llegamos a una de esas polémicas artificiales que tanto le gustan a la progresía. Hoy mismo lo recuerda un lector de Hispanidad, que aporta un vídeo de la TV mexicana. No, la homosexualidad no es una enfermedad es una inmoralidad, lo que ocurre es que el hombre es un ser libre, es decir, moral, y su inmoralidad siempre le lleva a la patología: la maldad siempre lleva a la locura.

Un ejemplo: ¿De Juana Chaos está loco? Probablemente sí, pero no lo estaba cuando perpetró el primero de su veintena de víctimas. Luego sí, porque el impacto de la inmoralidad (del pecado, si lo prefieren) sobre el ser humano es terrible. Los terroristas no estaban locos cuando mataron a su primera víctima: eran unos cabrones con lunares verdes y vistas a la calle. Eso sí, crimen a crimen, se volvieron locos, porque la demencia consiste en no saber distinguir el bien del mal, lo verdadero de lo falso, lo real de lo irreal.

Con la homosexualidad o la transexualidad, en menor o mayor grado, pasa exactamente lo mismo: no son enfermedades sino pecados, pero el pecado termina en patología. Y aquí no vale la excusa relativista de que no sé lo que es la verdad. La naturaleza es muy tiránica -precisamente porque nos viene dada, no podemos dar razón de nuestra existencia, no somos creadores, somos criaturas-: me importa un bledo quién es el culpable y qué grado: si la dañas la pagas. La maldad siempre genera locura.

Pero no quita que De Juana, por muy dañada que tenga su mente, no sea culpable de sus crímenes. Por supuesto que lo es. La mejor terapia mental es el arrepentimiento, el denostado, por los progres, sentido de culpa, el volver a empezar. El problema es que De Juana, por seguir con el ejemplo, se enorgullece de sus crímenes. El homosexual o el transexual, salvando todas las distancias que se quieran en la comparación, lo mismo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com